Cuatro ‘viejos locos’ para enfrentarse a la represión en China

”Yorokobu gratis en formato digital!
Hay un proverbio chino queĀ habla de un anciano llamado Yugong. El hombre se enroló en la hercĆŗlea labor de mover una montaƱa que bloqueaba el paso hasta su casa.Ā Aunque en la aldea le tachaban de loco porque jamĆ”sĀ acabarĆa el traslado en vida, Ć©l se reĆa de su ignorancia. Ā«Mis hijos y mis nietos seguirĆ”n mi labor y, algĆŗn dĆa, esta montaƱa habrĆ” desaparecidoĀ». El cuento es conocido como El viejo loco y resume a la perfección el espĆritu perseverante del activismo en China.
El proverbio tambiĆ©n da tĆtulo a un documental sobre los cambios sociales en el paĆs que se estrena el martes por la noche en Televisión EspaƱola. El periodista Diego Torres y el cineasta Antón Calderón quisieron dar voz a aquellos que trabajan por el bienestar de sus compatriotas y no abren portadas, pero arriesgan su seguridad a diario. Son cuatro activistas y disidentes que han conseguido grandes avances en el medio ambiente, el sindicalismo, el desarrollo democrĆ”tico y la pobreza infantil.
Ā«Son la prueba de que la dignidad humana puede prevalecer en las circunstancias mĆ”s desfavorables. QuerĆamos que este documental fuese un homenaje hacia ellosĀ», reconoce Diego Torres, que fueĀ corresponsal en China durante varios aƱos. Sabe de primera mano que estas historias no tienen prioridad en la prensa internacional, donde sobresalenĀ los escĆ”ndalos o los encarcelamientos a disidentes. Ahora ofrecen un punto de vista imprescindible para evitar caer en la tĆpica caricatura de sumisión sobre el continente asiĆ”tico.
Ā«Es cierto que es una sociedad pragmĆ”tica y discreta que no suele involucrarse en cuestiones polĆticasĀ», cuenta Calderón, pero puntualizaĀ en la Ćŗltima dĆ©cada han empezado a luchar por libertades y cuestiones mĆ”s intangibles.
El documental fue rodado en 2014, cuando Xi Jinping no llevaba ni un año en la presidencia y se estaba acomodando aún en el poder. En los últimos tiempos, sin embargo, cualquier opinión se ha vuelto peligrosa para el Gobierno y cada movilización es acusada de alterar el orden público por el partido comunista.
Los cuatro protagonistas de El viejo locoĀ tienen modus operandi muy distintos y no todos inquietan de la misma forma al GobiernoĀ de Xi Jinping. En China, esta medición de riesgos se compara con las lĆneas rojas de un tablero de ping-pong. Puedes y debes golpear los lĆmites para que haya un progreso, pero nunca salirte del tablero Ā«porque ya no necesitarĆ”n excusas para encerrarteĀ». Todas estas formas de activismo, incluso las menos arriesgadas, dejan una huella en la sociedad para que las nuevas generaciones cojan el relevo. Pero siempre hay quienes se arriesgan mĆ”s que otros para acelerar el proceso, como el caso del disidente Hu Jia.
El activista democrƔtico
Hu Jia lleva 233 dĆas bajo arresto domiciliario cuando habla directo aĀ la cĆ”mara. No es la primera vez que las autoridades chinas le someten por propagar su batalla por los derechos humanos. Ya fue encarcelado tres aƱos y medio por alimentar un blog de Internet junto a su mujer con duras crĆticas al sistema sanitario, la brutalidad policial, las mentirasĀ sobre la transmisión del sida y los escĆ”ndalosĀ ecológicos.
Ā«EstĆ” en una situación como la de Ai Wei Wei. El Estado piensa que es menos daƱino tenerlo neutralizado, sin encarcelarlo para que no genere protestas internacionales, pero sin apenas libertadesĀ», cuenta Diego Torres. Hu Jia no tiene acceso a las redes sociales del paĆs, la mayor parte del tiempo estĆ” recluido en su casa y su mujer (tambiĆ©n activista) le pidió el divorcio para huir a Hong Kong con su hija porque la presión era inaguantable. Aun asĆ, se escapa cada vez que puede para visitar a las familias de presos polĆticos y repartir comida y abrigos a los mendigos de la calle.
