Lo que la Antigua Roma puede enseƱarnos sobre Podemos

”Yorokobu gratis en formato digital!
DecĆa ObĆ©lix eso de Ā«estĆ”n locos estos romanosĀ». Locos no, pero un poco perjudicados sĆ. De hecho, eso de la conspiración polĆtica les encantaba. Lo malo es que no lo hacĆan de forma demasiado sana: entre conspiradores, pactos, herederos y cambios de rĆ©gimen se pasaron a cepillo a no pocos lĆderes polĆticos. No sĆ© si hay una forma ‘sana’ de montar una conjura, pero la de los romanos era la peor de todas: sangre y, eso sĆ, citas estupendas en latĆn que luego repetimos para hacernos los interesantes ĀæY quĆ© tiene todo esto que ver con Podemos? Mucho.
(Opinión)
Los contemporĆ”neos debemos mucho a la Antigua Grecia y al Imperio Romano (curioso esto, habida cuenta de que ahora son los griegos los que deben mucho a los contemporĆ”neos, pero esa es otra historia). De ambas civilizaciones -dudo que el tĆ©rmino sea correcto, pero para entendernos- heredamos la idea de democracia (un poco peculiar, pero era una beta), de ciudad moderna, de diplomacia (estilo un poco duro de diplomacia, eso sĆ), de retórica, de conocimiento, de Europa…
Y de polĆtica como la que sale en las series de la tele y sospechamos que existe en realidad: zancadillas, lameculos, conspiradores, trepas, corruptos y, con ellos, un puƱado de gente de bien que trabaja por cambiar las cosas. La diferencia es que en Roma y Grecia eso de matar al discrepante no salĆa tan caro como sale ahora robar dinero pĆŗblico: allĆ uno que mataba a su predecesor podĆa ocupar su lugar y aquĆ uno que defrauda millones sale en tres meses de la cĆ”rcel. El rollito MediterrĆ”neo es lo que tiene.
Valga como ejemplo, este rosco
Causas de muerte entre Emperadores Romanos. Menos de 1/3 por causas naturales… pic.twitter.com/QY46K6IEPL
ā Principia Marsupia (@pmarsupia) November 2, 2014
Me van a perdonar la comparación, pero Pablo Iglesias es un pocoĀ Lucio Sergio Catilina. Les presento, por si no conocen al personaje en cuestión (a Catilina, presumo que tendrĆ”n tele y ojos y habrĆ”n visto alguna vez en alguna cadena a Iglesias -sale poquito, eso sĆ-). Era un polĆtico romano que estuvo intentando cambiar la polĆtica pero el establishmentĀ del momento no le dejaba. Llamemos a este primer momento ‘fase 15M’ (aunque auguro algĆŗn comentario diciendo que Podemos no es el 15M y todas esas cosas).
Ese ‘momento 15M’ de la Antigua RomaĀ coincidió con la dĆ©cada de los 60. La de los hippies no, la de los 60Ā antes de Cristo, cuando Roma llevaba cuatro siglos siendo una RepĆŗblica y controlaba buena parte del litoral mediterrĆ”neo, mĆ”s de media PenĆnsula IbĆ©rica, toda Grecia y media TurquĆa, alguna franja al norte de Ćfrica… y no, las ‘Galias’ aĆŗn no eran romanas. ObĆ©lix estaba por ahĆ.
El bueno de Catilina llevó sus propuestas y las lanzó al aire, esperando algĆŗn eco de la casta polĆtica romana. Sin suerte. De hecho, se presentó a las elecciones para ser cónsul en el aƱo 63 a.C., pero perdió contra sus dos rivales: el poderoso Cicerón y Cayo Antonio Hybrida, que resulta que era un conspirador que habĆa atacado al rĆ©gimen romano. ĀæTan malas eran las propuestas de Catilina para que se prefiriera a un golpista? No, no eran malas. Eran peligrosas.
La propuesta de nuestro ‘coletas’ romano iba en un doble sentido: por una parte, elevar el poder de la plebe (dicho esto no como despectivo, sino que era como se llamaba al ‘pueblo’ por aquel entonces) y abolir el pago de las deudas, una propuesta conocida como ‘tabulae novae’. No, entonces no existĆa Angela Merkel, ni la ‘troika’, ni la prima de riesgo, los rescates o la deuda soberana. Entonces la cosa no funcionaba asĆ, pero ya por entonces ese rollo no terminaba de gustar.
