ÂżCĂłmo refleja el cine al Camino de Santiago?

¡Yorokobu gratis en formato digital!
Existe una creencia establecida en el pensamiento colectivo, arraigada gracias a incontables pelĂculas estadounidenses a lo largo de las dĂ©cadas. Se trata del convencimiento de que no existe acontecimiento histĂłrico, biografĂa mĂnimamente interesante, escenario pintoresco o particularidad cultural proveniente de aquella latitud que no conozcamos a travĂ©s de su cine.
Y eso, claro, difĂcilmente resiste la contraposiciĂłn cuando los españoles miramos hacia dentro. Cuántas veces habremos escuchado eso de «si esto lo tuvieran los americanos, habrĂan hecho ya diez pelĂculas, seis documentales y tres series».
Pocas cosas lo ejemplifican mejor que el Camino de Santiago. Un fenĂłmeno internacional repartido por espectaculares localizaciones, y que en Ă©pocas estivales arrastra a la capital gallega a miles de personas cada dĂa. Un choque de culturas constante y, en apariencia, un caladero de historias. Pues desde el cine nacional siempre se ha mirado de soslayo, y encontrar trabajos con esta temática supone un verdadero reto.
Al final del camino, estrenada en 2009, volvió a juntar a Fernando Tejero y Malena Alterio al frente de un reparto. Más allá de la calidad de la cinta, o del mucho o poco atractivo de su trama, aquellos que hayan completado la peregrinación echarán en falta detalles que doten de credibilidad a esta representación de la ruta. Incluso hay planos plagados de figurantes que en nada se parecen a una escena real del Camino, o de cualquier sitio, por culpa de un intenso aroma a impostado.
La peculiar expediciĂłn, guiada por un gurĂş sacacuartos, debe llegar a Santiago en seis dĂas, tiempo en el que intentarán solucionar sus crisis sentimentales. Esa duraciĂłn valida el escaso sufrimiento experimentado por los peregrinos, que avanzan con paso y espĂritu bastante relajado, algo que pueden permitirse quienes recorren las Ăşltimas etapas del Camino FrancĂ©s tras partir desde Sarria.
La pelĂcula sĂ muestra localizaciones familiares para los caminantes, especialmente hacia el final, ya que el Ăşltimo tramo se desarrolla en el espectacular albergue construido por la Xunta a los pies del Monte do Gozo, diseñado para dar cabida a más de 600 peregrinos cuando toca Año Santo Jacobeo. El cierre del film llega al alcanzar la plaza del Obradoiro. Sin embargo, a diferencia de lo que harán otras ficciones extranjeras, lo Ăşnico que se muestra de la catedral es su fachada.
Porque, efectivamente, el hueco dejado por el cine patrio ha sido aprovechado por producciones foráneas. Con diferentes niveles de acierto, eso sĂ. La otra cinta española reciente es O apostolo, realizada con animaciĂłn en stop-motion y financiada por una campaña de micromecenazgo. En esta pelĂcula, la primera nacional hecha con plastilina, el protagonista es un ladrĂłn que se hace pasar por peregrino.
En 2005 llegĂł desde el paĂs vecino la comedia Saint-Jacques… La Mecque, aquĂ traducida directamente como Peregrinos. Su punto de partida es atractivo: tres hermanos que se odian deberán completar el Camino si quieren cobrar la herencia de su madre.
Y no es una travesĂa sencilla; el peculiar grupo organizado al que se unen, con su guĂa y todo, parte nada menos que desde Le-Puy-en-Velay. Esta opciĂłn, de origen medieval, se conoce como la vĂa Podiense, y obliga a recorrer un buen trecho antes siquiera de llegar a Roncesvalles.
¿Qué detalles fidedignos encontramos en esta cinta francesa? Pues, por ejemplo, gente desprendiéndose de sus posesiones más accesorias a las primeras de cambio porque ha calculado mal el peso de la mochila. O el espabilado que se pone la alarma a las 4:30 de la mañana para comenzar la etapa antes que nadie y despierta con sus ruidos a medio albergue.
Además, los personajes escuchan la frase que ningún peregrino quiere como recibimiento tras veinticinco o treinta kilómetros de caminata: «están todos los albergues completos, buscad al cura y preguntadle si tiene sitio».
TambiĂ©n de 2005 es Americano. AsĂ, en español, pese a ser estadounidense. SegĂşn IMDB, fue el primer y Ăşltimo film de su guionista y director, algo que no extrañará a quienes la hayan visto.
