9 de junio 2017    /   BUSINESS
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El gin-tonic sin ensalada, por favor: un paseo por el barrio de GrĂ cia

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Hay frases que se incrustan en el cerebro y no salen. Dan vueltas y vueltas. Como una canciĂ³n del verano que suena a todas horas, incluso con la luz apagada. Y eso me ocurriĂ³ a mĂ­ con esta frase que me revelĂ³ una amiga porque la decĂ­a su padre al pedir en un bar: «El gin-tonic sin ensalada, por favor». Sublime. No se puede decir mĂ¡s con menos. No se puede describir mejor el momento, nuestro momento, el pedazo de la historia que nos ha tocado vivir. Como un gin tonic: sencillo (ginebra y tĂ³nica). Como un gin-tonic: camuflado (pepino, fresas y cardamomo). Y no se me va de la cabeza la frase.

Bobby Gin

El Bobby Gin es un local de la calle Francisco Giner de GrĂ cia y este es su eslogan: «Not just meals or drinks. It’s all creativity». Coca de foie y manzana con virutas de nuestro micuit y compota. Ceviche con cĂ­tricos. Langostinos vietnamitas. Humus con palitos de trigo con pipas. SalmĂ³n al gin-tonic. Nº3 Gin tonic con citronella y amargo de naranja. Hendrick’s Ginfonk con infusiĂ³n de tĂ© de rosas, fresas, lima y elixir vegetal. Tanqueray Ten Ginfonk con nĂ©ctar de Ă¡gave, mandarina, amargo de manzanilla y pomelo. Tanqueray Ten Gin-tonic con lima kaffir y amargo de pomelo. Santa Marea: gin, chadornnay, sirope de cardo, tomillo, salvia y limĂ³n.

Lo que el viento se llevĂ³

Scarlett, Ashley, Melanie y Rhett bailan, beben, ligan y besan en una fiesta nocturna en Georgia, en 1861. La Guerra de SecesiĂ³n estĂ¡ a punto de estallar. La luz apagada no consigue disimular el brillo en los ojos del pĂºblico. Cuando termina la pelĂ­cula y la pantalla queda a oscuras, aplauden a rabiar. Al salir, las parejas remolonean para no ir a casa. QuizĂ¡s un refresco en el Bar GanigĂ³, en la plaza de la RevoluciĂ³n. O una mistela en el Casa Vall, en la plaza Rovira. Es 1951 y en el cine Delicias ponĂ­an Lo que el viento se llevĂ³. El cine Delicias se encontraba en Travessera de GrĂ cia 224, hoy es un DĂ­a Market. El GanigĂ³ y Casa Vall siguen vivos y coleando.

En la calle Asturias, un 1886 en la fachada de un señorial edificio señala la fecha de su construcciĂ³n. En el bajo hay un supermercado ecolĂ³gico. De un año antes que la construcciĂ³n anterior es la granerĂ­a que se encuentra tambiĂ©n en Travessera. Venden todo tipo de grano, de distintos colores, formas y procedencias. En el escaparate de este comercio se reflejan los rĂ³tulos verdes y blancos de un Tecnocasa que pretende presidir la manzana. A escasos metros de la franquicia inmobiliaria, impasible, una fuente pĂºblica del año 1845. La gente llenaba los cubos y se los subĂ­a a casa.

cinedelicias

La plaza Norte estĂ¡ dominada por el edificio de los LluĂ¯sos. Los LluĂ¯sos, una instituciĂ³n cultural y deportiva, una de esas que han estructurado la vida social del barrio durante dĂ©cadas. En el centro de la fachada se ven los carteles de las obras que se programan en su teatro. A la derecha, la entrada al elegante edificio. A la izquierda, un comercio nuevo, Organic Market. Si consigues concentrarte, aĂºn se puede escuchar el vocerĂ­o de los trabajadores que hacen cola para entrar a trabajar en la fĂ¡brica textil Vapor PuigmartĂ­.

TodavĂ­a se conserva en la plaza del Poble RomanĂ­ la chimenea de esa fĂ¡brica. Una parte de la antigua fĂ¡brica textil es ahora el Mercat de l’Albaceria que fue inaugurado en el año 1892. En el centro del mercado, ahora, nos encontramos con una tienda de shushi. Se oyen rumores de que poco le queda de vida a este mercado, pronto los tenderos se desplazarĂ¡n a una carpa en el paseo de Sant Joan mientras se suceden las obras que darĂ¡n lugar a un nuevo mercado.

