Una botella suele contener agua, pero también un mensaje. En los últimos años las botellas duraderas, aquellas que nos permiten evitar las de un solo uso, encapsulan la idea de que hay que cuidar el planeta y evitar los desperdicios. Es un objeto que ya de por sà tiene un mensaje. Esto ayudó a decidirse a la artista Claudia Sahuquillo para colaborar con Closca.Â
La Closca Bottle Caos es una botella icónica que tiene, además del mensaje ecologÃsta, uno feminista impreso en la piel. «El pattern de esta botella sale de una serie que se llama Caos, llena de colores brillantes, que vibran, que te hacen sentir y que existen sin pedir permiso», explica la artista. «Con esta botella quiero brindar por nosotras, por existir como mujeres sin pedir permiso, por querer cambiar las cosas y llegar a ser mujeres que vibran, que piden y que son como quieren ser».

Para Sahuquillo, trabajar sobre una botella no ha sido difÃcil, ella está acostumbrada a plasmar sus trazos sobre superficies irregulares, como los cuerpos. Esta joven artista ha ganado popularidad en las redes (en Instagram ronda los 80.000 seguidores) gracias a sus originales trazos y a los cuerpos donde los plasma. En el trabajo de Sahuquillo, el contenido es tan importante como el continente, y juntos lanzan un mensaje unÃvoco. Â



«La tesis de mi máster consistÃa en la exploración del dibujo más allá de los lÃmites tradicionales», comenta la artista. «Empecé a expandir el dibujo por todas partes: suelo, paredes, rocas… hasta que llegué a la piel».
Sahuquillo se dio cuenta de que la piel, como soporte, tiene ciertas peculiaridades: respira, se mueve, transmite energÃa. Sus seguidores también se dieron cuenta. Y pronto empezaron a reaccionar inundando de corazoncitos virtuales sus trabajos.
El proceso se daba de forma muy natural: «Quedaba con una o dos amigas, escuchábamos música y tomábamos vermut mientras las pintaba y hablábamos de feminismo durante horas».Â

ParecÃa una reunión de amigas, pero de ella surgÃa algo más. Algo orgánico, visceral y poderoso se creaba en esas sesiones. «Al mundo le interesaba lo que ocurre cuando una mujer decide ser obra de arte», reflexiona la artista. Pero a Instagram no. La red social censura los pezones femeninos.


«Para mà pocas cosas hay tan extremadamente absurdas en este mundo que hemos creado como la diferencia entre un pezón femenino y uno masculino. Son literalmente lo mismo, solo que el hombre es libre y puede mostrar lo que quiera, y el femenino está repleto de una carga sexual y pornográfica asfixiante», señala la artista.
El problema no es que no haya desnudos femeninos en la sociedad, está lleno. El problema es que son desnudos sexualizados, idealizados, capitalizados. Sirven para vender sexo o dietas, pero no para normalizar o para crear. Como explica Sahuquillo: «La censura femenina no es más que una forma más de opresión. El problema no es el pezón, sino cómo lo vemos».

La historia del arte y los museos están llenos de mujeres desnudas, pero normalmente como meros objetos pasivos retratados por hombres. En el trabajo de esta artista, ellas son las que deciden mostrarse y convertirse, literalmente, en obras de arte. «Las mujeres, y nuestros cuerpos, estamos ridÃculamente sexualizadas y cosificadas en esta sociedad».Â
Cuando estas mujeres deciden ser pintadas, se adueñan de su desnudez y la muestran como un hecho normal, en todo caso artÃstico, lejos de cualquier sexualización. «Se saben dueñas de sà mismas y lo demuestran al mundo».
