Brockmans prometĂa una noche como ninguna otra. Y no lo tenĂa fácil dada la oferta artĂstica y de ocio de la capital. Pero su evento A Night Like No Other consiguiĂł diferenciarse una vez más a fuerza de buscar la sorpresa de los asistentes y hacerles sentir especiales.
El aire clandestino del espacio hacĂa que uno se olvidara de que estaba en el evento de una marca. Quizá inconscientemente, nos sentimos atraĂdos por lo oscuro, por lo intrigante. Nos gusta más una sucesiĂłn de pequeñas salas, no saber lo que habrá en la siguiente, que un gran espacio explĂcitamente iluminado.
El evento de Brockmans tuvo lugar en la Sala NeomudĂ©jar, que antiguamente era un almacĂ©n de ferrocarriles de la estaciĂłn de Atocha. La escenĂłgrafa MarĂa Puig se encargĂł de que los asistentes nunca estuvieran seguros del todo de si la sala a la que pasaban era parte de la fiesta o si, por el contrario, se estaban introduciendo en algĂşn backstage prohibido. Con elementos industriales y objetos antiguos consiguiĂł esa atmĂłsfera de sitio-donde-nadie-ha-estado-desde-hace-mucho-tiempo que despierta, irremediablemente, las ganas de curiosear y explorar.

Todo el contenido de la noche tenĂa el objetivo de acariciar los sentidos de los asistentes del mismo modo que lo hacen los botánicos contenidos en la preciosa ginebra. La entrada al recinto se hacĂa con los pies desnudos, a travĂ©s de una pasarela burbujeante de bolas de gelatina. Dentro, los ojos tardaban unos instantes en decidir por dĂłnde empezar. Distintas salas y alturas conformaban un variado escaparate de opciones. A lo largo del paseo, ya con una copa de Brockmans Gin en la mano (preferiblemente servida con una tira de piel de pomelo rosa y dos arándanos, su presentaciĂłn ideal), los asistentes se iban topando con las propuestas artĂsticas más variadas. Varios rincones de la sala principal se fueron iluminando para dar paso distintos mĂşsicos que, finalmente, se juntaron y ofrecieron una actuaciĂłn conjunta (sin haber tocado juntos nunca antes con anterioridad). Este grupo insĂłlito recibiĂł el nombre de House Band y, bajo las Ăłrdenes de Juan Laguna, integraba a los mĂşsicos Mito (bajo), Dani Solorio (percusiĂłn), Julio Pezuela (scratcher), RaĂşl Márquez (violĂn), Carlos Leal (guitarra), Javier Castañeira (baterĂa), Conn Bux y Aurora GarcĂa (vocales).

En uno de los pasillos, los visitantes encontraban a la artista plástica Ana Alonso pintando un mural de forma simĂ©trica con las dos manos. En otra, al tiempo que degustaban piezas de sushi y bolitas de foie, veĂan trabajar a Sfhir, que daba vida, armado con sprays, a un vistoso cuadro-graffiti fluorescente. Una sala de cine abandonada ofrecĂa un respiro a aquellos que buscaran tranquilidad, un asiento o unas palomitas reciĂ©n hechas. Sfhir la eligiĂł para dar vida a una espectacular obra de arquitectura lumĂnica llamada Lumen.

No habĂa tiempo para bajar la guardia. Uno podĂa dirigirse al baño y toparse con una clase de percusiĂłn a la que se unirĂa irremediablemente. O podĂa ir a pedir a la barra y encontrarse con Aurora, de Aurora & The Betrayers, cantando de forma sensual acompañada de un pianista.
A Night Like No Other no es una noche, sino tres. Brockmans se va con el arte a otra parte y desplegará su encanto tambiĂ©n por Sevilla (dĂa 1 de julio) y Barcelona (despuĂ©s del verano).
ÂżQuĂ© tendrá lo escondido, la clandestinidad, las imágenes veladas o los sonidos solo susurrados para atraer con la fuerza de un imán, para resultar tan irresistibles y sensuales? Brockmans calla y sonrĂe por dentro, porque sabe la respuesta.