El rostro más reconocible es Joshua Jackson, que interpreta a un aspirante a Hemingway en San FermĂn. En pleno romance, tras toparse con una caracterĂstica señal de concha de viera, medita. Regresar a casa o hacer caso a su ligue y tirar para Santiago. Basta un vistazo para saber que, con semejantes hechuras, no superarĂa ni la primera etapa.
Sin duda, la pelĂcula más famosa sobre el Camino es The Way. TambiĂ©n es la mejor hecha, tanto en calidad cinematográfica como en la veracidad de esos pequeños detalles que logran la aprobaciĂłn del peregrino experimentado que la ve. Su director fue Emilio EstĂ©vez, y está protagonizada por su padre, Martin Sheen. En la trama, se ve obligado a venir a España y termina armándose de valor y haciendo la ruta. AquĂ se muestra todo el proceso, incluyendo su buena raciĂłn de botafumeiro.
El ambiente de los albergues está muy bien captado, por ejemplo. La camaraderĂa, la amistad repentina y fugaz. TambiĂ©n, claro, las dificultades para dormir rodeado de veinte desconocidos (nota a quienes piensen hacer el Camino: tal y como sale en la pelĂcula, las bolsas de plástico producen mucho ruido, especialmente cuando se ha apagado la luz y reina el silencio. Usad otro material, que encima contamina menos).
En este film nadie va con guĂas previamente contratados. Todo lo contrario, refleja fielmente cĂłmo un caminante puede acoplarse a otro durante varios kilĂłmetros, luego separarse, y reencontrarse felizmente tres dĂas despuĂ©s en cualquier aldea.
Eso sĂ, hay un detalle, una americanada si se quiere, que hay que perdonarle. De repente, Martin Sheen y compañĂa terminan en una fiesta gitana oyendo cantar El porompompero. Parece difĂcil que suceda en el norte de España.
Al menos, el gitano es quien le pone en la pista de una costumbre muy extendida entre los peregrinos. Porque, para muchĂsimos de ellos, Santiago no es el final, sino una etapa más. Queda el epĂlogo, la opciĂłn de añadirle kilĂłmetros al cuerpo y contemplar el mar en MuxĂa o Fisterra.
Una mirada al cine clásico nos devuelve una pelĂcula francesa dirigida por Luis Buñuel. Su tĂtulo, La vĂa láctea, hace referencia a lo que solĂa buscarse en el cielo desde todos los puntos de Europa para orientarse y llegar a Galicia. La cinta comienza con una pedagĂłgica introducciĂłn sobre la historia del Camino, para luego ocuparse de tres frentes: un par de vagabundos que peregrinan, a su forma y a su modo, desde Francia; unas densĂsimas conversaciones teolĂłgicas y varios pasajes con JesĂşs y sus apĂłstoles.
Llama la atenciĂłn la fecha de la pelĂcula de Buñuel, 1969, una Ă©poca en que la ruta viviĂł sus momentos más bajos en cuanto a popularidad. Por aquel entonces, el nĂşmero anual de peregrinos que arribaban a Santiago no superaba el centenar. No, no es un error. Menos de cien en todo un año. Apenas trescientos si era Año Santo. Actualmente, en un dĂa cualquiera de verano, la oficina que recibe a los caminantes registra esa cifra en menos de una hora.
En cuanto al formato documental, Footprints se rodó en 2016 y lleva el sello del director de cine religioso Juan Manuel Cotelo. El arranque es un anuncio publicado por un sacerdote español en un pueblo de Arizona. ¿El plan? Recorrer el Camino del Norte, desde Hendaya a Santiago. Más de un mes a pie.
Los que se apuntaron parecen salidos de un casting, ya que abundan las historias de superaciĂłn, intercaladas durante la marcha. Y todos muy catĂłlicos. Son esa clase de personas que se cruzan con un cura y le besan la mano. Uno habla de esperar al matrimonio para dormir con su novia.
Llamativo es el halago que hace el obispo de San Sebastián a las ampollas. Las glorifica, son el sufrimiento previo a la maduraciĂłn y a la felicidad. Se entiende que este señor no ha hecho el Camino, porque es difĂcil encontrar a alguien con los pies reventados que piense asĂ. Y, hablando de pies, por algĂşn motivo inexplicable, los miembros de la expediciĂłn deciden recorrer los Ăşltimos cinco kilĂłmetros, ya en el tĂ©rmino municipal de Santiago, descalzos.
