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Conversaciones ortogrĂĄficas: Decimos ‘anduve’ y no ‘andĂ©’ por capricho

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Por qué decimos anduve

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—¿QuĂ© quieres saber? Soy un tipo muy normal.

—No sĂ©, algo de tu vida amorosa.

ArtĂ­culo relacionado

—Poca cosa. AndĂ© un tiempo con una chica, pero no funcionĂł y lo dejamos.

—Anduve.

—¿TĂș tambiĂ©n andaste con ella?

—No, se dice anduve y anduviste.

—Será en castellano antiguo. No sabía que fueras tan ‘clásica’. A mí me va más el rollo modernete.

—No es cuestión de modernidad, majo, sino de buen decir.

—¡Mírala, además de antigua, grammarnazi!

—¡Joder, quĂ© cansinos sois los grammarpunkis!

 ¿Quién lleva razón, ella o él? Dejando la guerra de sexos al lado, que no toca, lo cierto es que la conjugación del verbo andar tiene tela. Lo suyo, por explicarlo de alguna manera mås coloquial (y quizå algo simplista, sí) fue un capricho. Porque pudiendo elegir seguir el modelo de conjugación de otros verbos regulares de la primera conjugación, andar decidió ponerse creativo y sumarse al modelo de haber, como hicieron sus amiguitos estar y tener. Todo para hacernos darle al coco.

Sin querer entrar en cuestiones etimolĂłgicas, como estar y tener imitaron la forma en pasado de haber (hubo), andar, que ya hemos dicho que era un verbo caprichoso, decidiĂł hacer su pasado con una forma similar: anduvo.

Bueno, no habrĂ­a pasado nada si, como explicĂł la lingĂŒista Elena Álvarez Mellado en un artĂ­culo para eldiario, andar fuera usado con la misma (apabullante) frecuencia de estar y tener. Pero no fue asĂ­. Por lo que los hablantes medios, los que usamos un español de andar por casa, no hemos hecho oĂ­do para esa conjugaciĂłn irregular y nos hemos decantado por unas formas mucho mĂĄs lĂłgicas: *andĂł y *andara.

Cuando le piden explicaciones a la Academia, esta, siempre tan educada, responde que allå nosotros, pero que en el registro culto las formas correctas son anduve y anduviera. Que, vale, que sí, que parece que somos mayoría los que preferimos las otras dos, pero que, mirado en conjunto (es decir, consultando el CREA), esas formas regularizantes (*andó, *andara) son inferiores a las irregulares (las de la norma culta). 

De hecho, anduvo se documenta en un 99% de los casos, frente a un 1% de *andó. *Andé, por su parte, ni estå ni se la espera. Por tanto, que dejemos de molestar, que no tiene el Diccionario para farolillos.

Y ahĂ­ estĂĄ el meollo de la cuestiĂłn, en que somos muy cabezotas y no tragamos. Que se nos ha dicho tantas veces aquello de que somos dueños del idioma que eso es lo que hemos hecho, apropiĂĄrnoslo. Nos resulta mĂĄs fĂĄcil un andĂł que un anduvo y asĂ­ lo queremos. ÂżCuĂĄnto tardarĂĄ la RAE en dar su brazo a torcer? QuiĂ©n sabe. Pero es dura, la condenada


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—Anduve.

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—No, se dice anduve y anduviste.

—Será en castellano antiguo. No sabía que fueras tan ‘clásica’. A mí me va más el rollo modernete.

—No es cuestión de modernidad, majo, sino de buen decir.

—¡Mírala, además de antigua, grammarnazi!

—¡Joder, quĂ© cansinos sois los grammarpunkis!

 ¿Quién lleva razón, ella o él? Dejando la guerra de sexos al lado, que no toca, lo cierto es que la conjugación del verbo andar tiene tela. Lo suyo, por explicarlo de alguna manera mås coloquial (y quizå algo simplista, sí) fue un capricho. Porque pudiendo elegir seguir el modelo de conjugación de otros verbos regulares de la primera conjugación, andar decidió ponerse creativo y sumarse al modelo de haber, como hicieron sus amiguitos estar y tener. Todo para hacernos darle al coco.

Sin querer entrar en cuestiones etimolĂłgicas, como estar y tener imitaron la forma en pasado de haber (hubo), andar, que ya hemos dicho que era un verbo caprichoso, decidiĂł hacer su pasado con una forma similar: anduvo.

Bueno, no habrĂ­a pasado nada si, como explicĂł la lingĂŒista Elena Álvarez Mellado en un artĂ­culo para eldiario, andar fuera usado con la misma (apabullante) frecuencia de estar y tener. Pero no fue asĂ­. Por lo que los hablantes medios, los que usamos un español de andar por casa, no hemos hecho oĂ­do para esa conjugaciĂłn irregular y nos hemos decantado por unas formas mucho mĂĄs lĂłgicas: *andĂł y *andara.

Cuando le piden explicaciones a la Academia, esta, siempre tan educada, responde que allå nosotros, pero que en el registro culto las formas correctas son anduve y anduviera. Que, vale, que sí, que parece que somos mayoría los que preferimos las otras dos, pero que, mirado en conjunto (es decir, consultando el CREA), esas formas regularizantes (*andó, *andara) son inferiores a las irregulares (las de la norma culta). 

De hecho, anduvo se documenta en un 99% de los casos, frente a un 1% de *andó. *Andé, por su parte, ni estå ni se la espera. Por tanto, que dejemos de molestar, que no tiene el Diccionario para farolillos.

Y ahĂ­ estĂĄ el meollo de la cuestiĂłn, en que somos muy cabezotas y no tragamos. Que se nos ha dicho tantas veces aquello de que somos dueños del idioma que eso es lo que hemos hecho, apropiĂĄrnoslo. Nos resulta mĂĄs fĂĄcil un andĂł que un anduvo y asĂ­ lo queremos. ÂżCuĂĄnto tardarĂĄ la RAE en dar su brazo a torcer? QuiĂ©n sabe. Pero es dura, la condenada


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Opiniones 2
  • Curioso. Esa regularizaciĂłn no es corriente en Chile, se escucha de vez en cuando un “andĂł” o “andara”, pero es excepcional. Es cierto que los usos españoles son ligeramente distintos y que en España tiene el sentido de “caminar” mĂĄs que el de “moverse” y eso pudiera afectar su frecuencia. Este verbo es ademĂĄs especial en el Cono Sur, porque “ir” es defectivo, no se dice “vete” sino “andate” (Argentina + Uruguay) o “ĂĄndate” (Chile).

  • Comentarios cerrados.