2 de noviembre 2010    /   CREATIVIDAD
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En busca de las raĆ­ces del flamenco

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La tarde de agosto es tan tórrida que las chicharras caminan en baƱador. Estoy citado en El Boticario, una venta andaluza de las de toda la vida que se encuentra donde la ciudad de MĆ”laga casi pierde el nombre, tras una sucesión de culebreantes curvas de la Carretera de los Montes. La Venta El Boticario sitĆŗa su letrero en un local con algunos achaques en el que destaca un amplio mirador. En primer plano, algunas formaciones de Ć”rboles tĆ­picamente mediterrĆ”neas preceden al telón que contiene a la capital malagueƱa y su lĆ­nea de costa. En las paredes cuelgan algunas vĆ­rgenes y ā€˜Se busca Talento’, un ā€˜Operación Triunfo’ del canal autonómico andaluz en el que los concursantes se arrancan con copla, castigan el oĆ­do del distraĆ­do. Me espera el director Vicente PĆ©rez Herrero, que estĆ” rodando ā€˜Flamenco de RaĆ­z, El Ɓlvarez’, un documental acerca de la vida de Antonio Ɓlvarez Rosales. Se trata del Ćŗltimo dĆ­a de grabación, del epĆ­logo a un proceso que ha durado seis semanas.

ĀæY quiĆ©n es Antonio Ɓlvarez? ā€œĆlvarez es un guardiĆ”n de la llama sagrada del arte flamenco. Estaba llamado a ser uno de los grandes del flamenco, pero renunció a ser conocido, a grabar o a asistir a festivalesā€, explica Vicente PĆ©rez Herrero. ā€œTras unos pocos recitales decidió dejar las actuaciones bajo los focos y se hizo barrenderoā€. AsĆ­ ha pasado su vida, barriendo las calles de su barrio, El Molinillo, alternando con pescaderos, fruteros y afiladores, compartiendo barra de bar con vecinos y amigos.

ā€œHa reservado su cante sólo para los suyosā€, seƱala PĆ©rez Herrero. ā€œA pesar de todo, los maestros del cante los reconocen como ā€˜artista de artistas’, como portador de la esenciaā€. Ɓngel CaƱete, experto en flamenco y coleccionista de guitarras, lo cuenta. ā€œĆlvarez es el que mejor ha cantado por fandangos del mundo. Camarón venĆ­a y se pasaba la noche viĆ©ndolo cantar. Ɓlvarez es mĆ”gico y los demĆ”s son lógicosā€, sentencia.

ā€˜El Ɓlvarez’, como le llaman en su entorno mĆ”s cercano, tiene ā€˜el pellizco’, aquello que Enrique Morente define como ā€œla impronta de quejarse con personalidad y de transmitirā€. Como dice el genio albaicinero, ā€œel secreto estĆ” en transmitirā€. Y Ɓlvarez lo hace con su cante. Es bastante mĆ”s fĆ”cil sacarle un fandango que una respuesta en una entrevista. No es que no hable -de hecho no se calla-, es que no es un hombre que se ciƱe a guiones establecidos.

Eso es algo que Vicente PĆ©rez ha sufrido a lo largo de todo el rodaje ’Flamenco de RaĆ­z, El Ɓlvarez’. PĆ©rez se ha traĆ­do a la venta, ademĆ”s de a Antonio, a parte de su ecosistema. Es la Ćŗnica forma de conocer a este genio, entre los suyos. El set estaba montado en el comedor de la venta, pero a estas alturas de la tarde ya no tiene ninguna utilidad. Antonio y su tropa no entienden de corsĆ©s. El cante, en curiosa metĆ”fora con su esencia e historia, fluye. Fluye del comedor al porche del local y de ahĆ­ al aparcamiento. Y detrĆ”s va Vicente con su cĆ”mara y JosĆ© MarĆ­a Bloch, el tĆ©cnico de sonido, con los micros en ristre. ā€œMe has ā€˜grabao’ mucho ya. Te ha faltado cogerme haciendo el amor y en el vĆ”terā€, bromea Ɓlvarez.

ā€œEs el caos emocional que intento plasmar en el documentalā€, explica PĆ©rez Herrero. ā€œExiste la necesidad cultural de rescatar el flamenco autĆ©ntico y lo quiero hacer asĆ­, retratando a Ɓlvarez entre su paisanaje humanoā€. Explica PĆ©rez que Ć©ste es el piloto de una serie dedicada a las personas que custodian la pureza del arte, una empresa tan complicada como encomiable.

Cuando se le pregunta a ā€˜El Ɓlvarez’ quĆ© le parece que hagan una pelĆ­cula de su vida, Ć©l lo tiene claro. ā€œA mĆ­ me da igual, vĆ”monos yaā€, exclama antes de subir a un CitroĆ«n. Y es que, como dice su mujer, ā€œes ā€˜mu’ raroā€.