Tres en el camino hibrida el documental con la ficciĂłn. El director, Laurence Boulting, seleccionĂł tres peregrinos reales para su pelĂcula. Nada de actores. Un asistente social holandĂ©s, una poeta japonesa y una joven brasileña recuerdan sus experiencias en el Camino, cada uno en una estaciĂłn del año distinta. De nuevo, la presencia de la religiosidad es abundante.
Durante buena parte de su amplio metraje refleja a la perfección el ambiente que se vive en la ruta. La chica brasileña, por ejemplo, sufre como una condenada para avanzar por la dureza de la aventura. También da protagonismo a los hospitaleros y a quienes se encargan de ayudar a los peregrinos.
En resumen, la relaciĂłn entre el cine y el Camino de Santiago no es un campo yermo, pero casi. Con algo de cuidado, podrĂa cultivarse mucho más. Especialmente en lo tocante al cine español, que pese a tenerlo en casa lo ha olvidado casi por completo. Y, dado que la mitad de los que hacen el viaje provienen del extranjero, tanto europeos como de fuera del continente, serĂa una inversiĂłn con pĂşblico potencial en otros mercados.
Para quienes deseen rememorar anĂ©cdotas o vivencias de su viaje a travĂ©s de la pantalla, no lo tienen sencillo, pero algo puede rascarse. Otro perfil es quien busca este tipo de pelĂculas porque medita si embarcarse en la peregrinaciĂłn. Para hacerse una idea de lo que le espera o reafirmarse en su decisiĂłn de quedarse en casa. A esos, la recomendaciĂłn es que vivan la experiencia. Sin duda.
El cine está muy bien como evocación o detonante, nunca como sustitutivo. En eso, el Camino de Santiago se parece mucho a todo lo demás.
¡Yorokobu gratis en formato digital!
Existe una creencia establecida en el pensamiento colectivo, arraigada gracias a incontables pelĂculas estadounidenses a lo largo de las dĂ©cadas. Se trata del convencimiento de que no existe acontecimiento histĂłrico, biografĂa mĂnimamente interesante, escenario pintoresco o particularidad cultural proveniente de aquella latitud que no conozcamos a travĂ©s de su cine.
Y eso, claro, difĂcilmente resiste la contraposiciĂłn cuando los españoles miramos hacia dentro. Cuántas veces habremos escuchado eso de «si esto lo tuvieran los americanos, habrĂan hecho ya diez pelĂculas, seis documentales y tres series».
Pocas cosas lo ejemplifican mejor que el Camino de Santiago. Un fenĂłmeno internacional repartido por espectaculares localizaciones, y que en Ă©pocas estivales arrastra a la capital gallega a miles de personas cada dĂa. Un choque de culturas constante y, en apariencia, un caladero de historias. Pues desde el cine nacional siempre se ha mirado de soslayo, y encontrar trabajos con esta temática supone un verdadero reto.
Al final del camino, estrenada en 2009, volvió a juntar a Fernando Tejero y Malena Alterio al frente de un reparto. Más allá de la calidad de la cinta, o del mucho o poco atractivo de su trama, aquellos que hayan completado la peregrinación echarán en falta detalles que doten de credibilidad a esta representación de la ruta. Incluso hay planos plagados de figurantes que en nada se parecen a una escena real del Camino, o de cualquier sitio, por culpa de un intenso aroma a impostado.
La peculiar expediciĂłn, guiada por un gurĂş sacacuartos, debe llegar a Santiago en seis dĂas, tiempo en el que intentarán solucionar sus crisis sentimentales. Esa duraciĂłn valida el escaso sufrimiento experimentado por los peregrinos, que avanzan con paso y espĂritu bastante relajado, algo que pueden permitirse quienes recorren las Ăşltimas etapas del Camino FrancĂ©s tras partir desde Sarria.
La pelĂcula sĂ muestra localizaciones familiares para los caminantes, especialmente hacia el final, ya que el Ăşltimo tramo se desarrolla en el espectacular albergue construido por la Xunta a los pies del Monte do Gozo, diseñado para dar cabida a más de 600 peregrinos cuando toca Año Santo Jacobeo. El cierre del film llega al alcanzar la plaza del Obradoiro. Sin embargo, a diferencia de lo que harán otras ficciones extranjeras, lo Ăşnico que se muestra de la catedral es su fachada.
