17 de marzo 2014    /   IDEAS
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AquĆ­ cabemos todos (y todas)

17 de marzo 2014    /   IDEAS     por          
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El comitĆ© de empresa se encontraba reunido desde hacĆ­a dĆ­as ya en la sede de la compaƱƭa. El asunto no era baladĆ­. HabĆ­a que delimitar los espacios definidos para el personal en función de su sexo. Un verdadero lĆ­o. No habĆ­a consenso. La empresa operaba en un paĆ­s democrĆ”tico, con todos los derechos y deberes reconocidos por igual para todos sus habitantes. Y prohibir el paso o la libre circulación por sus instalaciones de todos sus trabajadores, de todas sus trabajadoras en función de su gĆ©nero suponĆ­a enfrentarse a las leyes del paĆ­s y ser penados con fuertes sanciones económicas. Pero es que aquella no era una empresa cualquiera. Al contrario de lo que pudiera parecer, la CompaƱƭa buscaba un principio de igualdad y no de discriminación. Que todos, que todas se sintieran reconocidos, reconocidas. Pero el edificio no era demasiado grande. Y hacer tanta división de despachos y espacios era poco menos que imposible. Ninguna solución era aceptada. Y ahĆ­ siguen todavĆ­a, dĆ”ndole vueltas a presupuestos de obras y reglamentos internos…
ĀæEs correcto usar continuamente expresiones del tipo los trabajadores y las trabajadoras, compaƱeros y compaƱeras del metal o los diputados y las diputadas? Son solo algunos ejemplos de lo que oĆ­mos continuamente en medios de comunicación o en sesiones del Congreso de los Diputados (y Diputadas, sĆ­). PolĆ­ticamente —y nunca mejor dicho— es correcto. Pero es un tostón enorme tener que estar continuamente repitiendo, segĆŗn su gĆ©nero, las palabras.
Igual que ocurre en otras lenguas, el español usa el masculino como género no marcado, sobre todo en plural, para referirse a individuos de los dos sexos. Por ejemplo, si decimos que «los gatos son felinos domésticos», es obvio que nos referimos con ello tanto a machos como a hembras. Si quisiéramos diferenciar, usaríamos el femenino: «Las gatas son adorables mascotas con lazos». Ellas y solo ellas. A los gatos, que les den.
Los que argumentan a favor de usar los dos gĆ©neros cuando se habla de personas lo hacen con la loable intención de hacer mĆ”s visible al sexo femenino, que tan ninguneado ha estado y que —si juzgamos por determinadas leyes que todos sabemos y que no quiero mencionar— todavĆ­a estĆ” en muchos Ć”mbitos de la vida. AsĆ­, no es extraƱo oĆ­r hablar de Ā«trabajadores y trabajadorasĀ» o de Ā«espaƱoles y espaƱolasĀ» en boca de muchos.
Sin embargo, a mí me resulta francamente pesado y repetitivo. El masculino en español no es discriminatorio (”hala, en menudo jardín me estoy metiendo!), sino que es un recurso bÔsico de economía lingüística que busca dar la mÔxima información con el mínimo de recursos. Según esto, si queremos incluir a mujeres y a hombres en el discurso, bastaría con empezar o meter de vez en cuando expresiones como «señores y señoras», «amigos y amigas» o «trabajadores y trabajadoras».
Solo usaríamos la fórmula desdoblada si quisiéramos realmente hablar de forma independiente de los dos sexos, o si el contexto no estÔ claro. Por ejemplo: «María no tiene ni amigos ni amigas» o «Enfermeros y enfermeras han de aprobar el examen».
Pensadlo bien. ĀæDe verdad que alguna (o alguno) os sentĆ­s excluidos en frases como: Ā«Los espaƱoles estamos siendo estafados por la economĆ­a mundialĀ»? Recordad, estamos hablando de LENGUA. Lo demĆ”s son otras historias…

