Relaciones basadas en la autenticidad: la revolución silenciosa de Rogers
”Yorokobu gratis en formato digital!
Mafalda, en una de sus frases estrella, se preguntaba: «¿Por quĆ© a mĆ me tocó ser yo?Ā». Si hacemos la misma reflexión, serĆ” difĆcil llegar a una conclusión. Como mucho, podremos darnos un Ā«porque sĆĀ» como respuesta. Si damos un paso mĆ”s, podrĆamos cuestionarnos: ĀæCómo me relaciono con los demĆ”s? Y tambiĆ©n: ĀæDesde dónde actĆŗo? ĀæMe acepto? ĀæQuiĆ©n soy yo con elĀ otro? ĀæCómo me siento con cada persona con la que convivo o entablo una relación?
A este debate de uno consigo mismo respondĆa en parte laĀ revolución silenciosa de Carl Rogers. El psicólogo proponĆa un modo de vincularse con los demĆ”s. PermitĆa que cada uno conectara con lo que realmente es a travĆ©s de relaciones autĆ©nticas, ya fueranĀ con una pareja, un amigo, un hijo, un maestro, un terapeuta o cualquier persona capaz de demostrar congruencia y autenticidad. Sólo asĆ, sintiĆ©ndonos bien con nuestras relaciones, la humanidad podrĆa avanzar hacia un mundo mejor.
Rogers fraguó una psicoterapia que a lo largo de los años causó fascinación en Estados Unidos, y sus ideas le valieron para ser candidato a un Nobel de la Paz.
Desde sus inicios, contribuyó a la educación con su enfoque centrado en la persona. Uno de sus hĆ©roes era John Dewey, quien creĆa que la buena educación no debĆa ser sólo intelectual, sino entregarse totalmente a la experiencia.
DespuĆ©s de muchos aƱos asistiendo a personas, uno de los momentos de mayor reconocimiento le llegó despuĆ©s de la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzó a ayudar a militares y lisiados de guerra. Hasta entonces, estos sólo eran atendidos por mĆ©dicos: nadie se habĆa interesado por cómo se sentĆan emocionalmente. A raiz de aquello, Rogers fue invitado a Japón para que otros psicólogos conocieran su forma de ayudar.
El humanismo actual recoge aspectos de las teorĆas de Rogers, asĆ como de otros como Maslow,Ā Erich Fromm, Robert Carkhuff o Victor Frank.
Rogers aportó a esta corriente la tendencia actual que considera que hay un impulso natural, constructivo y optimista hacia la supervivencia y la autorrealización. En una metĆ”fora, la tendencia puede verse como una semilla que de manera natural serĆ” Ć”rbol. Una frase que deberĆa darnos la fórmula para confiar en nuestra propia transformación positiva.
Enfoque centrado en la persona
AdemĆ”s de informes y artĆculos, Rogers publicó mĆ”s de 15 libros. El proceso de convertirse en persona (1961) es uno de los mĆ”s conocidos. Lo escribió cuando era profesor de psicologĆa y psiquiatrĆa en la Universidad de Wisconsin y se convirtió en la biblia del movimiento humanista de la psicologĆa.
Sus terapias grupales tomaron forma en la obra Grupos de encuentro (1970). En ellas, el terapeuta no era mÔs que una persona que participaba del encuentro para conocer, entender y ayudar al otro.
Rogers afianzó una terapia no directiva donde la figura del facilitador no llevara mĆ”scaras psicológicas ni profesionales. El terapeuta se encuentra de igual a igual con su cliente (ni siquiera se denominaba ‘paciente’ puesto que no era una figura pasiva, sino un experto enĀ su propia trayectoria).
La esencia rogeriana se aprecia en que el punto de vista del psicoterapeuta se trata mĆ”s de una forma de ser frente al clienteĀ que en el meroĀ ejercicio de una profesión. SuĀ psicologĆa se acerca a los problemas de cada individuo y de la humanidad hasta llegar a lo que significa verdaderamente existir como ser humano.
En El poder de la persona (1978), Rogers confĆa en que los individuos que albergan fortaleza interna para impulsarse y derribar sus defensas pueden cambiar la propia lectura de sus experiencias vitales.
