
La ciudad es un mar de cemento. Y suena. Igual que ocurre en el océano. A veces el sonido es intenso. Depende de la furia del viento y la estridencia de las olas. A veces es tan solo un murmullo hipnótico de un mar calmo. Pero siempre está ahí robando su espacio al silencio. En la ciudad ocurre exactamente lo mismo. El ruido, en todos sus altos y bajos de ecualizador, no calla.
Pero ocurre que un individuo, en la inmensidad sónica de la ciudad, pueda necesitar silencio. Para hacer una llamada telefónica. Para concentrarse en un asunto urgente. Para atender cuestiones laborales. Para jugar…
Ese espacio blindado al silencio no existe en las ciudades. Pero hay un proyecto destinado a crearlo. En ello trabaja la agencia Urbano Humano. “Queremos rescatar las cabinas telefónicas o crear espacios similares para crear islas de silencio. Hay muchas ocasiones en las que un ciudadano necesita silencio, para hacer una llamada, para escribir algo…”, explica Domenico di Siena, autor del proyecto junto a Francisco Suárez.
Las cabinas están pensadas como un espacio donde el silencio, en realidad, es una forma de concentración y privacidad. Estos recintos no aislan. Al contrario. Uno de los elementos imprescindibles del cube of silence es la conexión a internet y un enchufe. En el interior no habrá pantallas ni ningún dispositivo. Lo que ofrece este espacio es la infraestructura que permite la conexión digital permanente.
Este servicio, que desarrolla Di Siena junto a Jonathan Reyes, se pagará por tiempo de uso de la cabina. “Puede hacerse mediante monedas o pago por móvil”, indica el consultor de urbanismo. “Cada cabina tendrá su propia identidad digital y eso permite que interactúen entre ellas. Las personas que las utilicen pueden comunicarse entre sí y, además, abre puertas al uso lúdico. Se puede jugar en red e incluso con los viandantes, porque tendrán una pantalla LED en el exterior”.
El fin del silencio llega cuando acaba el tiempo pagado. En ese momento se abrirá la puerta y el ruido volverá a envolverlo todo.
Cube of silence forma parte de una serie de proyectos e investigaciones que Urbano Humano está llevando a cabo para “descubrir cómo podemos llegar a las ciudades del conocimiento”, indica el italiano.
“Pretendemos aprender a utilizar la tecnología para que los ciudadanos nos autoorganicemos. Ya está ocurriendo en muchos lugares”, continúa. “En Londres, por ejemplo, hay una tienda ecológica creada por una serie de vecinos. Se pusieron de acuerdo, en red, para abrir una tienda en la que todos colaboran, mediante una cuota mensual y el compromiso de trabajar cuatro horas mensuales para que salga a flote. Esto, además, genera una gran solidaridad entre los vecinos”.







Imágenes: Jonathan Reyes y Mar Albiol
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La ciudad es un mar de cemento. Y suena. Igual que ocurre en el océano. A veces el sonido es intenso. Depende de la furia del viento y la estridencia de las olas. A veces es tan solo un murmullo hipnótico de un mar calmo. Pero siempre está ahí robando su espacio al silencio. En la ciudad ocurre exactamente lo mismo. El ruido, en todos sus altos y bajos de ecualizador, no calla.
Pero ocurre que un individuo, en la inmensidad sónica de la ciudad, pueda necesitar silencio. Para hacer una llamada telefónica. Para concentrarse en un asunto urgente. Para atender cuestiones laborales. Para jugar…
Ese espacio blindado al silencio no existe en las ciudades. Pero hay un proyecto destinado a crearlo. En ello trabaja la agencia Urbano Humano. “Queremos rescatar las cabinas telefónicas o crear espacios similares para crear islas de silencio. Hay muchas ocasiones en las que un ciudadano necesita silencio, para hacer una llamada, para escribir algo…”, explica Domenico di Siena, autor del proyecto junto a Francisco Suárez.
