4 de noviembre 2014    /   IDEAS
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Lo que la Antigua Roma puede enseƱarnos sobre Podemos

4 de noviembre 2014    /   IDEAS     por          
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Cicerón pronuncia su discurso contra Catilina, de Cesare Maccari (Fuente: Wikipedia)

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DecĆ­a ObĆ©lix eso de Ā«estĆ”n locos estos romanosĀ». Locos no, pero un poco perjudicados sĆ­. De hecho, eso de la conspiración polĆ­tica les encantaba. Lo malo es que no lo hacĆ­an de forma demasiado sana: entre conspiradores, pactos, herederos y cambios de rĆ©gimen se pasaron a cepillo a no pocos lĆ­deres polĆ­ticos. No sĆ© si hay una forma ‘sana’ de montar una conjura, pero la de los romanos era la peor de todas: sangre y, eso sĆ­, citas estupendas en latĆ­n que luego repetimos para hacernos los interesantes ĀæY quĆ© tiene todo esto que ver con Podemos? Mucho.
(Opinión)
Los contemporĆ”neos debemos mucho a la Antigua Grecia y al Imperio Romano (curioso esto, habida cuenta de que ahora son los griegos los que deben mucho a los contemporĆ”neos, pero esa es otra historia). De ambas civilizaciones -dudo que el tĆ©rmino sea correcto, pero para entendernos- heredamos la idea de democracia (un poco peculiar, pero era una beta), de ciudad moderna, de diplomacia (estilo un poco duro de diplomacia, eso sĆ­), de retórica, de conocimiento, de Europa…
Y de política como la que sale en las series de la tele y sospechamos que existe en realidad: zancadillas, lameculos, conspiradores, trepas, corruptos y, con ellos, un puñado de gente de bien que trabaja por cambiar las cosas. La diferencia es que en Roma y Grecia eso de matar al discrepante no salía tan caro como sale ahora robar dinero público: allí uno que mataba a su predecesor podía ocupar su lugar y aquí uno que defrauda millones sale en tres meses de la cÔrcel. El rollito MediterrÔneo es lo que tiene.
Valga como ejemplo, este rosco


Me van a perdonar la comparación, pero Pablo Iglesias es un pocoĀ Lucio Sergio Catilina. Les presento, por si no conocen al personaje en cuestión (a Catilina, presumo que tendrĆ”n tele y ojos y habrĆ”n visto alguna vez en alguna cadena a Iglesias -sale poquito, eso sĆ­-). Era un polĆ­tico romano que estuvo intentando cambiar la polĆ­tica pero el establishmentĀ del momento no le dejaba. Llamemos a este primer momento ‘fase 15M’ (aunque auguro algĆŗn comentario diciendo que Podemos no es el 15M y todas esas cosas).
Ese ‘momento 15M’ de la Antigua RomaĀ coincidió con la dĆ©cada de los 60. La de los hippies no, la de los 60Ā antes de Cristo, cuando Roma llevaba cuatro siglos siendo una RepĆŗblica y controlaba buena parte del litoral mediterrĆ”neo, mĆ”s de media PenĆ­nsula IbĆ©rica, toda Grecia y media TurquĆ­a, alguna franja al norte de Ɓfrica… y no, las ‘Galias’ aĆŗn no eran romanas. ObĆ©lix estaba por ahĆ­.
El bueno de Catilina llevó sus propuestas y las lanzó al aire, esperando algún eco de la casta política romana. Sin suerte. De hecho, se presentó a las elecciones para ser cónsul en el año 63 a.C., pero perdió contra sus dos rivales: el poderoso Cicerón y Cayo Antonio Hybrida, que resulta que era un conspirador que había atacado al régimen romano. ¿Tan malas eran las propuestas de Catilina para que se prefiriera a un golpista? No, no eran malas. Eran peligrosas.
