Charles Yu te enseƱa a usar un libro para viajar en el tiempo (con tiempos verbales)

”Yorokobu gratis en formato digital!
En la singular obra de Charles Yu How to Live Safely in a Science Fictional Universe (Cómo vivir seguro en un universo de ciencia ficción), las leyes que subyacen al viaje estÔn inscritas en Cronodiegética. Lo que propone Yu es que podemos viajar en el tiempo jugando con los tiempos verbales.
Porque cualquier libro, al menos metafóricamente, es una mĆ”quina del tiempo de baja tecnologĆa. Los tiempos verbales se han ido introduciendo en las historias para generar flashbacks, flashforwards, elipsis y otros constructos temporales a medida que el propio viaje en el tiempo se ha ido instaurando como algo plausible en la ciencia. Schopenhauer, por ejemplo, escribió en El mundo como voluntad y representación, que la vida y los sueƱos eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir; hojearlas, soƱar:
La vida y los ensueƱos son hojas de un mismo libro. Su lectura de conjunto se llama vida real. Pero cuando las horas de lectura habitual (el dĆa) terminan y las de descanso han llegado, nos dedicamos a hojear sin orden aquĆ y allĆ”. A menudo tropezamos con una pĆ”gina ya leĆda otras veces, con una desconocida, pero siempre del mismo libro. Claro que una hoja leĆda aisladamente no puede ofrecer una lectura congruente. Sin embargo, esto no ha de sorprender si se tiene en cuenta que tambiĆ©n nuestra vida es una hoja suelta en el libro del universo.
Joyce y Proust usaban la narración como algo mĆ”s que un artefacto cronológico, tambiĆ©n la empleaban como una anacronĆa: la prosa deambula por el tiempo y el espacio y cualquier instante del presente funciona como una catapulta para acceder a recuerdos, anticipaciones y asociaciones.
El juguetón Douglas Adams escribió una segunda parte de su obra mĆ”s conocida, GuĆa del autoestopista galĆ”ctico, que tituló El restaurante del fin del mundo, en el que aborda los problemas gramaticales inherentes a los viajes en el tiempo:
Sencillamente, el problema fundamental es de gramĆ”tica, y para este tema la principal obra de consulta es la del doctor Dan Callejero, Ā«Manual del viajero del tiempo, con 1.001 formaciones verbalesĀ». Ese libro enseƱa, por ejemplo, a describir algo que estĆ” a punto de ocurrirle a uno en el pasado antes de que se salte dos dĆas con el fin de evitarlo. (ā¦) La mayorĆa de los lectores llegan hasta el Futuro Semiincondicionalmente Modificado del Subjuntivo Intencional Subinvertido Pasado Plagal; y en realidad, en ediciones posteriores del libro, todas las pĆ”ginas que siguen a ese punto se han dejado en blanco para ahorrar costes de impresión. (ā¦) El tĆ©rmino Ā«Futuro PerfectoĀ» se abandonó desde que se descubrió que no lo era.
Charles Yu, no obstante, va mucho mÔs lejos mezclando todas estas nociones y construyendo un artefacto de metaciencia ficción.
Libro: mƔquina del tiempo
En la obra de Yu, el protagonista vive en un universo llamado Minor Universe 31. Su trabajo es reparar mĆ”quinas del tiempo o, como el matiza: Ā«soy un tĆ©cnico acreditado en redes de vehĆculos cronogramaticales para uso personal de la clase TĀ». Un dĆa cotidiano cualquiera, cuando se pone delante de una de esas mĆ”quinas del tiempo que usan las personas para arreglar su pasado, entonces brota de ella una versión de sĆ mismo que procede de otra Ć©poca. El protagonista no duda en disparar a aquella anomalĆa, pero su copia en el tiempo, antes de morir, le entregarĆ” un libro que es la clave para romper el bucle temporal en el que se encuentra inmerso.