Ā«Seguramente me vuelvan a encarcelar pronto, y esta vez serĆ”n mĆ”s de tres aƱos y medioĀ», admite Hu Jia en la pelĆcula. Ā«Pero es que soy un hombre, no un esclavoĀ». En 2006, la revista Time destacó al pequinĆ©sĀ como uno de los mil hĆ©roes y pionerosĀ del mundo y, dos aƱos mĆ”s tarde, recibió el Premio Sajarov del Parlamento Europeo. Este caso representa el mĆ”s dramĆ”tico del cuarteto y se contrapone al del siguiente protagonista: el experiodista de investigación Deng Fei.
El activista de la pobreza infantil
Deng Fei era el tĆpico reportero incómodo para el rĆ©gimen. Se servĆa de su libertad de prensa en Hong Kong para destapar grandes escĆ”ndalos medioambientales como la de los Ā«pueblos del cĆ”ncer en ChinaĀ». Descubrió que la contaminaciónĀ en pequeƱas zonas estaba ligada directamente con la enfermedad y que las autoridades lo estaban cubriendo por todos los medios. Pero no pasó nada. Vio que sus investigaciones no servĆan ni paraĀ sacudir un poco los cimientos del Gobierno, asĆ que abandonó su prestigio de comunicador para intentarlo por otra vĆa: la movilización social.
El experiodista fundó una organización sin Ônimo de lucro para los niños que viven bajo el umbral de la pobreza en las zonas rurales. «No sólo ha conseguido aliviar la situación de estas zonas y de esos niños, sino que ademÔs ha conseguido movilizar y organizar a la opinión pública en favor de estas causas», admite Torres.

Deng Fei es el Ćŗnico activista del grupo que es un personaje pĆŗblico, aparece en las televisiones y recibe apoyo del Gobierno para sus campaƱas. Ā«Es un tĆo listo y sabe que nadie le va a poner trabas para que dĆ© de comer a los niƱos pobres del campoĀ», compara Calderón, a la vez que asegura que en otros Ć”mbitos no recibirĆa jamĆ”s ese apoyo. Ese es el caso del movimiento sindical y medioambiental, en el que se han especializado los dos activistas siguientes.
ElĀ activista de los sindicatos
Zhang Zhiru trabajaba en un taller de zapatos de 7 de la mañana a 12 de la noche por 20 euros al mes. Sus jefes, ademÔs de darle collejas con las suelas, no le cubrieron los gastos de un accidente laboral. Fue ahà cuando se le encendió la bombilla sindical y empezó a luchar por la dignidad de los trabajadores chinos. Su activismo consiste en animar a los jornaleros a hacer huelga si las empresas ignoran sus peticiones y ofrecerles asesoramiento legal.
Estos movimientos estaban dentro de lo tolerable antes delĀ gobierno de Xi Jinping, pero ahora son perseguidos con ferocidad. Ā«El rĆ©gimen usa la carta del patriotismo con Zhang Zhiru. Da la imagen de que es un criminal que se ha vendido a Estados Unidos y que solo quiere hundir la reputación de ChinaĀ», cuenta Torres. Sin embargo, su constante presión sobre estasĀ compaƱĆas ha logrado grandes mejoras salariales y unas condiciones menos despreciables de trabajo.

El joven ecologista
Ā«La situación medioambiental es postapocalĆpticaĀ», confiesa Antón Calderón. Da Shi es el ejemplo de que las nuevas generaciones llevan el despertar social en las venas. Este veinteaƱero comenzó trabajando en una fĆ”brica que lanzaba sus residuos contaminantes al rĆo, asĆ que se despidió y denunció a los jefazos. Fue entonces cuando fundó la primera organización ecologista de su zona, donde reportan los excesos de la industria y promueven la sensibilización a travĆ©s de las redes sociales.
«A pesar de que los activistas estÔn mÔs reprimidos que nunca, los movimientos siguen creciendo. Lo que da idea de cuÔnto mÔs organizadas y valientes estÔn siendo ciertas capas de la comunidad china», aplaude el periodista Diego Torres. Dice que esta sociedad no es la regla, es la excepción, y que en Occidente debemos eliminar el sentimiento antichino que ha surgido en los últimos tiempos.
Esa es la principal motivación de El viejo loco. Sus creadores saben que no va a provocar la gran caĆda del partido comunista, ni que China se convierta de pronto en el paĆs de las libertades. Pero les sirve con que rompa mitos y se reconozca lo que normalmente no cabe en los titulares de la prensa internacional. Que hay personas valientes y con una formidable pacienciaĀ que estĆ”n transformando su paĆs, aunque sea al ritmo al que se mueve una montaƱa.