Catilina estuvo intentando ocupar plazas polĆticas (nótese el doble sentido) durante un tiempo, hasta que se cansó. Entonces montó lo que la historia ha dado en recordar como ‘la conspiración de Catilina’. La cosaĀ era que, mosqueado como estaba nuestro Pablo Iglesias con tĆŗnica, devino en posturas abiertamente populistas hasta el punto que el resto de polĆticos, incluso los mĆ”s cercanos a su visión ideológica -entonces no habĆa partidos- se mantuvieron al margen. Estamos en el momento Podemos, dicen.
Aquà (esperemos) hacemos un parón con las similitudes
Lo que pasó despuĆ©s es que montó un pequeƱo ejĆ©rcito, se alió con algunos golpistas e intentaron asaltar el poder consciente de que si el establishmentĀ le ilegalizabaĀ le impedĆa salir elegido en una votación, sólo la revolución le permitirĆa cambiar las cosas. Lo ‘malo’ es que un trĆ”nsfuga se chivó a Cicerón, este le atacó duramente en sede parlamentaria (las cĆ©lebres ‘Catilinarias’), el Senado le dio poderes extraordinarios y se procedió a apresar y ejecutarĀ a varios de los conspiradores en Roma. A Catilina sólo le quedó al final combatir en campo abierto contra las tropas leales a Roma y morir con la espada en la mano.
Pero volvamos a las similitudes.
La historia ha hecho que la mayorĆa de la gente no sepa quiĆ©n fue Catilina. Es un golpista mĆ”s, como aquel Guy Fawkes que no era tan bueno y que ahora sirve de icono aĀ Anonymous. Sin embargo sĆ que sabemos quiĆ©n fue Cicerón. La cosa es que tanto este Ćŗltimo comoĀ Cayo Salustio Crispo, historiadorĀ leal al establishment, Ā son los ‘biógrafos de facto’ de Catilina, y dejaron para la historia una imagen depravada de un personaje del que no se sabe gran cosa mĆ”s allĆ” de los propios relatos de Salustio y las referencias de las Catilinarias.
Dicho de otra forma, sus principales enemigos fueron los encargados de crear la imagen de Catilina ante los ojos de los romanos y de la historia. No le acusaron de chavista, comunista, populista o utópico, ni usaron columnas de opinión y medios de comunicación o encuestas para hacer que la gente le temiera y denostara. AllĆ eran menos sutiles:Ā directamente le llamaban Ā«malignoĀ» y decĆan queĀ sacrificaba a humanos. Y, claro, que sus ideas querĆan acabar con la RepĆŗblica romana. Al menos no llevaba camisas de cuadros y coletas ni querĆa acabar con la democracia nacionalizando todo, como Iglesias.
La cosa es ver cómo acaba todo esto con los idus de marzo. Porque desde hace unas cuantas legislaturas las elecciones generales se han celebrado en marzo (hasta que Zapatero las puso en noviembre, el dĆa 20, que es un dĆa bien simbólico en EspaƱa). Dado que este aƱoĀ que viene coincidirĆ”n elecciones generales con autonómicas y municipales (que suelen ser en mayo) -y vete tĆŗ a saber si tambiĆ©n con las catalanas-, seguramente las generales no sean en marzo… pero lo de los idus de marzo nos viene al pelo igual por su simbologĆa polĆtica.
Igual que Zapatero eligió casualmente el 20 de noviembre como fecha para queĀ el PP ganara por mayorĆa absoluta, los idus de marzo de los romanos tenĆan mucho de coincidencia en el calendario: eran dĆas concretos a mediados del mes de marzo que generalmente se asociaban a los buenos augurios. Bueno, para todos menos para Julio CĆ©sar, que fue asesinado en el 44 a.C., y eso que le habĆan avisado. Los lĆderes romanos morĆan y se mataban mucho, ya ves.
