14 de septiembre 2017    /   ENTRETENIMIENTO
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La pionera voz femenina (y negra) del rap espaƱol

14 de septiembre 2017    /   ENTRETENIMIENTO     por          
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La peƱa lo flipaba con su pelo rizo-esponjoso. Ella les daba frescura. Rimas como disparos salidas de un barrio de Tarrasa. El rap de esta localidad barcelonesa tenĆ­a rostro de mujer. Lo ponĆ­a Arianna Puello, llegada unos aƱos antes de su RepĆŗblica Dominicana natal y mĆ”s conocida como Ari. ReciĆ©n pasados los 20 aƱos ya habĆ­a ascendido al altar femenino del hip hop patrio. Destacaba junto a La Mala RodrĆ­guez, voces macarras de un gĆ©nero arrinconado. Con el doble de edad y de experiencia, una vida asentada en MĆ©xico y nuevo disco reciĆ©n publicado  —Rap Komunion—, el germen de la igualdad frente al micrófono Ā se confiesa: Ā«Me he relajadoĀ».

No lo certifican ni su discurso combativo ni sus rimas aguijonadas. Las bases de sus últimos discos, quizÔs, sí: suenan mÔs tropicales, mÔs jabonosas, mÔs (efectivamente) relajadas. Aunque las letras siguen hablando de la lucha de los suburbios, de los buscavidas, de la libertad esquilmada, de la impunidad que otorga el dinero. «La trayectoria me ha llevado por dos vertientes: la que denuncia  injusticias y exige la revolución y la que habla de mamadas. Pero, en general, siempre me he decantado por un rap de conciencia», ríe Puello, cuyas carcajadas serÔn el habitual punto y final a sus respuestas.

arianna puello1

Porque detrĆ”s de esta mujer que posaba con guantes de boxeo en su primer largo editado —Gancho perfecto, de 1999—, habita ahora una madre de dos hijos de 3 y 11 aƱos. Consciente del estado de la industria y aĆŗn inmersa en los canalones del gremio, pero con mĆ”s perspectiva que cuando se acercaba a los conciertos de El Club de los Poetas Violentos o Frank T a vender sus maquetas. Ā«Fue un proceso lento. Era algo mĆ”s violenta. Me sentĆ­a como ā€˜yo contra el mundo’. Todo lo que expelĆ­a era un ataque contra el racismo o el machismo. Ahora he calmado mĆ”s la ira. Prefiero mantener los pies en la tierra. Sigo teniendo las mismas ideas sobre mejorar la sociedad, pero de forma mĆ”s espiritual. MĆ”s si estĆ”s dentro de esto: tu ego se tiene que serenarĀ», reflexiona.

Porque a su condición de mujer se le sumaba la de ser negra. Inmigrante de San Pedro Macorís, una ciudad caribeña, al cinturón obrero de Barcelona y, después, a las calles de Gerona. Cóctel que describe como «exótico» y que, «aunque hubo a quien le picó», abrió una senda nueva. «Se entornó una puerta por la que entraron muchos. Que una mujer dominicana representara el rap español marcó un antes y un después. Eso se debería aprovechar de una forma pacifista, no creando mÔs conflictos», apunta quien se sumó a este estilo casi por casualidad: «Tenía mucha filosofía en la cabeza. Intentaba escribir poemas. Llegó el rap a mis oídos y transformé esos pensamientos en versos. Hasta que un amigo me pidió que le pusiera unas voces».

«Todo se gana a partir de hechos, no de hacerse el mÔrtir», añade al toque, antes de que la palabra feminismo surja en la conversación. «Nunca formé parte del movimiento porque creo que así nos dividimos. Claro que las mujeres necesitan sus derechos, pero también los hombres. No me quiero rebajar a las posturas machistas, simplemente abogar por dar la talla como ser humano», expresa. Achaca a razones mÔs publicitarias que reales las distinciones de género a la hora de catalogar la música.

arianna puello2

Un ejemplo rĆ”pido: que el disco póstumo de Gata Cattana, fallecida el pasado marzo a los 26 aƱos, ya lleve impreso el sello de ā€˜rap feminista’ sin estar aĆŗn en venta. Ā«Cuando empezamos La Mala y yo ya habĆ­a un montón de mujeres. Nos hacĆ­an pasar por pioneras, pero ya habĆ­a un montón, en el PaĆ­s Vasco, en el underground. Todos los terrenos son un caldo de cultivo para darles el morbo que se quiera desde los medios de comunicaciónĀ», explica, aludiendo a los periodos en los que el rap era cosa de bandas, de delincuentes que trapicheaban y Ā fardaban de billetes y fama.

