Hay tres clases de orgasmo, dice mi mujer. Uno: «Cuando el fin de semana una se ha dado un atracón de comer, y al pesarse el lunes por la mañana ve que no ha cogido peso». Otro: «Cuando una vuelve del trabajo y se quita los tacones y el sujetador. Es un alivio». Y el tercero: «Si al llegar a casa, está limpia y recogida».
—Cariño… —digo.
—¡Ah! El otro… Pero tú empieza el artÃculo asÃ.
El sexo supone en muchos casos PONER CARAS RARAS. Las caras que uno pone en un estado de confianza e intimidad. En el cine, las caras raras en escenas de sexo sólo las vemos en comedias gamberras. Caras que no creemos, pero aceptamos porque las comedias, incluso las más serias, tienen un tono de irrealidad. Abajo, un ejemplo: Jennifer Aniston siente el orgasmo que le proporciona el dios Carrey en Como Dios (Bruce Almighty).
Esto no significa que el drama muestre orgasmos. Hay producciones comerciales dramáticas de Hollywood y de Europa con sexo real, pero no significa que las actrices hayan tenido orgasmos. Ni siquiera ocurre en el cine pornográfico aunque el espectador masculino asà lo crea. Sobre lo último, Román Gubern escribe en La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas, citando a Linda Williams, profesora de comunicación en Berkeley:
El tÃtulo de la pelÃcula: Éxtasis. La dirigió Gustav Machaty en 1932. Manuel Vicent escribe en MitologÃas que Hedy Lamarr cuando aún era Hedwig Kiesler:
Por todo, Intimacy (2001) es una rareza. En este drama desolador, el sexo es real y hay, parece, orgasmos femeninos reales. Esta producción supuso un escándalo en su momento. AquÃ, los actores Kerry Fox y Mark Rylance ponen caras raras, se esfuerzan, sudan y acaban exhaustos y las caras rojas. El pequeño equipo dirigido por Chereau abandonaba el set de rodaje tras las escenas de sexo para que los protagonistas se relajaran sin miradas incómodas. Un sexo sin teatralidad. (Nada que ver con la falsa La vida de Adele).
Un ejercicio de realismo que valió a la pelÃcula el Oso de BerlÃn y a la actriz el Oso de Plata. PelÃculas asà alejan a los espectadores de las taquillas porque el sexo, aunque real, no es un espectáculo. La misma suerte corrió la serie más transgresora e ignorada de la televisión: Tell Me You Love Me de HBO. AquÃ, el sexo es real y necesario, a diferencia de Juego de Tronos donde el sexo es tan falso como innecesario en muchos casos.
Ante un cine temeroso de mostrar los orgasmos femeninos y hablar de ellos sin tapujos, y ante una falta de educación sexual, no es raro que se haya instituido el DÃa Mundial del Orgasmo Femenino cada 8 de agosto. Creado en Brasil para que los hombres se esforzaran en conseguir un orgasmo a su pareja femenina, ahora se considera una oportunidad para conocer mejor el cuerpo femenino. Porque los orgamos no son un capricho sino una necesidad.
Hay tres clases de orgasmo, dice mi mujer. Uno: «Cuando el fin de semana una se ha dado un atracón de comer, y al pesarse el lunes por la mañana ve que no ha cogido peso». Otro: «Cuando una vuelve del trabajo y se quita los tacones y el sujetador. Es un alivio». Y el tercero: «Si al llegar a casa, está limpia y recogida».
—Cariño… —digo.
—¡Ah! El otro… Pero tú empieza el artÃculo asÃ.
El sexo supone en muchos casos PONER CARAS RARAS. Las caras que uno pone en un estado de confianza e intimidad. En el cine, las caras raras en escenas de sexo sólo las vemos en comedias gamberras. Caras que no creemos, pero aceptamos porque las comedias, incluso las más serias, tienen un tono de irrealidad. Abajo, un ejemplo: Jennifer Aniston siente el orgasmo que le proporciona el dios Carrey en Como Dios (Bruce Almighty).
Esto no significa que el drama muestre orgasmos. Hay producciones comerciales dramáticas de Hollywood y de Europa con sexo real, pero no significa que las actrices hayan tenido orgasmos. Ni siquiera ocurre en el cine pornográfico aunque el espectador masculino asà lo crea. Sobre lo último, Román Gubern escribe en La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas, citando a Linda Williams, profesora de comunicación en Berkeley:
El tÃtulo de la pelÃcula: Éxtasis. La dirigió Gustav Machaty en 1932. Manuel Vicent escribe en MitologÃas que Hedy Lamarr cuando aún era Hedwig Kiesler:
Por todo, Intimacy (2001) es una rareza. En este drama desolador, el sexo es real y hay, parece, orgasmos femeninos reales. Esta producción supuso un escándalo en su momento. AquÃ, los actores Kerry Fox y Mark Rylance ponen caras raras, se esfuerzan, sudan y acaban exhaustos y las caras rojas. El pequeño equipo dirigido por Chereau abandonaba el set de rodaje tras las escenas de sexo para que los protagonistas se relajaran sin miradas incómodas. Un sexo sin teatralidad. (Nada que ver con la falsa La vida de Adele).
Un ejercicio de realismo que valió a la pelÃcula el Oso de BerlÃn y a la actriz el Oso de Plata. PelÃculas asà alejan a los espectadores de las taquillas porque el sexo, aunque real, no es un espectáculo. La misma suerte corrió la serie más transgresora e ignorada de la televisión: Tell Me You Love Me de HBO. AquÃ, el sexo es real y necesario, a diferencia de Juego de Tronos donde el sexo es tan falso como innecesario en muchos casos.
Ante un cine temeroso de mostrar los orgasmos femeninos y hablar de ellos sin tapujos, y ante una falta de educación sexual, no es raro que se haya instituido el DÃa Mundial del Orgasmo Femenino cada 8 de agosto. Creado en Brasil para que los hombres se esforzaran en conseguir un orgasmo a su pareja femenina, ahora se considera una oportunidad para conocer mejor el cuerpo femenino. Porque los orgamos no son un capricho sino una necesidad.