Existe la idea de que el buen escuchador no habla, sólo atiende. Mueve la cabeza arriba y abajo, asintiendo, para mostrar atención y a veces lo acompaña de un soniquete: «Mmm-mmm». Incluso repite lo que ha dicho el orador para dejar claro que lo ha oÃdo y lo ha entendido.
[L]as personas mejor valoradas por su capacidad de escuchar introducen preguntas en la conversación para descubrir más información y profundizar en algunos aspectos. «Estas cuestiones retan, amablemente, viejas ideas dadas por supuestas. Pero lo hacen de forma constructiva», indican en un artÃculo publicado en Harvard Business Review.
Zenger y Folkman consideran que escuchar de forma apropiada implica un diálogo bidireccional en vez de un monólogo en una sola dirección.
[L]os mejores escuchadores hacen de la conversación una experiencia positiva para la otra persona. Eso no ocurre cuando una de las partes se muestra pasiva o incluso crÃtica, según los investigadores.
[D]e acuerdo con el estudio de la consultora Zenger/Foklman, en las mejores conversaciones, las ideas y reacciones van, de forma amable, en ambas direcciones. Las personas calificadas como malos escuchadores, en cambio, suelen adoptar una actitud competitiva.
«Escuchan sólo para detectar errores en el razonamiento o utilizan su silencio para preparar su respuesta», indican. «Los buenos escuchadores pueden mostrar desacuerdo o desafiar presuposiciones, pero la sensación que transmiten al orador es que intentan ayudarle en lugar de batir su argumento».
[L]os mejores escuchadores dan su opinión de forma constructiva e introducen nuevas ideas o alternativas frente a lo que expone el hablante. Este aspecto ha sorprendido a los investigadores porque, según dicen, muchas personas se quejan de que el individuo que escucha proponga soluciones distintas.
Pero Zenger y Foklman piensan que hay una razón para ello. Si un individuo ve una actitud positiva en su oyente, es muy probable que se sienta más receptivo ante nuevas propuestas.
La idea de que la persona que mejor escucha es la que adopta la actitud de una esponja que lo absorbe todo ha volado por los aires en este estudio. El escuchador más valorado es el que se comporta como un trampolÃn. «Son individuos a los que puedes lanzar una idea y, en vez de digerirla, te ayudan a amplificar, activar y clarificar tu pensamiento», indican. «Te hacen sentir mejor, no por la pasividad de absorber, sino porque te apoyan activamente. Esto te hace ganar altura y energÃa, como si saltaras desde un trampolÃn».
Existe la idea de que el buen escuchador no habla, sólo atiende. Mueve la cabeza arriba y abajo, asintiendo, para mostrar atención y a veces lo acompaña de un soniquete: «Mmm-mmm». Incluso repite lo que ha dicho el orador para dejar claro que lo ha oÃdo y lo ha entendido.
[L]as personas mejor valoradas por su capacidad de escuchar introducen preguntas en la conversación para descubrir más información y profundizar en algunos aspectos. «Estas cuestiones retan, amablemente, viejas ideas dadas por supuestas. Pero lo hacen de forma constructiva», indican en un artÃculo publicado en Harvard Business Review.
Zenger y Folkman consideran que escuchar de forma apropiada implica un diálogo bidireccional en vez de un monólogo en una sola dirección.
[L]os mejores escuchadores hacen de la conversación una experiencia positiva para la otra persona. Eso no ocurre cuando una de las partes se muestra pasiva o incluso crÃtica, según los investigadores.
[D]e acuerdo con el estudio de la consultora Zenger/Foklman, en las mejores conversaciones, las ideas y reacciones van, de forma amable, en ambas direcciones. Las personas calificadas como malos escuchadores, en cambio, suelen adoptar una actitud competitiva.
«Escuchan sólo para detectar errores en el razonamiento o utilizan su silencio para preparar su respuesta», indican. «Los buenos escuchadores pueden mostrar desacuerdo o desafiar presuposiciones, pero la sensación que transmiten al orador es que intentan ayudarle en lugar de batir su argumento».
[L]os mejores escuchadores dan su opinión de forma constructiva e introducen nuevas ideas o alternativas frente a lo que expone el hablante. Este aspecto ha sorprendido a los investigadores porque, según dicen, muchas personas se quejan de que el individuo que escucha proponga soluciones distintas.
Pero Zenger y Foklman piensan que hay una razón para ello. Si un individuo ve una actitud positiva en su oyente, es muy probable que se sienta más receptivo ante nuevas propuestas.
La idea de que la persona que mejor escucha es la que adopta la actitud de una esponja que lo absorbe todo ha volado por los aires en este estudio. El escuchador más valorado es el que se comporta como un trampolÃn. «Son individuos a los que puedes lanzar una idea y, en vez de digerirla, te ayudan a amplificar, activar y clarificar tu pensamiento», indican. «Te hacen sentir mejor, no por la pasividad de absorber, sino porque te apoyan activamente. Esto te hace ganar altura y energÃa, como si saltaras desde un trampolÃn».