Se llamaba Antes de entrar, dejen salir y la butaca costaba cuatro pesetas. Es lo primero que vieron, en 1943, los espectadores que estrenaron el Cine Paz, que entonces se llamaba Cinema Paz: ese aƱadido, la eme y la a, abrĆa entonces (y todavĆa) una puerta a lo exótico. Los primeros asistentes vieron a MarĆa Dolores Pradera en un papel del que ya no quedan restos.
El 13 de noviembre se cumplen 75 aƱos de aquel dĆa (lo celebrarĆ”n del 9 al 15 programando las cintas mĆ”s emblemĆ”ticas de su trayectoria). Buena parte del pĆŗblico que sigue formando cola frente a la taquilla cada tarde tiene edad como para recordar los primeros aƱos de uno de los cines vivos mĆ”s antiguos de Madrid. Ā«Te cuentan la pelĆcula que vieron estrenar, cuĆ”ndo vinieron con su primera novia, dónde merendaban luego. Eso emociona muchoĀ», explica Carolina Góngora, responsable del Cine Paz.
El mundo perfecto, encuadrado y de mĆŗsica limpia que se proyecta en la pantalla es el resultado de un submundo que permanece oculto, y al que accedemos en el Paz. La trastienda de la sala de cine es el Ćŗltimo reducto de la fabricación industrial del arte: cachivaches, herramientas, mĆ”quinas, ruido, restos de tecnologĆas desfasadas, vigasā¦
A propósito de tecnologĆas desfasadas: esa expresión, aunque define exactamente lo que es, no hace justicia a los seres mecĆ”nicos que habitan la trastienda del Cine Paz. Se trata de algo mucho mĆ”s vivo. En una esquina del cuarto, agazapado como un animal herido, un viejo proyector de los que hacĆan girar rollos de pelĆcula observa las mĆ”quinas negras y rectangulares que ocupan su antiguo reino.
Son ordenadores potentĆsimos de los que sale un tubo plateado de ventilación que se engancha al techo. El resultado final es mucho mejor con el nuevo sistema, pero se pierde magia. Al menos de momento: el arte impregna en retroceso los objetos que la construyen. QuizĆ” algĆŗn dĆa, estĆ”s mĆ”quinas serĆ”n objeto de devoción y coleccionismo.
Sin embargo, la gente la creyó porque lo normal empezó a ser que las salas bajaran las persianas. Ā«Fueron unos meses duros, la gente creĆa que habĆamos cerrado, y nos costó mucho revertir la idea de que somos de los dos Ćŗnicos que siguen abiertos en FuencarralĀ».
El pĆŗblico conoce la fisiologĆa de los cines. Saben cómo nacen las pelĆculas y cómo avanzan por el organismo del edificio. Se estrenan en una de las grandes salas, pasan a la mediana y acaban en la cuatro: Ā«Es la mĆ”s pequeƱa, tiene 99 butacas; es donde mueren las pelĆculas… Nuestro pĆŗblico sabe que si se estrena en la cinco, a las dos semanas bajarĆ”n. Si no pueden subir escaleras, se esperanĀ».
Fueron pioneros en EspaƱa (aƱo 1959) en la instalación de la tecnologĆa Todd-AO. Los espectadores, de pronto, recibieron por el oĆdo derecho lo que el actor decĆa desde el lado derecho de la pantalla. La percepción se acercaba a la vida real; la magia se hacĆa mĆ”s tangible.
Carolina Góngora pertenece a la tercera generación de una misma familia que comanda el Cine Paz desde 1978, cuando su abuelo lo adquirió. Era una niƱa que tenĆa un cine: Ā«OcurrĆa antes y creo seguirĆ” ocurriendo, cuando dices que tienes un cine, la gente se sorprende, āĀæUn cineee?ā, como si tuvieras un circo o un zoo. El cine sigue atrayendo y despertando la curiosidadĀ».
Confiesa que la labor le emociona: «Trabajas en un sector en que la gente disfruta. Por eso, generación tras generación, no nos planteamos cerrar o que no vaya a durar. EstÔs casi obligado, por moral o por conciencia, a continuar».
Se llamaba Antes de entrar, dejen salir y la butaca costaba cuatro pesetas. Es lo primero que vieron, en 1943, los espectadores que estrenaron el Cine Paz, que entonces se llamaba Cinema Paz: ese aƱadido, la eme y la a, abrĆa entonces (y todavĆa) una puerta a lo exótico. Los primeros asistentes vieron a MarĆa Dolores Pradera en un papel del que ya no quedan restos.
El 13 de noviembre se cumplen 75 aƱos de aquel dĆa (lo celebrarĆ”n del 9 al 15 programando las cintas mĆ”s emblemĆ”ticas de su trayectoria). Buena parte del pĆŗblico que sigue formando cola frente a la taquilla cada tarde tiene edad como para recordar los primeros aƱos de uno de los cines vivos mĆ”s antiguos de Madrid. Ā«Te cuentan la pelĆcula que vieron estrenar, cuĆ”ndo vinieron con su primera novia, dónde merendaban luego. Eso emociona muchoĀ», explica Carolina Góngora, responsable del Cine Paz.
