Contra la positividad de sofá, antiayuda

¡Yorokobu gratis en formato digital!
A Jorge le fascina la tristeza. Cuando está lejos de Galicia y cuando no llueve, este astrĂłnomo busca sonidos de lluvia en Youtube. Una persona que mira a las estrellas y que vive en la ciudad más lluviosa de España bien podrĂa estar predispuesta a la melancolĂa. Pero lo curioso de la relaciĂłn que mantiene Jorge con la tristeza no es que la sienta como «una emociĂłn bonita», sino que lo diga.
Su aceptaciĂłn es la de Charles Bukowski, que aprovechaba la tristeza para alimentar la creatividad: el poeta corrĂa las cortinas, se metĂa en la cama y abrazaba su tristeza. DespuĂ©s de tres dĂas y cuatro noches metido entre las sábanas y regodeándose en sus penas, se levantaba fortalecido y tomaba cerveza. De ahĂ, decĂa, salĂa «iluminado para dos o tres meses». Decirle a alguien que llore y acepte su tristeza, como hacĂa Bukowski, deberĂa ser un buen consejo, pero es difĂcil atreverse a hacerlo. «Yo tenĂa los ojos tristes y nadie me querĂa, excepto yo mismo», escribiĂł.
Ante el empacho de felicidad y positividad, la respuesta no se ha hecho esperar. Frente a una marca adalid de la felicidad sin esfuerzo, surgiĂł Mr. Puterful, que utiliza las mismas tipografĂas, el mismo tipo de producto y, casi, el mismo nombre que Mr. Wonderful para reivindicar un mundo real y lleno de miserias que estamos menospreciando. Los lunes apestan y no hay taza ni frase complaciente ni arcoiris que cambie eso. Mr. Puterful muestra que hay otra forma de enfrentarse al dĂa a dĂa. Su arma es el sentido del humor.
No todo es wonderful
La psicĂłloga Iratxe Bolaños tiene claro de quĂ© lado está, quĂ© hace menos daño: «Yo soy más de Mr. Puterful. Frente a esa felicidad en lata que nos han vendido de que todo tiene que ser guay por sistema, están ellos que dicen: “no, no, baja a la realidad”. Utiliza el humor para enseñarnos a hacer frente a una realidad que no nos gusta, frente a los que utilizan el deseo. Es el “decreta y se te dará”, y la vida no es asĂ».

Bolaños se dedica a la psicologĂa positiva, que nada tiene que ver con esa positividad de sofá. Con su trabajo, la psicĂłloga ayuda a los asistentes a descubrir y desarrollar las herramientas que les permitirán enfrentarse a lo malo, a las emociones negativas, siempre desde la creatividad y mediante los recursos de los que ya disponen. Para Bolaños, estamos confundiendo la positividad con la negaciĂłn de las emociones negativas, «que son necesarias para crecer y que son negativas porque no nos gusta experimentarlas, no porque traigan nada malo».
La escritora Carmen G. de la Cueva no tiene reparos en explicar en redes sociales que está pasando por un mal momento. En este ámbito, compartir la intimidad es aceptable, siempre que sea para demostrar lo bien que funcionan las cosas. Lo menos aceptado es compartir la intimidad si es para contar las penas y miserias. Por eso, una de las veces que Carmen escribiĂł pĂşblicamente cuál era su situaciĂłn personal, acabĂł el texto disculpándose. ÂżSe habrĂa disculpado si hubiese difundido a los cuatro vientos que es feliz? Nos estamos haciendo daño, dice Bolaños, porque «llegamos a sentirnos culpables por no estar todo el dĂa en el mundo happy flower, y esa es una presiĂłn extra».
[pullquote ]Estamos confundiendo la positividad con la negaciĂłn de las emociones negativas, “que son necesarias para crecer y que son negativas porque no nos gusta experimentarlas, no porque traigan nada malo”[/pullquote]
«No suelo compartir mi intimidad, pero necesitaba cierta cartarsis, cierto consuelo y no hallĂ© mejor forma que hacerlo ahĂ», explica la escritora. Para ella, está mal visto estar triste y «parece que una lo hace para que los demás le suban el ánimo, pero en este siglo, en este mundo virtual que nos ha tocado, compartir algo asĂ en las redes deberĂa ser algo tan natural como contarlo en un grupo de apoyo o en un grupo de amigos. Es una forma de desahogo».
