22 de noviembre 2021    /   CINE/TV
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Clint Eastwood, el Ășltimo maestro del estilo invisible

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Como director de cine, Clint Eastwood es uno de los Ășltimos maestros del estilo invisible: un estilo que busca que el pĂșblico no se percate de los planos ni de los movimientos de cĂĄmara ni de cĂłmo los decorados, el atrezo y el color refuerzan el tono de la pelĂ­cula o resaltan lo que sienten los personajes en una escena.

El estilo invisible busca que el pĂșblico solo estĂ© atento a la historia y nada mĂĄs que a la historia.

Para formar este estilo, el director de Gran Torino conjuga distintas influencias como expone el vĂ­deo.

EL ESTILO INVISIBLE

Hollywood desarrollĂł y mantuvo el estilo invisible durante su edad dorada (1910-1960). Karen Voss, periodista que trabaja para American Film Institute, lo describe asĂ­:

«Las películas se construyeron para que el espectador no fuera consciente de la construcción. Esta pråctica de borrar la construcción de una película, en realidad, depende de un complejo sistema de códigos visuales, una sintaxis visual que todavía se enseña en las escuelas de cine».

El estilo invisible, también conocido como «estilo de continuidad», convirtió a Hollywood en la fåbrica de sueños porque ¿quién sabe cómo se construyen los sueños? Por esto, Julius J. Epstein guionista de Casablanca y Arsénico por compasión, junto con su hermano Philip, dijo:

«Una película es un sueño. No debes sacar del sueño a los espectadores hasta el THE END».

El afĂĄn en Hollywood por la invisibilidad no impidiĂł que algunos directores de cine destacaran: John Ford, Frank Capra, Ernst Lubitsch o Alfred Hitchcock, entre otros.

El estilo invisible decayĂł a finales de los 50 por el estancamiento de las formas, argumentos caducos y las vanguardias, que consideraban las pelĂ­culas como obras del director.

Pero a finales de los 50 y principios de los 60, el estilo invisible recibiĂł una inyecciĂłn de vitalidad con la generaciĂłn de la televisiĂłn: directores de cine curtidos en series, telefilmes y teatro grabado como Delbert Mann (Marty), Sidney Lumet (12 hombres sin piedad), John Frankenheimer (El hombre de Alcatraz) o Stuart Rosenberg (La leyenda del indomable). Estos directores aplicaron el estilo invisible a historias realistas sobre temas que preocupaban a la sociedad de entonces.

Casualmente Rosenberg trabajĂł en Rawhide, donde Clint Eastwood se curtiĂł como actor.

RAWHIDE

Clint Eastwood podrĂ­a haberse convertido en uno de los directores de la generaciĂłn de la televisiĂłn. Cuando no estaba interpretando a su personaje en Rawhide, observaba cĂłmo se grababa la serie.

En los dĂ­as libres acudĂ­a a los estudios de CBS para ver cĂłmo se rodaban otras series. Eran los tiempos de La dimensiĂłn desconocida, MisiĂłn Imposible o Perry Mason, entre una decena. En palabras de Eastwood:

«No sabía nada y había mucho que aprender». 

Cuando se sintió preparado para dirigir, acordó con los productores de Rawhide dirigir uno de los episodios, pero finalmente aquellos rechazaron el acuerdo. (La oportunidad de dirigir llegaría años después en el cine).

La televisión ayudó a Clint Eastwood a cimentar su futuro estilo como cineasta (también como productor) no diferente de otros directores surgidos del medio:

  • Rodajes rĂĄpidos.
  • EconomĂ­a narrativa: comienzos rĂĄpidos, escenas breves, pelĂ­culas ajustadas a la duraciĂłn de las historias.
  • Cada plano estĂĄ centrado en la historia. La cĂĄmara estĂĄ donde debe estar: en la acciĂłn.

Esto no significa que Eastwood rechace los avances tĂ©cnicos o formales. Simplemente, emplea aquello que considera Ăștil para la historia.

SERGIO LEONE

Tras Por un puñado de dólares (1964), un periodista preguntó a Eastwood si el héroe bueno del wéstern clåsico había muerto. El actor respondió:

«Puede que ahora el sombrero blanco del bueno no sea tan blanco. En mis tiempos, el bueno siempre vestía de blanco y montaba en un caballo blanco. El villano siempre se vestía de negro. Pero creo que se van a ir dejando atrås los clichés obvios».

