Una puta insigne y aguerrida debe efectuar un estudio particular de las diferentes variaciones que suelen procurar placer a los hombres, pues hay diferencia entre divertir a un hombre frío, a un rubio o a un hombre hirsuto y moreno; entre excitar a un jovenzuelo o a un viejo sensual».
Eran días de revolución en Francia. En aquel país, allá por 1792, apareció un libro titulado Catecismo libertino para muchachas de vida alegre y señoritas que decidan ejercer esa profesión. La primera edición apareció sin firma. La segunda llevaba la rúbrica de Théroigne de Méricourt.
Eso ha hecho que hoy no se sepa la verdadera autoría de la obra. Unos historiadores dicen que, efectivamente, la escritora fue esta republicana revolucionaria a la que tanto admiraba Baudelaire. Otros piensan que un anónimo utilizó el nombre de la heroína, conocida en toda Francia, para ganar popularidad. Ella ni lo confirmó ni lo desmintió.
La editorial La Felguera lo ha publicado en español, en un libro dedicado a Théroigne de Méricourt: La Furia. El catecismo empieza con una epístola del abad Prepuciano a la señora abadesa de Montmatre y una oración a santa Magdalena. Después se suceden una serie de preguntas y respuestas que desvelan «qué es ser una puta», «qué cualidades debe tener» o «las señales características que distinguen a una puta de la que no lo es». Pregunta: ¿Cuáles son los objetos y utensilios que deben adornar la habitación de una puta? Respuesta. Detrás del espejo debe tener dos buenas fustas, una adornada con una cinta rosada y la otra con una cinta azul. Aunque hoy que todo es de estilo patriótico y que incluso se fornica patrióticamente, bastará con una cinta tricolor.
En los cajones de su cómoda debe haber látigos, disciplinas de cuerdas con pequeños nudos y otras provistas de alfileres. También debe poseer cintas y sogas resistentes. Junto a la chimenea deben hallarse, en el interior de un armarito, varios condones. Deben exhibirse cuadros licenciosos, y las estampas más voluptuosas y lubricas deben rodear su cama. Numerosos espejos enfrentados servirán para reflejar las posturas del placer. Pregunta. ¿Cuáles son los usos que debe hacer una muchacha de vida alegre de todos estos utensilios? Respuesta. Cuando se presente en su aposento algún fornicador frígido que con la actitud perezosa de su verga demuestre impotencia o ausencia de fuerzas, la puta, después de probar con los métodos ordinarios y al ver que con el ejercicio de la mano no puede devolver a ese falo su picardía y majestuosidad, deberá recurrir a remedios violentos a la par que operativos. Al constatar que no puede hacer que el calzonazos se excite ni que descargue, ella agarrará una buena fusta y comenzará asestándole en las nalgas una treintena de azotes.
Si esta práctica no provoca mejoría, deberán emplearse los látigos y las disciplinas con alfileres. (…). Sobre todo son los curas quienes presentan una mayor propensión a la flagelación. Algunos se dejan atar y otros solo sienten satisfacción cuando una puta les ha macerado y desarrollado el culo hasta el punto de hacerles correr la sangre por los muslos. Pregunta. ¿Qué entendemos por condón? Respuesta. Son las bolsitas o especie de fundas de piel de cordero con las que se envuelve el falo del fornicador que teme el peligro de fornicar con una mujer de la que no está seguro. (…). Esta precaución, aunque prudente, no gusta mucho a las mujeres ardientes en el coito.
Las preguntas continúan hasta que el catecismo se acerca al final. La obra termina con una serie de poemas titulados Instrumento deseado, La fornicadora infatigable, Chascarrillo, Gozo, La primera vez y Epigrama. Estos son los versos de esa última poesía.
Un marinero grosero en un coño quiso entrar. Maldecía y se quejaba: ¡la moza no tiene igual! La chiquilla dijo: ¡Nunca! Él gritó: ¡San Nicolás! ¿Acaso se me resiste? Déjese de fruslerías, que mi falo es pertinaz.