La propuesta de nuestro ‘coletas’ romano iba en un doble sentido: por una parte, elevar el poder de la plebe (dicho esto no como despectivo, sino que era como se llamaba al ‘pueblo’ por aquel entonces) y abolir el pago de las deudas, una propuesta conocida como ‘tabulae novae’. No, entonces no existĆ­a Angela Merkel, ni la ‘troika’, ni la prima de riesgo, los rescates o la deuda soberana. Entonces la cosa no funcionaba asĆ­, pero ya por entonces ese rollo no terminaba de gustar.
Catilina estuvo intentando ocupar plazas polĆ­ticas (nótese el doble sentido) durante un tiempo, hasta que se cansó. Entonces montó lo que la historia ha dado en recordar como ‘la conspiración de Catilina’. La cosaĀ era que, mosqueado como estaba nuestro Pablo Iglesias con tĆŗnica, devino en posturas abiertamente populistas hasta el punto que el resto de polĆ­ticos, incluso los mĆ”s cercanos a su visión ideológica -entonces no habĆ­a partidos- se mantuvieron al margen. Estamos en el momento Podemos, dicen.
Aquí (esperemos) hacemos un parón con las similitudes
Lo que pasó despuĆ©s es que montó un pequeƱo ejĆ©rcito, se alió con algunos golpistas e intentaron asaltar el poder consciente de que si el establishmentĀ le ilegalizabaĀ le impedĆ­a salir elegido en una votación, sólo la revolución le permitirĆ­a cambiar las cosas. Lo ‘malo’ es que un trĆ”nsfuga se chivó a Cicerón, este le atacó duramente en sede parlamentaria (las cĆ©lebres ‘Catilinarias’), el Senado le dio poderes extraordinarios y se procedió a apresar y ejecutarĀ a varios de los conspiradores en Roma. A Catilina sólo le quedó al final combatir en campo abierto contra las tropas leales a Roma y morir con la espada en la mano.
Pero volvamos a las similitudes.
La historia ha hecho que la mayorĆ­a de la gente no sepa quiĆ©n fue Catilina. Es un golpista mĆ”s, como aquel Guy Fawkes que no era tan bueno y que ahora sirve de icono aĀ Anonymous. Sin embargo sĆ­ que sabemos quiĆ©n fue Cicerón. La cosa es que tanto este Ćŗltimo comoĀ Cayo Salustio Crispo, historiadorĀ leal al establishment, Ā son los ‘biógrafos de facto’ de Catilina, y dejaron para la historia una imagen depravada de un personaje del que no se sabe gran cosa mĆ”s allĆ” de los propios relatos de Salustio y las referencias de las Catilinarias.
Dicho de otra forma, sus principales enemigos fueron los encargados de crear la imagen de Catilina ante los ojos de los romanos y de la historia. No le acusaron de chavista, comunista, populista o utópico, ni usaron columnas de opinión y medios de comunicación o encuestas para hacer que la gente le temiera y denostara. Allí eran menos sutiles: directamente le llamaban «maligno» y decían que sacrificaba a humanos. Y, claro, que sus ideas querían acabar con la República romana. Al menos no llevaba camisas de cuadros y coletas ni quería acabar con la democracia nacionalizando todo, como Iglesias.
La cosa es ver cómo acaba todo esto con los idus de marzo. Porque desde hace unas cuantas legislaturas las elecciones generales se han celebrado en marzo (hasta que Zapatero las puso en noviembre, el dĆ­a 20, que es un dĆ­a bien simbólico en EspaƱa). Dado que este aƱoĀ que viene coincidirĆ”n elecciones generales con autonómicas y municipales (que suelen ser en mayo) -y vete tĆŗ a saber si tambiĆ©n con las catalanas-, seguramente las generales no sean en marzo… pero lo de los idus de marzo nos viene al pelo igual por su simbologĆ­a polĆ­tica.
