Como no tenemos pasta (por poco) para contratar a Michel Gondry y que haga un documental acerca de nuestro dÃa a dÃa en la revista, decidimos recurrir a la otra opción obvia que a cualquiera se le hubiese ocurrido. ¡Cuéntalo con GIFs animados, conejo! Concluye la mini-cutre-serie que sitúa la cotidianeidad de Brands and Roses en un plano terrenal, como el de los pobres mortales que, ay de ellos, no tienen la suerte de escribir a diario gilipolleces como esta.
Aún es difÃcil de saber si se puede atribuir a los cambios estacionales o a alguna alteración electromagnética a nivel radioeléctrico pero, de cuando en cuando, te llega un email que contiene siempre el mismo fatÃdico texto. “Me he olvidado de mi contraseña del email. ¿Me la puedes enviar?”.
A ver si lo he entendido. Tú te has olvidado de tu contraseña de email. Esa que te envié por email cuando te creé la cuenta y más tarde cuando me dijiste que la habÃa perdido por primera vez. ¿Quieres que yo recuerde tu contraseña de email?

Ocurre en cada reunión estratégica (aunque por su duración podrÃamos catalogarlas como cónclaves). Toca pensar, darle vueltas a una cuantas ideas, perfilar algunas propuestas, desarrollar algunos conceptos, divagar sin remedio, parar para llamar por teléfono, abrir unas gominolas, consultar Facebook y comerse el borde de las pizzas, ya frÃo, todo en el mismo combo de movimientos. Hasta que ocurre lo que ocurre. FermÃn, director comercial y el único con dos dedos de frente, coge el bolÃgrafo, abre la agenda, tose, frunce el ceño y dice: “¡Concretemos!”. Ahà se acaba el mamoneo.

Nuestro posicionamiento como empresa, más allá de basar nuestra comunicación en un profundo componente visual, es el de ser JODIDAMENTE ATRACTIVOS. Esto, que es algo que, por supuesto, tenemos en cuenta a la hora de contratar, no es fruto de la casualidad ya que el éxito subyace también en la actitud.
Manual Yorokobu para Comerciales. Regla número 1. ¿Cómo se debe entrar en el despacho de un potencial cliente?

“Chicos, ¿recordáis aquella marca que insistió tanto en incluirnos en su planificación? ¡SÃ, esa a la que presentamos 5 propuestas ad hoc distintas! ¡SÃ, la que dijo que estaba entusiasmada con todas esas propuestas! Se acaba de echar atrás un dÃa antes del cierre”.

DÃa 15 de un mes cualquiera. Once de la noche. A pocas horas del deadline para la entrega de textos. Reportaje denso, trabajado, con una alta carga de investigación y ese delicado sufrimiento que acaricia tu piel cuando las fotos tardan en llegar. En ese momento, esa situación, llega un email. “Hay una marca que necesita un redaccional patrocinado para mañana a primera hora. Dejalo todo y termÃnalo más tarde”. ¿Más tarde? ¡No existe el concepto “más tarde” de la hora a la que estoy trabajando! Mátame, camión.

“Acabo de hablar con el cliente. Que está encantado con los resultados de la campaña que ideamos para ellos. Que siguen con nosotros los próximos meses”. ¡SACAD EL TEQUILA!

“¿Recuerdas esa factura que me debes desde abril de 2010. Paga, último aviso”.

—
La primera entrega de esta mónguer serie, aquÃ.
Como no tenemos pasta (por poco) para contratar a Michel Gondry y que haga un documental acerca de nuestro dÃa a dÃa en la revista, decidimos recurrir a la otra opción obvia que a cualquiera se le hubiese ocurrido. ¡Cuéntalo con GIFs animados, conejo! Concluye la mini-cutre-serie que sitúa la cotidianeidad de Brands and Roses en un plano terrenal, como el de los pobres mortales que, ay de ellos, no tienen la suerte de escribir a diario gilipolleces como esta.
Aún es difÃcil de saber si se puede atribuir a los cambios estacionales o a alguna alteración electromagnética a nivel radioeléctrico pero, de cuando en cuando, te llega un email que contiene siempre el mismo fatÃdico texto. “Me he olvidado de mi contraseña del email. ¿Me la puedes enviar?”.
A ver si lo he entendido. Tú te has olvidado de tu contraseña de email. Esa que te envié por email cuando te creé la cuenta y más tarde cuando me dijiste que la habÃa perdido por primera vez. ¿Quieres que yo recuerde tu contraseña de email?

Ocurre en cada reunión estratégica (aunque por su duración podrÃamos catalogarlas como cónclaves). Toca pensar, darle vueltas a una cuantas ideas, perfilar algunas propuestas, desarrollar algunos conceptos, divagar sin remedio, parar para llamar por teléfono, abrir unas gominolas, consultar Facebook y comerse el borde de las pizzas, ya frÃo, todo en el mismo combo de movimientos. Hasta que ocurre lo que ocurre. FermÃn, director comercial y el único con dos dedos de frente, coge el bolÃgrafo, abre la agenda, tose, frunce el ceño y dice: “¡Concretemos!”. Ahà se acaba el mamoneo.

Nuestro posicionamiento como empresa, más allá de basar nuestra comunicación en un profundo componente visual, es el de ser JODIDAMENTE ATRACTIVOS. Esto, que es algo que, por supuesto, tenemos en cuenta a la hora de contratar, no es fruto de la casualidad ya que el éxito subyace también en la actitud.
Manual Yorokobu para Comerciales. Regla número 1. ¿Cómo se debe entrar en el despacho de un potencial cliente?

“Chicos, ¿recordáis aquella marca que insistió tanto en incluirnos en su planificación? ¡SÃ, esa a la que presentamos 5 propuestas ad hoc distintas! ¡SÃ, la que dijo que estaba entusiasmada con todas esas propuestas! Se acaba de echar atrás un dÃa antes del cierre”.

DÃa 15 de un mes cualquiera. Once de la noche. A pocas horas del deadline para la entrega de textos. Reportaje denso, trabajado, con una alta carga de investigación y ese delicado sufrimiento que acaricia tu piel cuando las fotos tardan en llegar. En ese momento, esa situación, llega un email. “Hay una marca que necesita un redaccional patrocinado para mañana a primera hora. Dejalo todo y termÃnalo más tarde”. ¿Más tarde? ¡No existe el concepto “más tarde” de la hora a la que estoy trabajando! Mátame, camión.

“Acabo de hablar con el cliente. Que está encantado con los resultados de la campaña que ideamos para ellos. Que siguen con nosotros los próximos meses”. ¡SACAD EL TEQUILA!

“¿Recuerdas esa factura que me debes desde abril de 2010. Paga, último aviso”.

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La primera entrega de esta mónguer serie, aquÃ.
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