SegĂşn Iratxe Bolaños, «para nada es positivo ser positivos en la manera en la que nos lo ponen» porque, muy lejos de la positividad, «en todo caso eso serĂa optimismo; pero tampoco, porque no es un optimismo realista». Se trata de un optimismo ciego que «niega que hay veces que las cosas no van bien». Por eso, cree la psicĂłloga que la positividad «se está distorsionando totalmente». «Tener una actitud positiva ante la vida es que las cosas pueden ir mejor y yo puedo hacer algo. No es sonreĂr aunque me caiga una pesa en el pie porque me lo dice una taza», aclara.
Para la psicóloga, es necesario aprender a vivir con el dolor y con la envidia, siempre que se haga de una «manera sana y aprovechando esas emociones para crecer». Lo tóxico, dice Bolaños, no es no disfrazar las emociones, como se cree: «Si alguien viene y me dice que por narices tengo que verlo todo de color de rosa, eso sà es muy tóxico porque a mà me va a crear un sentimiento de inutilidad».
Antiayuda vs. autoayuda
Mr. Puterful tiene su equivalente literario: frente a los libros de autoayuda han nacido los libros de antiayuda. De la misma manera, esta tendencia literaria reivindica la normalidad y las miserias, a menudo desde el sentido del humor.
A Eva GarcĂa Fornet siempre le decĂan lo mismo: «Te pasan cosas malas porque eres negativa». Esa actitud negativa que le atribuĂan familiares y amigos, dice, se basa a menudo en el mero hecho de ser crĂticos: «Ser positivo es la nueva religiĂłn; ser crĂtico es de perdedores», explica a Yorokobu. GarcĂa Fornet estaba harta de esa extendida ley de atracciĂłn, segĂşn la cual, el mundo conspira a tu favor o en tu contra en funciĂłn de tus pensamientos, sin necesidad de acciĂłn. Los cursos de autoayuda norteamericanos fueron su inspiraciĂłn definitiva para escribir El libro definitivo de antiayuda y desmotivaciĂłn.
Dice la autora que estos cursos le inspiran tanto como le divierten porque siempre van dirigidos a la obtenciĂłn de dinero, amor, juventud, Ă©xito y ascenso laboral. En cambio, «ningĂşn curso de autoayuda va orientado a que los lectores conspiren para acabar con el hambre del mundo, las guerras, la pobreza, la corrupciĂłn o los desastres medioambientales». Para GarcĂa este tipo de autoayuda no es más que una «nueva espiritualidad neoliberal destinada al consumo de masas».
La escritora considera que la positividad exacerbada está derivando en un vocabulario pernicioso casi sin darnos cuenta, por ejemplo, cuando a un enfermo le llamamos «guerrero». AsĂ es como las enfermedades «pasan a ser efecto de tu mente y de tu actitud» y desvĂan la atenciĂłn, puesto que «mágicamente quedan fuera de debate cuestiones como la prevenciĂłn mĂ©dica y los recursos destinados a hospitales».

Mientras GarcĂa Fornet dice esto, el escritor Juan Soto Ivars dice en Facebook: «Siempre he aborrecido los discursos sobre la felicidad y me han parecido patĂ©ticos, pero es porque un dĂa me di cuenta de que no aspiraba a la felicidad, sino a la serenidad». La idea de felicidad que cada vez está más arraigada en la sociedad occidental beneficia a un tipo de economĂa con la que GarcĂa Fornet es muy crĂtica. Para la escritora, la infelicidad es necesaria porque «es parte de la vida» y porque «cada uno es feliz a su manera».
Cuando la escritora vivĂa en Suecia descubriĂł el efecto negativo de esa máscara de la felicidad impuesta que apenas se cuestiona: «las personas se veĂan obligadas a mantener una fachada perfecta e inmutable de cara a la galerĂa y en la intimidad consumĂan antidepresivos para ser capaces, por ejemplo, de ir al supermercado y hablar con el personal sin tener un ataque de ansiedad, o simplemente ir a una fiesta y tener el valor para hablar delante de los demás», recuerda.