El protagonista, ademÔs, también se llama Charles Yu, y cree que existe en un tiempo verbal: el presente indefinido. También cree que el personaje de una historia, o incluso el propio narrador, no tiene forma de saber si se encuentra en la narración en tiempo pasado de una historia o en el tiempo presente y simplemente estÔ reflexionando sobre el pesado.
AdemĆ”s, la obra estĆ” jalonada de brillantes capas de metaciencia ficción. Sus pĆ”ginas estĆ”n llenas de diagramas y anotaciones de posibles permutaciones de bucles temporales, Ā«esquemas cronodiegĆ©ticosĀ», notas al pie, descripciones de fantasĆas cronocientĆficas como el de Ā«Radio Weinberg-TakayamaĀ», y hasta pĆ”ginas dejadas intencionalmente en blanco para que el lector pueda escribir lo que considere oportuno: tiempo por escribir.
Relatar la predestinación
El viaje en el tiempo es teóricamente posible. El matemĆ”tico y filósofo Kurt Gƶdel, allĆ” por 1949, afirmó que sus ecuaciones de campo de la relatividad general permiten la posibilidad de Ā«universosĀ» donde el tiempo serĆa cĆclico, es decir, universos en los que algunas lĆneas cronológicas se curvan sobre sĆ mismas, en forma de bucles. Son las llamadas curvas cerradas de tipo tiempo, y desafĆan las nociones comunes de causa y efecto: los acontecimientos son su propia causa.
Eso es lo que descubre el protagonista de la novela de Charles Yu. Y es la idea que mĆ”s ha fascinado a lógicos, filósofos y fĆsicos interesados en el viaje en el tiempo: encontrarse con un Yo anterior y actuar sobre Ć©l, ya sea contĆ”ndole algo que sepamos como matĆ”ndolo.
El filósofo Larry Dwyer escribe muchos de los problemas que generan esta clase de paradojas en Philosophical Studies: An International Journal for Philosophy in the Analytic Tradition. Para Dwyer, el viaje en el tiempo puede originar problemas de retrocausalidad (efectos que preceden a sus causas) y multiplicación de entidades (los viajeros del tiempo y las mÔquinas del tiempo se cruzan con sus dobles).
El ejemplo clÔsico de este tipo de paradojas es el viajero que retrocede en el tiempo y mata a su propio abuelo cuando era joven. ¿Cómo puede haberlo hecho si su abuelo no tuvo a sus padres y, por extensión, él no nació? ¿En qué punto se produce la primera acción? ¿Existe tal punto?
En el cine, generalmente el tema ha sido tratado con superficialidad. Regreso al futuro 2, por ejemplo, fue una de las primeras en las que se hacĆa hincapiĆ© en la complejidad de las paradojas ontológicas. En las novelas de ciencia ficción, sin embargo, se ha ido mucho mĆ”s lejos. En 1939, Robert Heinlein escribirĆa Todos vosotros zombis, que mĆ”s tarde inspirarĆa una pelĆcula de 2014: Predestinación, protagonizada por Ethan Hawke. En la trama se incluye un protagonista transgĆ©nero, y no podemos contar mĆ”s para no incurrir en un spoiler.
En 1973, David Gerrod publicarĆa The Man Who Folded Himself (El hombre que se doblaba a sĆ mismo), protagonizada por un estudiante universitario que recibe un Cinturón del tiempo de un tipo llamado Jim y las instrucciones de escribir un diario. Poco a poco aparecen nuevas personas. Todos ellos, sin embargo, son diversas copias en el tiempo del protagonista.
En la novela TanatomanĆa, que escribĆ en 2007, se plantea ucronĆa situada alrededor de 1830, en un Madrid donde el bandolero Luis Candelas y su gente conviven con autómatas alimentados con pilas de Volta fabricados en serie por una enigmĆ”tica compaƱĆa francesa. La obra termina cuando el protagonista, cuyas andanzas han sido consignadas en un diario por un autómata corto de vista, cruza un bucle espaciotemporal y empieza de nuevo.