Eastwood acertĂł. El antihĂ©roe ocupĂł el lugar del hĂ©roe. Clint Eastwood, el hombre sin nombre de la TrilogĂ­a del dĂłlar, es el prototipo: un tipo que actĂșa con fines egoĂ­stas siguiendo un cĂłdigo de conducta personal.

Clint Eastwood, el hombre sin nombre, en La muerte tenĂ­a un precio.
Clint Eastwood, el hombre sin nombre, en La muerte tenĂ­a un precio.

Es cierto que mucho antes Hollywood tuvo como protagonistas a tipos amorales, egoĂ­stas y con pasado turbio en wĂ©sterns como RaĂ­ces profundas (1953) y Centauros del desierto (1956) o dramas como Casablanca (1942). Sin embargo, aquellos tipos viven atormentados por sus demonios o con sentimientos de culpa o con un profundo desencanto de las personas. Por esto, el pĂșblico intuye que acabarĂĄ por redimirse haciendo lo que tiene que hacer.

Por el contrario, el antihĂ©roe no vive atormentado ni frustrado. Es probable que no tenga fe en las personas, pero no se queja. Hace lo que considera necesario para su beneficio. A veces realiza un acto desinteresado sin dar un por quĂ© y que sorprende al pĂșblico.

Como director, Eastwood recrea el antihéroe tanto en el wéstern como en los géneros urbanos. Por ejemplo, el protagonista de Ejecución inminente es un periodista alcohólico, infiel y mal padre que busca pruebas para evitar la ejecución de un joven negro. El yin y el yan.

Para representar al hombre sin remordimientos, Leone escogiĂł a Clint Eastwood porque se ajustaba a su propĂłsito:

«Necesitaba una måscara en lugar de un actor, y Eastwood solo tenía dos expresiones faciales: una con el sombrero y otra sin él».

Leone no elogia las dotes de Eastwood como actor, pero tampoco las desprecia. A la manera de Hitchcock, buscaba un tono, un estilo, que quizå no hubiera conseguido con un actor de la escuela del método por entonces en auge.

Un estilo de actuaciĂłn minimalista que Eastwood mantuvo tras el spaghetti western:

«Mantuve el estilo de actuación de algunas películas que me hicieron famoso porque a veces puedes hacer mucho sin decir mucho».

Este minimalismo también formarå parte del estilo de dirección de Eastwood, que declaró estar en desacuerdo con «las tomas y escenas largas de Leone».

DON SIEGEL

La crĂ­tica cinematogrĂĄfica elitista dividiĂł a los directores de cine en artesanos (practicantes del estilo invisible) y autores. Para esta crĂ­tica, el artesano tenĂ­a talento para el oficio, mayor o menor, pero no genialidad. Sin embargo, los artesanos han dirigido pelĂ­culas sĂłlidas e influyentes que adora el gran pĂșblico.

Clint Eastwood y Patrick McGoohan en Fuga de Alcatraz
Clint Eastwood y Patrick McGoohan en Fuga de Alcatraz

Entre los artesanos estĂĄ Don Siegel. DirigiĂł el clĂĄsico en blanco y negro La invasiĂłn de los ladrones de cuerpos (1956) y estĂĄ tras la cĂĄmara de algunos de los Ă©xitos de los 70 interpretados por Clint Eastwood: La jungla humana (1968), Dos mulas y una mujer (1970), Harry, el Sucio (1971) y Fuga de Alcatraz (1979). Sobre la Ășltima, el guionista y crĂ­tico Roger Ebert escribiĂł:  

«Una pieza magistral de narración, en la que los personajes dicen poco y la cåmara explica la acción».

«Dicen poco», como le gusta a Eastwood.

Una crĂ­tica, que Ebert remata asĂ­:

«Nos damos cuenta de lo raro que es este tipo de artesanía».

Una rara artesanĂ­a que Eastwood continuarĂ­a como director. Gran parte de la filmografĂ­a de ambientaciĂłn urbana de Eastwood bien podrĂ­a haber sido filmada por Don Siegel.