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El comitĆ© de empresa se encontraba reunido desde hacĆ­a dĆ­as ya en la sede de la compaƱƭa. El asunto no era baladĆ­. HabĆ­a que delimitar los espacios definidos para el personal en función de su sexo. Un verdadero lĆ­o. No habĆ­a consenso. La empresa operaba en un paĆ­s democrĆ”tico, con todos los derechos y deberes reconocidos por igual para todos sus habitantes. Y prohibir el paso o la libre circulación por sus instalaciones de todos sus trabajadores, de todas sus trabajadoras en función de su gĆ©nero suponĆ­a enfrentarse a las leyes del paĆ­s y ser penados con fuertes sanciones económicas. Pero es que aquella no era una empresa cualquiera. Al contrario de lo que pudiera parecer, la CompaƱƭa buscaba un principio de igualdad y no de discriminación. Que todos, que todas se sintieran reconocidos, reconocidas. Pero el edificio no era demasiado grande. Y hacer tanta división de despachos y espacios era poco menos que imposible. Ninguna solución era aceptada. Y ahĆ­ siguen todavĆ­a, dĆ”ndole vueltas a presupuestos de obras y reglamentos internos…
ĀæEs correcto usar continuamente expresiones del tipo los trabajadores y las trabajadoras, compaƱeros y compaƱeras del metal o los diputados y las diputadas? Son solo algunos ejemplos de lo que oĆ­mos continuamente en medios de comunicación o en sesiones del Congreso de los Diputados (y Diputadas, sĆ­). PolĆ­ticamente —y nunca mejor dicho— es correcto. Pero es un tostón enorme tener que estar continuamente repitiendo, segĆŗn su gĆ©nero, las palabras.
Igual que ocurre en otras lenguas, el español usa el masculino como género no marcado, sobre todo en plural, para referirse a individuos de los dos sexos. Por ejemplo, si decimos que «los gatos son felinos domésticos», es obvio que nos referimos con ello tanto a machos como a hembras. Si quisiéramos diferenciar, usaríamos el femenino: «Las gatas son adorables mascotas con lazos». Ellas y solo ellas. A los gatos, que les den.
Los que argumentan a favor de usar los dos gĆ©neros cuando se habla de personas lo hacen con la loable intención de hacer mĆ”s visible al sexo femenino, que tan ninguneado ha estado y que —si juzgamos por determinadas leyes que todos sabemos y que no quiero mencionar— todavĆ­a estĆ” en muchos Ć”mbitos de la vida. AsĆ­, no es extraƱo oĆ­r hablar de Ā«trabajadores y trabajadorasĀ» o de Ā«espaƱoles y espaƱolasĀ» en boca de muchos.
Sin embargo, a mí me resulta francamente pesado y repetitivo. El masculino en español no es discriminatorio (”hala, en menudo jardín me estoy metiendo!), sino que es un recurso bÔsico de economía lingüística que busca dar la mÔxima información con el mínimo de recursos. Según esto, si queremos incluir a mujeres y a hombres en el discurso, bastaría con empezar o meter de vez en cuando expresiones como «señores y señoras», «amigos y amigas» o «trabajadores y trabajadoras».
Solo usaríamos la fórmula desdoblada si quisiéramos realmente hablar de forma independiente de los dos sexos, o si el contexto no estÔ claro. Por ejemplo: «María no tiene ni amigos ni amigas» o «Enfermeros y enfermeras han de aprobar el examen».
Pensadlo bien. ĀæDe verdad que alguna (o alguno) os sentĆ­s excluidos en frases como: Ā«Los espaƱoles estamos siendo estafados por la economĆ­a mundialĀ»? Recordad, estamos hablando de LENGUA. Lo demĆ”s son otras historias…

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Opiniones 28
  • Tanta razón tienes que como mujer te dirĆ­a que es mĆ”s discriminatorio: decir que los espaƱoles y espaƱolas son iguales ante la ley abre la puerta a que alguno de los dos grupos (adivinen cuĆ”l) no lo sea. O cuando se dice que los niƱos y niƱas tienen derecho a la educación.

  • Es muy loable lo de intentar superar las diferencias entre sexos, pero con lo del lenguaje polĆ­ticamente correcto no se consigue nada, para mĆ­ es una manera de atacar los sĆ­ntomas (el lenguaje) sin hacer nada por los problemas reales (la discriminación y diferencias entre sexos que aĆŗn arrastre nuestra sociedad).

  • El lenguaje es un legado histórico, y como tal nuestro legado viene determinado por el machismo que ha existido desde tiempos lejanos, si nuestra lengua utiliza el masculinismo en el lenguaje no es por “casualidad”. Que nos hayan vendido la moto de que “nos entendemos todos asi”, y de que “es normal”, solo es signo de lo anormal que es y de como nos tienen el tarro comido. Pensadlo, el feminino tampoco es discriminatorio, a partir de ahora podriamos cambiar los tĆ©rminos masculinos por “ciudadana, trabajadora, disputada..” y que os englobe a vosotros; y por favor, no os sintais discriminados.