Una puta insigne y aguerrida debe efectuar un estudio particular de las diferentes variaciones que suelen procurar placer a los hombres, pues hay diferencia entre divertir a un hombre frío, a un rubio o a un hombre hirsuto y moreno; entre excitar a un jovenzuelo o a un viejo sensual».
Eran días de revolución en Francia. En aquel país, allá por 1792, apareció un libro titulado Catecismo libertino para muchachas de vida alegre y señoritas que decidan ejercer esa profesión. La primera edición apareció sin firma. La segunda llevaba la rúbrica de Théroigne de Méricourt.
Eso ha hecho que hoy no se sepa la verdadera autoría de la obra. Unos historiadores dicen que, efectivamente, la escritora fue esta republicana revolucionaria a la que tanto admiraba Baudelaire. Otros piensan que un anónimo utilizó el nombre de la heroína, conocida en toda Francia, para ganar popularidad. Ella ni lo confirmó ni lo desmintió.
La editorial La Felguera lo ha publicado en español, en un libro dedicado a Théroigne de Méricourt: La Furia. El catecismo empieza con una epístola del abad Prepuciano a la señora abadesa de Montmatre y una oración a santa Magdalena. Después se suceden una serie de preguntas y respuestas que desvelan «qué es ser una puta», «qué cualidades debe tener» o «las señales características que distinguen a una puta de la que no lo es». Pregunta: ¿Cuáles son los objetos y utensilios que deben adornar la habitación de una puta? Respuesta. Detrás del espejo debe tener dos buenas fustas, una adornada con una cinta rosada y la otra con una cinta azul. Aunque hoy que todo es de estilo patriótico y que incluso se fornica patrióticamente, bastará con una cinta tricolor.
En los cajones de su cómoda debe haber látigos, disciplinas de cuerdas con pequeños nudos y otras provistas de alfileres. También debe poseer cintas y sogas resistentes. Junto a la chimenea deben hallarse, en el interior de un armarito, varios condones. Deben exhibirse cuadros licenciosos, y las estampas más voluptuosas y lubricas deben rodear su cama. Numerosos espejos enfrentados servirán para reflejar las posturas del placer. Pregunta. ¿Cuáles son los usos que debe hacer una muchacha de vida alegre de todos estos utensilios? Respuesta. Cuando se presente en su aposento algún fornicador frígido que con la actitud perezosa de su verga demuestre impotencia o ausencia de fuerzas, la puta, después de probar con los métodos ordinarios y al ver que con el ejercicio de la mano no puede devolver a ese falo su picardía y majestuosidad, deberá recurrir a remedios violentos a la par que operativos. Al constatar que no puede hacer que el calzonazos se excite ni que descargue, ella agarrará una buena fusta y comenzará asestándole en las nalgas una treintena de azotes.
Si esta práctica no provoca mejoría, deberán emplearse los látigos y las disciplinas con alfileres. (…). Sobre todo son los curas quienes presentan una mayor propensión a la flagelación. Algunos se dejan atar y otros solo sienten satisfacción cuando una puta les ha macerado y desarrollado el culo hasta el punto de hacerles correr la sangre por los muslos. Pregunta. ¿Qué entendemos por condón? Respuesta. Son las bolsitas o especie de fundas de piel de cordero con las que se envuelve el falo del fornicador que teme el peligro de fornicar con una mujer de la que no está seguro. (…). Esta precaución, aunque prudente, no gusta mucho a las mujeres ardientes en el coito.
Las preguntas continúan hasta que el catecismo se acerca al final. La obra termina con una serie de poemas titulados Instrumento deseado, La fornicadora infatigable, Chascarrillo, Gozo, La primera vez y Epigrama. Estos son los versos de esa última poesía.
