12 de noviembre 2012    /   IDEAS
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Elsa Punset: “La risa es fuente de cohesiĂłn social”

12 de noviembre 2012    /   IDEAS     por          
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elsa punset

No solo el tiempo derriba la infancia. La educaciĂłn tambiĂ©n arrampla con ella. Es indispensable educar a un niño. Pero moldear es suficiente. No hay que aniquilar. La niñez conlleva un kit de herramientas Ăştiles para toda la vida. No estarĂ­a de más conservarlas… “Nacemos inocentes. Cuando somos niños, nos guĂ­a la pasiĂłn por vivir. Al crecer, se debilita. El niño llega al mundo lleno de capacidades creativas pero, a medida que envejece, todo lo que importa se va reduciendo. Disminuye la capacidad de salir a comernos el mundo, disminuye la capacidad de incorporar personas e ideas nuevas a nuestra vida, disminuye la capacidad de divertirnos y reĂ­r. Pero aumenta el miedo”. Lo explicĂł la filĂłsofa y experta en educaciĂłn Elsa Punset en El ser creativo.

La risa es una de las piezas que más rápido cae con la madurez. “Reír es innato. Es el gran comunicador. Es fuente de cohesión social”, indicó. “Reír fomenta la creatividad, la salud y el pensamiento creativo. Un niño ríe una media de 300 veces al día. Los adultos, 40 veces al día”.

El miedo sigue la lógica inversa. Aumenta con la madurez. “Cuando nacemos no tenemos miedo. Luego, con el tiempo, los temores van creciendo. El neurocientífico Robert Maurice Sapolsky explica que los humanos somos capaces de temer mucho más de lo necesario. Los niños, cuando nacen, no tienen miedo. Solo temen a los adultos que les gritan o les asustan”.

El paso del tiempo va aplastando la creatividad de las personas y va dando altos vuelos a sus miedos. Pero eso es solo una tendencia sin resistencia. No es ley estricta. Es una inercia que la voluntad y el trabajo mental pueden invertir.

Elsa Punset hizo una llamamiento a “atreverse a limitar el miedo y sacar al niño interior”. Porque “los menores dotan la vida de fantasía y no distinguen entre realidad y ficción”. Su mundo es, así, más amplio, más manejable, más interesante.

La periodista destacó la importancia de la ilusión (una sensación más frecuente en los niños que en los adultos). “Si no tienes un proyecto, si no tienes un deseo, no tienes fuerzas”.

Elsa Punset mostró un anuncio. “Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”.

Lo publicó el explorador Shackleton en 1913. Quería llegar al Polo Sur en barco. “Cinco mil hombres contestaron al anuncio y, para escogerlos, una de las preguntas que el aventurero les hacía era: ¿Sabes cantar? Shackleton conocía la importancia de la ilusión, la risa y la felicidad para sobrellevar los tiempos duros”.

“Todos llevamos dentro nuestro Polo Sur”, enfatizó Elsa Punset. “Shackleton era un líder soñador y práctico a la vez. Los niños son capaces de esforzarse si están motivados. Los adultos también”.

Pero el esfuerzo se trabaja también. Se enseña. “Vivimos en una cultura en la que prima la distracción y no nos enseñan a esperar. Eso empobrece nuestra sociedad. No tenemos capacidad de autocontrol y es una capacidad que se puede fomentar. Dicen que para ser bueno en algo hay que trabajar en ese tema un mínimo de 10.000 horas”, recalcó la filósofa. “Hay que crear hogares donde haya alegría y curiosidad. Donde no exista el miedo, donde se incorporen constantemente ideas y personas nuevas”.

Y si hasta ahora no se ha hecho, no pasa nada. Aún hay tiempo. “El cerebro está dotado de la paradoja de la plasticidad. Es capaz de cambiar hasta el último día de nuestras vidas”, indicó. “No tiréis la toalla. Es muy probable que no estemos retando lo suficiente al cerebro”.

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No solo el tiempo derriba la infancia. La educaciĂłn tambiĂ©n arrampla con ella. Es indispensable educar a un niño. Pero moldear es suficiente. No hay que aniquilar. La niñez conlleva un kit de herramientas Ăştiles para toda la vida. No estarĂ­a de más conservarlas… “Nacemos inocentes. Cuando somos niños, nos guĂ­a la pasiĂłn por vivir. Al crecer, se debilita. El niño llega al mundo lleno de capacidades creativas pero, a medida que envejece, todo lo que importa se va reduciendo. Disminuye la capacidad de salir a comernos el mundo, disminuye la capacidad de incorporar personas e ideas nuevas a nuestra vida, disminuye la capacidad de divertirnos y reĂ­r. Pero aumenta el miedo”. Lo explicĂł la filĂłsofa y experta en educaciĂłn Elsa Punset en El ser creativo.

La risa es una de las piezas que más rápido cae con la madurez. “Reír es innato. Es el gran comunicador. Es fuente de cohesión social”, indicó. “Reír fomenta la creatividad, la salud y el pensamiento creativo. Un niño ríe una media de 300 veces al día. Los adultos, 40 veces al día”.

El miedo sigue la lógica inversa. Aumenta con la madurez. “Cuando nacemos no tenemos miedo. Luego, con el tiempo, los temores van creciendo. El neurocientífico Robert Maurice Sapolsky explica que los humanos somos capaces de temer mucho más de lo necesario. Los niños, cuando nacen, no tienen miedo. Solo temen a los adultos que les gritan o les asustan”.

El paso del tiempo va aplastando la creatividad de las personas y va dando altos vuelos a sus miedos. Pero eso es solo una tendencia sin resistencia. No es ley estricta. Es una inercia que la voluntad y el trabajo mental pueden invertir.

Elsa Punset hizo una llamamiento a “atreverse a limitar el miedo y sacar al niño interior”. Porque “los menores dotan la vida de fantasía y no distinguen entre realidad y ficción”. Su mundo es, así, más amplio, más manejable, más interesante.

La periodista destacó la importancia de la ilusión (una sensación más frecuente en los niños que en los adultos). “Si no tienes un proyecto, si no tienes un deseo, no tienes fuerzas”.

Elsa Punset mostró un anuncio. “Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”.

Lo publicó el explorador Shackleton en 1913. Quería llegar al Polo Sur en barco. “Cinco mil hombres contestaron al anuncio y, para escogerlos, una de las preguntas que el aventurero les hacía era: ¿Sabes cantar? Shackleton conocía la importancia de la ilusión, la risa y la felicidad para sobrellevar los tiempos duros”.

“Todos llevamos dentro nuestro Polo Sur”, enfatizó Elsa Punset. “Shackleton era un líder soñador y práctico a la vez. Los niños son capaces de esforzarse si están motivados. Los adultos también”.

Pero el esfuerzo se trabaja también. Se enseña. “Vivimos en una cultura en la que prima la distracción y no nos enseñan a esperar. Eso empobrece nuestra sociedad. No tenemos capacidad de autocontrol y es una capacidad que se puede fomentar. Dicen que para ser bueno en algo hay que trabajar en ese tema un mínimo de 10.000 horas”, recalcó la filósofa. “Hay que crear hogares donde haya alegría y curiosidad. Donde no exista el miedo, donde se incorporen constantemente ideas y personas nuevas”.

Y si hasta ahora no se ha hecho, no pasa nada. Aún hay tiempo. “El cerebro está dotado de la paradoja de la plasticidad. Es capaz de cambiar hasta el último día de nuestras vidas”, indicó. “No tiréis la toalla. Es muy probable que no estemos retando lo suficiente al cerebro”.

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