[pullquote ]La máscara de la felicidad comenzĂł a estar en pleno auge a raĂz de la crisis econĂłmica porque “necesitábamos que alguien nos dijera que todo iba a salir bien”. Era tal la necesidad de que nos tranquilizaran y de convencernos de que este no era el fin, que caĂmos en la positividad cĂłmoda[/pullquote]
Aunque GarcĂa Fornet es crĂtica con la autoayuda que nos convierte en sujetos pasivos a los que una taza o una frase nos salvarán de todos los males y permitirá que «el universo conspire para traerte Ferraris», defiende un tipo de autoayuda que sĂ busca el bienestar a travĂ©s del esfuerzo y el autoconocimiento. Ese tipo de autoayuda, dice GarcĂa, «es muy Ăştil porque no todo el mundo puede permitirse econĂłmicamente ir a un psicĂłlogo».
Bolaños cree que la máscara de la felicidad comenzĂł a estar en pleno auge a raĂz de la crisis econĂłmica porque «necesitábamos que alguien nos dijera que todo iba a salir bien». Era tal la necesidad de que nos tranquilizaran y de convencernos de que este no era el fin, que caĂmos en la positividad cĂłmoda. El papel de las redes sociales, en ambos casos, fue crucial.
GarcĂa Fornet necesita las redes sociales porque ha autoeditado su libro, pero le parecen poco más que herramientas de manipulaciĂłn, de exhibicionismo narcisista y de ruido. Aunque no ha perdido del todo la fe ni el sentido del humor: «Lo positivo de las redes sociales es que ha aumentado el silencio en los lugares pĂşblicos ya que todo el mundo va mirando el mĂłvil. Bromas aparte, es necesario desconectar de internet y conectarse a la vida».
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A Jorge le fascina la tristeza. Cuando está lejos de Galicia y cuando no llueve, este astrĂłnomo busca sonidos de lluvia en Youtube. Una persona que mira a las estrellas y que vive en la ciudad más lluviosa de España bien podrĂa estar predispuesta a la melancolĂa. Pero lo curioso de la relaciĂłn que mantiene Jorge con la tristeza no es que la sienta como «una emociĂłn bonita», sino que lo diga.
Su aceptaciĂłn es la de Charles Bukowski, que aprovechaba la tristeza para alimentar la creatividad: el poeta corrĂa las cortinas, se metĂa en la cama y abrazaba su tristeza. DespuĂ©s de tres dĂas y cuatro noches metido entre las sábanas y regodeándose en sus penas, se levantaba fortalecido y tomaba cerveza. De ahĂ, decĂa, salĂa «iluminado para dos o tres meses». Decirle a alguien que llore y acepte su tristeza, como hacĂa Bukowski, deberĂa ser un buen consejo, pero es difĂcil atreverse a hacerlo. «Yo tenĂa los ojos tristes y nadie me querĂa, excepto yo mismo», escribiĂł.
Ante el empacho de felicidad y positividad, la respuesta no se ha hecho esperar. Frente a una marca adalid de la felicidad sin esfuerzo, surgiĂł Mr. Puterful, que utiliza las mismas tipografĂas, el mismo tipo de producto y, casi, el mismo nombre que Mr. Wonderful para reivindicar un mundo real y lleno de miserias que estamos menospreciando. Los lunes apestan y no hay taza ni frase complaciente ni arcoiris que cambie eso. Mr. Puterful muestra que hay otra forma de enfrentarse al dĂa a dĂa. Su arma es el sentido del humor.
No todo es wonderful
La psicĂłloga Iratxe Bolaños tiene claro de quĂ© lado está, quĂ© hace menos daño: «Yo soy más de Mr. Puterful. Frente a esa felicidad en lata que nos han vendido de que todo tiene que ser guay por sistema, están ellos que dicen: “no, no, baja a la realidad”. Utiliza el humor para enseñarnos a hacer frente a una realidad que no nos gusta, frente a los que utilizan el deseo. Es el “decreta y se te dará”, y la vida no es asĂ».

Bolaños se dedica a la psicologĂa positiva, que nada tiene que ver con esa positividad de sofá. Con su trabajo, la psicĂłloga ayuda a los asistentes a descubrir y desarrollar las herramientas que les permitirán enfrentarse a lo malo, a las emociones negativas, siempre desde la creatividad y mediante los recursos de los que ya disponen. Para Bolaños, estamos confundiendo la positividad con la negaciĂłn de las emociones negativas, «que son necesarias para crecer y que son negativas porque no nos gusta experimentarlas, no porque traigan nada malo».
