Cuando el truco de una bebida está en mantener su ADN
El licor Cointreau es algo más que una bebida de naranja para tomar sola o mezclada: es un icono de cualquier estanterÃa e incluso una enseña de Angers, la ciudad francesa donde nació hace un siglo y medio.
Alfred Cointreau se describe en su cuenta de Instagram como epicúreo. Al encargado de propagar y cuidar la imagen de tan insigne apellido le tira el hedonismo, disfrutar de los sorbos dulces que ofrece la vida bajo cualquier circunstancia. A sus 33 años de edad, representa a una familia que lleva más de siglo y medio de experiencia en la elaboración de un licor único.
Por aquel entonces, el triple seco Cointreau ya comenzaba a ganar un espacio en el mundo de los destilados. Nacido en 1849, su unión de un sabor fresco y azucarado, pero con una gradación de alcohol que no lo convirtiera en crema, servÃa tanto de elemento principal como de toque maestro en combinados. Y su imagen se imponÃa entre los estantes tanto de los locales especializados como de los domicilios particulares: frente a la base redonda y la transparencia, destacaban su estructura angulosa y sus reflejos ambarinos, reconocibles a distancia.
La forma cuadrada del diseño optimiza el espacio, señala Alfred Cointreau, que rememora cómo la inspiración vino de la mano de Lisa, la mujer de uno de los fundadores. Y tenÃa como referencia al envase de los perfumes. «No era una bebida, sino una fragancia», esgrime. Y portaba, además, esa filosofÃa de lo exclusivo. «Es esa mezcla de varias cosas, de lo cÃtrico con lo sabroso y del toque femenino con lo glamuroso. En el siglo XIX no existÃa una botella asû, apunta quien viste con una llamativa pajarita y un remache con forma de vaso triangular.
Gracias al cambio reciente, el último significativo desde hace 140 años, actualiza ese emblema y lo funde con el espÃritu del siglo XXI. «Es mantener el ADN, el legado», anota, repitiendo estas palabras que forman parte recurrente de su vocabulario, «pero ligada al momento en el que vivimos». Las alteraciones, por ejemplo, aúnan lo moderno con las exigencias que marca el medioambiente.
«Hoy usamos más vidrio, porque el cuello es más largo para facilitar el manejo a los camareros, pero es el mismo peso, es más fino. Y dos tercios de este material son reciclados», detalla. En el proceso de la elaboración, añade, se ha reducido el uso de agua: antes era 1,8 litros por cada litro (incluido el lavado) y ahora es solo de uno.
Su tapón es de cobre, en homenaje a ese alambique con el que se fermentaba la fruta. Y en la etiqueta está la naranja, matriz del licor, y el boceto de una vivienda con un estilo modernista. «Detrás de un gran nombre siempre hay una casa, asà que la hemos puesto como sÃmbolo familiar para rememorarla», advierte Alfred, que aboga por vincular este patrimonio a un consumo sensato y duradero más que a una moda pasajera.
Desde su firma, concede, siempre se ha luchado por eso. «Prefiero que alguien beba unos centilitros habitualmente a que se tome varias copas una noche y no lo vuelva a probar», cavila quien estudia a diario las costumbres de la gente y de cada paÃs para planificar una estrategia comercial a largo plazo y acorde al alma de la marca.
Alfred Cointreau se describe en su cuenta de Instagram como epicúreo. Al encargado de propagar y cuidar la imagen de tan insigne apellido le tira el hedonismo, disfrutar de los sorbos dulces que ofrece la vida bajo cualquier circunstancia. A sus 33 años de edad, representa a una familia que lleva más de siglo y medio de experiencia en la elaboración de un licor único.
Por aquel entonces, el triple seco Cointreau ya comenzaba a ganar un espacio en el mundo de los destilados. Nacido en 1849, su unión de un sabor fresco y azucarado, pero con una gradación de alcohol que no lo convirtiera en crema, servÃa tanto de elemento principal como de toque maestro en combinados. Y su imagen se imponÃa entre los estantes tanto de los locales especializados como de los domicilios particulares: frente a la base redonda y la transparencia, destacaban su estructura angulosa y sus reflejos ambarinos, reconocibles a distancia.
La forma cuadrada del diseño optimiza el espacio, señala Alfred Cointreau, que rememora cómo la inspiración vino de la mano de Lisa, la mujer de uno de los fundadores. Y tenÃa como referencia al envase de los perfumes. «No era una bebida, sino una fragancia», esgrime. Y portaba, además, esa filosofÃa de lo exclusivo. «Es esa mezcla de varias cosas, de lo cÃtrico con lo sabroso y del toque femenino con lo glamuroso. En el siglo XIX no existÃa una botella asû, apunta quien viste con una llamativa pajarita y un remache con forma de vaso triangular.
Gracias al cambio reciente, el último significativo desde hace 140 años, actualiza ese emblema y lo funde con el espÃritu del siglo XXI. «Es mantener el ADN, el legado», anota, repitiendo estas palabras que forman parte recurrente de su vocabulario, «pero ligada al momento en el que vivimos». Las alteraciones, por ejemplo, aúnan lo moderno con las exigencias que marca el medioambiente.
«Hoy usamos más vidrio, porque el cuello es más largo para facilitar el manejo a los camareros, pero es el mismo peso, es más fino. Y dos tercios de este material son reciclados», detalla. En el proceso de la elaboración, añade, se ha reducido el uso de agua: antes era 1,8 litros por cada litro (incluido el lavado) y ahora es solo de uno.
Su tapón es de cobre, en homenaje a ese alambique con el que se fermentaba la fruta. Y en la etiqueta está la naranja, matriz del licor, y el boceto de una vivienda con un estilo modernista. «Detrás de un gran nombre siempre hay una casa, asà que la hemos puesto como sÃmbolo familiar para rememorarla», advierte Alfred, que aboga por vincular este patrimonio a un consumo sensato y duradero más que a una moda pasajera.
Desde su firma, concede, siempre se ha luchado por eso. «Prefiero que alguien beba unos centilitros habitualmente a que se tome varias copas una noche y no lo vuelva a probar», cavila quien estudia a diario las costumbres de la gente y de cada paÃs para planificar una estrategia comercial a largo plazo y acorde al alma de la marca.