Igual que Zapatero eligió casualmente el 20 de noviembre como fecha para que el PP ganara por mayoría absoluta, los idus de marzo de los romanos tenían mucho de coincidencia en el calendario: eran días concretos a mediados del mes de marzo que generalmente se asociaban a los buenos augurios. Bueno, para todos menos para Julio César, que fue asesinado en el 44 a.C., y eso que le habían avisado. Los líderes romanos morían y se mataban mucho, ya ves.
ĀæA quĆ© llevaron los idus de marzo? A una pelĆ­cula de George Clooney sobre la corrupción polĆ­tica (fĆ­jate) y, en su versión original romana, a un triunvirato de lĆ­deres que acabó matĆ”ndose entre ellos para que ganara CĆ©sar Augusto, sobrino-nieto del asesinado Julio CĆ©sar, que le adoptó el mismo aƱo en que murió. ĀæY por qué pasó a la historia CĆ©sar Augusto? Por ser el primer emperador de Roma, es decir, el primer lĆ­der del nuevo rĆ©gimen, es decir, el Imperio, que vino despuĆ©s de la RepĆŗblica que supuestamente Catilina querĆ­a destruir dos dĆ©cadas antes. ĀæSabes quĆ© aƱo nació CĆ©sar Augusto? El mismo aƱo en el que Catilina intentó ser elegido cónsul, y cuyo rechazo hizo que se prendiera la llama de su intento de golpe de estado. Fallido, sĆ­… pero al final la RepĆŗblica acabó cayendo igual.
Y, cosas del tiempo y el olvido, el lugar donde mataron al CƩsar es hoy el mayor refugio de gatos callejeros de toda Roma. QuƩ ingrato es el tiempo con los cambios de rƩgimen.
Catilina, populismo, poder para el pueblo, anulación de la deuda, bloqueo del establisment, difamación de su memoria, conspiración, idus de marzo, caída del régimen. Todo esto no son mÔs que casualidades temporales de una historia que sucedió dos milenios atrÔs.
Casualidades como que quien firma escuchara por primera vez el nombre de Catilina en una canción de Def Con Dos sobre la corrupción y el establishment de hace nada menos que diez años. Casualidades como que este artículo se publique horas antes del CIS en el que se espera que Catilina encabece el partido con mayor intención de voto por primera vez. O casualidades como este grÔfico de aquí abajo de esa conspiración de Catilina que tuvo lugar en Sol (donde no hay gatos, pero sí predicadores)


Al final, qué cosas, el Imperio fue mÔs grande de lo que fue la República. Menos democrÔtica también, pero esa es otra historia que ya veremos si se repite.

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DecĆ­a ObĆ©lix eso de Ā«estĆ”n locos estos romanosĀ». Locos no, pero un poco perjudicados sĆ­. De hecho, eso de la conspiración polĆ­tica les encantaba. Lo malo es que no lo hacĆ­an de forma demasiado sana: entre conspiradores, pactos, herederos y cambios de rĆ©gimen se pasaron a cepillo a no pocos lĆ­deres polĆ­ticos. No sĆ© si hay una forma ‘sana’ de montar una conjura, pero la de los romanos era la peor de todas: sangre y, eso sĆ­, citas estupendas en latĆ­n que luego repetimos para hacernos los interesantes ĀæY quĆ© tiene todo esto que ver con Podemos? Mucho.
(Opinión)
Los contemporĆ”neos debemos mucho a la Antigua Grecia y al Imperio Romano (curioso esto, habida cuenta de que ahora son los griegos los que deben mucho a los contemporĆ”neos, pero esa es otra historia). De ambas civilizaciones -dudo que el tĆ©rmino sea correcto, pero para entendernos- heredamos la idea de democracia (un poco peculiar, pero era una beta), de ciudad moderna, de diplomacia (estilo un poco duro de diplomacia, eso sĆ­), de retórica, de conocimiento, de Europa…
Y de política como la que sale en las series de la tele y sospechamos que existe en realidad: zancadillas, lameculos, conspiradores, trepas, corruptos y, con ellos, un puñado de gente de bien que trabaja por cambiar las cosas. La diferencia es que en Roma y Grecia eso de matar al discrepante no salía tan caro como sale ahora robar dinero público: allí uno que mataba a su predecesor podía ocupar su lugar y aquí uno que defrauda millones sale en tres meses de la cÔrcel. El rollito MediterrÔneo es lo que tiene.
