Una de las cosas mÔs bonitas y alucinantes de un idioma es ver cómo cambia, cómo se adapta a nuevos tiempos y a nuevas realidades. Comprobar cómo cada generación lo hace suyo y lo transforma. Y para ello, empieza haciendo girar los significados de las palabras y de las expresiones.
Un ejemplo de estas puestas del revés que hacen los Z con la lengua es la expresión de locos .
Quienes ya pintan canas y les chirrĆan los huesos al levantarse del sofĆ” hablaban de la locura de diferentes maneras. Basta con visitar el Diccionario de la RAE para comprobar que el adjetivo loco definĆa lo irracional, lo que no tenĆa sentido, lo disparatado. «”He tenido un dĆa de locos!Ā», se quejaban los boomer cuando las cosas se habĆan salido de madre y la jornada se habĆa convertido en un sinsentido. Quedaba impreso en la sorpresa cierto matiz negativo que empapaba tambiĆ©n las palabras que le daban forma.
Pero los Z han preferido quedarse con el lado positivo de la locura, ese que tambiĆ©n refleja el diccionario en expresiones como loco de contento o me vuelves loca . Han sacado los pinceles y la pintura brillante para teƱir a ese de locos de una alegrĆa y de una positividad que no sabĆan percibir sus mayores. «¿Que me dejas salir esta noche? De locos!!Ā».
Antes se habĆan apropiado del apelativo loco para llamar a sus colegas , algo que, como muchas otras expresiones que usan hoy, vino navegando desde Argentina con voz melosa y cantarina. «”QuĆ© pasa, loco!Ā» era el tĆo de sus padres, que ya empezaba a oler a rancio.
De locos!!, asĆ, solo con los signos de exclamación de cierre, es como la visera al revĆ©s que se plantan en la cabeza. En boca de los jóvenes, les pinta una sonrisa generosa e ilusionante. ĀæQuiĆ©n es el loco que no quiere dejarse contagiar?
Una de las cosas mÔs bonitas y alucinantes de un idioma es ver cómo cambia, cómo se adapta a nuevos tiempos y a nuevas realidades. Comprobar cómo cada generación lo hace suyo y lo transforma. Y para ello, empieza haciendo girar los significados de las palabras y de las expresiones.
Un ejemplo de estas puestas del revés que hacen los Z con la lengua es la expresión de locos .
Quienes ya pintan canas y les chirrĆan los huesos al levantarse del sofĆ” hablaban de la locura de diferentes maneras. Basta con visitar el Diccionario de la RAE para comprobar que el adjetivo loco definĆa lo irracional, lo que no tenĆa sentido, lo disparatado. «”He tenido un dĆa de locos!Ā», se quejaban los boomer cuando las cosas se habĆan salido de madre y la jornada se habĆa convertido en un sinsentido. Quedaba impreso en la sorpresa cierto matiz negativo que empapaba tambiĆ©n las palabras que le daban forma.
Pero los Z han preferido quedarse con el lado positivo de la locura, ese que tambiĆ©n refleja el diccionario en expresiones como loco de contento o me vuelves loca . Han sacado los pinceles y la pintura brillante para teƱir a ese de locos de una alegrĆa y de una positividad que no sabĆan percibir sus mayores. «¿Que me dejas salir esta noche? De locos!!Ā».
Antes se habĆan apropiado del apelativo loco para llamar a sus colegas , algo que, como muchas otras expresiones que usan hoy, vino navegando desde Argentina con voz melosa y cantarina. «”QuĆ© pasa, loco!Ā» era el tĆo de sus padres, que ya empezaba a oler a rancio.
De locos!!, asĆ, solo con los signos de exclamación de cierre, es como la visera al revĆ©s que se plantan en la cabeza. En boca de los jóvenes, les pinta una sonrisa generosa e ilusionante. ĀæQuiĆ©n es el loco que no quiere dejarse contagiar?