Llego cansado del viaje, enciendo la tele para cambiar de pantalla y veo la última promoción de McDonald’s. Unos niños –no salen niñas– disfrazados de ricachones de los años 30 anuncian abundantes regalos con la compra de los productos y la posibilidad de volverte rico acumulando propiedades.
Me quedo frÃo. No me creo que el bueno de Ronald McDonald nos proponga volver a la casilla de salida, que incentive a nuestros hijos a empezar el mismo ciclo cuyas consecuencias estamos pagando ahora. Las habilidades que desarrolla el Monopoly son claras: la negociación y la gestión de recursos limitados. La estrategia la conocemos todos: gana el que consigue que los demás no tengan nada. Un juego de suma cero.
El reto ya no es comprar o vender una mercancÃa limitada. Los retos de ahora son cómo crear valor –social y económico– de todo aquello que es abundante: toneladas de basura; miles de fábricas; mucho conocimiento y cada vez más datos en abierto; millones de jóvenes preparados y maduros curtidos; máquinas, equipos, dispositivos sin utilizar; materias primas que no llegaron a ser segundas. Suma y sigue.
Estos retos exigen, por lo menos, tanta cooperación como competencia. Yo dirÃa que más. Porque las recetas que necesitamos desbordan el comprar y el vender: intervienen múltiples factores y agentes diversos; forman una red de complicidades y recompensas; resultan en más beneficios que el económico; devuelven en abierto.
¿Para cuando el juego de los huertos urbanos, fábricas de barrio, energÃas distribuidas, coches compartidos, talleres de recuperación de bicis, bibliotecas nodo de universidades virtuales, parques y hospitales?
Llego cansado del viaje, enciendo la tele para cambiar de pantalla y veo la última promoción de McDonald’s. Unos niños –no salen niñas– disfrazados de ricachones de los años 30 anuncian abundantes regalos con la compra de los productos y la posibilidad de volverte rico acumulando propiedades.
Me quedo frÃo. No me creo que el bueno de Ronald McDonald nos proponga volver a la casilla de salida, que incentive a nuestros hijos a empezar el mismo ciclo cuyas consecuencias estamos pagando ahora. Las habilidades que desarrolla el Monopoly son claras: la negociación y la gestión de recursos limitados. La estrategia la conocemos todos: gana el que consigue que los demás no tengan nada. Un juego de suma cero.
El reto ya no es comprar o vender una mercancÃa limitada. Los retos de ahora son cómo crear valor –social y económico– de todo aquello que es abundante: toneladas de basura; miles de fábricas; mucho conocimiento y cada vez más datos en abierto; millones de jóvenes preparados y maduros curtidos; máquinas, equipos, dispositivos sin utilizar; materias primas que no llegaron a ser segundas. Suma y sigue.
Estos retos exigen, por lo menos, tanta cooperación como competencia. Yo dirÃa que más. Porque las recetas que necesitamos desbordan el comprar y el vender: intervienen múltiples factores y agentes diversos; forman una red de complicidades y recompensas; resultan en más beneficios que el económico; devuelven en abierto.
¿Para cuando el juego de los huertos urbanos, fábricas de barrio, energÃas distribuidas, coches compartidos, talleres de recuperación de bicis, bibliotecas nodo de universidades virtuales, parques y hospitales?
Adherirse a tu punto de vista, Javier, es fácil para todos, especialmente si quién lee el artÃculo se deja llevar por principios solidarios y por valores humanos de gran riqueza humana que son indiscutibles. Pero en publicidad, lo que funciona es lo coherente, lo que encaja y se hace creÃble. Probablemente no eres consumidor habitual de Mc Donalds (yo tampoco, Dios me libre) y el monopoly te genera, como a mÃ, un repelús por su carácter destructivo hacia el contrincante, pero estas dos marcas representan los valores del capitalismo más feroz y la superficialidad más caracterÃstica de los americanos, y tiene un público muy fiel en Europa. La publicidad, igual que los negocios, tiene poco de didáctico y valen sólo los resultados.
gracias Xavy por tu comentario.
Yo si he comido a épocas en Mc Donalds y aún lo hago de vez en cuando. Yo no creo que ahora mismo esta promoción y su comunicación sean coherentes con su propia campaña y compromisos de calidad; ni encaje para nada en el momento actual.
Es un tema de oportunidad y sensibilidad.
javi
¿Es que quitaron Commonspoly?
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