Valga como ejemplo, este rosco


Me van a perdonar la comparación, pero Pablo Iglesias es un pocoĀ Lucio Sergio Catilina. Les presento, por si no conocen al personaje en cuestión (a Catilina, presumo que tendrĆ”n tele y ojos y habrĆ”n visto alguna vez en alguna cadena a Iglesias -sale poquito, eso sĆ­-). Era un polĆ­tico romano que estuvo intentando cambiar la polĆ­tica pero el establishmentĀ del momento no le dejaba. Llamemos a este primer momento ‘fase 15M’ (aunque auguro algĆŗn comentario diciendo que Podemos no es el 15M y todas esas cosas).
Ese ‘momento 15M’ de la Antigua RomaĀ coincidió con la dĆ©cada de los 60. La de los hippies no, la de los 60Ā antes de Cristo, cuando Roma llevaba cuatro siglos siendo una RepĆŗblica y controlaba buena parte del litoral mediterrĆ”neo, mĆ”s de media PenĆ­nsula IbĆ©rica, toda Grecia y media TurquĆ­a, alguna franja al norte de Ɓfrica… y no, las ‘Galias’ aĆŗn no eran romanas. ObĆ©lix estaba por ahĆ­.
El bueno de Catilina llevó sus propuestas y las lanzó al aire, esperando algún eco de la casta política romana. Sin suerte. De hecho, se presentó a las elecciones para ser cónsul en el año 63 a.C., pero perdió contra sus dos rivales: el poderoso Cicerón y Cayo Antonio Hybrida, que resulta que era un conspirador que había atacado al régimen romano. ¿Tan malas eran las propuestas de Catilina para que se prefiriera a un golpista? No, no eran malas. Eran peligrosas.
La propuesta de nuestro ‘coletas’ romano iba en un doble sentido: por una parte, elevar el poder de la plebe (dicho esto no como despectivo, sino que era como se llamaba al ‘pueblo’ por aquel entonces) y abolir el pago de las deudas, una propuesta conocida como ‘tabulae novae’. No, entonces no existĆ­a Angela Merkel, ni la ‘troika’, ni la prima de riesgo, los rescates o la deuda soberana. Entonces la cosa no funcionaba asĆ­, pero ya por entonces ese rollo no terminaba de gustar.
Catilina estuvo intentando ocupar plazas polĆ­ticas (nótese el doble sentido) durante un tiempo, hasta que se cansó. Entonces montó lo que la historia ha dado en recordar como ‘la conspiración de Catilina’. La cosaĀ era que, mosqueado como estaba nuestro Pablo Iglesias con tĆŗnica, devino en posturas abiertamente populistas hasta el punto que el resto de polĆ­ticos, incluso los mĆ”s cercanos a su visión ideológica -entonces no habĆ­a partidos- se mantuvieron al margen. Estamos en el momento Podemos, dicen.
Aquí (esperemos) hacemos un parón con las similitudes
Lo que pasó despuĆ©s es que montó un pequeƱo ejĆ©rcito, se alió con algunos golpistas e intentaron asaltar el poder consciente de que si el establishmentĀ le ilegalizabaĀ le impedĆ­a salir elegido en una votación, sólo la revolución le permitirĆ­a cambiar las cosas. Lo ‘malo’ es que un trĆ”nsfuga se chivó a Cicerón, este le atacó duramente en sede parlamentaria (las cĆ©lebres ‘Catilinarias’), el Senado le dio poderes extraordinarios y se procedió a apresar y ejecutarĀ a varios de los conspiradores en Roma. A Catilina sólo le quedó al final combatir en campo abierto contra las tropas leales a Roma y morir con la espada en la mano.
