El británico Jason Robertson ha estado interesado por la televisión desde que era pequeño. Ya con nueve años, allá por 1981, fue a un encuentro público de la autoridad reguladora de televisión comercial del Reino Unido, la IBA. Aquel dÃa, el organismo habÃa preparado una máquina que imprimÃa en papel térmico (el de las cajas registradoras) páginas del teletexto. La televisión de casa del pequeño Jason aún no tenÃa este servicio. Dos años después, visitó a unos familiares cuyo televisor sà era compatible con el teletexto, que usaban para integrar subtÃtulos. «Me pasé toda la visita leyendo las páginas», recuerda. Tuvo que esperar a mediados de aquella década para que el teletexto llegara a su casa, con la compra de un nuevo aparato, y desde entonces no lo ha abandonado.
Por su amor al medio, Robertson se ha embarcado en un proyecto más complicado de lo que parece: recuperar las páginas del teletexto británico. Noticias, información meteorológica, programación, concursos, anuncios… Su trabajo casi de artesano sirve para comprobar cómo se contaron los sucesos históricos en aquel formato, pero también para demostrar el ingenio que existÃa en este servicio precursor de internet: en aquel paÃs, las personas que hubo detrás de él llegaron a crear cómics para niños o anuncios de 8 bits para adultos.
«Era increÃble que pudiéramos acceder a cualquier información a la hora que quisiéramos», recuerda. «No parece increÃble ahora, que tenemos internet, ¡pero entonces lo era! De muchas maneras el teletexto es el primo mayor de internet», explica Robertson, que asegura haber rescatado miles de páginas de centenares de cintas de vÃdeo que tenÃa en casa o que ha comprado en eBay. La página más antigua data de abril de 1976. «Estoy interesado desde un punto de vista histórico: hay un montón de arte digital y de historia social ahÃ. Los periódicos tienen archivos. ¿Por qué no el teletexto?».
Para obtenerlas, se sirve de un programa libre que se instala en Linux, llamado vhs-teletex, y de una tarjeta de televisión. Su ordenador está continuamente procesando cintas VHS o Betamax que tienen grabadas esas páginas de teletexto. Estas interfaces están formadas por lÃneas que, en ocasiones, aparecen intercaladas, por lo que Robertson debe recomponerlas como si se tratara de un puzle. Una vez obtenidas, se encarga de pulirlas, es decir, de resaltar un color o rellenar un hueco que no quedara fijado en el momento de la grabación.

Robertson ha compartido muchas de estas páginas en Twitter, donde se pueden ver como si estuviéramos ante la pantalla del televisor. Con una gama limitada de colores se podÃan crear verdaderas obras de arte o juegos interactivos. Por ejemplo, un concurso de preguntas y respuestas. ¿Eres capaz de acertar las 15 cuestiones? Pulsa el botón rojo para comenzar:
Los Simpson tuvieron su propio juego de preguntas en el teletexto de la cadena Sky. Si perdÃas, Bart te pedÃa que pulsaras almohadilla para comenzar de nuevo o asterisco para abandonar:
El teletexto también era (y sigue siendo) un lugar para anunciarse: restaurantes, clubes nocturnos, cabarés… El británico te invitaba a utilizar sus servicios con una botella de vino y un velero pixelados. Y cuando diseñaba la página de tu empresa de organización de fiestas, le dibujaba una estrella roja saltarina, quizá porque le parecÃa lo más apropiado:
Es tal el nivel de creatividad que incluso tuvo personajes de cómic para los niños. Uno de ellos era Turner the Worm, un gusano del teletexto de Channel 4 que planteaba misiones periódicas, como salvar el mundo de algún villano. En esas aventuras le acompañaba su amigo Glug, una babosa:


También habÃa espacios para los adolescentes: discos, pelÃculas, concursos, cotilleos… Asà lo reflejaba el canal Sky One en 1998:


Otras páginas son pequeñas obras de arte del pixelado, como este concurso de Expediente X:

Y no es la única:






El archivo de Robertson también sirve para descubrir cómo se contó la actualidad informativa (y por lo tanto, la historia del propio paÃs) en tan pequeño espacio. AsÃ, cuando en los 80 se introdujeron los billetes de una libra esterlina, que desaparecieron en apenas unos años por lo rápido que se desgastaban, la entonces primera ministra, Margaret Thatcher, confiaba en que se mantuvieran:

Uno de los temas que más le interesan a Robertson es el pronóstico meteorológico. Cuenta que BBC Ceefax, el primer servicio de teletexto del mundo, que cerró en 2012, compartÃa información con el teletexto de la austriaca ORF. Incluso tenÃa una especie de feed de aquella época que transmitÃa al teletexto información en tiempo real sobre el clima en el parque nacional de Cairngorms (Escocia). Ahora, con internet, es algo normal, pero hace unas décadas resultaba toda una novedad.

España es uno de esos paÃses en los que el teletexto sigue teniendo cierta aceptación. «Aunque internet tiene tanto predominio, el teletexto aún persiste», explica Robertson. ¿Durante cuánto tiempo? Eso no se atreve a vaticinarlo, pero él ensalza sus cualidades: «Es testado, comprobado, fiable, rápido, fácil de usar y requiere pocos recursos». Él, de momento, se encarga de perpetuar su historia y su estética.
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Imágenes cedidas por Jason Robertson y procedentes de su perfil de Twitter (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11)
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