MĆ”s allĆ” de los fundamentos teóricos, probablementeĀ el caso prĆ”ctico o testimonio mĆ”s comentado sea el de Gloria, en 1964. Hoy se pueden rescatar en YouTube vĆdeos deĀ tres de los terapeutas mĆ”s influyentes de la Ć©poca āCarl Rogers, Fritz Perls (Gestalt) y Albert Ellis (terapia racional-emotiva conductual)ā trabajando con la misma cliente.
Gloria accedió de forma voluntaria a 40 minutos de terapia, que serĆa grabada y publicada, con cada uno de ellos. El tema central de las charlas eraĀ la dificultad que le suponĆa contar a su hija su relación con otros hombres tras divorciarse.
Varios expertos han coincidido en que Rogers dejaba mƔs libertad a su paciente y mƔs espacio a sus silencios; y que mostraba mƔs transparencia para que ella conectara con sus propios emociones y planteamientos.
Durante la sesión, por ejemplo, Gloria necesita que su psicoterapeuta resuelva algunas preguntas que tiene sobre sĆ misma. En vez de llevarla a tomar una decisión correcta o la mĆ”s apropiada, Rogers deja que acepte su verdadera esencia. Para Rogers, el mecanismo del cambio no radica en clarificar sus valores y creencias, sino en explorar su verdadero yo. Ā«Convertirse en la persona que uno es y con la capacidad de tomar las decisiones mĆ”s satisfactorias es la meta mĆ”xima de la terapia centrada en el clienteĀ», decĆa.
Congruencia y empatĆa genuina
Solemos hablar de la empatĆa como Ā«ponerse en el lugar del otroĀ», o traducido del inglĆ©s, Ā«en los zapatos del otroĀ». Para Rogers esto era insuficiente y superficial. No se puede ser empĆ”tico si esta empatĆa no se produce de manera genuina. ĀæQuĆ© quiere decir ’empatĆa genuina’? Significa vivir nuestras relaciones, cualesquiera que sean, siendo nosotros mismos y percibiendo a los otros tambiĆ©n por lo que son, con aceptación, sin todos los elementos subjetivos que introducimos en los demĆ”s. No sólo es ponerse los zapatos sino los pies del otro. SerĆa como despojarnos de todo lo que es nuestro y entonces verĀ cómo son los otros y desde dónde actĆŗan y piensan. Ayudar al otro desde lo que es, a percibirse a sĆ mismo, a aceptarse y quererse. La premisa de Rogers se contrastó una y otra vez: cuando las personas son aceptadas y apreciadas, tienden a desarrollar cariƱo hacia sĆ mismas.
Lo que diferenciaba a Rogers, sobre todo, era que se centrabaĀ en la persona y no en el problema: la persona puede tener problemas, pero estos van y vienen. Lo realmente importante es poner el foco en la persona, en su marco de referencia.Ā El resto del mundo desaparecĆa para Ć©l ātambiĆ©n su propia historia personalā, se dejaba llevar porĀ aquello que el cliente le decĆa: si era algo muy duro para Ć©l, o si le impactaba, si veĆa dolor o lĆ”grimas āincluso cuando la persona no lloraseĀ por fuera.
SegĆŗn el cofundador de la psicologĆa humanista, no habĆa metodologĆa: sus interpretaciones, dilucidaciones o reflejos con aclaraciones de lo que decĆaĀ el cliente, asĆ como muchasĀ de sus pautas en la conversación, no estaban recogidas en ningĆŗn manual; aunque con los aƱos su apellido ha dado nombre a unaĀ orientación psicológica que hoy dĆa es combinada con otras prĆ”cticas como la Gestalt y que se usa para tratamientos de trauma o apego entre otros.
La mirada incondicional al otro, el no juzgar y la autenticidad de la relación con su cliente son las actitudes por las que Rogers abogaba. El propósito de su terapia era escuchar, aceptar y reconocer los sentimientos que el cliente estaba teniendo en ese preciso momento. Esta era una de las condiciones suficientes para construir la personalidad. De hecho, la escucha de Rogers fue comparada con la de Freud. Para autores como Kahn y Kohut, Rogers la convierte no sólo en una herramienta para escuchar sino en una cura terapĆ©utica. Ćl destierra la posibilidad de confrontación que utilizan los psicoanalistas para llevar a los clientes a ser conscientes de la relación entre sus palabras y su comportamiento.