Ari hace un inciso. Pensando en esa trayectoria por el hip hop  —desde los inicios negros del Bronx, su traslado a la costa oeste americana con la droga como nĆŗcleo y su salto a Europa en Francia y EspaƱa—, la cantante de 40 aƱos suspira. En toda su existencia, este gĆ©nero ha quedado relegado a los mĆ”rgenes. Ahora, incluso, las mejores voces femeninas en castellano se encuentran en el continente americano: Miss Bolivia, Caye Cayejera o Belona MC, de Argentina, Ecuador y Chile, por citar algunas.

Ni siquiera su papel de nueva trova de extrarradio lo ha arrastrado al mainstream. Sí lo hizo el dinero, engranaje natural de todo negocio, que en Estados Unidos impulsó a Eminem en los 90 y a Jay Z o Drake a principios de siglo. Y que también se ha puesto del lado del reguetón, diluyendo en su caldo a otros ritmos mÔs folclóricos y raciales. Una deriva que Puello, estandarte del orgullo periférico, no entiende: «Todo es vÔlido si el mensaje no fuera tan vano. Los sonidos no tienen valoración, es el verbo lo que importa. El mensaje. Y tenemos mucha responsabilidad en lo que cantamos», subraya.

arianna puello3

¿Y la procedencia barrial que comparten? No le vale si no engendrara un pensamiento mÔs complejo: «Solo dice banalidades que hacen a la gente mÔs tonta», acusa. «La industria estÔ pagando para que suene en todos los lados, pero no entiendo cómo la mujer se somete a eso. A verse como un objeto sexual, a perpetuar la imagen de servir solo para satisfacer al hombre. Me parece patético. Ahí sí que controlaría el consumo de cierto tipo de música».

ĀæComo los grupos feministas que levantaron revuelo este verano al crear una lista de canciones ā€˜prohibidas’? Ā«SĆ­. Me parece perfecto que no se pongan ciertos temas. No me gusta que se censure a nadie, pero sĆ­ que se tomen medidas a favor de la educación de la genteĀ», rĆ­e Puello, sincronizĆ”ndose con ese movimiento en el que se la ha enmarcado como pionera, a su pesar.

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La peƱa lo flipaba con su pelo rizo-esponjoso. Ella les daba frescura. Rimas como disparos salidas de un barrio de Tarrasa. El rap de esta localidad barcelonesa tenĆ­a rostro de mujer. Lo ponĆ­a Arianna Puello, llegada unos aƱos antes de su RepĆŗblica Dominicana natal y mĆ”s conocida como Ari. ReciĆ©n pasados los 20 aƱos ya habĆ­a ascendido al altar femenino del hip hop patrio. Destacaba junto a La Mala RodrĆ­guez, voces macarras de un gĆ©nero arrinconado. Con el doble de edad y de experiencia, una vida asentada en MĆ©xico y nuevo disco reciĆ©n publicado  —Rap Komunion—, el germen de la igualdad frente al micrófono Ā se confiesa: Ā«Me he relajadoĀ».

No lo certifican ni su discurso combativo ni sus rimas aguijonadas. Las bases de sus últimos discos, quizÔs, sí: suenan mÔs tropicales, mÔs jabonosas, mÔs (efectivamente) relajadas. Aunque las letras siguen hablando de la lucha de los suburbios, de los buscavidas, de la libertad esquilmada, de la impunidad que otorga el dinero. «La trayectoria me ha llevado por dos vertientes: la que denuncia  injusticias y exige la revolución y la que habla de mamadas. Pero, en general, siempre me he decantado por un rap de conciencia», ríe Puello, cuyas carcajadas serÔn el habitual punto y final a sus respuestas.

arianna puello1

Porque detrĆ”s de esta mujer que posaba con guantes de boxeo en su primer largo editado —Gancho perfecto, de 1999—, habita ahora una madre de dos hijos de 3 y 11 aƱos. Consciente del estado de la industria y aĆŗn inmersa en los canalones del gremio, pero con mĆ”s perspectiva que cuando se acercaba a los conciertos de El Club de los Poetas Violentos o Frank T a vender sus maquetas. Ā«Fue un proceso lento. Era algo mĆ”s violenta. Me sentĆ­a como ā€˜yo contra el mundo’. Todo lo que expelĆ­a era un ataque contra el racismo o el machismo. Ahora he calmado mĆ”s la ira. Prefiero mantener los pies en la tierra. Sigo teniendo las mismas ideas sobre mejorar la sociedad, pero de forma mĆ”s espiritual. MĆ”s si estĆ”s dentro de esto: tu ego se tiene que serenarĀ», reflexiona.

