2 de diciembre 2013    /   CREATIVIDAD
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La inspiración para Dickens llegaba caminando

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La prodigiosa imaginación de Charles Dickens lo llevó a escribir algunos de los libros mÔs representativos de la época victoriana. Probablemente lo que mÔs contribuyó a su creatividad fue su impresionante capacidad de observación alimentada en gran parte por su afición a realizar paseos largos a diario.

Dickens no solo era un caminante. Era de los que aceleraban el paso cuando se veía frente a una cuesta. Podía llegar a caminar 30 kilómetros en un día por las calles estrechas de Londres con la misma obsesión que muestran hoy los corredores de fondo.

Afectado por insomnio durante 1859, el escritor aprovechó sus noches en vela para realizar paseos kilométricos por la ciudad. En este entorno desprovisto de distracciones, el britÔnico pudo observar mÔs de cerca la vida de los desfavorecidos  que tanto protagonismo adquirían en su obra.

“Dickens no solo era un caminante. Era de los que aceleraban el paso cuando se veĆ­a frente a una cuesta”

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Fuente: Perry CastaƱeda Library

ā€œHace algunos aƱos padecĆ­ de un insomnio pasajero, atribuible a una impresión dolorosa, y ese insomnio me obligó a salir a pasear por las calles durante toda la noche y por espacio de varias noches. Esa molestia habrĆ­a tardado mucho tiempo en curarse si hubiese permanecido desmayadamente en cama; pero la dominĆ© muy pronto, gracias al brioso tratamiento de volver a levantarme en cuanto me acostaba, saliendo a la calle para no regresar a casa hasta la salida del sol y completamente rendido de cansancioā€, escribió en su ensayo Paseos nocturnos, reeditado por la editorial Taurus como parte de la serie Great Ideas.

Durante estos paseos antropológicos Dickens se colaba en hospitales, pedía acceso a manicomios, conversaba con niños de la calle y se dedicaba a observar la interacción entre los borrachos y la policía.

ā€œEn el curso de aquellas noches completĆ© mi educación con una experiencia de lo que es carecer de hogar por pura afición. Como la finalidad principal que entonces perseguĆ­a era la de pasar la noche, esta me hizo trabar simpĆ”ticas relaciones con gentes que durante todo el aƱo no tienen sino esa misma finalidad por las nochesā€.

Las rutas urbanas permitĆ­an a Dickens meterse en la piel de sus personajes. ā€œEl vicio y la desgracia se ocultaban a la vista, y mi condición de persona sin hogar disponĆ­a de millas y millas de calles en las que podĆ­a ir y venir solitaria y a su gusto. Y eso era lo que yo hacĆ­aā€.

Los paseos nocturnos eran espacios perfectos para la ensoƱación: ā€œMe decidĆ­ a caminar hasta el Hospital Bethlehem (…). Se me habĆ­a subido a la cabeza una fantĆ”stica idea nocturna en la que yo podĆ­a meditar mejor a la vista de sus muros y de su cĆŗpula. La idea era esta: ĀæNo son, acaso, los cuerdos y los locos iguales por la noche cuando los cuerdos ensueƱan? ĀæNo estamos todos nosotros, los que ensoƱamos fuera de los manicomios, durante todas las noches de nuestra vida, mĆ”s o menos en la misma situación de los que se hallan dentro? (…) ĀæNo hacemos nosotros por la noche una mezcolanza de acontecimientos y personajes, tiempos y lugares que ellos mezclan durante el dĆ­a?ā€, reflexionaba Dickens en el ensayo.

La planificación de la ruta

Antes de partir de su casa por la noche, el escritor intentaba trazar en su cabeza el destino que querĆ­a alcanzar: ā€œUno de mis caprichos consiste en que hasta el mĆ”s ocioso de mis paseos debe tener siempre un destino fijado de antemano. Antes de salir de mi casa de Covent Garden para una expedición callejera me trazo una tarea, y estoy tan lejos de pensar en alterar mi ruta por el camino, o en emprender el regreso y dejar una parte de aquella tarea sin terminar como de violar de un modo fraudulento un compromiso hecho con otra personaā€.

Durante estos viajes a pie, Dickens se inventaba personajes para hacer mĆ”s interesante el viaje. ā€œAcostumbro a considerar mi paseo como una ronda mĆ­a y me considero a mĆ­ mismo como una especie mĆ”s elevada de policĆ­a que estĆ” de servicio: son muchos los maleantes con quienes me encuentro en las calles y a los que mentalmente agarró por el cuelloā€.

Cuando nos quejamos de falta de inspiración, frecuentemente ese estado proviene de falta de contenido. De Dickens podemos aprender que él nunca daba por sentado que la inspiración vendría sola. Cuando no la tenía, salía en busca de ella. No caía en lo impostado. Sus ideas venían de la brutal realidad que observaba cada noche en las calles de Londres y que solo un acto como caminar eran capaces de proporcionar con el grado de detalle necesario para escribir una novela.