Cultura y religión en los grupos de encuentro
En los Ćŗltimos aƱos de su vida, se dedicó a aplicar sus ideas a situaciones polĆticas y organizó talleres para la resolución de conflictos en CentroamĆ©rica. TambiĆ©n llevó a cabo workshops y grupos con protestantes y católicos en Belfast; y conĀ blancos y negros en SudĆ”frica. Ā«En los grupos, se ven unos aĀ otros como personas, no como aquellos católicos o protestantes malos. Los sentimientos de hostilidad irracional se disuelvenĀ», resumió.
En 1982, Rogers publicó un artĆculo sobre la guerra nuclear y reiteró que Ā«serĆa muy Ćŗtil que los polĆticos de ambos lados de la Cortina de Hierro pudieran expresar sus miedos mĆ”s profundos sobre el otro ladoĀ». Era, dijo, la Ćŗnica esperanza de evitar la Destrucción Mutua Asegurada. En 1984, Rogers lanzó oficialmente el Proyecto de Paz para que culturas e ideologĆas diferentes entendieran al otro desde una nueva perspectiva, en una campaƱa que fue apoyada por estrellas de Hollywood.
Para Rogers, el psicoterapeuta debĆa tener un gran respeto por el ser humano, aceptando lo que siente su cliente, sin etiquetar si aquello que siente estĆ” bien o mal. Entonces, cuando el cliente ve a travĆ©s de ese espejo que alguien le acepta incluso con aquello que pueda ser para Ć©l una tara; Ć©l tambiĆ©n lo puede aceptar. Y sólo cuando lo acepta āparafraseando a Rogersā podrĆ” cambiarlo.
Las experiencias con grupos reducidos se consideran actualmente la mejor forma de crear destrezas personales y de brindar asesorĆa, motivación y auxilio a las personas. En muchos paĆses, incluido EspaƱa, los grupos de encuentro de Rogers proporcionan a los miembros la oportunidad de vivir una experiencia personal inusualmente intensa.
Sin embargo, se han cuestionadoĀ puntos ciegos de este paradigma. Por ejemplo, en lo queĀ ataƱe a la autenticidad. Si bien ser autĆ©nticos nos trae libertad porque nos permite ser quienes somos, tambiĆ©n puede generar rechazo y desolación si la sociedad nos ha exigido ser algo diferente a lo que somos: por ejemplo, ponernos mĆ”scaras para caer bien. Las consecuencias de no ser quienes somos llevan a tomar decisiones frustrantes que no van con nosotros. Y esta es la profunda raĆz que los profesionales que han seguido los pasos de Rogers siguen rescatando hoy dĆa en sus consultas.
Legado feminista
Voces destacadas, como la de la experta Maureen OāHara, denunciaron que los psicoterapeutas de la Ć©poca estaban influenciados por un pensamiento sobre el sistema patriarcal que se manifestaba tambiĆ©n en las sesiones de psicoterapia. Pese a los postulados androcĆ©ntricos, Rogers reconoció la dificultad aƱadida que suponĆa para las mujeres trabajar la aceptación incondicional, ya que era consciente de los condicionantes socio-culturales. Tuvo esto en cuenta en sus terapias e hizo que sus pacientes sintieran que a veces su rechazo interno no habĆa nacido en ellas, sino en su entorno.
En campos como la igualdad, la educación y los temas sociales, Rogers se mostró como un avanzado a su tiempo. TreintaĀ aƱos despuĆ©s de su muerte, su trabajo toadavĆaĀ resuena cuando se habla deĀ esas Ć”reas, por la posibilidad de mejorar la sociedad de uno a uno o en pequeƱos grupos, como Ć©l lo bautizó, a travĆ©s de una revolución silenciosa.
”Yorokobu gratis en formato digital!
Mafalda, en una de sus frases estrella, se preguntaba: «¿Por quĆ© a mĆ me tocó ser yo?Ā». Si hacemos la misma reflexión, serĆ” difĆcil llegar a una conclusión. Como mucho, podremos darnos un Ā«porque sĆĀ» como respuesta. Si damos un paso mĆ”s, podrĆamos cuestionarnos: ĀæCómo me relaciono con los demĆ”s? Y tambiĆ©n: ĀæDesde dónde actĆŗo? ĀæMe acepto? ĀæQuiĆ©n soy yo con elĀ otro? ĀæCómo me siento con cada persona con la que convivo o entablo una relación?