‘GrĂ cia no estĂ  en venda’

Deambulo por las calles del barrio sin saber muy bien a dĂ³nde ir. Las idas y venidas en el tiempo y el espacio, los saltos en la historia, me han dejado algo aturdido. Un cartel atado a las farolas cruza la calle y anuncia un evento: una asociaciĂ³n de vecinos organiza el domingo una calçotada popular para recaudar fondos para la preparaciĂ³n de la fiesta mayor de agosto. Me encuentro con una barberĂ­a, me acuerdo de mi abuelo, pero no es el barbero de la plaza del pueblo; estos lucen barbas pobladas y diseñadas con escuadra y cartabĂ³n. Vive la experiencia de afeitarte la barba. Varios balcones soportan unas banderolas que anuncian en catalĂ¡n que el barrio de GrĂ cia no estĂ¡ en venta.

Sigo aturdido, serpenteando callejuelas. Me encuentro con el Ateneu Roig, un ateneo rojo. MĂ¡s adelante escucho rumba, una puerta entreabierta sugiere unas escaleras que irĂ¡n a dar al sĂ³tano del edificio. En la puerta se anuncia que es la sede de una asociaciĂ³n cultural gitana. Unos pasos mĂ¡s allĂ¡, tras pasar por un espacio de coworking, me doy de bruces con una plazuela engalanada con banderas feministas. El bar que preside la plaza es tambiĂ©n un ateneo de la izquierda indepe…

Entro. «Un gin-tonic; sin ensalada, por favor». Y escucho que sobrevuela la zona un helicĂ³ptero. Una manifestaciĂ³n en defensa de unos presos anarquistas tiene lugar a varias manzanas hacia la montaña de mi gin-tonic. Toqueteo la pantalla del smartphone. Tecleo en Twitter el hagstag #ViladeGracia. Los vecinos se quejan de que haya vuelto el pajarito, de que el sonido ensordecedor del helicĂ³ptero les fastidie la hora de la cena. «Otro gin-tonic; sin ensalada, por favor». La mañana siguiente varios escaparates de franquicias de multinacionales de la calle mayor de GrĂ cia estarĂ¡n esparcidos por el suelo. GrĂ cia no estĂ¡ en venta.

Hay frases que se incrustan en el cerebro y no salen. Dan vueltas y vueltas. Como una canciĂ³n del verano que suena a todas horas, incluso con la luz apagada. Y eso me ocurriĂ³ a mĂ­ con esta frase que me revelĂ³ una amiga porque la decĂ­a su padre al pedir en un bar: «El gin-tonic sin ensalada, por favor». Sublime. No se puede decir mĂ¡s con menos. No se puede describir mejor el momento, nuestro momento, el pedazo de la historia que nos ha tocado vivir. Como un gin tonic: sencillo (ginebra y tĂ³nica). Como un gin-tonic: camuflado (pepino, fresas y cardamomo). Y no se me va de la cabeza la frase.

Bobby Gin

El Bobby Gin es un local de la calle Francisco Giner de GrĂ cia y este es su eslogan: «Not just meals or drinks. It’s all creativity». Coca de foie y manzana con virutas de nuestro micuit y compota. Ceviche con cĂ­tricos. Langostinos vietnamitas. Humus con palitos de trigo con pipas. SalmĂ³n al gin-tonic. Nº3 Gin tonic con citronella y amargo de naranja. Hendrick’s Ginfonk con infusiĂ³n de tĂ© de rosas, fresas, lima y elixir vegetal. Tanqueray Ten Ginfonk con nĂ©ctar de Ă¡gave, mandarina, amargo de manzanilla y pomelo. Tanqueray Ten Gin-tonic con lima kaffir y amargo de pomelo. Santa Marea: gin, chadornnay, sirope de cardo, tomillo, salvia y limĂ³n.

Lo que el viento se llevĂ³

Scarlett, Ashley, Melanie y Rhett bailan, beben, ligan y besan en una fiesta nocturna en Georgia, en 1861. La Guerra de SecesiĂ³n estĂ¡ a punto de estallar. La luz apagada no consigue disimular el brillo en los ojos del pĂºblico. Cuando termina la pelĂ­cula y la pantalla queda a oscuras, aplauden a rabiar. Al salir, las parejas remolonean para no ir a casa. QuizĂ¡s un refresco en el Bar GanigĂ³, en la plaza de la RevoluciĂ³n. O una mistela en el Casa Vall, en la plaza Rovira. Es 1951 y en el cine Delicias ponĂ­an Lo que el viento se llevĂ³. El cine Delicias se encontraba en Travessera de GrĂ cia 224, hoy es un DĂ­a Market. El GanigĂ³ y Casa Vall siguen vivos y coleando.