  • Hola Ɓngeles. Los argumentos que desarrollan en este post equivale a decir que es preferible usar el lenguaje sexista que informarnos y documentarnos de cómo usar un lenguaje que, sin ser sexista diga lo mismo, es decir, interpreto que quieres que nos conformemos con el uso machista del lenguaje. La lengua, tal y como explicó Barthes, es una institución social y un sistema de valores. Cuando utilizamos el lenguaje interviene lo fĆ­sico, lo psĆ­quico, lo individual y lo social. Cuando dices: “recordar estamos hablando de LENGUA. Lo demĆ”s son otras historias…”, parece que no eres consciente de que la lengua es el instrumento mĆ”s poderoso para fijar una ideologĆ­a y el conocimiento. AsĆ­ que sĆ­, hay muchos instrumentos para utilizar un lenguaje no sexista. Y sĆ­, yo me siento excluida por esta frase: Ā«Los espaƱoles estamos siendo estafados por la economĆ­a mundial?Ā» porque se pude decir lo mismo diciendo: “La sociedad espaƱola estĆ” siendo estafada por la economĆ­a mundial?”. Esto se llama usar el lenguaje de una manera neutra. AquĆ­ os dejo un link en el que podĆ©is consultar una guĆ­a para el uso no sexista del lenguaje de la universidad en la que yo me formĆ© (UAB). Esto es mucho mĆ”s serio de lo que imaginĆ”is. http://www.uab.cat/Document/964/953/Guia_uso_no_sexista_lenguaje2.pdf

    • Gracias por tu comentario, Cande.
      Soy perfectamente consciente del poder del lenguaje, crĆ©eme. Puede ser una caricia pero tambiĆ©n un arma destructiva. Una palabra puede hacer que subas al cielo o que te hundas en la miseria. Pero recursos como los que menciono, repetitivos, cansinos a mĆ”s no poder y que dan lugar a absurdos y errores como los de “miembros y miembras” no hacen al lenguaje menos sexista. Lo siento. No lo veo.
      Otra cosa es la guía que nos enseñas: es una alternativa interesante para buscar otras formas de expresar lo mismo y hacer que todas y todos se sientan incluidos. Conocía la guía pero, estando de acuerdo en que podemos expresarnos de otra forma si a alguien le molesta, le veo un problema: me quita espontaneidad en la forma de hablar. Para el lenguaje escrito, mÔs meditado, me parece perfecto. Pero en el lenguaje oral, ver a alguien buscando continuamente expresiones neutras para no herir susceptibilidades a mí me produce recelo. Creo en la economía del lenguaje (de hecho, es la única economía en la que creo), y si el idioma español me da la herramienta de poder usar un masculino como genérico, ¿por qué no aprovecharlo? Entiendo que si tú no te sientes incluida en determinados usos busques alternativas. Y si mi discurso te molestara, intentaría cambiarlo porque no pretendo hacer daño, sino comunicarme.
      Es una cuestión complicada porque no hablamos solo de lenguaje, sino de otras cosas. No es una cuestión de ser menos feminista por usar “los espaƱoles” para referirme a una sociedad. No creo que tengamos que ir contra algo Ćŗtil, con sinceridad y con todos mis respetos hacia tu forma de verlo. Otra cosa son definiciones ancladas en significados machistas o la intención con que digamos las cosas. AhĆ­ soy radical, femenina y singular. Como muchos. Como muchas.

  • Si quieres hablar de manera neutra, lo mejor es llamar a las cosas por su nombre. El plural neutro existe, aparece recogido en el uso normal de la lengua como neutro y no como machista ni ninguna paranoia, y se escribe como se escribe, asumamosló-a-es y pasemos a hablar de lo que de verdad importa, por favor, un poco de seriedad.
    No sabemos cómo se escribe un imperativo y nos vamos a tener que poner a buscar sinónimos neutralizantes para cada situación de la vida. Es de apaga y vÔmonos. QuizÔ habría que enseñar a la gente a comunicarse en condiciones para evitar ese sexismo que tanto se critica, pero no para cambiar la manera sino el fondo de lo que se dice. Al lío, hamijos.
    A los polĆ­ticos les habĆ©is dado la oportunidad de redundar a travĆ©s maneras de hablar inclusivas y los discursos ahora tienen mĆ”s palabras pero menos contenido, que no nos enteramos…

  • Venga… por favor… no seamos tan rancios! La lengua es machista, segrega y exuda patriarcado. Gracias Cande SĆ”nchez Olmos! A evolucionar se ha dicho! šŸ˜‰

  • Tienes, razón Antonio FernĆ”ndez, habĆ­a copiado mal el imperativo. En la lengua estĆ” el fondo, porque sirve para verbalizar el pensamiento.