A este debate de uno consigo mismo respondĆa en parte laĀ revolución silenciosa de Carl Rogers. El psicólogo proponĆa un modo de vincularse con los demĆ”s. PermitĆa que cada uno conectara con lo que realmente es a travĆ©s de relaciones autĆ©nticas, ya fueranĀ con una pareja, un amigo, un hijo, un maestro, un terapeuta o cualquier persona capaz de demostrar congruencia y autenticidad. Sólo asĆ, sintiĆ©ndonos bien con nuestras relaciones, la humanidad podrĆa avanzar hacia un mundo mejor.
Rogers fraguó una psicoterapia que a lo largo de los años causó fascinación en Estados Unidos, y sus ideas le valieron para ser candidato a un Nobel de la Paz.
Desde sus inicios, contribuyó a la educación con su enfoque centrado en la persona. Uno de sus hĆ©roes era John Dewey, quien creĆa que la buena educación no debĆa ser sólo intelectual, sino entregarse totalmente a la experiencia.
DespuĆ©s de muchos aƱos asistiendo a personas, uno de los momentos de mayor reconocimiento le llegó despuĆ©s de la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzó a ayudar a militares y lisiados de guerra. Hasta entonces, estos sólo eran atendidos por mĆ©dicos: nadie se habĆa interesado por cómo se sentĆan emocionalmente. A raiz de aquello, Rogers fue invitado a Japón para que otros psicólogos conocieran su forma de ayudar.
El humanismo actual recoge aspectos de las teorĆas de Rogers, asĆ como de otros como Maslow,Ā Erich Fromm, Robert Carkhuff o Victor Frank.
Rogers aportó a esta corriente la tendencia actual que considera que hay un impulso natural, constructivo y optimista hacia la supervivencia y la autorrealización. En una metĆ”fora, la tendencia puede verse como una semilla que de manera natural serĆ” Ć”rbol. Una frase que deberĆa darnos la fórmula para confiar en nuestra propia transformación positiva.
Enfoque centrado en la persona
AdemĆ”s de informes y artĆculos, Rogers publicó mĆ”s de 15 libros. El proceso de convertirse en persona (1961) es uno de los mĆ”s conocidos. Lo escribió cuando era profesor de psicologĆa y psiquiatrĆa en la Universidad de Wisconsin y se convirtió en la biblia del movimiento humanista de la psicologĆa.
Sus terapias grupales tomaron forma en la obra Grupos de encuentro (1970). En ellas, el terapeuta no era mÔs que una persona que participaba del encuentro para conocer, entender y ayudar al otro.
Rogers afianzó una terapia no directiva donde la figura del facilitador no llevara mĆ”scaras psicológicas ni profesionales. El terapeuta se encuentra de igual a igual con su cliente (ni siquiera se denominaba ‘paciente’ puesto que no era una figura pasiva, sino un experto enĀ su propia trayectoria).
La esencia rogeriana se aprecia en que el punto de vista del psicoterapeuta se trata mĆ”s de una forma de ser frente al clienteĀ que en el meroĀ ejercicio de una profesión. SuĀ psicologĆa se acerca a los problemas de cada individuo y de la humanidad hasta llegar a lo que significa verdaderamente existir como ser humano.
En El poder de la persona (1978), Rogers confĆa en que los individuos que albergan fortaleza interna para impulsarse y derribar sus defensas pueden cambiar la propia lectura de sus experiencias vitales.
MĆ”s allĆ” de los fundamentos teóricos, probablementeĀ el caso prĆ”ctico o testimonio mĆ”s comentado sea el de Gloria, en 1964. Hoy se pueden rescatar en YouTube vĆdeos deĀ tres de los terapeutas mĆ”s influyentes de la Ć©poca āCarl Rogers, Fritz Perls (Gestalt) y Albert Ellis (terapia racional-emotiva conductual)ā trabajando con la misma cliente.
Gloria accedió de forma voluntaria a 40 minutos de terapia, que serĆa grabada y publicada, con cada uno de ellos. El tema central de las charlas eraĀ la dificultad que le suponĆa contar a su hija su relación con otros hombres tras divorciarse.
Varios expertos han coincidido en que Rogers dejaba mƔs libertad a su paciente y mƔs espacio a sus silencios; y que mostraba mƔs transparencia para que ella conectara con sus propios emociones y planteamientos.