La influencia del Siegel va mås allå del estilo: hizo posible el ingreso de Eastwood en el gremio de directores de América, requisito necesario para dirigir una película. Ademås, Siegel ejerció como consultor en la primera película dirigida por Eastwood: Escalofrío en la noche (1971), en la que Siegel interpreta a un camarero.

Don Siegel, Jessica Walter y Clint Eastwood en ‘EscalofrĂ­o en la noche’.

Con Siegel, Eastwood aprendiĂł, de primera mano:

  • A escoger guiones con historias sĂłlidas que se sustentan por sĂ­ solas sin grandes presupuestos ni estrellas.
  • A retratar, cĂĄmara en mano, una violencia realista. La cĂĄmara de Siegel, y mĂĄs tarde la de Eastwood, nos lleva al lugar de los hechos y nos convierte en un impotente espectador casual.
  • A un montaje rĂĄpido.

BILLY WILDER

Las similitudes entre Eastwood y Wilder son grandes. Ambos directores han sido denostados por los teĂłricos del cine.

El director de El apartamento y El gran carnaval practicaba el estilo invisible, concediendo mayor importancia al guion que al aspecto visual.

El escritor y crĂ­tico de cine Jonathan Coen recuerda cĂłmo Cahiers du cinema despreciaba a Wilder porque no tenĂ­a un estilo visual definido. En nuestros dĂ­as, David Bordwell, uno de los teĂłricos de cine mĂĄs respetado, rara vez menciona al director austriaco, pero no puede eludir la influencia que El crepĂșsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950) ha dejado en nuestros dĂ­as.

La película sobre la estrella muda cuenta con la dirección invisible de Wilder, pero estå recargada con una apabullante escenografía, el vestuario y el maquillaje propios del terror; la voz en off subjetiva mås que narrativa y un tono onírico que ha llevado a David Lynch a decir que «es una puerta a otros mundos».

El crepĂșsculo de los dioses – William Holden y Gloria Swanson
‘El crepĂșsculo de los dioses’ – William Holden y Gloria Swanson

Eastwood, como Wilder, ajusta el estilo invisible al tono del guion. De ahĂ­ que, por ejemplo, Wilder se propusiera dirigir «un Hitchcock mejor que Hitchcock» y filmara Testigo de cargo. Sin embargo, entre todas las pelĂ­culas dirigidas por Wilder, Eastwood prefiere El crepĂșsculo de los dioses, como ha confesado. La huella de Wilder en Eastwood estĂĄ presente en producciones como Mystic River, Medianoche en el jardĂ­n del bien y del mal o El intercambio.

CONCLUSIÓN

Eastwood ha declarado en distintas ocasiones que escribir un guion es la parte mĂĄs difĂ­cil de hacer una pelĂ­cula, y que los verdaderos autores son los guionistas. Por esto no encarga guiones. Espera a que llegue un guion adecuado a las inquietudes personales del momento, entonces, segĂșn refleja Clint Eastwood: Interviews:

«Me meto en la película y obtengo el aspecto de ella a medida que leo, en lugar de tener un estilo constante que repito en cada película, poniéndole una marca». 

Con independencia del género, el tono y el argumento, Clint Eastwood ha sido devoto del estilo invisible y ha conseguido el reconocimiento de la crítica que lo insultó.

Jonh Vinocur, corresponsal de New York Times en Francia en 1985, recordĂł el cambio de actitud de la crĂ­tica europea hacia Eastwood:

«Hasta hace un par de años, Eastwood, actor o director, habĂ­a sido constantemente vilipendiado como un cavernĂ­cola cinematogrĂĄfico (
). Entonces, algo cambiĂł. El aventurero de medianoche se compara con Las uvas de la ira (“Dios mĂ­o”, dice el actor y director). El estilo interpretativo de Eastwood en lugar de rĂ­gido es considerado minimalista. The Guardian, el periĂłdico britĂĄnico de izquierda, lo invita a dar una conferencia sobre cine».

Las palabras de Vinocur sobre Eastwood nos recuerda que el director y actor es la clase de artista que apuesta por sĂ­ mismo desde el principio y no se pliega a las modas ni a la crĂ­tica ni al pĂșblico. Eastwood solo quiere contar, a su manera, historias con la cĂĄmara.