ĀæA quĆ© llevaron los idus de marzo? A una pelĆcula de George Clooney sobre la corrupción polĆtica (fĆjate) y, en su versión original romana, a un triunvirato de lĆderes que acabó matĆ”ndose entre ellos para que ganara CĆ©sar Augusto, sobrino-nieto del asesinado Julio CĆ©sar, que le adoptó el mismo aƱo en que murió. ĀæY por qué pasó a la historia CĆ©sar Augusto? Por ser el primer emperador de Roma, es decir, el primer lĆder del nuevo rĆ©gimen, es decir, el Imperio, que vino despuĆ©s de la RepĆŗblica que supuestamente Catilina querĆa destruir dos dĆ©cadas antes. ĀæSabes quĆ© aƱo nació CĆ©sar Augusto? El mismo aƱo en el que Catilina intentó ser elegido cónsul, y cuyo rechazo hizo que se prendiera la llama de su intento de golpe de estado. Fallido, sĆ… pero al final la RepĆŗblica acabó cayendo igual.
Y, cosas del tiempo y el olvido, el lugar donde mataron al CƩsar es hoy el mayor refugio de gatos callejeros de toda Roma. QuƩ ingrato es el tiempo con los cambios de rƩgimen.
Catilina, populismo, poder para el pueblo, anulación de la deuda, bloqueoĀ del establisment, difamación de su memoria, conspiración, idus de marzo, caĆda del rĆ©gimen. Todo esto no son mĆ”s que casualidades temporales de una historia que sucedió dos milenios atrĆ”s.
Casualidades como que quien firma escuchara por primera vez el nombre de Catilina en una canción de Def Con Dos sobre la corrupción y el establishmentĀ de hace nada menos que diez aƱos. Casualidades como que este artĆculo se publique horas antes del CIS en el que se espera que Catilina encabece el partido con mayor intención de voto por primera vez. O casualidades como este grĆ”fico de aquĆ abajo de esa conspiración de Catilina que tuvo lugar en Sol (donde no hay gatos, pero sĆ predicadores)
He hecho un pequeƱo grĆ”fico que podrĆa explicar muchas cosas. pic.twitter.com/6sMIjBOsSn
ā Pablo Soto (@pabloMP2P) agosto 6, 2014
Al final, qué cosas, el Imperio fue mÔs grande de lo que fue la República. Menos democrÔtica también, pero esa es otra historia que ya veremos si se repite.
”Yorokobu gratis en formato digital!
DecĆa ObĆ©lix eso de Ā«estĆ”n locos estos romanosĀ». Locos no, pero un poco perjudicados sĆ. De hecho, eso de la conspiración polĆtica les encantaba. Lo malo es que no lo hacĆan de forma demasiado sana: entre conspiradores, pactos, herederos y cambios de rĆ©gimen se pasaron a cepillo a no pocos lĆderes polĆticos. No sĆ© si hay una forma ‘sana’ de montar una conjura, pero la de los romanos era la peor de todas: sangre y, eso sĆ, citas estupendas en latĆn que luego repetimos para hacernos los interesantes ĀæY quĆ© tiene todo esto que ver con Podemos? Mucho.
(Opinión)
Los contemporĆ”neos debemos mucho a la Antigua Grecia y al Imperio Romano (curioso esto, habida cuenta de que ahora son los griegos los que deben mucho a los contemporĆ”neos, pero esa es otra historia). De ambas civilizaciones -dudo que el tĆ©rmino sea correcto, pero para entendernos- heredamos la idea de democracia (un poco peculiar, pero era una beta), de ciudad moderna, de diplomacia (estilo un poco duro de diplomacia, eso sĆ), de retórica, de conocimiento, de Europa…
Y de polĆtica como la que sale en las series de la tele y sospechamos que existe en realidad: zancadillas, lameculos, conspiradores, trepas, corruptos y, con ellos, un puƱado de gente de bien que trabaja por cambiar las cosas. La diferencia es que en Roma y Grecia eso de matar al discrepante no salĆa tan caro como sale ahora robar dinero pĆŗblico: allĆ uno que mataba a su predecesor podĆa ocupar su lugar y aquĆ uno que defrauda millones sale en tres meses de la cĆ”rcel. El rollito MediterrĆ”neo es lo que tiene.