Las cabinas están pensadas como un espacio donde el silencio, en realidad, es una forma de concentración y privacidad. Estos recintos no aislan. Al contrario. Uno de los elementos imprescindibles del cube of silence es la conexión a internet y un enchufe. En el interior no habrá pantallas ni ningún dispositivo. Lo que ofrece este espacio es la infraestructura que permite la conexión digital permanente.
Este servicio, que desarrolla Di Siena junto a Jonathan Reyes, se pagará por tiempo de uso de la cabina. “Puede hacerse mediante monedas o pago por móvil”, indica el consultor de urbanismo. “Cada cabina tendrá su propia identidad digital y eso permite que interactúen entre ellas. Las personas que las utilicen pueden comunicarse entre sí y, además, abre puertas al uso lúdico. Se puede jugar en red e incluso con los viandantes, porque tendrán una pantalla LED en el exterior”.
El fin del silencio llega cuando acaba el tiempo pagado. En ese momento se abrirá la puerta y el ruido volverá a envolverlo todo.
Cube of silence forma parte de una serie de proyectos e investigaciones que Urbano Humano está llevando a cabo para “descubrir cómo podemos llegar a las ciudades del conocimiento”, indica el italiano.
“Pretendemos aprender a utilizar la tecnología para que los ciudadanos nos autoorganicemos. Ya está ocurriendo en muchos lugares”, continúa. “En Londres, por ejemplo, hay una tienda ecológica creada por una serie de vecinos. Se pusieron de acuerdo, en red, para abrir una tienda en la que todos colaboran, mediante una cuota mensual y el compromiso de trabajar cuatro horas mensuales para que salga a flote. Esto, además, genera una gran solidaridad entre los vecinos”.







Imágenes: Jonathan Reyes y Mar Albiol
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El día que esa gente descubra los auriculares va a flipar.
Y no te digo ya los que llevan anuladores de ruido…
Fantástico, folladeros públicos.
Bravo, Domenico! A montar aquí y allá cajas de metacrilato opaco y con un enchufe dentro, dí que sí. Ya puestos, puedes aprovechar como modelo el WC que tienen los trabajadores de TMB en Barcelona. Über-chic!
Dome, me parece una necesidad absoluta, durante años he estado impartiendo la asignatura Habitat Futur en Elisava, Barcelona, y entre las muchas discusiones sobre el espacio público y “su” público siempre salía la necesidad de espacios de desconexión, de silencio, espacio para encontrarse a uno mismo. Estamos muy aconstumbrados, y a veces abrumados, con proyectos que buscan la constante interación entre los ciudadanos, la creación de mensajes continuos, y se habla poco de la necesidad de conectarse con uno mismo, de coger distancia y encontrar el espacio para uno mismo, de silencio. los dos últimos años pusimos los trabajos y todos los procesos en el blog http://habitatfutur.blogspot.com/
un abrazo
marc
De lo que se trata, creo yo, es de que las ciudades, aún las grandes, tengan aquí y allá espacios de recogimiento (no digo de absoluto silencio), calmados, sin ruido de motores ni barullos ciudadanos. La demanda es conseguir un espacio de este tipo cada Km más o menos sin tener que meterte en un ataud vertical (¿encima transparente o interactivo con el exterior?) que, de nuevo, viene a ser un elemento más de robo de espacio público, caro, vandalizable, etc. y que además sigue ahondando en la inoportunidad del encuentro, en la confusión entre el encontrarse a sí mismo y el meterse en la burbuja informática, en la confusión entre la intimidad y el juego. La aspirina quita momentáneamente el dolor de cabeza pero si te duele muy a menudo es casi mejor que te hagaan un diagnóstico y un plan de tratamiento. Ante la contaminación acústica hay que incidir en disminuir el tráfico rodado motorizado (solución colectiva) y no en poner parches para el que pueda comprarlos. Me parece una privatización absurda de la calidad del aire. Y me gustaría que utilizárais vuestro ingenio, que no es poco, en mejorar la ciudad para todos.
Perfecto para consultar Yoroboku desde la vía publica
y no perder ningun post
Hahaha!!!! Muchas gracias : )
PD: llegue aquí desde fmbalvarez en su artículo de links interesantes, Buen articulo. Saludos
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