Porque, efectivamente, el hueco dejado por el cine patrio ha sido aprovechado por producciones foráneas. Con diferentes niveles de acierto, eso sĂ. La otra cinta española reciente es O apostolo, realizada con animaciĂłn en stop-motion y financiada por una campaña de micromecenazgo. En esta pelĂcula, la primera nacional hecha con plastilina, el protagonista es un ladrĂłn que se hace pasar por peregrino.
En 2005 llegĂł desde el paĂs vecino la comedia Saint-Jacques… La Mecque, aquĂ traducida directamente como Peregrinos. Su punto de partida es atractivo: tres hermanos que se odian deberán completar el Camino si quieren cobrar la herencia de su madre.
Y no es una travesĂa sencilla; el peculiar grupo organizado al que se unen, con su guĂa y todo, parte nada menos que desde Le-Puy-en-Velay. Esta opciĂłn, de origen medieval, se conoce como la vĂa Podiense, y obliga a recorrer un buen trecho antes siquiera de llegar a Roncesvalles.
¿Qué detalles fidedignos encontramos en esta cinta francesa? Pues, por ejemplo, gente desprendiéndose de sus posesiones más accesorias a las primeras de cambio porque ha calculado mal el peso de la mochila. O el espabilado que se pone la alarma a las 4:30 de la mañana para comenzar la etapa antes que nadie y despierta con sus ruidos a medio albergue.
Además, los personajes escuchan la frase que ningún peregrino quiere como recibimiento tras veinticinco o treinta kilómetros de caminata: «están todos los albergues completos, buscad al cura y preguntadle si tiene sitio».
TambiĂ©n de 2005 es Americano. AsĂ, en español, pese a ser estadounidense. SegĂşn IMDB, fue el primer y Ăşltimo film de su guionista y director, algo que no extrañará a quienes la hayan visto.
El rostro más reconocible es Joshua Jackson, que interpreta a un aspirante a Hemingway en San FermĂn. En pleno romance, tras toparse con una caracterĂstica señal de concha de viera, medita. Regresar a casa o hacer caso a su ligue y tirar para Santiago. Basta un vistazo para saber que, con semejantes hechuras, no superarĂa ni la primera etapa.
Sin duda, la pelĂcula más famosa sobre el Camino es The Way. TambiĂ©n es la mejor hecha, tanto en calidad cinematográfica como en la veracidad de esos pequeños detalles que logran la aprobaciĂłn del peregrino experimentado que la ve. Su director fue Emilio EstĂ©vez, y está protagonizada por su padre, Martin Sheen. En la trama, se ve obligado a venir a España y termina armándose de valor y haciendo la ruta. AquĂ se muestra todo el proceso, incluyendo su buena raciĂłn de botafumeiro.
El ambiente de los albergues está muy bien captado, por ejemplo. La camaraderĂa, la amistad repentina y fugaz. TambiĂ©n, claro, las dificultades para dormir rodeado de veinte desconocidos (nota a quienes piensen hacer el Camino: tal y como sale en la pelĂcula, las bolsas de plástico producen mucho ruido, especialmente cuando se ha apagado la luz y reina el silencio. Usad otro material, que encima contamina menos).
En este film nadie va con guĂas previamente contratados. Todo lo contrario, refleja fielmente cĂłmo un caminante puede acoplarse a otro durante varios kilĂłmetros, luego separarse, y reencontrarse felizmente tres dĂas despuĂ©s en cualquier aldea.
Eso sĂ, hay un detalle, una americanada si se quiere, que hay que perdonarle. De repente, Martin Sheen y compañĂa terminan en una fiesta gitana oyendo cantar El porompompero. Parece difĂcil que suceda en el norte de España.
Al menos, el gitano es quien le pone en la pista de una costumbre muy extendida entre los peregrinos. Porque, para muchĂsimos de ellos, Santiago no es el final, sino una etapa más. Queda el epĂlogo, la opciĂłn de añadirle kilĂłmetros al cuerpo y contemplar el mar en MuxĂa o Fisterra.