Cada una de esas copias temporales va asesinando a los personajes reales de la historia y adopta sus roles, a fin de que el autómata escriba la nueva historia en la que todos bailan al son del protagonista y este termina siendo un héroe. Cada nuevo reseteo de la historia permite al protagonista añadir un nuevo actor interpretado por él mismo para que el diario acabe siendo narrativamemte mÔs hagiogrÔfico. Al final, el protagonista se pregunta: ¿acaso ya toda la humanidad soy yo viviendo una pesadilla solipsista retroalimentada por eternos bucles espaciotemporales?
Las paradojas ontológicas, sin embargo, solo son una sofisticación de la eterna cuestión de si uno es capaz de escapar de su propio destino. Antes de los malabares verbales o semĆ”nticos de Charles Yu o de la misma invención de la mĆ”quina del tiempo como constructo narrativo, desde hace siglos se han narrado historias sobre profecĆas autocumplidas. Por ejemplo, Layo, con la esperanza de que no pudiera cumplir la profecĆa de su propio asesinato, abandona a Edipo en el monte para que muera.
Como concluye James Gleick en su libro Viajar en el tiempo, todas las paradojas son bucles temporales. Todas nos obligan a pensar en la causalidad. ĀæPuede un efecto preceder a su causa? Posiblemente la pregunta ni siquiera estĆ© bien planteada porque no sabemos determinar quĆ© es una causa y quĆ© una consecuencia, y los especialistas ya hablan de Ā«la inmanencia, la trascendencia, la individuación, las causas hĆbridas, las causas probabilĆsticas y las cadenas causalesĀ».
Los libros, sin embargo, nos permiten surfear por todos estos conceptos sin naufragar en sus agujeros filosóficos. Como la mĆ”quina de Wells, cada pĆ”gina es un botón; cada lĆnea, una palabra o un fulcro; cada palabra, un tiempo verbal, una suerte de programación neuronal que, a travĆ©s de la empatĆa, nos permite ponernos en la piel de personas del pasado, del presente y hasta del futuro.
”Yorokobu gratis en formato digital!
En la singular obra de Charles Yu How to Live Safely in a Science Fictional Universe (Cómo vivir seguro en un universo de ciencia ficción), las leyes que subyacen al viaje estÔn inscritas en Cronodiegética. Lo que propone Yu es que podemos viajar en el tiempo jugando con los tiempos verbales.
Porque cualquier libro, al menos metafóricamente, es una mĆ”quina del tiempo de baja tecnologĆa. Los tiempos verbales se han ido introduciendo en las historias para generar flashbacks, flashforwards, elipsis y otros constructos temporales a medida que el propio viaje en el tiempo se ha ido instaurando como algo plausible en la ciencia. Schopenhauer, por ejemplo, escribió en El mundo como voluntad y representación, que la vida y los sueƱos eran hojas de un mismo libro, y que leerlas en orden es vivir; hojearlas, soƱar:
La vida y los ensueƱos son hojas de un mismo libro. Su lectura de conjunto se llama vida real. Pero cuando las horas de lectura habitual (el dĆa) terminan y las de descanso han llegado, nos dedicamos a hojear sin orden aquĆ y allĆ”. A menudo tropezamos con una pĆ”gina ya leĆda otras veces, con una desconocida, pero siempre del mismo libro. Claro que una hoja leĆda aisladamente no puede ofrecer una lectura congruente. Sin embargo, esto no ha de sorprender si se tiene en cuenta que tambiĆ©n nuestra vida es una hoja suelta en el libro del universo.
Joyce y Proust usaban la narración como algo mĆ”s que un artefacto cronológico, tambiĆ©n la empleaban como una anacronĆa: la prosa deambula por el tiempo y el espacio y cualquier instante del presente funciona como una catapulta para acceder a recuerdos, anticipaciones y asociaciones.
