Este tartar de atĂșn es fĂĄcil de preparar, fresco, sabroso y sorprendente. Es una receta ideal para una noche con invitados en la que no se dispone de demasiado tiempo para cocinar. Por si fuera poco, te va a gustar mucho mĂĄs que los infames tartares de atĂșn que encontramos en la carta de muchos bares y restaurantes. La calidad y la frescura del atĂșn van a ser factores determinantes para que este plato desarrolle todas sus virtudes.
Siendo el atĂșn uno de los emblemas de la cocina japonesa y el pĂșrpura de la remolacha el color identificativo de este plato, tenĂa muy claro quĂ© disco debĂa sonar mientras estaba en la cocina: Made In Japan, de Deep Purple, el disco en directo por el que se miden todos los demĂĄs. Conviene recordar que a algunas especies de atĂșn les ocurre como a los buenos roqueros, que cada vez hay menos.
Partitura para 4 o 5 personas:
- 250 gr. de atĂșn muy fresco
- 1 paquete de remolachas cocidas (300 a 400 gr.)
- 1 cebolla morada no muy grande
- 3 o 4 rabanitos (opcional)
- Aceite de oliva virgen extra
- Sambal Oelek (o tabasco)
- 2 limas
- Una pizca de jengibre fresco rallado
- Cebollino
- Cilantro fresco
- Pimienta y sal
Picar finamente la cebolla, los rĂĄbanos, el cebollino y el cilantro. Cortar la remolacha y el atĂșn en dados pequeños. Mezclar todo en un cuenco que no sea metĂĄlico y aliñar con aceite de oliva, jengibre, el jugo de dos limas, una cucharada de sambal oelek (u otro picante a base de guindilla). Salpimentar al gusto, tapar con un papel film y dejar enfriar un par de horas en la nevera.
Es importante tener el atĂșn fuera de la nevera solo el tiempo justo para su manipulado, evitando cortar la cadena de frĂo. Respeta el sacrificio del animal por tu placer utilizando un cuchillo bien afilado que no destroce su bella carne. Por otro lado, el resultado es mejor si cueces tu mismo las remolachas, pero el proceso es mucho mĂĄs rĂĄpido si las utilizas ya cocidas y el plato sale rico igual.
En cuanto al disco que propongo que te acompañe en cocina prĂĄcticamente se ha dicho y escrito todo ya. Fue grabado en vivo en JapĂłn en agosto de 1972 durante tres noches seguidas (dos en Osaka y una en Tokio) de las que se extrajeron los temas definitivos. Aunque la banda no tenĂa muchas expectativas puestas en este disco, con el tiempo se ha convertido en una de las referencias imprescindibles de la historia del rock. En esos momentos la banda estaba compuesta por su formaciĂłn mĂĄs mĂtica, conocida como «Mark II» y en perfecto estado de forma.
Desarrollos largos y duelos de egos y solos para un disco que se alarga hasta los 76 minutos con tan solo siete canciones. Muy Old School, como el omnipresente Ăłrgano Hammond de Jon Lord.
No se me ocurre mejor canciĂłn para iniciar un directo que Highway Star. In crescendo demoledor en su arranque que te agarra y no te suelta ya hasta casi el final del disco. Le sigue Child in time, una de las joyas vocales del rock de todos los tiempos y melocotonazo responsable de mi temprano interĂ©s por la mĂșsica mĂĄs allĂĄ del mainstream.
Le sigue la que posiblemente sea la mejor versiĂłn del Smoke on the water jamĂĄs grabada por la banda. Aun asĂ, las radio fĂłrmulas rockeras me han hecho aborrecer su archiconocido riff de guitarra. Pasa esta canciĂłn y, ya que te pones, tambiĂ©n The Mule. Si dejas sonar su eterno solo de baterĂa, recuerda que tienes un cuchillo en las manos antes de venirte arriba. El entusiasmo puede terminar en dedo cercenado.
El duelo de voz y guitarra entre Ian Gillian y Ritchie Blackmore en Strange Kind of woman era en aquellos tiempos tan frecuente en directo como inolvidable.
Para cuando llegues a los acordes introductorios de Lazy ya habrĂĄs finalizado la receta y el AtĂșn Deep Purple estarĂĄ cogiendo temperatura en la nevera. Es el momento de servirte un buen brandy en una copa ancha y sentarte a oscuras en un sofĂĄ cĂłmodo escuchando el resto del Made in Japan a un volumen que moleste a tu vecino de al lado. Space Truckin te sabrĂĄ como un largo cigarro de despuĂ©s.
Cuando el silencio te alcance, sirve otro brandy y vuelve a darle al play. Disfruta copa y disco sorbito a sorbito hasta que lleguen tus invitados (o la policĂa).
Aunque hoy dĂa se pueden conseguir las grabaciones completas de las sesiones de JapĂłn y remasterizaciones, prefiero enlazar con el disco original de  1972, que captura a la perfecciĂłn lo que deberĂa ser un sonido de directo, pĂșblico incluido.
Salud y rocanrol.