Valga como ejemplo, este rosco
Causas de muerte entre Emperadores Romanos. Menos de 1/3 por causas naturales… pic.twitter.com/QY46K6IEPL
ā Principia Marsupia (@pmarsupia) November 2, 2014
Me van a perdonar la comparación, pero Pablo Iglesias es un pocoĀ Lucio Sergio Catilina. Les presento, por si no conocen al personaje en cuestión (a Catilina, presumo que tendrĆ”n tele y ojos y habrĆ”n visto alguna vez en alguna cadena a Iglesias -sale poquito, eso sĆ-). Era un polĆtico romano que estuvo intentando cambiar la polĆtica pero el establishmentĀ del momento no le dejaba. Llamemos a este primer momento ‘fase 15M’ (aunque auguro algĆŗn comentario diciendo que Podemos no es el 15M y todas esas cosas).
Ese ‘momento 15M’ de la Antigua RomaĀ coincidió con la dĆ©cada de los 60. La de los hippies no, la de los 60Ā antes de Cristo, cuando Roma llevaba cuatro siglos siendo una RepĆŗblica y controlaba buena parte del litoral mediterrĆ”neo, mĆ”s de media PenĆnsula IbĆ©rica, toda Grecia y media TurquĆa, alguna franja al norte de Ćfrica… y no, las ‘Galias’ aĆŗn no eran romanas. ObĆ©lix estaba por ahĆ.
El bueno de Catilina llevó sus propuestas y las lanzó al aire, esperando algĆŗn eco de la casta polĆtica romana. Sin suerte. De hecho, se presentó a las elecciones para ser cónsul en el aƱo 63 a.C., pero perdió contra sus dos rivales: el poderoso Cicerón y Cayo Antonio Hybrida, que resulta que era un conspirador que habĆa atacado al rĆ©gimen romano. ĀæTan malas eran las propuestas de Catilina para que se prefiriera a un golpista? No, no eran malas. Eran peligrosas.
La propuesta de nuestro ‘coletas’ romano iba en un doble sentido: por una parte, elevar el poder de la plebe (dicho esto no como despectivo, sino que era como se llamaba al ‘pueblo’ por aquel entonces) y abolir el pago de las deudas, una propuesta conocida como ‘tabulae novae’. No, entonces no existĆa Angela Merkel, ni la ‘troika’, ni la prima de riesgo, los rescates o la deuda soberana. Entonces la cosa no funcionaba asĆ, pero ya por entonces ese rollo no terminaba de gustar.
Catilina estuvo intentando ocupar plazas polĆticas (nótese el doble sentido) durante un tiempo, hasta que se cansó. Entonces montó lo que la historia ha dado en recordar como ‘la conspiración de Catilina’. La cosaĀ era que, mosqueado como estaba nuestro Pablo Iglesias con tĆŗnica, devino en posturas abiertamente populistas hasta el punto que el resto de polĆticos, incluso los mĆ”s cercanos a su visión ideológica -entonces no habĆa partidos- se mantuvieron al margen. Estamos en el momento Podemos, dicen.
Aquà (esperemos) hacemos un parón con las similitudes
Lo que pasó despuĆ©s es que montó un pequeƱo ejĆ©rcito, se alió con algunos golpistas e intentaron asaltar el poder consciente de que si el establishmentĀ le ilegalizabaĀ le impedĆa salir elegido en una votación, sólo la revolución le permitirĆa cambiar las cosas. Lo ‘malo’ es que un trĆ”nsfuga se chivó a Cicerón, este le atacó duramente en sede parlamentaria (las cĆ©lebres ‘Catilinarias’), el Senado le dio poderes extraordinarios y se procedió a apresar y ejecutarĀ a varios de los conspiradores en Roma. A Catilina sólo le quedó al final combatir en campo abierto contra las tropas leales a Roma y morir con la espada en la mano.
Pero volvamos a las similitudes.
La historia ha hecho que la mayorĆa de la gente no sepa quiĆ©n fue Catilina. Es un golpista mĆ”s, como aquel Guy Fawkes que no era tan bueno y que ahora sirve de icono aĀ Anonymous. Sin embargo sĆ que sabemos quiĆ©n fue Cicerón. La cosa es que tanto este Ćŗltimo comoĀ Cayo Salustio Crispo, historiadorĀ leal al establishment, Ā son los ‘biógrafos de facto’ de Catilina, y dejaron para la historia una imagen depravada de un personaje del que no se sabe gran cosa mĆ”s allĆ” de los propios relatos de Salustio y las referencias de las Catilinarias.