”Yorokobu gratis en formato digital!
Hay un proverbio chino queĀ habla de un anciano llamado Yugong. El hombre se enroló en la hercĆŗlea labor de mover una montaƱa que bloqueaba el paso hasta su casa.Ā Aunque en la aldea le tachaban de loco porque jamĆ”sĀ acabarĆa el traslado en vida, Ć©l se reĆa de su ignorancia. Ā«Mis hijos y mis nietos seguirĆ”n mi labor y, algĆŗn dĆa, esta montaƱa habrĆ” desaparecidoĀ». El cuento es conocido como El viejo loco y resume a la perfección el espĆritu perseverante del activismo en China.
El proverbio tambiĆ©n da tĆtulo a un documental sobre los cambios sociales en el paĆs que se estrena el martes por la noche en Televisión EspaƱola. El periodista Diego Torres y el cineasta Antón Calderón quisieron dar voz a aquellos que trabajan por el bienestar de sus compatriotas y no abren portadas, pero arriesgan su seguridad a diario. Son cuatro activistas y disidentes que han conseguido grandes avances en el medio ambiente, el sindicalismo, el desarrollo democrĆ”tico y la pobreza infantil.
Ā«Son la prueba de que la dignidad humana puede prevalecer en las circunstancias mĆ”s desfavorables. QuerĆamos que este documental fuese un homenaje hacia ellosĀ», reconoce Diego Torres, que fueĀ corresponsal en China durante varios aƱos. Sabe de primera mano que estas historias no tienen prioridad en la prensa internacional, donde sobresalenĀ los escĆ”ndalos o los encarcelamientos a disidentes. Ahora ofrecen un punto de vista imprescindible para evitar caer en la tĆpica caricatura de sumisión sobre el continente asiĆ”tico.
Ā«Es cierto que es una sociedad pragmĆ”tica y discreta que no suele involucrarse en cuestiones polĆticasĀ», cuenta Calderón, pero puntualizaĀ en la Ćŗltima dĆ©cada han empezado a luchar por libertades y cuestiones mĆ”s intangibles.
El documental fue rodado en 2014, cuando Xi Jinping no llevaba ni un año en la presidencia y se estaba acomodando aún en el poder. En los últimos tiempos, sin embargo, cualquier opinión se ha vuelto peligrosa para el Gobierno y cada movilización es acusada de alterar el orden público por el partido comunista.
Los cuatro protagonistas de El viejo locoĀ tienen modus operandi muy distintos y no todos inquietan de la misma forma al GobiernoĀ de Xi Jinping. En China, esta medición de riesgos se compara con las lĆneas rojas de un tablero de ping-pong. Puedes y debes golpear los lĆmites para que haya un progreso, pero nunca salirte del tablero Ā«porque ya no necesitarĆ”n excusas para encerrarteĀ». Todas estas formas de activismo, incluso las menos arriesgadas, dejan una huella en la sociedad para que las nuevas generaciones cojan el relevo. Pero siempre hay quienes se arriesgan mĆ”s que otros para acelerar el proceso, como el caso del disidente Hu Jia.
El activista democrƔtico
Hu Jia lleva 233 dĆas bajo arresto domiciliario cuando habla directo aĀ la cĆ”mara. No es la primera vez que las autoridades chinas le someten por propagar su batalla por los derechos humanos. Ya fue encarcelado tres aƱos y medio por alimentar un blog de Internet junto a su mujer con duras crĆticas al sistema sanitario, la brutalidad policial, las mentirasĀ sobre la transmisión del sida y los escĆ”ndalosĀ ecológicos.
Ā«EstĆ” en una situación como la de Ai Wei Wei. El Estado piensa que es menos daƱino tenerlo neutralizado, sin encarcelarlo para que no genere protestas internacionales, pero sin apenas libertadesĀ», cuenta Diego Torres. Hu Jia no tiene acceso a las redes sociales del paĆs, la mayor parte del tiempo estĆ” recluido en su casa y su mujer (tambiĆ©n activista) le pidió el divorcio para huir a Hong Kong con su hija porque la presión era inaguantable. Aun asĆ, se escapa cada vez que puede para visitar a las familias de presos polĆticos y repartir comida y abrigos a los mendigos de la calle.