La escritora Carmen G. de la Cueva no tiene reparos en explicar en redes sociales que está pasando por un mal momento. En este ámbito, compartir la intimidad es aceptable, siempre que sea para demostrar lo bien que funcionan las cosas. Lo menos aceptado es compartir la intimidad si es para contar las penas y miserias. Por eso, una de las veces que Carmen escribiĂł pĂşblicamente cuál era su situaciĂłn personal, acabĂł el texto disculpándose. ÂżSe habrĂa disculpado si hubiese difundido a los cuatro vientos que es feliz? Nos estamos haciendo daño, dice Bolaños, porque «llegamos a sentirnos culpables por no estar todo el dĂa en el mundo happy flower, y esa es una presiĂłn extra».
[pullquote ]Estamos confundiendo la positividad con la negaciĂłn de las emociones negativas, “que son necesarias para crecer y que son negativas porque no nos gusta experimentarlas, no porque traigan nada malo”[/pullquote]
«No suelo compartir mi intimidad, pero necesitaba cierta cartarsis, cierto consuelo y no hallĂ© mejor forma que hacerlo ahĂ», explica la escritora. Para ella, está mal visto estar triste y «parece que una lo hace para que los demás le suban el ánimo, pero en este siglo, en este mundo virtual que nos ha tocado, compartir algo asĂ en las redes deberĂa ser algo tan natural como contarlo en un grupo de apoyo o en un grupo de amigos. Es una forma de desahogo».
SegĂşn Iratxe Bolaños, «para nada es positivo ser positivos en la manera en la que nos lo ponen» porque, muy lejos de la positividad, «en todo caso eso serĂa optimismo; pero tampoco, porque no es un optimismo realista». Se trata de un optimismo ciego que «niega que hay veces que las cosas no van bien». Por eso, cree la psicĂłloga que la positividad «se está distorsionando totalmente». «Tener una actitud positiva ante la vida es que las cosas pueden ir mejor y yo puedo hacer algo. No es sonreĂr aunque me caiga una pesa en el pie porque me lo dice una taza», aclara.
Para la psicóloga, es necesario aprender a vivir con el dolor y con la envidia, siempre que se haga de una «manera sana y aprovechando esas emociones para crecer». Lo tóxico, dice Bolaños, no es no disfrazar las emociones, como se cree: «Si alguien viene y me dice que por narices tengo que verlo todo de color de rosa, eso sà es muy tóxico porque a mà me va a crear un sentimiento de inutilidad».
Antiayuda vs. autoayuda
Mr. Puterful tiene su equivalente literario: frente a los libros de autoayuda han nacido los libros de antiayuda. De la misma manera, esta tendencia literaria reivindica la normalidad y las miserias, a menudo desde el sentido del humor.
A Eva GarcĂa Fornet siempre le decĂan lo mismo: «Te pasan cosas malas porque eres negativa». Esa actitud negativa que le atribuĂan familiares y amigos, dice, se basa a menudo en el mero hecho de ser crĂticos: «Ser positivo es la nueva religiĂłn; ser crĂtico es de perdedores», explica a Yorokobu. GarcĂa Fornet estaba harta de esa extendida ley de atracciĂłn, segĂşn la cual, el mundo conspira a tu favor o en tu contra en funciĂłn de tus pensamientos, sin necesidad de acciĂłn. Los cursos de autoayuda norteamericanos fueron su inspiraciĂłn definitiva para escribir El libro definitivo de antiayuda y desmotivaciĂłn.
Dice la autora que estos cursos le inspiran tanto como le divierten porque siempre van dirigidos a la obtenciĂłn de dinero, amor, juventud, Ă©xito y ascenso laboral. En cambio, «ningĂşn curso de autoayuda va orientado a que los lectores conspiren para acabar con el hambre del mundo, las guerras, la pobreza, la corrupciĂłn o los desastres medioambientales». Para GarcĂa este tipo de autoayuda no es más que una «nueva espiritualidad neoliberal destinada al consumo de masas».
La escritora considera que la positividad exacerbada está derivando en un vocabulario pernicioso casi sin darnos cuenta, por ejemplo, cuando a un enfermo le llamamos «guerrero». AsĂ es como las enfermedades «pasan a ser efecto de tu mente y de tu actitud» y desvĂan la atenciĂłn, puesto que «mágicamente quedan fuera de debate cuestiones como la prevenciĂłn mĂ©dica y los recursos destinados a hospitales».