Brockmans prometĂa una noche como ninguna otra. Y no lo tenĂa fácil dada la oferta artĂstica y de ocio de la capital. Pero su evento A Night Like No Other consiguiĂł diferenciarse una vez más a fuerza de buscar la sorpresa de los asistentes y hacerles sentir especiales.
El aire clandestino del espacio hacĂa que uno se olvidara de que estaba en el evento de una marca. Quizá inconscientemente, nos sentimos atraĂdos por lo oscuro, por lo intrigante. Nos gusta más una sucesiĂłn de pequeñas salas, no saber lo que habrá en la siguiente, que un gran espacio explĂcitamente iluminado.
El evento de Brockmans tuvo lugar en la Sala NeomudĂ©jar, que antiguamente era un almacĂ©n de ferrocarriles de la estaciĂłn de Atocha. La escenĂłgrafa MarĂa Puig se encargĂł de que los asistentes nunca estuvieran seguros del todo de si la sala a la que pasaban era parte de la fiesta o si, por el contrario, se estaban introduciendo en algĂşn backstage prohibido. Con elementos industriales y objetos antiguos consiguiĂł esa atmĂłsfera de sitio-donde-nadie-ha-estado-desde-hace-mucho-tiempo que despierta, irremediablemente, las ganas de curiosear y explorar.

Todo el contenido de la noche tenĂa el objetivo de acariciar los sentidos de los asistentes del mismo modo que lo hacen los botánicos contenidos en la preciosa ginebra. La entrada al recinto se hacĂa con los pies desnudos, a travĂ©s de una pasarela burbujeante de bolas de gelatina. Dentro, los ojos tardaban unos instantes en decidir por dĂłnde empezar. Distintas salas y alturas conformaban un variado escaparate de opciones. A lo largo del paseo, ya con una copa de Brockmans Gin en la mano (preferiblemente servida con una tira de piel de pomelo rosa y dos arándanos, su presentaciĂłn ideal), los asistentes se iban topando con las propuestas artĂsticas más variadas. Varios rincones de la sala principal se fueron iluminando para dar paso distintos mĂşsicos que, finalmente, se juntaron y ofrecieron una actuaciĂłn conjunta (sin haber tocado juntos nunca antes con anterioridad). Este grupo insĂłlito recibiĂł el nombre de House Band y, bajo las Ăłrdenes de Juan Laguna, integraba a los mĂşsicos Mito (bajo), Dani Solorio (percusiĂłn), Julio Pezuela (scratcher), RaĂşl Márquez (violĂn), Carlos Leal (guitarra), Javier Castañeira (baterĂa), Conn Bux y Aurora GarcĂa (vocales).

En uno de los pasillos, los visitantes encontraban a la artista plástica Ana Alonso pintando un mural de forma simĂ©trica con las dos manos. En otra, al tiempo que degustaban piezas de sushi y bolitas de foie, veĂan trabajar a Sfhir, que daba vida, armado con sprays, a un vistoso cuadro-graffiti fluorescente. Una sala de cine abandonada ofrecĂa un respiro a aquellos que buscaran tranquilidad, un asiento o unas palomitas reciĂ©n hechas. Sfhir la eligiĂł para dar vida a una espectacular obra de arquitectura lumĂnica llamada Lumen.

No habĂa tiempo para bajar la guardia. Uno podĂa dirigirse al baño y toparse con una clase de percusiĂłn a la que se unirĂa irremediablemente. O podĂa ir a pedir a la barra y encontrarse con Aurora, de Aurora & The Betrayers, cantando de forma sensual acompañada de un pianista.
A Night Like No Other no es una noche, sino tres. Brockmans se va con el arte a otra parte y desplegará su encanto tambiĂ©n por Sevilla (dĂa 1 de julio) y Barcelona (despuĂ©s del verano).
ÂżQuĂ© tendrá lo escondido, la clandestinidad, las imágenes veladas o los sonidos solo susurrados para atraer con la fuerza de un imán, para resultar tan irresistibles y sensuales? Brockmans calla y sonrĂe por dentro, porque sabe la respuesta.