Ā«Seguramente me vuelvan a encarcelar pronto, y esta vez serĆ”n mĆ”s de tres aƱos y medioĀ», admite Hu Jia en la pelĆcula. Ā«Pero es que soy un hombre, no un esclavoĀ». En 2006, la revista Time destacó al pequinĆ©sĀ como uno de los mil hĆ©roes y pionerosĀ del mundo y, dos aƱos mĆ”s tarde, recibió el Premio Sajarov del Parlamento Europeo. Este caso representa el mĆ”s dramĆ”tico del cuarteto y se contrapone al del siguiente protagonista: el experiodista de investigación Deng Fei.
El activista de la pobreza infantil
Deng Fei era el tĆpico reportero incómodo para el rĆ©gimen. Se servĆa de su libertad de prensa en Hong Kong para destapar grandes escĆ”ndalos medioambientales como la de los Ā«pueblos del cĆ”ncer en ChinaĀ». Descubrió que la contaminaciónĀ en pequeƱas zonas estaba ligada directamente con la enfermedad y que las autoridades lo estaban cubriendo por todos los medios. Pero no pasó nada. Vio que sus investigaciones no servĆan ni paraĀ sacudir un poco los cimientos del Gobierno, asĆ que abandonó su prestigio de comunicador para intentarlo por otra vĆa: la movilización social.
El experiodista fundó una organización sin Ônimo de lucro para los niños que viven bajo el umbral de la pobreza en las zonas rurales. «No sólo ha conseguido aliviar la situación de estas zonas y de esos niños, sino que ademÔs ha conseguido movilizar y organizar a la opinión pública en favor de estas causas», admite Torres.

Deng Fei es el Ćŗnico activista del grupo que es un personaje pĆŗblico, aparece en las televisiones y recibe apoyo del Gobierno para sus campaƱas. Ā«Es un tĆo listo y sabe que nadie le va a poner trabas para que dĆ© de comer a los niƱos pobres del campoĀ», compara Calderón, a la vez que asegura que en otros Ć”mbitos no recibirĆa jamĆ”s ese apoyo. Ese es el caso del movimiento sindical y medioambiental, en el que se han especializado los dos activistas siguientes.
ElĀ activista de los sindicatos
Zhang Zhiru trabajaba en un taller de zapatos de 7 de la mañana a 12 de la noche por 20 euros al mes. Sus jefes, ademÔs de darle collejas con las suelas, no le cubrieron los gastos de un accidente laboral. Fue ahà cuando se le encendió la bombilla sindical y empezó a luchar por la dignidad de los trabajadores chinos. Su activismo consiste en animar a los jornaleros a hacer huelga si las empresas ignoran sus peticiones y ofrecerles asesoramiento legal.
Estos movimientos estaban dentro de lo tolerable antes delĀ gobierno de Xi Jinping, pero ahora son perseguidos con ferocidad. Ā«El rĆ©gimen usa la carta del patriotismo con Zhang Zhiru. Da la imagen de que es un criminal que se ha vendido a Estados Unidos y que solo quiere hundir la reputación de ChinaĀ», cuenta Torres. Sin embargo, su constante presión sobre estasĀ compaƱĆas ha logrado grandes mejoras salariales y unas condiciones menos despreciables de trabajo.

El joven ecologista
Ā«La situación medioambiental es postapocalĆpticaĀ», confiesa Antón Calderón. Da Shi es el ejemplo de que las nuevas generaciones llevan el despertar social en las venas. Este veinteaƱero comenzó trabajando en una fĆ”brica que lanzaba sus residuos contaminantes al rĆo, asĆ que se despidió y denunció a los jefazos. Fue entonces cuando fundó la primera organización ecologista de su zona, donde reportan los excesos de la industria y promueven la sensibilización a travĆ©s de las redes sociales.
«A pesar de que los activistas estÔn mÔs reprimidos que nunca, los movimientos siguen creciendo. Lo que da idea de cuÔnto mÔs organizadas y valientes estÔn siendo ciertas capas de la comunidad china», aplaude el periodista Diego Torres. Dice que esta sociedad no es la regla, es la excepción, y que en Occidente debemos eliminar el sentimiento antichino que ha surgido en los últimos tiempos.
Esa es la principal motivación de El viejo loco. Sus creadores saben que no va a provocar la gran caĆda del partido comunista, ni que China se convierta de pronto en el paĆs de las libertades. Pero les sirve con que rompa mitos y se reconozca lo que normalmente no cabe en los titulares de la prensa internacional. Que hay personas valientes y con una formidable pacienciaĀ que estĆ”n transformando su paĆs, aunque sea al ritmo al que se mueve una montaƱa.