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Dickens no solo era un caminante. Era de los que aceleraban el paso cuando se veía frente a una cuesta. Podía llegar a caminar 30 kilómetros en un día por las calles estrechas de Londres con la misma obsesión que muestran hoy los corredores de fondo.

Afectado por insomnio durante 1859, el escritor aprovechó sus noches en vela para realizar paseos kilométricos por la ciudad. En este entorno desprovisto de distracciones, el britÔnico pudo observar mÔs de cerca la vida de los desfavorecidos  que tanto protagonismo adquirían en su obra.

“Dickens no solo era un caminante. Era de los que aceleraban el paso cuando se veĆ­a frente a una cuesta”

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Fuente: Perry CastaƱeda Library

ā€œHace algunos aƱos padecĆ­ de un insomnio pasajero, atribuible a una impresión dolorosa, y ese insomnio me obligó a salir a pasear por las calles durante toda la noche y por espacio de varias noches. Esa molestia habrĆ­a tardado mucho tiempo en curarse si hubiese permanecido desmayadamente en cama; pero la dominĆ© muy pronto, gracias al brioso tratamiento de volver a levantarme en cuanto me acostaba, saliendo a la calle para no regresar a casa hasta la salida del sol y completamente rendido de cansancioā€, escribió en su ensayo Paseos nocturnos, reeditado por la editorial Taurus como parte de la serie Great Ideas.

Durante estos paseos antropológicos Dickens se colaba en hospitales, pedía acceso a manicomios, conversaba con niños de la calle y se dedicaba a observar la interacción entre los borrachos y la policía.

ā€œEn el curso de aquellas noches completĆ© mi educación con una experiencia de lo que es carecer de hogar por pura afición. Como la finalidad principal que entonces perseguĆ­a era la de pasar la noche, esta me hizo trabar simpĆ”ticas relaciones con gentes que durante todo el aƱo no tienen sino esa misma finalidad por las nochesā€.

Las rutas urbanas permitĆ­an a Dickens meterse en la piel de sus personajes. ā€œEl vicio y la desgracia se ocultaban a la vista, y mi condición de persona sin hogar disponĆ­a de millas y millas de calles en las que podĆ­a ir y venir solitaria y a su gusto. Y eso era lo que yo hacĆ­aā€.

Los paseos nocturnos eran espacios perfectos para la ensoƱación: ā€œMe decidĆ­ a caminar hasta el Hospital Bethlehem (…). Se me habĆ­a subido a la cabeza una fantĆ”stica idea nocturna en la que yo podĆ­a meditar mejor a la vista de sus muros y de su cĆŗpula. La idea era esta: ĀæNo son, acaso, los cuerdos y los locos iguales por la noche cuando los cuerdos ensueƱan? ĀæNo estamos todos nosotros, los que ensoƱamos fuera de los manicomios, durante todas las noches de nuestra vida, mĆ”s o menos en la misma situación de los que se hallan dentro? (…) ĀæNo hacemos nosotros por la noche una mezcolanza de acontecimientos y personajes, tiempos y lugares que ellos mezclan durante el dĆ­a?ā€, reflexionaba Dickens en el ensayo.

La planificación de la ruta

Antes de partir de su casa por la noche, el escritor intentaba trazar en su cabeza el destino que querĆ­a alcanzar: ā€œUno de mis caprichos consiste en que hasta el mĆ”s ocioso de mis paseos debe tener siempre un destino fijado de antemano. Antes de salir de mi casa de Covent Garden para una expedición callejera me trazo una tarea, y estoy tan lejos de pensar en alterar mi ruta por el camino, o en emprender el regreso y dejar una parte de aquella tarea sin terminar como de violar de un modo fraudulento un compromiso hecho con otra personaā€.

Durante estos viajes a pie, Dickens se inventaba personajes para hacer mĆ”s interesante el viaje. ā€œAcostumbro a considerar mi paseo como una ronda mĆ­a y me considero a mĆ­ mismo como una especie mĆ”s elevada de policĆ­a que estĆ” de servicio: son muchos los maleantes con quienes me encuentro en las calles y a los que mentalmente agarró por el cuelloā€.

Cuando nos quejamos de falta de inspiración, frecuentemente ese estado proviene de falta de contenido. De Dickens podemos aprender que él nunca daba por sentado que la inspiración vendría sola. Cuando no la tenía, salía en busca de ella. No caía en lo impostado. Sus ideas venían de la brutal realidad que observaba cada noche en las calles de Londres y que solo un acto como caminar eran capaces de proporcionar con el grado de detalle necesario para escribir una novela.

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