Eso de que el cliente siempre tiene la razón no siempre se cumple. Al menos cuando el cliente es Nelson Rockefeller y los contratados, Diego Rivera y Frida Kahlo. Uno no estaba acostumbrado a que le dijeran que no y los otros estaban hartos de decir sÃ.
En 1933, Diego Rivera y Frida Kahlo llegaron a Nueva York invitados por el Museo de Arte Moderno. La institución alojarÃa a los artistas y pondrÃa a su disposición un estudio para que Rivera pintase cinco murales para una muestra individual.
Rivera comenzó a pintar en el vestÃbulo del edificio RCA El hombre en la encrucijada. La obra mostraba la realidad de los años 30, las consecuencias de la quiebra de Wall Street y arrojaba una mirada crÃtica sobre el capitalismo.
La gota que colmó el vaso fue la inclusión entre una multitud de la figura de VladÃmir Ilich Uliánov, Lenin. Un hecho que no pasó por alto para el New York World Telegram, que dio la noticia con el siguiente titular: «Rivera perpetra escenas de actividad comunista en los muros de la RCA y Rockebeller Jr. paga la cuenta».
Para sustraerlo a la atención de los curiosos, el fresco se cubrió con una tela. Aunque hubo manifestaciones que pedÃan que se dejase a Rivera acabar la obra, de nada sirvieron. El 9 de febrero de 1934, un grupo de obreros destruyó con martillos y cinceles el fresco.
Mientras tanto, el vestÃbulo del edificio RCA continuaba sin decoración. La situación era delicada para cualquier artista. ¿Se atreverÃa alguien a aceptar el encargo de pintar un nuevo mural en el lugar donde habÃa estado el de Rivera? Por supuesto que sÃ.
Eso de que el cliente siempre tiene la razón no siempre se cumple. Al menos cuando el cliente es Nelson Rockefeller y los contratados, Diego Rivera y Frida Kahlo. Uno no estaba acostumbrado a que le dijeran que no y los otros estaban hartos de decir sÃ.
En 1933, Diego Rivera y Frida Kahlo llegaron a Nueva York invitados por el Museo de Arte Moderno. La institución alojarÃa a los artistas y pondrÃa a su disposición un estudio para que Rivera pintase cinco murales para una muestra individual.
Rivera comenzó a pintar en el vestÃbulo del edificio RCA El hombre en la encrucijada. La obra mostraba la realidad de los años 30, las consecuencias de la quiebra de Wall Street y arrojaba una mirada crÃtica sobre el capitalismo.
La gota que colmó el vaso fue la inclusión entre una multitud de la figura de VladÃmir Ilich Uliánov, Lenin. Un hecho que no pasó por alto para el New York World Telegram, que dio la noticia con el siguiente titular: «Rivera perpetra escenas de actividad comunista en los muros de la RCA y Rockebeller Jr. paga la cuenta».
Para sustraerlo a la atención de los curiosos, el fresco se cubrió con una tela. Aunque hubo manifestaciones que pedÃan que se dejase a Rivera acabar la obra, de nada sirvieron. El 9 de febrero de 1934, un grupo de obreros destruyó con martillos y cinceles el fresco.
Mientras tanto, el vestÃbulo del edificio RCA continuaba sin decoración. La situación era delicada para cualquier artista. ¿Se atreverÃa alguien a aceptar el encargo de pintar un nuevo mural en el lugar donde habÃa estado el de Rivera? Por supuesto que sÃ.
Desairar es dar un desprecio, me parece que quieres decir desagraviar.
Efectivamente. Era desagraviar. Muchas gracias por la corrección.
Respecto Frida Kahlo y el Compromiso.
Qué curioso. Justo leo este artÃculo después de haber visto un capitulo de una serie de Netflix (Sense 8), en la que uno de los protagonistas cuenta la anécdota de Rivera, en el museo de su nombre en México, delante del boceto.
Muy interesante.
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