Una mirada al cine clásico nos devuelve una pelĂcula francesa dirigida por Luis Buñuel. Su tĂtulo, La vĂa láctea, hace referencia a lo que solĂa buscarse en el cielo desde todos los puntos de Europa para orientarse y llegar a Galicia. La cinta comienza con una pedagĂłgica introducciĂłn sobre la historia del Camino, para luego ocuparse de tres frentes: un par de vagabundos que peregrinan, a su forma y a su modo, desde Francia; unas densĂsimas conversaciones teolĂłgicas y varios pasajes con JesĂşs y sus apĂłstoles.
Llama la atenciĂłn la fecha de la pelĂcula de Buñuel, 1969, una Ă©poca en que la ruta viviĂł sus momentos más bajos en cuanto a popularidad. Por aquel entonces, el nĂşmero anual de peregrinos que arribaban a Santiago no superaba el centenar. No, no es un error. Menos de cien en todo un año. Apenas trescientos si era Año Santo. Actualmente, en un dĂa cualquiera de verano, la oficina que recibe a los caminantes registra esa cifra en menos de una hora.
En cuanto al formato documental, Footprints se rodó en 2016 y lleva el sello del director de cine religioso Juan Manuel Cotelo. El arranque es un anuncio publicado por un sacerdote español en un pueblo de Arizona. ¿El plan? Recorrer el Camino del Norte, desde Hendaya a Santiago. Más de un mes a pie.
Los que se apuntaron parecen salidos de un casting, ya que abundan las historias de superaciĂłn, intercaladas durante la marcha. Y todos muy catĂłlicos. Son esa clase de personas que se cruzan con un cura y le besan la mano. Uno habla de esperar al matrimonio para dormir con su novia.
Llamativo es el halago que hace el obispo de San Sebastián a las ampollas. Las glorifica, son el sufrimiento previo a la maduraciĂłn y a la felicidad. Se entiende que este señor no ha hecho el Camino, porque es difĂcil encontrar a alguien con los pies reventados que piense asĂ. Y, hablando de pies, por algĂşn motivo inexplicable, los miembros de la expediciĂłn deciden recorrer los Ăşltimos cinco kilĂłmetros, ya en el tĂ©rmino municipal de Santiago, descalzos.
Tres en el camino hibrida el documental con la ficciĂłn. El director, Laurence Boulting, seleccionĂł tres peregrinos reales para su pelĂcula. Nada de actores. Un asistente social holandĂ©s, una poeta japonesa y una joven brasileña recuerdan sus experiencias en el Camino, cada uno en una estaciĂłn del año distinta. De nuevo, la presencia de la religiosidad es abundante.
Durante buena parte de su amplio metraje refleja a la perfección el ambiente que se vive en la ruta. La chica brasileña, por ejemplo, sufre como una condenada para avanzar por la dureza de la aventura. También da protagonismo a los hospitaleros y a quienes se encargan de ayudar a los peregrinos.
En resumen, la relaciĂłn entre el cine y el Camino de Santiago no es un campo yermo, pero casi. Con algo de cuidado, podrĂa cultivarse mucho más. Especialmente en lo tocante al cine español, que pese a tenerlo en casa lo ha olvidado casi por completo. Y, dado que la mitad de los que hacen el viaje provienen del extranjero, tanto europeos como de fuera del continente, serĂa una inversiĂłn con pĂşblico potencial en otros mercados.
Para quienes deseen rememorar anĂ©cdotas o vivencias de su viaje a travĂ©s de la pantalla, no lo tienen sencillo, pero algo puede rascarse. Otro perfil es quien busca este tipo de pelĂculas porque medita si embarcarse en la peregrinaciĂłn. Para hacerse una idea de lo que le espera o reafirmarse en su decisiĂłn de quedarse en casa. A esos, la recomendaciĂłn es que vivan la experiencia. Sin duda.
El cine está muy bien como evocación o detonante, nunca como sustitutivo. En eso, el Camino de Santiago se parece mucho a todo lo demás.
Pues sĂ, el Camino parece un tema todavĂa por explotar bien cinematográficamente… QuiĂ©n sabe si se está preparando alguna producciĂłn digna.
Luis Buñuel… Genio? Oui… et oui.
Luis Buñuel… genio? -oui… et OUĂŤ.
LA recopilación realizada es excepcional, enhorabuena 🙂 Nosotros estamos contemplando la posibilidad de patrocinar algún evento relacionado con el cine y el Camino de Santiago 🙂
Dejemos el camino tranquilo que bastante saturado está ya como para ponerlo aun más de moda.
Comentarios cerrados.