Dicho de otra forma, sus principales enemigos fueron los encargados de crear la imagen de Catilina ante los ojos de los romanos y de la historia. No le acusaron de chavista, comunista, populista o utópico, ni usaron columnas de opinión y medios de comunicación o encuestas para hacer que la gente le temiera y denostara. AllĆ eran menos sutiles:Ā directamente le llamaban Ā«malignoĀ» y decĆan queĀ sacrificaba a humanos. Y, claro, que sus ideas querĆan acabar con la RepĆŗblica romana. Al menos no llevaba camisas de cuadros y coletas ni querĆa acabar con la democracia nacionalizando todo, como Iglesias.
La cosa es ver cómo acaba todo esto con los idus de marzo. Porque desde hace unas cuantas legislaturas las elecciones generales se han celebrado en marzo (hasta que Zapatero las puso en noviembre, el dĆa 20, que es un dĆa bien simbólico en EspaƱa). Dado que este aƱoĀ que viene coincidirĆ”n elecciones generales con autonómicas y municipales (que suelen ser en mayo) -y vete tĆŗ a saber si tambiĆ©n con las catalanas-, seguramente las generales no sean en marzo… pero lo de los idus de marzo nos viene al pelo igual por su simbologĆa polĆtica.
Igual que Zapatero eligió casualmente el 20 de noviembre como fecha para queĀ el PP ganara por mayorĆa absoluta, los idus de marzo de los romanos tenĆan mucho de coincidencia en el calendario: eran dĆas concretos a mediados del mes de marzo que generalmente se asociaban a los buenos augurios. Bueno, para todos menos para Julio CĆ©sar, que fue asesinado en el 44 a.C., y eso que le habĆan avisado. Los lĆderes romanos morĆan y se mataban mucho, ya ves.
ĀæA quĆ© llevaron los idus de marzo? A una pelĆcula de George Clooney sobre la corrupción polĆtica (fĆjate) y, en su versión original romana, a un triunvirato de lĆderes que acabó matĆ”ndose entre ellos para que ganara CĆ©sar Augusto, sobrino-nieto del asesinado Julio CĆ©sar, que le adoptó el mismo aƱo en que murió. ĀæY por qué pasó a la historia CĆ©sar Augusto? Por ser el primer emperador de Roma, es decir, el primer lĆder del nuevo rĆ©gimen, es decir, el Imperio, que vino despuĆ©s de la RepĆŗblica que supuestamente Catilina querĆa destruir dos dĆ©cadas antes. ĀæSabes quĆ© aƱo nació CĆ©sar Augusto? El mismo aƱo en el que Catilina intentó ser elegido cónsul, y cuyo rechazo hizo que se prendiera la llama de su intento de golpe de estado. Fallido, sĆ… pero al final la RepĆŗblica acabó cayendo igual.
Y, cosas del tiempo y el olvido, el lugar donde mataron al CƩsar es hoy el mayor refugio de gatos callejeros de toda Roma. QuƩ ingrato es el tiempo con los cambios de rƩgimen.
Catilina, populismo, poder para el pueblo, anulación de la deuda, bloqueoĀ del establisment, difamación de su memoria, conspiración, idus de marzo, caĆda del rĆ©gimen. Todo esto no son mĆ”s que casualidades temporales de una historia que sucedió dos milenios atrĆ”s.
Casualidades como que quien firma escuchara por primera vez el nombre de Catilina en una canción de Def Con Dos sobre la corrupción y el establishmentĀ de hace nada menos que diez aƱos. Casualidades como que este artĆculo se publique horas antes del CIS en el que se espera que Catilina encabece el partido con mayor intención de voto por primera vez. O casualidades como este grĆ”fico de aquĆ abajo de esa conspiración de Catilina que tuvo lugar en Sol (donde no hay gatos, pero sĆ predicadores)
He hecho un pequeƱo grĆ”fico que podrĆa explicar muchas cosas. pic.twitter.com/6sMIjBOsSn
ā Pablo Soto (@pabloMP2P) agosto 6, 2014
Al final, qué cosas, el Imperio fue mÔs grande de lo que fue la República. Menos democrÔtica también, pero esa es otra historia que ya veremos si se repite.