Este tartar de atĂșn es fĂĄcil de preparar, fresco, sabroso y sorprendente. Es una receta ideal para una noche con invitados en la que no se dispone de demasiado tiempo para cocinar. Por si fuera poco, te va a gustar mucho mĂĄs que los infames tartares de atĂșn que encontramos en la carta de muchos bares y restaurantes. La calidad y la frescura del atĂșn van a ser factores determinantes para que este plato desarrolle todas sus virtudes.
Siendo el atĂșn uno de los emblemas de la cocina japonesa y el pĂșrpura de la remolacha el color identificativo de este plato, tenĂa muy claro quĂ© disco debĂa sonar mientras estaba en la cocina: Made In Japan, de Deep Purple, el disco en directo por el que se miden todos los demĂĄs. Conviene recordar que a algunas especies de atĂșn les ocurre como a los buenos roqueros, que cada vez hay menos.
Partitura para 4 o 5 personas:
- 250 gr. de atĂșn muy fresco
- 1 paquete de remolachas cocidas (300 a 400 gr.)
- 1 cebolla morada no muy grande
- 3 o 4 rabanitos (opcional)
- Aceite de oliva virgen extra
- Sambal Oelek (o tabasco)
- 2 limas
- Una pizca de jengibre fresco rallado
- Cebollino
- Cilantro fresco
- Pimienta y sal
Picar finamente la cebolla, los rĂĄbanos, el cebollino y el cilantro. Cortar la remolacha y el atĂșn en dados pequeños. Mezclar todo en un cuenco que no sea metĂĄlico y aliñar con aceite de oliva, jengibre, el jugo de dos limas, una cucharada de sambal oelek (u otro picante a base de guindilla). Salpimentar al gusto, tapar con un papel film y dejar enfriar un par de horas en la nevera.
Es importante tener el atĂșn fuera de la nevera solo el tiempo justo para su manipulado, evitando cortar la cadena de frĂo. Respeta el sacrificio del animal por tu placer utilizando un cuchillo bien afilado que no destroce su bella carne. Por otro lado, el resultado es mejor si cueces tu mismo las remolachas, pero el proceso es mucho mĂĄs rĂĄpido si las utilizas ya cocidas y el plato sale rico igual.
En cuanto al disco que propongo que te acompañe en cocina prĂĄcticamente se ha dicho y escrito todo ya. Fue grabado en vivo en JapĂłn en agosto de 1972 durante tres noches seguidas (dos en Osaka y una en Tokio) de las que se extrajeron los temas definitivos. Aunque la banda no tenĂa muchas expectativas puestas en este disco, con el tiempo se ha convertido en una de las referencias imprescindibles de la historia del rock. En esos momentos la banda estaba compuesta por su formaciĂłn mĂĄs mĂtica, conocida como «Mark II» y en perfecto estado de forma.
Desarrollos largos y duelos de egos y solos para un disco que se alarga hasta los 76 minutos con tan solo siete canciones. Muy Old School, como el omnipresente Ăłrgano Hammond de Jon Lord.
No se me ocurre mejor canciĂłn para iniciar un directo que Highway Star. In crescendo demoledor en su arranque que te agarra y no te suelta ya hasta casi el final del disco. Le sigue Child in time, una de las joyas vocales del rock de todos los tiempos y melocotonazo responsable de mi temprano interĂ©s por la mĂșsica mĂĄs allĂĄ del mainstream.
Le sigue la que posiblemente sea la mejor versiĂłn del Smoke on the water jamĂĄs grabada por la banda. Aun asĂ, las radio fĂłrmulas rockeras me han hecho aborrecer su archiconocido riff de guitarra. Pasa esta canciĂłn y, ya que te pones, tambiĂ©n The Mule. Si dejas sonar su eterno solo de baterĂa, recuerda que tienes un cuchillo en las manos antes de venirte arriba. El entusiasmo puede terminar en dedo cercenado.
El duelo de voz y guitarra entre Ian Gillian y Ritchie Blackmore en Strange Kind of woman era en aquellos tiempos tan frecuente en directo como inolvidable.
Para cuando llegues a los acordes introductorios de Lazy ya habrĂĄs finalizado la receta y el AtĂșn Deep Purple estarĂĄ cogiendo temperatura en la nevera. Es el momento de servirte un buen brandy en una copa ancha y sentarte a oscuras en un sofĂĄ cĂłmodo escuchando el resto del Made in Japan a un volumen que moleste a tu vecino de al lado. Space Truckin te sabrĂĄ como un largo cigarro de despuĂ©s.
Cuando el silencio te alcance, sirve otro brandy y vuelve a darle al play. Disfruta copa y disco sorbito a sorbito hasta que lleguen tus invitados (o la policĂa).
Aunque hoy dĂa se pueden conseguir las grabaciones completas de las sesiones de JapĂłn y remasterizaciones, prefiero enlazar con el disco original de  1972, que captura a la perfecciĂłn lo que deberĂa ser un sonido de directo, pĂșblico incluido.
Salud y rocanrol.
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