Como director de cine, Clint Eastwood es uno de los Ășltimos maestros del estilo invisible: un estilo que busca que el pĂșblico no se percate de los planos ni de los movimientos de cĂĄmara ni de cĂłmo los decorados, el atrezo y el color refuerzan el tono de la pelĂ­cula o resaltan lo que sienten los personajes en una escena.

El estilo invisible busca que el pĂșblico solo estĂ© atento a la historia y nada mĂĄs que a la historia.

Para formar este estilo, el director de Gran Torino conjuga distintas influencias como expone el vĂ­deo.

EL ESTILO INVISIBLE

Hollywood desarrollĂł y mantuvo el estilo invisible durante su edad dorada (1910-1960). Karen Voss, periodista que trabaja para American Film Institute, lo describe asĂ­:

«Las películas se construyeron para que el espectador no fuera consciente de la construcción. Esta pråctica de borrar la construcción de una película, en realidad, depende de un complejo sistema de códigos visuales, una sintaxis visual que todavía se enseña en las escuelas de cine».

El estilo invisible, también conocido como «estilo de continuidad», convirtió a Hollywood en la fåbrica de sueños porque ¿quién sabe cómo se construyen los sueños? Por esto, Julius J. Epstein guionista de Casablanca y Arsénico por compasión, junto con su hermano Philip, dijo:

«Una película es un sueño. No debes sacar del sueño a los espectadores hasta el THE END».

El afĂĄn en Hollywood por la invisibilidad no impidiĂł que algunos directores de cine destacaran: John Ford, Frank Capra, Ernst Lubitsch o Alfred Hitchcock, entre otros.

El estilo invisible decayĂł a finales de los 50 por el estancamiento de las formas, argumentos caducos y las vanguardias, que consideraban las pelĂ­culas como obras del director.

Pero a finales de los 50 y principios de los 60, el estilo invisible recibiĂł una inyecciĂłn de vitalidad con la generaciĂłn de la televisiĂłn: directores de cine curtidos en series, telefilmes y teatro grabado como Delbert Mann (Marty), Sidney Lumet (12 hombres sin piedad), John Frankenheimer (El hombre de Alcatraz) o Stuart Rosenberg (La leyenda del indomable). Estos directores aplicaron el estilo invisible a historias realistas sobre temas que preocupaban a la sociedad de entonces.

Casualmente Rosenberg trabajĂł en Rawhide, donde Clint Eastwood se curtiĂł como actor.

RAWHIDE

Clint Eastwood podrĂ­a haberse convertido en uno de los directores de la generaciĂłn de la televisiĂłn. Cuando no estaba interpretando a su personaje en Rawhide, observaba cĂłmo se grababa la serie.

En los dĂ­as libres acudĂ­a a los estudios de CBS para ver cĂłmo se rodaban otras series. Eran los tiempos de La dimensiĂłn desconocida, MisiĂłn Imposible o Perry Mason, entre una decena. En palabras de Eastwood:

«No sabía nada y había mucho que aprender». 

Cuando se sintió preparado para dirigir, acordó con los productores de Rawhide dirigir uno de los episodios, pero finalmente aquellos rechazaron el acuerdo. (La oportunidad de dirigir llegaría años después en el cine).

La televisión ayudó a Clint Eastwood a cimentar su futuro estilo como cineasta (también como productor) no diferente de otros directores surgidos del medio:

  • Rodajes rĂĄpidos.
  • EconomĂ­a narrativa: comienzos rĂĄpidos, escenas breves, pelĂ­culas ajustadas a la duraciĂłn de las historias.
  • Cada plano estĂĄ centrado en la historia. La cĂĄmara estĂĄ donde debe estar: en la acciĂłn.

Esto no significa que Eastwood rechace los avances tĂ©cnicos o formales. Simplemente, emplea aquello que considera Ăștil para la historia.

SERGIO LEONE

Tras Por un puñado de dólares (1964), un periodista preguntó a Eastwood si el héroe bueno del wéstern clåsico había muerto. El actor respondió:

«Puede que ahora el sombrero blanco del bueno no sea tan blanco. En mis tiempos, el bueno siempre vestía de blanco y montaba en un caballo blanco. El villano siempre se vestía de negro. Pero creo que se van a ir dejando atrås los clichés obvios».

