ÂżSabes quiĂ©n es el fundador de Facebook? SĂ, sĂ, Mark Zuckerberg. Cierto. ÂżY el de Wikipedia? Jimmy Wales, exacto, el que te pide dinero de cuando en cuando para sostener la autodenominada enciclopedia libre. ÂżTe suena tambiĂ©n el de Yahoo? Bueno, ese es un poco menos obvio, pero seguro que si buscas en Google tardas poco en descubrir que es Jerry Yang.
Todos ellos, y otros tantos con historias parecidas, son ricos y famosos con nombres y apellidos que vinculamos con alguna idea genial, con el origen de algún proyecto histórico. Se han llevado todo el mérito, pero a ninguno le hubiera sido posible hacerlo solo.
La red social por excelencia, que comenzĂł su andadura en un dormitorio de la residencia de estudiantes de Harvard, jamás hubiera salido de la universidad sin el apoyo financiero de Eduardo Saverin, la pericia tĂ©cnica de Dustin Moskovitz, el arte de Andrew McCollum o las habilidades sociales de Chris Hughes. Y tambiĂ©n hubiera sido complicado que La guĂa de Jerry y David para la World Wide Web, un simple directorio de enlaces, acabara convirtiĂ©ndose en lo que hoy conocemos como Yahoo, si Jerry (Yang) no hubiera tenido a su lado a David (Filo).
AĂşn más llamativa es la historia de la enciclopedia digital por excelencia, pues pocos recuerdan que en su origen hay una empresa que vivĂa del porno. Y aĂşn menos son los que han oĂdo hablar de Larry Sanger, el cofundador olvidado de Wikipedia. Este pionero de la Red fue contratado por Wales para ponerse al frente de Nupedia, su predecesora, a travĂ©s de la empresa Bomis Inc., una pujante puntocom que vivĂa del contenido erĂłtico.
Pero las cosas no iban del todo bien para el proyecto, que no crecĂa tan rápido como a Jimmy le hubiera gustado: los artĂculos estaban escritos por acadĂ©micos y, por ello, la producciĂłn era muy escasa.
A Sanger se le ocurriĂł la idea de abrir una nueva página en formato wiki y de ponerle el nombre que a todos nos resulta familiar. Su contenido, en este caso generado por los usuarios, se acumulaba mucho más deprisa, algo que no convencĂa del todo a Larry, partidario de un modelo intermedio en el que las entradas fueran revisadas por expertos para garantizar su credibilidad.
Fue entonces cuando la burbuja de las puntocom estallĂł, llevándose a numerosas start-ups por delante. Bomis tuvo que desprenderse de la mayorĂa de sus empleados, entre ellos de Sanger, que abandonĂł la Wikipedia en 2002, y no mucho despuĂ©s naciĂł la fundaciĂłn y el portal empezĂł a financiarse a base de donaciones, tal como sucede hoy en dĂa. Pese al Ă©xito rotundo del proyecto, Larry ha caĂdo en el olvido, y el propio Wales ha sido responsable, en parte, al negar su condiciĂłn de fundador. Su argumento es que no era más que un empleado al que le estaba pagando un sueldo.
Casos como los de Facebook, Yahoo o Wikipedia son los más evidentes (junto con las figuras eclipsadas de Paul Allen y Steve Wozniak, siempre a la sombra de Gates y Jobs cuando se habla de los orĂgenes de Microsoft y Apple), pero las razones de que alguno de los fundadores pase desapercibido no siempre son injustas. A veces lo deciden ellos mismos, porque no a todo el mundo le gusta ser el centro de atenciĂłn. Empresas como LinkedIn, Instagram o YouTube tienen sus propios padres olvidados y nadie ha puesto el grito en el cielo.
La hipótesis se corrobora: donde hay una tecnológica de éxito, hay un impulsor que no recibe el reconocimiento que merece. No acaparan titulares ni se suben al escenario en las presentaciones. No sabes ni que existen, pero les debes casi todos los dispositivos, webs y aplicaciones que utilizas. Merecen, como poco, un homenaje. Y es el momento de admitirlo: has sido injusto con los cofundadores.