Durante la sesión, por ejemplo, Gloria necesita que su psicoterapeuta resuelva algunas preguntas que tiene sobre sĆ misma. En vez de llevarla a tomar una decisión correcta o la mĆ”s apropiada, Rogers deja que acepte su verdadera esencia. Para Rogers, el mecanismo del cambio no radica en clarificar sus valores y creencias, sino en explorar su verdadero yo. Ā«Convertirse en la persona que uno es y con la capacidad de tomar las decisiones mĆ”s satisfactorias es la meta mĆ”xima de la terapia centrada en el clienteĀ», decĆa.
Congruencia y empatĆa genuina
Solemos hablar de la empatĆa como Ā«ponerse en el lugar del otroĀ», o traducido del inglĆ©s, Ā«en los zapatos del otroĀ». Para Rogers esto era insuficiente y superficial. No se puede ser empĆ”tico si esta empatĆa no se produce de manera genuina. ĀæQuĆ© quiere decir ’empatĆa genuina’? Significa vivir nuestras relaciones, cualesquiera que sean, siendo nosotros mismos y percibiendo a los otros tambiĆ©n por lo que son, con aceptación, sin todos los elementos subjetivos que introducimos en los demĆ”s. No sólo es ponerse los zapatos sino los pies del otro. SerĆa como despojarnos de todo lo que es nuestro y entonces verĀ cómo son los otros y desde dónde actĆŗan y piensan. Ayudar al otro desde lo que es, a percibirse a sĆ mismo, a aceptarse y quererse. La premisa de Rogers se contrastó una y otra vez: cuando las personas son aceptadas y apreciadas, tienden a desarrollar cariƱo hacia sĆ mismas.
Lo que diferenciaba a Rogers, sobre todo, era que se centrabaĀ en la persona y no en el problema: la persona puede tener problemas, pero estos van y vienen. Lo realmente importante es poner el foco en la persona, en su marco de referencia.Ā El resto del mundo desaparecĆa para Ć©l ātambiĆ©n su propia historia personalā, se dejaba llevar porĀ aquello que el cliente le decĆa: si era algo muy duro para Ć©l, o si le impactaba, si veĆa dolor o lĆ”grimas āincluso cuando la persona no lloraseĀ por fuera.
SegĆŗn el cofundador de la psicologĆa humanista, no habĆa metodologĆa: sus interpretaciones, dilucidaciones o reflejos con aclaraciones de lo que decĆaĀ el cliente, asĆ como muchasĀ de sus pautas en la conversación, no estaban recogidas en ningĆŗn manual; aunque con los aƱos su apellido ha dado nombre a unaĀ orientación psicológica que hoy dĆa es combinada con otras prĆ”cticas como la Gestalt y que se usa para tratamientos de trauma o apego entre otros.
La mirada incondicional al otro, el no juzgar y la autenticidad de la relación con su cliente son las actitudes por las que Rogers abogaba. El propósito de su terapia era escuchar, aceptar y reconocer los sentimientos que el cliente estaba teniendo en ese preciso momento. Esta era una de las condiciones suficientes para construir la personalidad. De hecho, la escucha de Rogers fue comparada con la de Freud. Para autores como Kahn y Kohut, Rogers la convierte no sólo en una herramienta para escuchar sino en una cura terapĆ©utica. Ćl destierra la posibilidad de confrontación que utilizan los psicoanalistas para llevar a los clientes a ser conscientes de la relación entre sus palabras y su comportamiento.
Cultura y religión en los grupos de encuentro
En los Ćŗltimos aƱos de su vida, se dedicó a aplicar sus ideas a situaciones polĆticas y organizó talleres para la resolución de conflictos en CentroamĆ©rica. TambiĆ©n llevó a cabo workshops y grupos con protestantes y católicos en Belfast; y conĀ blancos y negros en SudĆ”frica. Ā«En los grupos, se ven unos aĀ otros como personas, no como aquellos católicos o protestantes malos. Los sentimientos de hostilidad irracional se disuelvenĀ», resumió.