Eastwood acertĂł. El antihĂ©roe ocupĂł el lugar del hĂ©roe. Clint Eastwood, el hombre sin nombre de la TrilogĂ­a del dĂłlar, es el prototipo: un tipo que actĂșa con fines egoĂ­stas siguiendo un cĂłdigo de conducta personal.

Clint Eastwood, el hombre sin nombre, en La muerte tenĂ­a un precio.
Clint Eastwood, el hombre sin nombre, en La muerte tenĂ­a un precio.

Es cierto que mucho antes Hollywood tuvo como protagonistas a tipos amorales, egoĂ­stas y con pasado turbio en wĂ©sterns como RaĂ­ces profundas (1953) y Centauros del desierto (1956) o dramas como Casablanca (1942). Sin embargo, aquellos tipos viven atormentados por sus demonios o con sentimientos de culpa o con un profundo desencanto de las personas. Por esto, el pĂșblico intuye que acabarĂĄ por redimirse haciendo lo que tiene que hacer.

Por el contrario, el antihĂ©roe no vive atormentado ni frustrado. Es probable que no tenga fe en las personas, pero no se queja. Hace lo que considera necesario para su beneficio. A veces realiza un acto desinteresado sin dar un por quĂ© y que sorprende al pĂșblico.

Como director, Eastwood recrea el antihéroe tanto en el wéstern como en los géneros urbanos. Por ejemplo, el protagonista de Ejecución inminente es un periodista alcohólico, infiel y mal padre que busca pruebas para evitar la ejecución de un joven negro. El yin y el yan.

Para representar al hombre sin remordimientos, Leone escogiĂł a Clint Eastwood porque se ajustaba a su propĂłsito:

«Necesitaba una måscara en lugar de un actor, y Eastwood solo tenía dos expresiones faciales: una con el sombrero y otra sin él».

Leone no elogia las dotes de Eastwood como actor, pero tampoco las desprecia. A la manera de Hitchcock, buscaba un tono, un estilo, que quizå no hubiera conseguido con un actor de la escuela del método por entonces en auge.

Un estilo de actuaciĂłn minimalista que Eastwood mantuvo tras el spaghetti western:

«Mantuve el estilo de actuación de algunas películas que me hicieron famoso porque a veces puedes hacer mucho sin decir mucho».

Este minimalismo también formarå parte del estilo de dirección de Eastwood, que declaró estar en desacuerdo con «las tomas y escenas largas de Leone».

DON SIEGEL

La crĂ­tica cinematogrĂĄfica elitista dividiĂł a los directores de cine en artesanos (practicantes del estilo invisible) y autores. Para esta crĂ­tica, el artesano tenĂ­a talento para el oficio, mayor o menor, pero no genialidad. Sin embargo, los artesanos han dirigido pelĂ­culas sĂłlidas e influyentes que adora el gran pĂșblico.

Clint Eastwood y Patrick McGoohan en Fuga de Alcatraz
Clint Eastwood y Patrick McGoohan en Fuga de Alcatraz

Entre los artesanos estĂĄ Don Siegel. DirigiĂł el clĂĄsico en blanco y negro La invasiĂłn de los ladrones de cuerpos (1956) y estĂĄ tras la cĂĄmara de algunos de los Ă©xitos de los 70 interpretados por Clint Eastwood: La jungla humana (1968), Dos mulas y una mujer (1970), Harry, el Sucio (1971) y Fuga de Alcatraz (1979). Sobre la Ășltima, el guionista y crĂ­tico Roger Ebert escribiĂł:  

«Una pieza magistral de narración, en la que los personajes dicen poco y la cåmara explica la acción».

«Dicen poco», como le gusta a Eastwood.

Una crĂ­tica, que Ebert remata asĂ­:

«Nos damos cuenta de lo raro que es este tipo de artesanía».

Una rara artesanĂ­a que Eastwood continuarĂ­a como director. Gran parte de la filmografĂ­a de ambientaciĂłn urbana de Eastwood bien podrĂ­a haber sido filmada por Don Siegel.

