Lucir mostacho bajo la nariz parece más propio de tiempos pasados que actuales. También puede que alguno lo identifique con lo hipster, aunque parece más caracterÃstico de esa nueva cultura urbana una buena barba que un bigotazo.
Y en tiempos pasados, muy muy pasados, tiene su origen la palabra bigote.
Hasta el siglo XVI, lo que los hombres lucÃan bajo la nariz eran mostachos. De origen italiano, la palabra mostachio era un derivado del griego que significaba «labio superior». Pero cuando en el siglo XVI el joven Carlos, nieto de los Reyes Católicos e hijo de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, regresa a España para asumir la corona española, vino acompañado de una guardia personal de soldados flamencos y alemanes.
Cuentan algunas fuentes que estos habitantes del norte consideraban tener barba y bigote un sÃmbolo de virilidad y valor. Tal es asà que se lanzaban a la batalla al grito de ¡¡Bey Gott!! (que traducido serÃa un ¡Por Dios! o un ¡Vive Dios!) tirándose de los mostachos.
Aquella milicia tan estirada y arrogante que acompañaba al joven rey tenÃa bien arraigada esa costumbre de invocar al creador llevándose la mano al bigote. Según Corominas, durante el siglo XV estaba muy extendida la fea costumbre de blasfemar (asà lo cuentan en la Wikipedia), y los españoles, poco habituados al sonido de un idioma como el alemán, identificaban aquel juramento de los soldados flamencos con un gesto blasfemo y arrogante.
Tanto bey gott por aquÃ, tanto bey gott por allá debÃa sonar a los castos y recios oÃdos españoles como un bi got, asà que no tardaron en asociar el vello facial de los germanos y flamencos con la nueva palabra: bigote.
Cómo el bigote evolucionó a lo largo del tiempo y de las modas que cambiaban su forma con el paso de los siglos es ya otra historia. No queráis saber tanto…
Lucir mostacho bajo la nariz parece más propio de tiempos pasados que actuales. También puede que alguno lo identifique con lo hipster, aunque parece más caracterÃstico de esa nueva cultura urbana una buena barba que un bigotazo.
Y en tiempos pasados, muy muy pasados, tiene su origen la palabra bigote.
Hasta el siglo XVI, lo que los hombres lucÃan bajo la nariz eran mostachos. De origen italiano, la palabra mostachio era un derivado del griego que significaba «labio superior». Pero cuando en el siglo XVI el joven Carlos, nieto de los Reyes Católicos e hijo de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, regresa a España para asumir la corona española, vino acompañado de una guardia personal de soldados flamencos y alemanes.
Cuentan algunas fuentes que estos habitantes del norte consideraban tener barba y bigote un sÃmbolo de virilidad y valor. Tal es asà que se lanzaban a la batalla al grito de ¡¡Bey Gott!! (que traducido serÃa un ¡Por Dios! o un ¡Vive Dios!) tirándose de los mostachos.
Aquella milicia tan estirada y arrogante que acompañaba al joven rey tenÃa bien arraigada esa costumbre de invocar al creador llevándose la mano al bigote. Según Corominas, durante el siglo XV estaba muy extendida la fea costumbre de blasfemar (asà lo cuentan en la Wikipedia), y los españoles, poco habituados al sonido de un idioma como el alemán, identificaban aquel juramento de los soldados flamencos con un gesto blasfemo y arrogante.
Tanto bey gott por aquÃ, tanto bey gott por allá debÃa sonar a los castos y recios oÃdos españoles como un bi got, asà que no tardaron en asociar el vello facial de los germanos y flamencos con la nueva palabra: bigote.
Cómo el bigote evolucionó a lo largo del tiempo y de las modas que cambiaban su forma con el paso de los siglos es ya otra historia. No queráis saber tanto…