11 de noviembre 2014    /   ENTRETENIMIENTO
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Apología del beso negro

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El beso negro ni es negro ni es un beso. Para quien todavía no se haya enterado, beso negro significa, dicho de un modo elegante, saborear y acariciar con la lengua y los labios el esfínter del vecino. Escuchado así suena incluso un poco repulsivo, pero esta práctica se remonta a los albores de la Humanidad y hunde sus raíces en comportamientos solidarios y de limpieza recíproca entre distintos seres. El placer vino después.
Como en todo lo relativo al sexo, la higiene es fundamental. La limpieza siempre es importante cuando nuestro cuerpo va a entrar en contacto directo con otro (u otros). Pero en el caso del beso negro esto se convierte en algo esencial por razones obvias en las que no abundaremos.

Nadie debería sentirse un depravado por atreverse a explorar los cuerpos con una actitud desprejuiciada


El esfínter está muy irrigado y tiene una sensibilidad extraordinaria, comparable a los labios de nuestra boca; por tanto, cualquier estímulo aplicado en esa zona obtendrá una recompensa proporcional al cariño con que lo prodiguemos.
La espeluznante película The human centipede, dirigida por el holandés Tom Six en 2009, cuenta la fantasía de un cirujano bastante extremo que secuestra personas y une quirúrgicamente la boca de uno con el ano del siguiente, hasta conseguir un ser nuevo, un ciempiés humano, que se alimenta por la boca del que va en cabeza, y excreta por el último individuo. Aquí pueden disfrutar del tráiler, que no es apto para estómagos sensibles.
Si usted quiere a su pareja, sea del sexo que sea, no la prive de un placer tan primigenio como a veces mal entendido e incluso estigmatizado entre las clases biempensantes, que tradicionalmente tienen menos imaginación para hacer cosas distintas entre las sábanas. Nadie debería sentirse un depravado por atreverse a explorar los cuerpos con una actitud desprejuiciada, y desde aquí nos atrevemos a proponer el Día Internacional para el Fomento del Beso Negro en alguna fecha pertinente.
Si bien puede llegar a ser letal, como apreciamos en el capítulo 7 de la novela por entregas El asesino binario, es una práctica que carece de riesgos y que, a diferencia de otras, no produce dolor alguno. Solo placer.
Todo el mundo sabe en qué consiste un sesenta y nueve, con independencia de quién sea el seis y quién el nueve; pues bien, la misma práctica de generosa reciprocidad aplicada al beso negro se conoce como doble cero, aunque requiere de una cierta elasticidad física. Tomen nota.
Para terminar, recordemos que la palabra beso tiene un sinónimo poco utilizado, pero presente en el DRAE. Nos referimos a ósculo, que procede del latín oscŭlum. ¿Será casualidad?

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El beso negro ni es negro ni es un beso. Para quien todavía no se haya enterado, beso negro significa, dicho de un modo elegante, saborear y acariciar con la lengua y los labios el esfínter del vecino. Escuchado así suena incluso un poco repulsivo, pero esta práctica se remonta a los albores de la Humanidad y hunde sus raíces en comportamientos solidarios y de limpieza recíproca entre distintos seres. El placer vino después.
Como en todo lo relativo al sexo, la higiene es fundamental. La limpieza siempre es importante cuando nuestro cuerpo va a entrar en contacto directo con otro (u otros). Pero en el caso del beso negro esto se convierte en algo esencial por razones obvias en las que no abundaremos.

Nadie debería sentirse un depravado por atreverse a explorar los cuerpos con una actitud desprejuiciada


El esfínter está muy irrigado y tiene una sensibilidad extraordinaria, comparable a los labios de nuestra boca; por tanto, cualquier estímulo aplicado en esa zona obtendrá una recompensa proporcional al cariño con que lo prodiguemos.
La espeluznante película The human centipede, dirigida por el holandés Tom Six en 2009, cuenta la fantasía de un cirujano bastante extremo que secuestra personas y une quirúrgicamente la boca de uno con el ano del siguiente, hasta conseguir un ser nuevo, un ciempiés humano, que se alimenta por la boca del que va en cabeza, y excreta por el último individuo. Aquí pueden disfrutar del tráiler, que no es apto para estómagos sensibles.
Si usted quiere a su pareja, sea del sexo que sea, no la prive de un placer tan primigenio como a veces mal entendido e incluso estigmatizado entre las clases biempensantes, que tradicionalmente tienen menos imaginación para hacer cosas distintas entre las sábanas. Nadie debería sentirse un depravado por atreverse a explorar los cuerpos con una actitud desprejuiciada, y desde aquí nos atrevemos a proponer el Día Internacional para el Fomento del Beso Negro en alguna fecha pertinente.
Si bien puede llegar a ser letal, como apreciamos en el capítulo 7 de la novela por entregas El asesino binario, es una práctica que carece de riesgos y que, a diferencia de otras, no produce dolor alguno. Solo placer.
Todo el mundo sabe en qué consiste un sesenta y nueve, con independencia de quién sea el seis y quién el nueve; pues bien, la misma práctica de generosa reciprocidad aplicada al beso negro se conoce como doble cero, aunque requiere de una cierta elasticidad física. Tomen nota.
Para terminar, recordemos que la palabra beso tiene un sinónimo poco utilizado, pero presente en el DRAE. Nos referimos a ósculo, que procede del latín oscŭlum. ¿Será casualidad?

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