Mientras GarcĂa Fornet dice esto, el escritor Juan Soto Ivars dice en Facebook: «Siempre he aborrecido los discursos sobre la felicidad y me han parecido patĂ©ticos, pero es porque un dĂa me di cuenta de que no aspiraba a la felicidad, sino a la serenidad». La idea de felicidad que cada vez está más arraigada en la sociedad occidental beneficia a un tipo de economĂa con la que GarcĂa Fornet es muy crĂtica. Para la escritora, la infelicidad es necesaria porque «es parte de la vida» y porque «cada uno es feliz a su manera».
Cuando la escritora vivĂa en Suecia descubriĂł el efecto negativo de esa máscara de la felicidad impuesta que apenas se cuestiona: «las personas se veĂan obligadas a mantener una fachada perfecta e inmutable de cara a la galerĂa y en la intimidad consumĂan antidepresivos para ser capaces, por ejemplo, de ir al supermercado y hablar con el personal sin tener un ataque de ansiedad, o simplemente ir a una fiesta y tener el valor para hablar delante de los demás», recuerda.
[pullquote ]La máscara de la felicidad comenzĂł a estar en pleno auge a raĂz de la crisis econĂłmica porque “necesitábamos que alguien nos dijera que todo iba a salir bien”. Era tal la necesidad de que nos tranquilizaran y de convencernos de que este no era el fin, que caĂmos en la positividad cĂłmoda[/pullquote]
Aunque GarcĂa Fornet es crĂtica con la autoayuda que nos convierte en sujetos pasivos a los que una taza o una frase nos salvarán de todos los males y permitirá que «el universo conspire para traerte Ferraris», defiende un tipo de autoayuda que sĂ busca el bienestar a travĂ©s del esfuerzo y el autoconocimiento. Ese tipo de autoayuda, dice GarcĂa, «es muy Ăştil porque no todo el mundo puede permitirse econĂłmicamente ir a un psicĂłlogo».
Bolaños cree que la máscara de la felicidad comenzĂł a estar en pleno auge a raĂz de la crisis econĂłmica porque «necesitábamos que alguien nos dijera que todo iba a salir bien». Era tal la necesidad de que nos tranquilizaran y de convencernos de que este no era el fin, que caĂmos en la positividad cĂłmoda. El papel de las redes sociales, en ambos casos, fue crucial.
GarcĂa Fornet necesita las redes sociales porque ha autoeditado su libro, pero le parecen poco más que herramientas de manipulaciĂłn, de exhibicionismo narcisista y de ruido. Aunque no ha perdido del todo la fe ni el sentido del humor: «Lo positivo de las redes sociales es que ha aumentado el silencio en los lugares pĂşblicos ya que todo el mundo va mirando el mĂłvil. Bromas aparte, es necesario desconectar de internet y conectarse a la vida».
Muy buen articulo, estoy completamente de acuerdo, muchas gracias! Tambien hay que distinguir entre tristeza y depresion, no es lo mismo. La depresion si necesita de ayuda, ni la tristeza ni la alegria existen cuando hay depresion…
Me he sentido sumamemte reflejada en el discurso de la ”antiayuda” como mecanismo para abrazar tambiĂ©n los sentimientos negativos, sentirlos sin permitir que se apropien de nuestra voluntad y dejar de censurarlos con trampantojos emocionales que solo derivan en frustraciĂłn. A mi parecer, esos manuales de “autoayuda” dogmatizan a sus lectores con un ideal fraudulento de la realidad, haciendo que se olviden de que ser humanos implica igualmente experimentar y exterorizar sensaciones desagradables. Esa positividad cada vez más inveterada en las redes sociales y en la rutina pĂşblica nos anula como seres sensibles y nos programa para sentirnos peor cuando sucumbimos al desliz de sentirnos mal. El ser humano vive porque siente y siente porque vive, de lo contrario serĂamos meros autĂłmatas alienados.
Una vez más, felicidades por un artĂculo tan esclarecedor.
Negar la tristeza es negar nuestra naturaleza. El estar triste es un instinto primario y necesario. DecĂa Cioran que sĂłlo podemos escoger entre verdades irrespirables y supercherĂas saludables. TambiĂ©n que era inherente al hombre la bĂşsqueda continuada e inconsciente de la tristeza.
Buen artĂculo.
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