El juguetón Douglas Adams escribió una segunda parte de su obra mĆ”s conocida, GuĆa del autoestopista galĆ”ctico, que tituló El restaurante del fin del mundo, en el que aborda los problemas gramaticales inherentes a los viajes en el tiempo:
Sencillamente, el problema fundamental es de gramĆ”tica, y para este tema la principal obra de consulta es la del doctor Dan Callejero, Ā«Manual del viajero del tiempo, con 1.001 formaciones verbalesĀ». Ese libro enseƱa, por ejemplo, a describir algo que estĆ” a punto de ocurrirle a uno en el pasado antes de que se salte dos dĆas con el fin de evitarlo. (ā¦) La mayorĆa de los lectores llegan hasta el Futuro Semiincondicionalmente Modificado del Subjuntivo Intencional Subinvertido Pasado Plagal; y en realidad, en ediciones posteriores del libro, todas las pĆ”ginas que siguen a ese punto se han dejado en blanco para ahorrar costes de impresión. (ā¦) El tĆ©rmino Ā«Futuro PerfectoĀ» se abandonó desde que se descubrió que no lo era.
Charles Yu, no obstante, va mucho mÔs lejos mezclando todas estas nociones y construyendo un artefacto de metaciencia ficción.
Libro: mƔquina del tiempo
En la obra de Yu, el protagonista vive en un universo llamado Minor Universe 31. Su trabajo es reparar mĆ”quinas del tiempo o, como el matiza: Ā«soy un tĆ©cnico acreditado en redes de vehĆculos cronogramaticales para uso personal de la clase TĀ». Un dĆa cotidiano cualquiera, cuando se pone delante de una de esas mĆ”quinas del tiempo que usan las personas para arreglar su pasado, entonces brota de ella una versión de sĆ mismo que procede de otra Ć©poca. El protagonista no duda en disparar a aquella anomalĆa, pero su copia en el tiempo, antes de morir, le entregarĆ” un libro que es la clave para romper el bucle temporal en el que se encuentra inmerso.
El protagonista, ademÔs, también se llama Charles Yu, y cree que existe en un tiempo verbal: el presente indefinido. También cree que el personaje de una historia, o incluso el propio narrador, no tiene forma de saber si se encuentra en la narración en tiempo pasado de una historia o en el tiempo presente y simplemente estÔ reflexionando sobre el pesado.
AdemĆ”s, la obra estĆ” jalonada de brillantes capas de metaciencia ficción. Sus pĆ”ginas estĆ”n llenas de diagramas y anotaciones de posibles permutaciones de bucles temporales, Ā«esquemas cronodiegĆ©ticosĀ», notas al pie, descripciones de fantasĆas cronocientĆficas como el de Ā«Radio Weinberg-TakayamaĀ», y hasta pĆ”ginas dejadas intencionalmente en blanco para que el lector pueda escribir lo que considere oportuno: tiempo por escribir.
Relatar la predestinación
El viaje en el tiempo es teóricamente posible. El matemĆ”tico y filósofo Kurt Gƶdel, allĆ” por 1949, afirmó que sus ecuaciones de campo de la relatividad general permiten la posibilidad de Ā«universosĀ» donde el tiempo serĆa cĆclico, es decir, universos en los que algunas lĆneas cronológicas se curvan sobre sĆ mismas, en forma de bucles. Son las llamadas curvas cerradas de tipo tiempo, y desafĆan las nociones comunes de causa y efecto: los acontecimientos son su propia causa.
Eso es lo que descubre el protagonista de la novela de Charles Yu. Y es la idea que mĆ”s ha fascinado a lógicos, filósofos y fĆsicos interesados en el viaje en el tiempo: encontrarse con un Yo anterior y actuar sobre Ć©l, ya sea contĆ”ndole algo que sepamos como matĆ”ndolo.
El filósofo Larry Dwyer escribe muchos de los problemas que generan esta clase de paradojas en Philosophical Studies: An International Journal for Philosophy in the Analytic Tradition. Para Dwyer, el viaje en el tiempo puede originar problemas de retrocausalidad (efectos que preceden a sus causas) y multiplicación de entidades (los viajeros del tiempo y las mÔquinas del tiempo se cruzan con sus dobles).