  • Me encanta que un hombre diga lo que le parece o no importante para el feminismo, es tronchante XD Antonio FernĆ”ndez

  • El autor (o autora) no estĆ” considerando que la lengua y el lenguaje crean realidades sociales y culturales especĆ­ficas. Tal vez alguien pueda no sentirse excluida de manera individual, pero lo cierto es que usar el masculino como neutro invisibiliza (como bien menciona) a todas las mujeres. ĀæPor quĆ© no usamos mejor el femenino como neutro? ĀæQuĆ© diferencia habrĆ­a? Digo, sólo se trata de la lengua, Āæno?
    Saludos

    • No habrĆ­a ninguna diferencia, Dan. SerĆ­a norma. Y en ese caso serĆ­an los hombres los invisibilizados. Ya ves, nunca lloverĆ” a gusto de todos.

  • Tenemos incorporada esta forma de lenguaje hasta la mĆ©dula, cambiarlo es como cambiar de idioma. La fórmula escogida es cierto que es cansina e incluso fea. Pero hay que tener en cuenta que nuestro espaƱol es reflejo de una sociedad patriarcal llena de micromachismos y el lenguaje afecta lo queramos o no. Creo que el lenguaje evolucionarĆ” a la vez que la sociedad patriarcal lo haga y se encontrarĆ”n fórmulas naturales. Mientras, es un debate complicado. Y los micromachismos tambiĆ©n son reacciones como la de algunos comentarios de aquĆ­, que asocian una lucha radicaL legĆ­tima y necesaria con “pesadas locas”. Hay que aprender a identificarlos.

  • El lenguaje que utilizas Antonio FernĆ”ndez, sin ofender, estĆ” cargado de todo esto. Āæ”llamar a las cosas por su nombre” ? El lenguaje es una construcción social y cambia y fluye con los cambios sociales. Es un hecho que el espaƱol es machista y sexista en mmuchos aspectos, y eso construye una forma de legitimar y diluir aspectos machistas de todos nosotros. Lo difĆ­cil es verlo y hay mucho por hacer. El problema va muchĆ­simo mĆ”s allĆ” de si los polĆ­ticos o los medios de comunicación le dan un uso equivocado consiguiendo hacer que una lucha necesaria se transforme en una obsesión de 4 locas. Eso es un logro del patriarcado, como sistema que funciona ya por inercia.

  • Os voy a contar el caso de la palabra “faggot”. Ahora vivo en Australia y es muy normal escucharla, pero poca gente sabe de donde viene incluso en este paĆ­s.
    El inglƩs establece el gƩnero mediante pronombres, todos los adjetivos son neutros y es un puƱetero lƭo a veces (esto no tiene nada que ver con la historia, por cierto)
    “Faggot” es como coloquialmente se dice “maricón” en inglĆ©s. La gente me advirtió que no la utilizase bajo ningĆŗn concepto porque era muy ofensiva y de mal gusto, pero mi inglĆ©s aprendido a base de ver series americanas (norteamericanas para los americanos que no viven en NorteamĆ©rica… CoƱazo de idioma eh…) sobre el comportamiento ejemplar de algunos sectores, como The Wire o The Sopranos, me forzaba sin que yo quisiera a soltarla de vez en cuando por dĆ”rmelas de entendidillo o porquesoyestĆŗpidonosĆ©.
    Pues resulta que un faggot, en su acepción original, es también un haz de leña que se utiliza para encender una hoguera.
    AquĆ­ viene el tema: a los homosexuales se les empezó a llamar “faggots” en tiempos de la quema de brujas.
    La opinión popular consistĆ­a en que como su crimen era tan atroz y abominable, los homosexuales no merecĆ­an ser cremados en la pira general junto a las “brujas”. En su lugar se les colocaba en la parte de abajo, junto a los “faggots” para usarlos como material combustible e iniciar las hogueras en las que se quemaban personas. De ahĆ­, por convección, que todavĆ­a hoy en dĆ­a la palabra faggot se utilice para denominar de manera despectiva a las personas homosexuales en los paĆ­ses de habla inglesa.
    Ahora dime del gƩnero que debo aplicar a mis palabras, pero antes pƔrate a pensar quƩ palabras son realmente horribles y despreciables en nuestro idioma. Yo preferirƭa actuar ahƭ, aunque es cierto que una cosa no quita la otra, pero pensadlo bien.
    En el caso del inglƩs, faggot es una de ellas.