Porque a su condición de mujer se le sumaba la de ser negra. Inmigrante de San Pedro Macorís, una ciudad caribeña, al cinturón obrero de Barcelona y, después, a las calles de Gerona. Cóctel que describe como «exótico» y que, «aunque hubo a quien le picó», abrió una senda nueva. «Se entornó una puerta por la que entraron muchos. Que una mujer dominicana representara el rap español marcó un antes y un después. Eso se debería aprovechar de una forma pacifista, no creando mÔs conflictos», apunta quien se sumó a este estilo casi por casualidad: «Tenía mucha filosofía en la cabeza. Intentaba escribir poemas. Llegó el rap a mis oídos y transformé esos pensamientos en versos. Hasta que un amigo me pidió que le pusiera unas voces».

«Todo se gana a partir de hechos, no de hacerse el mÔrtir», añade al toque, antes de que la palabra feminismo surja en la conversación. «Nunca formé parte del movimiento porque creo que así nos dividimos. Claro que las mujeres necesitan sus derechos, pero también los hombres. No me quiero rebajar a las posturas machistas, simplemente abogar por dar la talla como ser humano», expresa. Achaca a razones mÔs publicitarias que reales las distinciones de género a la hora de catalogar la música.

arianna puello2

Un ejemplo rĆ”pido: que el disco póstumo de Gata Cattana, fallecida el pasado marzo a los 26 aƱos, ya lleve impreso el sello de ā€˜rap feminista’ sin estar aĆŗn en venta. Ā«Cuando empezamos La Mala y yo ya habĆ­a un montón de mujeres. Nos hacĆ­an pasar por pioneras, pero ya habĆ­a un montón, en el PaĆ­s Vasco, en el underground. Todos los terrenos son un caldo de cultivo para darles el morbo que se quiera desde los medios de comunicaciónĀ», explica, aludiendo a los periodos en los que el rap era cosa de bandas, de delincuentes que trapicheaban y Ā fardaban de billetes y fama.

Ari hace un inciso. Pensando en esa trayectoria por el hip hop  —desde los inicios negros del Bronx, su traslado a la costa oeste americana con la droga como nĆŗcleo y su salto a Europa en Francia y EspaƱa—, la cantante de 40 aƱos suspira. En toda su existencia, este gĆ©nero ha quedado relegado a los mĆ”rgenes. Ahora, incluso, las mejores voces femeninas en castellano se encuentran en el continente americano: Miss Bolivia, Caye Cayejera o Belona MC, de Argentina, Ecuador y Chile, por citar algunas.

Ni siquiera su papel de nueva trova de extrarradio lo ha arrastrado al mainstream. Sí lo hizo el dinero, engranaje natural de todo negocio, que en Estados Unidos impulsó a Eminem en los 90 y a Jay Z o Drake a principios de siglo. Y que también se ha puesto del lado del reguetón, diluyendo en su caldo a otros ritmos mÔs folclóricos y raciales. Una deriva que Puello, estandarte del orgullo periférico, no entiende: «Todo es vÔlido si el mensaje no fuera tan vano. Los sonidos no tienen valoración, es el verbo lo que importa. El mensaje. Y tenemos mucha responsabilidad en lo que cantamos», subraya.

arianna puello3

¿Y la procedencia barrial que comparten? No le vale si no engendrara un pensamiento mÔs complejo: «Solo dice banalidades que hacen a la gente mÔs tonta», acusa. «La industria estÔ pagando para que suene en todos los lados, pero no entiendo cómo la mujer se somete a eso. A verse como un objeto sexual, a perpetuar la imagen de servir solo para satisfacer al hombre. Me parece patético. Ahí sí que controlaría el consumo de cierto tipo de música».

ĀæComo los grupos feministas que levantaron revuelo este verano al crear una lista de canciones ā€˜prohibidas’? Ā«SĆ­. Me parece perfecto que no se pongan ciertos temas. No me gusta que se censure a nadie, pero sĆ­ que se tomen medidas a favor de la educación de la genteĀ», rĆ­e Puello, sincronizĆ”ndose con ese movimiento en el que se la ha enmarcado como pionera, a su pesar.

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Opiniones 1
  • Un ejemplo de rapera impresionante, me gusta su historia, sin duda tiene talento y arte para esto, espero que siga siendo asi para ella.

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