Esta vida es mejor tomársela como un juego. En el caso de Christian Baumgartner, fotógrafo y realizador publicitario freelance, podrÃa decirse que lo suyo con Yorokobu ha sido como una especie de pilla-pilla. TenÃa pendiente hacer una portada para la revista, pero hasta ahora no habÃa encontrado ni el momento ni la inspiración. ¿Cómo encajar su técnica, la fotografÃa publicitaria, el bodegón, con el estilo de Yorokobu? Y un dÃa, de una manera «un poco random», explica, se le ocurrió la idea.
«Fue un momento de inspiración, ahora que estoy trabajando con manos y con ese mundo más conceptual donde son ellas las que cuenta una historia», dice. Vio la oportunidad de convertirlas en su sello personal y creativo y quiso aprovecharlo para crear la portada de la revista de noviembre. Después sumó el elemento del juego, del póker, de las cartas. Juego tomado como reto, como desafÃo. Y un toque de azar, que es como llegan las buenas ideas.Â

«Elegà las cartas porque me daban mucho juego para poder representar lo que quisiera», indica. «A través del juego puedo representar qué es Yorokobu: una especie de abanico inspiracional en el que, además, te lo pasas bien. Tiene ese doble trasfondo: ves arte, ves cultura, ves tecnologÃa… y a la vez te lo están contando con una pizca de gracia».
«También me lo puedo llevar a un mundo más rompecabezas, más mental», divaga. Quizá por eso la fotografÃa final es, en realidad, un fotocollage: las manos del chico de una foto; las manos de la chica de otra… Asà hasta conseguir la perfección que busca en sus trabajos. Jugando, encajando piezas, apostando. Porque la vida es un juego donde gana el que más disfruta.
Esta vida es mejor tomársela como un juego. En el caso de Christian Baumgartner, fotógrafo y realizador publicitario freelance, podrÃa decirse que lo suyo con Yorokobu ha sido como una especie de pilla-pilla. TenÃa pendiente hacer una portada para la revista, pero hasta ahora no habÃa encontrado ni el momento ni la inspiración. ¿Cómo encajar su técnica, la fotografÃa publicitaria, el bodegón, con el estilo de Yorokobu? Y un dÃa, de una manera «un poco random», explica, se le ocurrió la idea.
«Fue un momento de inspiración, ahora que estoy trabajando con manos y con ese mundo más conceptual donde son ellas las que cuenta una historia», dice. Vio la oportunidad de convertirlas en su sello personal y creativo y quiso aprovecharlo para crear la portada de la revista de noviembre. Después sumó el elemento del juego, del póker, de las cartas. Juego tomado como reto, como desafÃo. Y un toque de azar, que es como llegan las buenas ideas.Â

«Elegà las cartas porque me daban mucho juego para poder representar lo que quisiera», indica. «A través del juego puedo representar qué es Yorokobu: una especie de abanico inspiracional en el que, además, te lo pasas bien. Tiene ese doble trasfondo: ves arte, ves cultura, ves tecnologÃa… y a la vez te lo están contando con una pizca de gracia».
«También me lo puedo llevar a un mundo más rompecabezas, más mental», divaga. Quizá por eso la fotografÃa final es, en realidad, un fotocollage: las manos del chico de una foto; las manos de la chica de otra… Asà hasta conseguir la perfección que busca en sus trabajos. Jugando, encajando piezas, apostando. Porque la vida es un juego donde gana el que más disfruta.