El ejemplo clÔsico de este tipo de paradojas es el viajero que retrocede en el tiempo y mata a su propio abuelo cuando era joven. ¿Cómo puede haberlo hecho si su abuelo no tuvo a sus padres y, por extensión, él no nació? ¿En qué punto se produce la primera acción? ¿Existe tal punto?
En el cine, generalmente el tema ha sido tratado con superficialidad. Regreso al futuro 2, por ejemplo, fue una de las primeras en las que se hacĆa hincapiĆ© en la complejidad de las paradojas ontológicas. En las novelas de ciencia ficción, sin embargo, se ha ido mucho mĆ”s lejos. En 1939, Robert Heinlein escribirĆa Todos vosotros zombis, que mĆ”s tarde inspirarĆa una pelĆcula de 2014: Predestinación, protagonizada por Ethan Hawke. En la trama se incluye un protagonista transgĆ©nero, y no podemos contar mĆ”s para no incurrir en un spoiler.
En 1973, David Gerrod publicarĆa The Man Who Folded Himself (El hombre que se doblaba a sĆ mismo), protagonizada por un estudiante universitario que recibe un Cinturón del tiempo de un tipo llamado Jim y las instrucciones de escribir un diario. Poco a poco aparecen nuevas personas. Todos ellos, sin embargo, son diversas copias en el tiempo del protagonista.
En la novela TanatomanĆa, que escribĆ en 2007, se plantea ucronĆa situada alrededor de 1830, en un Madrid donde el bandolero Luis Candelas y su gente conviven con autómatas alimentados con pilas de Volta fabricados en serie por una enigmĆ”tica compaƱĆa francesa. La obra termina cuando el protagonista, cuyas andanzas han sido consignadas en un diario por un autómata corto de vista, cruza un bucle espaciotemporal y empieza de nuevo.
Cada una de esas copias temporales va asesinando a los personajes reales de la historia y adopta sus roles, a fin de que el autómata escriba la nueva historia en la que todos bailan al son del protagonista y este termina siendo un héroe. Cada nuevo reseteo de la historia permite al protagonista añadir un nuevo actor interpretado por él mismo para que el diario acabe siendo narrativamemte mÔs hagiogrÔfico. Al final, el protagonista se pregunta: ¿acaso ya toda la humanidad soy yo viviendo una pesadilla solipsista retroalimentada por eternos bucles espaciotemporales?
Las paradojas ontológicas, sin embargo, solo son una sofisticación de la eterna cuestión de si uno es capaz de escapar de su propio destino. Antes de los malabares verbales o semĆ”nticos de Charles Yu o de la misma invención de la mĆ”quina del tiempo como constructo narrativo, desde hace siglos se han narrado historias sobre profecĆas autocumplidas. Por ejemplo, Layo, con la esperanza de que no pudiera cumplir la profecĆa de su propio asesinato, abandona a Edipo en el monte para que muera.
Como concluye James Gleick en su libro Viajar en el tiempo, todas las paradojas son bucles temporales. Todas nos obligan a pensar en la causalidad. ĀæPuede un efecto preceder a su causa? Posiblemente la pregunta ni siquiera estĆ© bien planteada porque no sabemos determinar quĆ© es una causa y quĆ© una consecuencia, y los especialistas ya hablan de Ā«la inmanencia, la trascendencia, la individuación, las causas hĆbridas, las causas probabilĆsticas y las cadenas causalesĀ».
Los libros, sin embargo, nos permiten surfear por todos estos conceptos sin naufragar en sus agujeros filosóficos. Como la mĆ”quina de Wells, cada pĆ”gina es un botón; cada lĆnea, una palabra o un fulcro; cada palabra, un tiempo verbal, una suerte de programación neuronal que, a travĆ©s de la empatĆa, nos permite ponernos en la piel de personas del pasado, del presente y hasta del futuro.
Gran artĆculo. LeerĆ© la novela de Yu. Me gustarĆa compartir este relato corto sobre viajes en el tiempo y hostales. Ā“
https://blinkeryotroscuentos.blogspot.com.co/2018/03/parasito-de-hostal.html
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