En 1982, Rogers publicó un artĆculo sobre la guerra nuclear y reiteró que Ā«serĆa muy Ćŗtil que los polĆticos de ambos lados de la Cortina de Hierro pudieran expresar sus miedos mĆ”s profundos sobre el otro ladoĀ». Era, dijo, la Ćŗnica esperanza de evitar la Destrucción Mutua Asegurada. En 1984, Rogers lanzó oficialmente el Proyecto de Paz para que culturas e ideologĆas diferentes entendieran al otro desde una nueva perspectiva, en una campaƱa que fue apoyada por estrellas de Hollywood.
Para Rogers, el psicoterapeuta debĆa tener un gran respeto por el ser humano, aceptando lo que siente su cliente, sin etiquetar si aquello que siente estĆ” bien o mal. Entonces, cuando el cliente ve a travĆ©s de ese espejo que alguien le acepta incluso con aquello que pueda ser para Ć©l una tara; Ć©l tambiĆ©n lo puede aceptar. Y sólo cuando lo acepta āparafraseando a Rogersā podrĆ” cambiarlo.
Las experiencias con grupos reducidos se consideran actualmente la mejor forma de crear destrezas personales y de brindar asesorĆa, motivación y auxilio a las personas. En muchos paĆses, incluido EspaƱa, los grupos de encuentro de Rogers proporcionan a los miembros la oportunidad de vivir una experiencia personal inusualmente intensa.
Sin embargo, se han cuestionadoĀ puntos ciegos de este paradigma. Por ejemplo, en lo queĀ ataƱe a la autenticidad. Si bien ser autĆ©nticos nos trae libertad porque nos permite ser quienes somos, tambiĆ©n puede generar rechazo y desolación si la sociedad nos ha exigido ser algo diferente a lo que somos: por ejemplo, ponernos mĆ”scaras para caer bien. Las consecuencias de no ser quienes somos llevan a tomar decisiones frustrantes que no van con nosotros. Y esta es la profunda raĆz que los profesionales que han seguido los pasos de Rogers siguen rescatando hoy dĆa en sus consultas.
Legado feminista
Voces destacadas, como la de la experta Maureen OāHara, denunciaron que los psicoterapeutas de la Ć©poca estaban influenciados por un pensamiento sobre el sistema patriarcal que se manifestaba tambiĆ©n en las sesiones de psicoterapia. Pese a los postulados androcĆ©ntricos, Rogers reconoció la dificultad aƱadida que suponĆa para las mujeres trabajar la aceptación incondicional, ya que era consciente de los condicionantes socio-culturales. Tuvo esto en cuenta en sus terapias e hizo que sus pacientes sintieran que a veces su rechazo interno no habĆa nacido en ellas, sino en su entorno.
En campos como la igualdad, la educación y los temas sociales, Rogers se mostró como un avanzado a su tiempo. TreintaĀ aƱos despuĆ©s de su muerte, su trabajo toadavĆaĀ resuena cuando se habla deĀ esas Ć”reas, por la posibilidad de mejorar la sociedad de uno a uno o en pequeƱos grupos, como Ć©l lo bautizó, a travĆ©s de una revolución silenciosa.
lo bonito que les contaré, es que me gustó lo que leÅ
olƩ Marta!! gracias, felicidades!
Un artĆculo muy interesante!
Parece difĆcil ser autĆ©ntico en medio de tantos prejuicios. SerĆa genial desarrollar estas terapias en grupos grandes y aplicarlo especialmente en escuelas a padres y niƱos.
Muy interesante, gracias. Espero leer mĆ”s artĆculos en esta lĆnea
Me gustó mucho este artĆculo , creo que en pocas lĆneas proporciona un panorama del trabajo de Rogers. Definitivamente para la psicoterapia no hay generalidades, ya que cada persona es Ćŗnica , asĆ que el contacto persona a persona a veces es lo que impulsa el cambio o de inicio la aceptación . Esto es lo valioso del enfoque de Rogers y que aplicamos en Gestalt. Gracias por compartirlo.
He leĆdo esta parte de tu blog y eme gusto tengo un doctorado y una maestrĆa en Desarrollo Humano cuya columna vertebral es el Enfoque centrado en la persona y ademas soy formadora de docentes en FilosofĆa para NiƱos en MĆ©xico conozco muy bien la propuesta de Mathew Lipman y las Comunidades de diĆ”logo me gusto tu blog pues tiene algunos p’untos que yo he revisado y pensado mucho en ellos seguimos en contacto y gracias por tu material.
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