El mundo perfecto, encuadrado y de mĆŗsica limpia que se proyecta en la pantalla es el resultado de un submundo que permanece oculto, y al que accedemos en el Paz. La trastienda de la sala de cine es el Ćŗltimo reducto de la fabricación industrial del arte: cachivaches, herramientas, mĆ”quinas, ruido, restos de tecnologĆas desfasadas, vigasā¦
A propósito de tecnologĆas desfasadas: esa expresión, aunque define exactamente lo que es, no hace justicia a los seres mecĆ”nicos que habitan la trastienda del Cine Paz. Se trata de algo mucho mĆ”s vivo. En una esquina del cuarto, agazapado como un animal herido, un viejo proyector de los que hacĆan girar rollos de pelĆcula observa las mĆ”quinas negras y rectangulares que ocupan su antiguo reino.
Son ordenadores potentĆsimos de los que sale un tubo plateado de ventilación que se engancha al techo. El resultado final es mucho mejor con el nuevo sistema, pero se pierde magia. Al menos de momento: el arte impregna en retroceso los objetos que la construyen. QuizĆ” algĆŗn dĆa, estĆ”s mĆ”quinas serĆ”n objeto de devoción y coleccionismo.
Sin embargo, la gente la creyó porque lo normal empezó a ser que las salas bajaran las persianas. Ā«Fueron unos meses duros, la gente creĆa que habĆamos cerrado, y nos costó mucho revertir la idea de que somos de los dos Ćŗnicos que siguen abiertos en FuencarralĀ».
El pĆŗblico conoce la fisiologĆa de los cines. Saben cómo nacen las pelĆculas y cómo avanzan por el organismo del edificio. Se estrenan en una de las grandes salas, pasan a la mediana y acaban en la cuatro: Ā«Es la mĆ”s pequeƱa, tiene 99 butacas; es donde mueren las pelĆculas… Nuestro pĆŗblico sabe que si se estrena en la cinco, a las dos semanas bajarĆ”n. Si no pueden subir escaleras, se esperanĀ».
Fueron pioneros en EspaƱa (aƱo 1959) en la instalación de la tecnologĆa Todd-AO. Los espectadores, de pronto, recibieron por el oĆdo derecho lo que el actor decĆa desde el lado derecho de la pantalla. La percepción se acercaba a la vida real; la magia se hacĆa mĆ”s tangible.
Carolina Góngora pertenece a la tercera generación de una misma familia que comanda el Cine Paz desde 1978, cuando su abuelo lo adquirió. Era una niƱa que tenĆa un cine: Ā«OcurrĆa antes y creo seguirĆ” ocurriendo, cuando dices que tienes un cine, la gente se sorprende, āĀæUn cineee?ā, como si tuvieras un circo o un zoo. El cine sigue atrayendo y despertando la curiosidadĀ».
Confiesa que la labor le emociona: «Trabajas en un sector en que la gente disfruta. Por eso, generación tras generación, no nos planteamos cerrar o que no vaya a durar. EstÔs casi obligado, por moral o por conciencia, a continuar».
Alli vi por primaera vez la guerra de las galaxias en el cine, en el reestreno de 1997. Eran los unicos que tenian el sistema de proyeccion THX. Aun tengo fotos de aquel dia.
Que precioso articulo, le escribo desde Honduras y el cine es una de mis pasiones, permitame decirle que recuerdo todas y cada una de las peliculas que e visto en cinemas, los de los ochenta en mi pais, tenian localidades como palco y graderias, ya no existe sorpresa, desde youtube podemos ver los trailer de las proximas peliculas y ya no emociona tanto verlos antes de la funcion, aunque detesto llegar tarde y perdermelos, algo tienen de magico los cines antiguos, y poder ver esos clasicos de siempre en pantalla grande a de ser alucinante, disculpe mi dicción le escribo desde mi teléfono y ña tegnologia me permitio ver su articulo mientras estoy en cama antes de dormir, imagino en otra epoca tendria que haber escrito una correspondencia mucho mas inspirada de mi puño y letra ir al correo y esperas que seyo, dos meses a que hubiese visto mi carta, mientras por este medio es posible que en unas horas pueda leer mis comentarios, reitero mi saludo siga haciendo esas reseñas, que aunque no conozca el cine paz me imagine haber visto una pelicula ahi
Alli vi por primaera vez la guerra de las galaxias en el cine, en el reestreno de 1997. Eran los unicos que tenian el sistema de proyeccion THX. Aun tengo fotos de aquel dia.
MAPA CINES DE MADRID
254 cines en Madrid despuƩs de la guerra.
https://www.google.com/maps/d/viewer?msa=0&mid=15XMnTYT_mEDqtjDMo7Tz3hXPWOA&ll=40.41617610927551%2C-3.681393000000071&z=11
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