
En la salud comunitaria la epidemia se describe como una enfermedad que afecta a un número de individuos superior al esperado en una población durante un periodo de tiempo. Para evitar el sensacionalismo que conlleva esta palabra, en ocasiones, se utiliza el sinónimo de brote epidémico. Ciertamente en el caso que nos atañe, la contaminación es generalizada y corre el peligro de convertirse en una pandemia real.
El ‘coaching’, y su extensión desmedida, cumple todos los requisitos de virulenta pandemia. Inicialmente, el término hacÃa referencia a una práctica profesional centrada, según la ICF (International Coach Federation) en descubrir, aclarar y definir lo que el cliente quiere alcanzar, estimular el autodescubrimiento, suscitar soluciones y estrategias generadas por uno mismo y mantener una actitud responsable y consecuente. Si bien, durante algunos años, esta acepción se ha mantenido en contextos empresariales, constatamos que ha roto fronteras desperdigándose sin medida por nuestras vidas en forma pandémica.
Para nuestra sorpresa, nos aparecen al paso, y han llegado a nuestros buzones usos de lo más variopinto. Veamos algunos: coaching idiomático infantil que, convenientemente explorado el término, acaba tratándose de clases de idiomas para niños; coaching estético, no es otra cosa que un tratamiento de belleza integral; coaching dietético, régÃmen para perder peso; coaching de marca, original revisión de la imagen de un profesional o empresa; coaching fitness, en este caso no es necesario aclarar qué hacen; coaching de interiores, decoración o interiorismo…, y asà un largo etc.
SerÃa divertido si no conllevara cierta dosis de maquillaje (por no llamar engaño). Parece que se trata de los trabajos de siempre que, con el moderno anglicismo que le precede, se presenta renovado y, por qué no decirlo, se intuye más caro.
La pandemia avanza con proporciones de huracán. Debemos estar preparados para oÃr en breve cómo se infectan otras actividades profesionales y aparece el coaching culinario para las clases de cocina, coaching coreográfico para aprender a bailar, o coaching automovilÃstico, que sustituirá a la anticuada autoescuela. Coaching y más coaching que, ante la imposibilidad de cambiar algunas prácticas convencionales, aspira con el mero cambio de nombre a mejorar su presentación.
Algunos viejos profesionales, entre los que me cuento, observamos sorprendidos y, a la vez, divertidos cómo el no traducido o intraducible término prospera y hace fortuna explorando y colonizando nuevos mundos. Aunque empatizo con quienes estudiamos, nos formamos y, con esfuerzo, llegamos a certificarnos como coach, le reconozco beneficios. Esta pandemia tiene algunas ventajas: todo el mundo conoce el término y no es necesario repetir varias veces la palabra (una liberación). El inconveniente reside en poder explicar al cliente en qué va a consistir exactamente el trabajo en nuestro caso. Ciertamente, hay que entender a los colegas que se rasgan las vestiduras viviéndolo como invasión o vulgarización.
Las palabras no son patrimonio de nadie y, si bien en algún momento podrÃamos hablar de desvirtualización entendida como pérdida de las esencias o valores, no olvidemos que los vocablos son ante todo un regalo para la comunicación, aunque sean en inglés. Que siga la pandemia.
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Francesc Beltri Gebrat es socio de Mediterráneo Consultores
Foto: Eight inc bajo licencia CC.
Ya lo decÃa Saussure con su teorÃa sobre el signo. A medida que vamos avanzando, una simple palabra y su consecuente significado empieza a diversificarse para adoptar nuevos términos. Ocurre lo mismo con la profesión “Relaciones Públicas” y los adolescentes que se dedican a vender entradas para una fiesta, de Relaciones Públicas tienen poco. Entiendo la desesperación!
Interesante artÃculo Francesc. Y coincido con las ideas fundamentales que expones. Sin embargo comentar que a mi (como coach), me preocuparÃa menos la “coachingdemia” (entendida como utilización exageradamente extendida de la palabra “coaching”), que los ‘trabajos’, en su mayorÃa triviales, mediocres y vulgares, -y que aportan poco o ningún valor añadido a sus supuestos beneficiarios…- que se hacen bajo la palabra “coaching”…
En este sentido lo que estamos viviendo no es una ‘invasión o vulgarización’ del término… sino un progresivo desprestigio de cualquier actividad profesional que conlleve la palabra “coaching”… Hoy estamos ya empezando a ver, como en ciertos ámbitos la palabra en cuestión, levanta más recelos que expectativas de posibilitar realmente “descubrir, aclarar y definir lo que el cliente quiere alcanzar, estimular el auto-descubrimiento, y suscitar soluciones y estrategias generadas por uno mismo”… que como tu muy bien dices es lo que el “coaching”, ‘en verdad’, trata de promover…
Suscribo pues totalmente la conclusión final de tu artÃculo: “El inconveniente reside en poder explicar al cliente en qué va a consistir exactamente el trabajo” de un coach de verdad. Pero no hay que sufrir demasiado. Como toda moda, la moda del “coaching” será pasajera… Y como en la moda en el vestir, con el tiempo perdurará aquello que por su inimitable calidad, diseño, estilo y atemporal buen gusto, está destinado a convertirse en imperecedero…. Asà es que el buen coaching, no tiene de que preocuparse. Lo bueno, brilla con luz propia no importa el cartel que se le cuelgue…
Gracias por tus comentarios
Gracias a todos por vuestras palabras. Como a vosotros, me preocupa también el intrusismo, más por lo que pueda suponer de desprestigio de nuestra profesión que por la “molestia” de tener que explicar una y otra vez que es o no es coaching. Lo de explicarlo, para mi es algo tan asumido e inherente a la ética y competencias del Coach que creo que, e intuyo que vosotros también, lo seguirÃa haciendo con o sin “coachingdemia”.
Me quedo con estos dos magnÃficos regalos que transcribo:
“Las palabras no son patrimonio de nadie… los vocablos son ante todo un regalo para la comunicación, aunque sean en inglés. Que siga la pandemia”
“con el tiempo perdurará aquello que por su inimitable calidad, diseño, estilo y atemporal buen gusto, está destinado a convertirse en imperecedero…. Asà es que el buen coaching, no tiene de que preocuparse. Lo bueno, brilla con luz propia no importa el cartel que se le cuelgue…”
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