Un marinero grosero en un coño quiso entrar. Maldecía y se quejaba: ¡la moza no tiene igual! La chiquilla dijo: ¡Nunca! Él gritó: ¡San Nicolás! ¿Acaso se me resiste? Déjese de fruslerías, que mi falo es pertinaz.
Primera vez que encuentro texto del Catecismo Libertino. Muy histórico. En 1817 en Soto La Marina, provincia del Nuevo Santander en la Nueva España (hoy La Pesca, Soto La Marina, estado de Tamaulipas, México) desembarca la expedición del general Francisco Javier Mina y Fray Servando Teresa de Mier, misma que se integra en Londres y Nueva Orleans con expedicionarios para sumarse a la lucha por la independencia del hoy México e integrarse a las órdenes de quienes dirigían la tercera etapa de esta lucha emancipadora, Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria.
Mina y el padre Mier se separan después de establecer un fuerte en Soto La Marina, cuando el español se va al interior de la Nueva España en busca de los caudillos mexicanos y Mier se queda en el fuerte (esta separación suena a castigo para el cura, pues Mina se cansó de sus excesos con mujeres y prostitutas, aún cuando Mier había sido el ideólogo para crear la expedición y convencer a Mina).
El fuerte queda militarmente a cargo del mayor José Sardá, con Mier a su lado pero ya sin poder suficiente para decidir, así como unos 80 hombres más. Este reducto sería aniquilado por el general realista Joaquín de Arredondo, quien había salido de Monterrey, a más de 350 kilómetros de distancia para combatir a los rebeldes a la corona española.
ahí es detenido fray Servando Teresa de Mier, quien es llevado en mula hasta Altamira en la costa sur de Nuevo Santander, donde un religioso que le había atendido sus heridas y una fractura en un brazo declara que al hacer inventario de las pertenencias de Mier en la hacienda El Cojo (actual municipio de González) encuentran entre sus libros en idiomas español, inglés y francés un libro pequeño llamado Catecismo Libertino que contenía dibujos con variadas posturas de fornicación.
Cordiales saludos
Raymundo Hernández Alvarado
Primera vez que encuentro texto del Catecismo Libertino. Muy histórico. En 1817 en Soto La Marina, provincia del Nuevo Santander en la Nueva España (hoy La Pesca, Soto La Marina, estado de Tamaulipas, México) desembarca la expedición del general Francisco Javier Mina y Fray Servando Teresa de Mier, misma que se integra en Londres y Nueva Orleans con expedicionarios para sumarse a la lucha por la independencia del hoy México e integrarse a las órdenes de quienes dirigían la tercera etapa de esta lucha emancipadora, Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria.
Mina y el padre Mier se separan después de establecer un fuerte en Soto La Marina, cuando el español se va al interior de la Nueva España en busca de los caudillos mexicanos y Mier se queda en el fuerte (esta separación suena a castigo para el cura, pues Mina se cansó de sus excesos con mujeres y prostitutas, aún cuando Mier había sido el ideólogo para crear la expedición y convencer a Mina).
El fuerte queda militarmente a cargo del mayor José Sardá, con Mier a su lado pero ya sin poder suficiente para decidir, así como unos 80 hombres más. Este reducto sería aniquilado por el general realista Joaquín de Arredondo, quien había salido de Monterrey, a más de 350 kilómetros de distancia para combatir a los rebeldes a la corona española.
ahí es detenido fray Servando Teresa de Mier, quien es llevado en mula hasta Altamira en la costa sur de Nuevo Santander, donde un religioso que le había atendido sus heridas y una fractura en un brazo declara que al hacer inventario de las pertenencias de Mier en la hacienda El Cojo (actual municipio de González) encuentran entre sus libros en idiomas español, inglés y francés un libro pequeño llamado Catecismo Libertino que contenía dibujos con variadas posturas de fornicación.
Cordiales saludos
Raymundo Hernández Alvarado
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