ArtĆ­culo publicado en el nĆŗmero de Noviembre de Ling Magazine

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La tarde de agosto es tan tórrida que las chicharras caminan en baƱador. Estoy citado en El Boticario, una venta andaluza de las de toda la vida que se encuentra donde la ciudad de MĆ”laga casi pierde el nombre, tras una sucesión de culebreantes curvas de la Carretera de los Montes. La Venta El Boticario sitĆŗa su letrero en un local con algunos achaques en el que destaca un amplio mirador. En primer plano, algunas formaciones de Ć”rboles tĆ­picamente mediterrĆ”neas preceden al telón que contiene a la capital malagueƱa y su lĆ­nea de costa. En las paredes cuelgan algunas vĆ­rgenes y ā€˜Se busca Talento’, un ā€˜Operación Triunfo’ del canal autonómico andaluz en el que los concursantes se arrancan con copla, castigan el oĆ­do del distraĆ­do. Me espera el director Vicente PĆ©rez Herrero, que estĆ” rodando ā€˜Flamenco de RaĆ­z, El Ɓlvarez’, un documental acerca de la vida de Antonio Ɓlvarez Rosales. Se trata del Ćŗltimo dĆ­a de grabación, del epĆ­logo a un proceso que ha durado seis semanas.

ĀæY quiĆ©n es Antonio Ɓlvarez? ā€œĆlvarez es un guardiĆ”n de la llama sagrada del arte flamenco. Estaba llamado a ser uno de los grandes del flamenco, pero renunció a ser conocido, a grabar o a asistir a festivalesā€, explica Vicente PĆ©rez Herrero. ā€œTras unos pocos recitales decidió dejar las actuaciones bajo los focos y se hizo barrenderoā€. AsĆ­ ha pasado su vida, barriendo las calles de su barrio, El Molinillo, alternando con pescaderos, fruteros y afiladores, compartiendo barra de bar con vecinos y amigos.

ā€œHa reservado su cante sólo para los suyosā€, seƱala PĆ©rez Herrero. ā€œA pesar de todo, los maestros del cante los reconocen como ā€˜artista de artistas’, como portador de la esenciaā€. Ɓngel CaƱete, experto en flamenco y coleccionista de guitarras, lo cuenta. ā€œĆlvarez es el que mejor ha cantado por fandangos del mundo. Camarón venĆ­a y se pasaba la noche viĆ©ndolo cantar. Ɓlvarez es mĆ”gico y los demĆ”s son lógicosā€, sentencia.

ā€˜El Ɓlvarez’, como le llaman en su entorno mĆ”s cercano, tiene ā€˜el pellizco’, aquello que Enrique Morente define como ā€œla impronta de quejarse con personalidad y de transmitirā€. Como dice el genio albaicinero, ā€œel secreto estĆ” en transmitirā€. Y Ɓlvarez lo hace con su cante. Es bastante mĆ”s fĆ”cil sacarle un fandango que una respuesta en una entrevista. No es que no hable -de hecho no se calla-, es que no es un hombre que se ciƱe a guiones establecidos.

Eso es algo que Vicente PĆ©rez ha sufrido a lo largo de todo el rodaje ’Flamenco de RaĆ­z, El Ɓlvarez’. PĆ©rez se ha traĆ­do a la venta, ademĆ”s de a Antonio, a parte de su ecosistema. Es la Ćŗnica forma de conocer a este genio, entre los suyos. El set estaba montado en el comedor de la venta, pero a estas alturas de la tarde ya no tiene ninguna utilidad. Antonio y su tropa no entienden de corsĆ©s. El cante, en curiosa metĆ”fora con su esencia e historia, fluye. Fluye del comedor al porche del local y de ahĆ­ al aparcamiento. Y detrĆ”s va Vicente con su cĆ”mara y JosĆ© MarĆ­a Bloch, el tĆ©cnico de sonido, con los micros en ristre. ā€œMe has ā€˜grabao’ mucho ya. Te ha faltado cogerme haciendo el amor y en el vĆ”terā€, bromea Ɓlvarez.

ā€œEs el caos emocional que intento plasmar en el documentalā€, explica PĆ©rez Herrero. ā€œExiste la necesidad cultural de rescatar el flamenco autĆ©ntico y lo quiero hacer asĆ­, retratando a Ɓlvarez entre su paisanaje humanoā€. Explica PĆ©rez que Ć©ste es el piloto de una serie dedicada a las personas que custodian la pureza del arte, una empresa tan complicada como encomiable.

Cuando se le pregunta a ā€˜El Ɓlvarez’ quĆ© le parece que hagan una pelĆ­cula de su vida, Ć©l lo tiene claro. ā€œA mĆ­ me da igual, vĆ”monos yaā€, exclama antes de subir a un CitroĆ«n. Y es que, como dice su mujer, ā€œes ā€˜mu’ raroā€.

ArtĆ­culo publicado en el nĆŗmero de Noviembre de Ling Magazine

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