  • Solución parcial: si en una sala hay mĆ”s mujeres que hombres, podemos decir “vosotras” obviando el vosotros. Si hay mayorĆ­a de hombres, decimos “vosotros” y que el grupo no mencionado se dĆ© por incluido. Y solo se dice una vez. Acuerdo tĆ”cito y todos en paz.

  • No, no es discriminatorio, apenas… estoy harta de esta polĆ©mica que siempre se inclina hacia Ā”lo masculino, claro! Sólo es cuestión de un pequeƱo esfuerzo porque el lenguaje es una construcción cultural que podemos cambiar si queremos, no paramos de hacerlo para lo que interesa.

  • El lenguaje no solo no tiende a la neutralidad, sino que la ignorancia y/o la militancia lo vuelven sexista. Palabras vĆ”lidas para ambos sexos, como juez o presidente, han desarrollado unos horrendos jueza y presidenta sin que hiciera falta ninguna.

  • El problema mĆ s que en las palabras estĆ  en los sentimientos, si usamos el vocabulario para daƱar, serĆ  poderosa arma, si lo usamos para amar igual…. Āæconstruimos o destruimos?… los Canarios decimos. “ustedes” Āædebemos decir “ustedas” o “ustedesas”?, arreglemos cosas mĆ s importantes que el supuesto desprecio a las personas del otro sexo, y no digo que no hay quien lo daƱe sino que no lo daƱemos nosotros (hombres y mujeres).

  • El artĆ­culo que estamos comentando no versa sobre el gĆ©nero neutro de algunas palabras, sino sobre si es mĆ”s cómodo o incómodo usar un lenguaje no sexista. Un hecho que es habitual, que ocurre muy a menudo (que es normal) parece que es lógico que se convierta en una norma. Lo normal se convierte en normativo, es decir, si lo habitual y normal es usar un lenguaje sexista, pues la mayorĆ­a de la sociedad acepta que el lenguaje sexista sea la norma. Yo refuto este argumento porque no me parece convincente y porque no me parece justo.

  • No estarĆ­a de mĆ”s aplicar el mismo celo en las actitudes que en el lenguaje.
    No me siento discriminada en el uso del lenguaje no inclusivo, ni me siento mÔs incluida por el hecho de usarlo. Me siento de una u otra forma cuando percibo (y no digo recibo, si no percibo, con la subjetividad que eso conllleva) actitudes discriminatorias, aún sin ir acompañadas de lenguaje hablado. Reclamamos un lenguaje inclusivo y, en muchos casos, con usarlo ya nos sentimos feministas, cuando lo que cambia el lenguaje es la actitud, y no al revés.
    Es cierto lo que se apunta en algunos comentarios sobre el poder del lenguaje, pero no se puede defender la igualdad desde el victimismo (claro, como somos cuatro locas…), porque ese tambiĆ©n es un papel que nos ha otorgado la sociedad patriarcal. Por tanto, lenguaje y actitud han de ir de la mano, y el camino efectivo serĆ” tener que inventar un lenguaje nuevo porque nuestras actitudes sean nuevas.
    No habrĆ” mĆ”s ‘mĆ©dicas’ porque usemos o inventemos la palabra, las habrĆ” realmente cuando las mujeres decidan estudiar medicina y creemos la necesidad de inventar una palabra para designarlas.. Los sueldos se igualarĆ”n cuando se rechacen salarios mĆ”s bajos que el de los varones para un mismo puesto y se aceptarĆ”n como buenos esos tĆ©rminos inexistentes cuando lo que pretendemos que pase, pase de verdad.
    Para concluir, y desde un punto de vista pragmÔtico, solo añado que escuchar un discurso plagado de lenguaje inclusivo despista del mensaje y produce un efecto negativo, por lo que no parece muy efectivo a oídos del receptor. Promulguémoslo, es cierto que es muy necesario, pero usemos la imaginación y transmitamos valores a través de la actitud para que, usemos la palabra que usemos, la igualdad sea algo que se pueda vivir. Si conseguimos esto, el cambio en el lenguaje serÔ natural.
    Salud.

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