Pero volvamos a las similitudes.
La historia ha hecho que la mayorĆ­a de la gente no sepa quiĆ©n fue Catilina. Es un golpista mĆ”s, como aquel Guy Fawkes que no era tan bueno y que ahora sirve de icono aĀ Anonymous. Sin embargo sĆ­ que sabemos quiĆ©n fue Cicerón. La cosa es que tanto este Ćŗltimo comoĀ Cayo Salustio Crispo, historiadorĀ leal al establishment, Ā son los ‘biógrafos de facto’ de Catilina, y dejaron para la historia una imagen depravada de un personaje del que no se sabe gran cosa mĆ”s allĆ” de los propios relatos de Salustio y las referencias de las Catilinarias.
Dicho de otra forma, sus principales enemigos fueron los encargados de crear la imagen de Catilina ante los ojos de los romanos y de la historia. No le acusaron de chavista, comunista, populista o utópico, ni usaron columnas de opinión y medios de comunicación o encuestas para hacer que la gente le temiera y denostara. Allí eran menos sutiles: directamente le llamaban «maligno» y decían que sacrificaba a humanos. Y, claro, que sus ideas querían acabar con la República romana. Al menos no llevaba camisas de cuadros y coletas ni quería acabar con la democracia nacionalizando todo, como Iglesias.
La cosa es ver cómo acaba todo esto con los idus de marzo. Porque desde hace unas cuantas legislaturas las elecciones generales se han celebrado en marzo (hasta que Zapatero las puso en noviembre, el dĆ­a 20, que es un dĆ­a bien simbólico en EspaƱa). Dado que este aƱoĀ que viene coincidirĆ”n elecciones generales con autonómicas y municipales (que suelen ser en mayo) -y vete tĆŗ a saber si tambiĆ©n con las catalanas-, seguramente las generales no sean en marzo… pero lo de los idus de marzo nos viene al pelo igual por su simbologĆ­a polĆ­tica.
Igual que Zapatero eligió casualmente el 20 de noviembre como fecha para que el PP ganara por mayoría absoluta, los idus de marzo de los romanos tenían mucho de coincidencia en el calendario: eran días concretos a mediados del mes de marzo que generalmente se asociaban a los buenos augurios. Bueno, para todos menos para Julio César, que fue asesinado en el 44 a.C., y eso que le habían avisado. Los líderes romanos morían y se mataban mucho, ya ves.
ĀæA quĆ© llevaron los idus de marzo? A una pelĆ­cula de George Clooney sobre la corrupción polĆ­tica (fĆ­jate) y, en su versión original romana, a un triunvirato de lĆ­deres que acabó matĆ”ndose entre ellos para que ganara CĆ©sar Augusto, sobrino-nieto del asesinado Julio CĆ©sar, que le adoptó el mismo aƱo en que murió. ĀæY por qué pasó a la historia CĆ©sar Augusto? Por ser el primer emperador de Roma, es decir, el primer lĆ­der del nuevo rĆ©gimen, es decir, el Imperio, que vino despuĆ©s de la RepĆŗblica que supuestamente Catilina querĆ­a destruir dos dĆ©cadas antes. ĀæSabes quĆ© aƱo nació CĆ©sar Augusto? El mismo aƱo en el que Catilina intentó ser elegido cónsul, y cuyo rechazo hizo que se prendiera la llama de su intento de golpe de estado. Fallido, sĆ­… pero al final la RepĆŗblica acabó cayendo igual.
Y, cosas del tiempo y el olvido, el lugar donde mataron al CƩsar es hoy el mayor refugio de gatos callejeros de toda Roma. QuƩ ingrato es el tiempo con los cambios de rƩgimen.
Catilina, populismo, poder para el pueblo, anulación de la deuda, bloqueo del establisment, difamación de su memoria, conspiración, idus de marzo, caída del régimen. Todo esto no son mÔs que casualidades temporales de una historia que sucedió dos milenios atrÔs.
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