¿Quién no ha carraspeado antes de proclamar, entre cañas, que el aleteo de una mariposa puede generar un huracán a miles de kilómetros de distancia? El adagio, dos décadas después del taquillazo que convirtió en estrella del cine comercial a Ashton Kutcher, puede que esté algo oxidado, pero hay que mirar lejos, muy lejos, para entender un fenómeno que, en días concretos, se apodera de