La influencia del Siegel va mås allå del estilo: hizo posible el ingreso de Eastwood en el gremio de directores de América, requisito necesario para dirigir una película. Ademås, Siegel ejerció como consultor en la primera película dirigida por Eastwood: Escalofrío en la noche (1971), en la que Siegel interpreta a un camarero.

Don Siegel, Jessica Walter y Clint Eastwood en ‘EscalofrĂ­o en la noche’.

Con Siegel, Eastwood aprendiĂł, de primera mano:

  • A escoger guiones con historias sĂłlidas que se sustentan por sĂ­ solas sin grandes presupuestos ni estrellas.
  • A retratar, cĂĄmara en mano, una violencia realista. La cĂĄmara de Siegel, y mĂĄs tarde la de Eastwood, nos lleva al lugar de los hechos y nos convierte en un impotente espectador casual.
  • A un montaje rĂĄpido.

BILLY WILDER

Las similitudes entre Eastwood y Wilder son grandes. Ambos directores han sido denostados por los teĂłricos del cine.

El director de El apartamento y El gran carnaval practicaba el estilo invisible, concediendo mayor importancia al guion que al aspecto visual.

El escritor y crĂ­tico de cine Jonathan Coen recuerda cĂłmo Cahiers du cinema despreciaba a Wilder porque no tenĂ­a un estilo visual definido. En nuestros dĂ­as, David Bordwell, uno de los teĂłricos de cine mĂĄs respetado, rara vez menciona al director austriaco, pero no puede eludir la influencia que El crepĂșsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950) ha dejado en nuestros dĂ­as.

La película sobre la estrella muda cuenta con la dirección invisible de Wilder, pero estå recargada con una apabullante escenografía, el vestuario y el maquillaje propios del terror; la voz en off subjetiva mås que narrativa y un tono onírico que ha llevado a David Lynch a decir que «es una puerta a otros mundos».

El crepĂșsculo de los dioses – William Holden y Gloria Swanson
‘El crepĂșsculo de los dioses’ – William Holden y Gloria Swanson

Eastwood, como Wilder, ajusta el estilo invisible al tono del guion. De ahĂ­ que, por ejemplo, Wilder se propusiera dirigir «un Hitchcock mejor que Hitchcock» y filmara Testigo de cargo. Sin embargo, entre todas las pelĂ­culas dirigidas por Wilder, Eastwood prefiere El crepĂșsculo de los dioses, como ha confesado. La huella de Wilder en Eastwood estĂĄ presente en producciones como Mystic River, Medianoche en el jardĂ­n del bien y del mal o El intercambio.

CONCLUSIÓN

Eastwood ha declarado en distintas ocasiones que escribir un guion es la parte mĂĄs difĂ­cil de hacer una pelĂ­cula, y que los verdaderos autores son los guionistas. Por esto no encarga guiones. Espera a que llegue un guion adecuado a las inquietudes personales del momento, entonces, segĂșn refleja Clint Eastwood: Interviews:

«Me meto en la película y obtengo el aspecto de ella a medida que leo, en lugar de tener un estilo constante que repito en cada película, poniéndole una marca». 

Con independencia del género, el tono y el argumento, Clint Eastwood ha sido devoto del estilo invisible y ha conseguido el reconocimiento de la crítica que lo insultó.

Jonh Vinocur, corresponsal de New York Times en Francia en 1985, recordĂł el cambio de actitud de la crĂ­tica europea hacia Eastwood:

«Hasta hace un par de años, Eastwood, actor o director, habĂ­a sido constantemente vilipendiado como un cavernĂ­cola cinematogrĂĄfico (
). Entonces, algo cambiĂł. El aventurero de medianoche se compara con Las uvas de la ira (“Dios mĂ­o”, dice el actor y director). El estilo interpretativo de Eastwood en lugar de rĂ­gido es considerado minimalista. The Guardian, el periĂłdico britĂĄnico de izquierda, lo invita a dar una conferencia sobre cine».

Las palabras de Vinocur sobre Eastwood nos recuerda que el director y actor es la clase de artista que apuesta por sĂ­ mismo desde el principio y no se pliega a las modas ni a la crĂ­tica ni al pĂșblico. Eastwood solo quiere contar, a su manera, historias con la cĂĄmara.

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