En la calle Asturias, un 1886 en la fachada de un señorial edificio señala la fecha de su construcciĂ³n. En el bajo hay un supermercado ecolĂ³gico. De un año antes que la construcciĂ³n anterior es la granerĂ­a que se encuentra tambiĂ©n en Travessera. Venden todo tipo de grano, de distintos colores, formas y procedencias. En el escaparate de este comercio se reflejan los rĂ³tulos verdes y blancos de un Tecnocasa que pretende presidir la manzana. A escasos metros de la franquicia inmobiliaria, impasible, una fuente pĂºblica del año 1845. La gente llenaba los cubos y se los subĂ­a a casa.

cinedelicias

La plaza Norte estĂ¡ dominada por el edificio de los LluĂ¯sos. Los LluĂ¯sos, una instituciĂ³n cultural y deportiva, una de esas que han estructurado la vida social del barrio durante dĂ©cadas. En el centro de la fachada se ven los carteles de las obras que se programan en su teatro. A la derecha, la entrada al elegante edificio. A la izquierda, un comercio nuevo, Organic Market. Si consigues concentrarte, aĂºn se puede escuchar el vocerĂ­o de los trabajadores que hacen cola para entrar a trabajar en la fĂ¡brica textil Vapor PuigmartĂ­.

TodavĂ­a se conserva en la plaza del Poble RomanĂ­ la chimenea de esa fĂ¡brica. Una parte de la antigua fĂ¡brica textil es ahora el Mercat de l’Albaceria que fue inaugurado en el año 1892. En el centro del mercado, ahora, nos encontramos con una tienda de shushi. Se oyen rumores de que poco le queda de vida a este mercado, pronto los tenderos se desplazarĂ¡n a una carpa en el paseo de Sant Joan mientras se suceden las obras que darĂ¡n lugar a un nuevo mercado.

‘GrĂ cia no estĂ  en venda’

Deambulo por las calles del barrio sin saber muy bien a dĂ³nde ir. Las idas y venidas en el tiempo y el espacio, los saltos en la historia, me han dejado algo aturdido. Un cartel atado a las farolas cruza la calle y anuncia un evento: una asociaciĂ³n de vecinos organiza el domingo una calçotada popular para recaudar fondos para la preparaciĂ³n de la fiesta mayor de agosto. Me encuentro con una barberĂ­a, me acuerdo de mi abuelo, pero no es el barbero de la plaza del pueblo; estos lucen barbas pobladas y diseñadas con escuadra y cartabĂ³n. Vive la experiencia de afeitarte la barba. Varios balcones soportan unas banderolas que anuncian en catalĂ¡n que el barrio de GrĂ cia no estĂ¡ en venta.

Sigo aturdido, serpenteando callejuelas. Me encuentro con el Ateneu Roig, un ateneo rojo. MĂ¡s adelante escucho rumba, una puerta entreabierta sugiere unas escaleras que irĂ¡n a dar al sĂ³tano del edificio. En la puerta se anuncia que es la sede de una asociaciĂ³n cultural gitana. Unos pasos mĂ¡s allĂ¡, tras pasar por un espacio de coworking, me doy de bruces con una plazuela engalanada con banderas feministas. El bar que preside la plaza es tambiĂ©n un ateneo de la izquierda indepe…

Entro. «Un gin-tonic; sin ensalada, por favor». Y escucho que sobrevuela la zona un helicĂ³ptero. Una manifestaciĂ³n en defensa de unos presos anarquistas tiene lugar a varias manzanas hacia la montaña de mi gin-tonic. Toqueteo la pantalla del smartphone. Tecleo en Twitter el hagstag #ViladeGracia. Los vecinos se quejan de que haya vuelto el pajarito, de que el sonido ensordecedor del helicĂ³ptero les fastidie la hora de la cena. «Otro gin-tonic; sin ensalada, por favor». La mañana siguiente varios escaparates de franquicias de multinacionales de la calle mayor de GrĂ cia estarĂ¡n esparcidos por el suelo. GrĂ cia no estĂ¡ en venta.

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