13 de febrero 2020    /   CREATIVIDAD
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Diana de Arias: Cambiar el «por qué» (victimista) al «para qué» (creativo y con propósito)

13 de febrero 2020    /   CREATIVIDAD     por          
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Lee gratis la revista Junio/JulioĀ haciendo clic aquĆ­.

Diana abrió los ojos y vio en el techo dos lÔmparas colgando: la de siempre y, al lado, otra exactamente igual. Le extrañó porque sabía que solo había una. Pero a veces los sueños se salen de su sitio. Debía estar soñando. 
Y volvió a dormir.

Y volvió a despertar.
Esta vez no solo había dos lÔmparas. Había dos muebles, dos sillas, dos puertas. «Me di cuenta de que estaba viendo doble», recuerda seis años después.

Fue a levantarse y su cuerpo siguió tumbado en la cama. Su pierna derecha, su brazo derecho, todo su lado derecho parecía no estar ahí. No respondía, no sentía. 

—””MamĆ”, ven!! —gritó, asustada, Diana de Arias. Estaba pasando las vacaciones de navidad en casa de sus padres y en pocos dĆ­as volverĆ­a a Italia, donde estudiaba DiseƱo, con una beca Erasmus.

Todo fue raro, nebuloso, desesperado, hasta que llegó la nitidez de una imagen que aún guarda hoy.

Decedario

—Unos neurocirujanos entraron en la UCI y me informaron de que estaba sufriendo las secuelas del daƱo cerebral adquirido. Me dijeron que podĆ­a morir tanto si me operaba como si no. Y que, en cualquier caso, me quedarĆ­an secuelas que me impedirĆ­an llevar una vida normal.

Los dos meses siguientes pasaron tumbados en la cama de un hospital. Diana esperaba una operación a vida o muerte. 

—Fue un tiempo de mucha reflexión. AprendĆ­ que el miedo, la ansiedad, la esperanza, solo estĆ”n a un pensamiento de distancia —contó, en la primavera de 2019, en TEDxCiutatVellaDeValencia.

Llegó el día. Llegó la operación. Y todo fue bien. Volvió a casa y, en cierto modo, fue como volver a nacer. No podía andar, no podía hablar, no podía comer. Lo único posible era leer y a eso se dedicó. Tenía una curiosidad insaciable por saber qué le estaba ocurriendo. Leyó neurociencia, psicología, rehabilitación y relatos de otras personas que habían sufrido un derrame cerebral.

Estaba empeñada en recuperar las habilidades que había perdido y descubrió que la mejor maestra era la naturaleza humana. 

Decedario

—Me fijĆ© en cómo aprenden a andar los niƱos. EmpecĆ© a gatear como ellos y volvĆ­ a andar. VolvĆ­ a escribir dibujando y volvĆ­ a comer con un chupete en la boca. VolvĆ­ a empezar de cero.

Durante esos meses se instaló una pregunta en su cabeza: «¿Por qué me ha pasado esto a mí?». Era un tormento hasta que se dio cuenta de que aquel interrogante estaba mal planteado. Lo correcto, lo útil, era cuestionarse: «¿Para qué me ha sucedido esto a mí?». 

—«Para qué» nos sitĆŗa en un espacio creativo de posibilidades infinitas. Ā«Para quiĆ©nĀ» llena nuestros corazones de propósitos y sentido a lo que hacemos.

Esa determinación hizo que una recuperación que puede llevar años, en Diana durara seis meses. Había empezado Diseño grÔfico, porque le gustaba dibujar, pero no tenía una ambición concreta. Ahora, después de vivir y superar un daño cerebral adquirido, lo terminaría con un fin: 

—QuerĆ­a devolver todo lo que habĆ­a aprendido en esta historia para mejorar la calidad de vida de personas que pasan por lo mismo —dice una maƱana de invierno, en su estudio, ubicado en la incubadora de proyectos Lanzadera, de Valencia.

Decedario

El accidente cerebrovascular que se dejó ver en las dos lÔmparas del techo había ocurrido en enero de 2014. En septiembre de ese año estaba de nuevo en la universidad. A partir de entonces todo lo que aprendió en la carrera tuvo un propósito: mejorar la rehabilitación cognitiva.

—En terapia me di cuenta de que no habĆ­a material para este tipo de rehabilitación.

Diana empezó a trabajar con la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de Valencia para crear Decedario: un juego de mesa, una guía didÔctica y unos vídeos que ayudan a los pacientes a recuperar sus habilidades del lenguaje, atención y memoria. 

La diseñadora ha colaborado con neuropsicólogos, pedagogos, logopedas y terapeutas ocupacionales. Ha hecho pruebas en colegios, hospitales y clínicas de rehabilitación. Ha puesto tanto empeño en este juego de fichas de letras, sílabas, palabras e imÔgenes que hoy no solo se usa en terapias; también lo utilizan profesores y logopedas para enseñar a leer y comunicar mejor.

Decedario

Los primeros 500 Decedarios ya han volado. Ahora estƔn fabricando mil mƔs porque cada dƭa llegan nuevos pedidos al mail de Diana. Y porque se ha dado cuenta de que este material puede llevar la terapia a lugares donde jamƔs llegarƭa.

—Es muy Ćŗtil en paĆ­ses donde no pueden pagar la rehabilitación. Es una forma de que este conocimiento cientĆ­fico para ayudar a recuperar la memoria y la atención llegue a las casas.

En la corta historia de Decedario ya ha recibido ocho premios que se quitan el sombrero ante su diseƱo y lo innovador que resulta en el tratamiento de la estimulación cognitiva. Pero… Āæde dónde saca Diana toda esta inventiva, este conocimiento, todos sus hallazgos?Ā 

—Escucho muchĆ­simo a las personas para saber quĆ© necesitan. Yo lo que hago es traducir. Quien lo va a usar tiene la respuesta a la pregunta de cómo debe ser Decedario.Ā 

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Diana abrió los ojos y vio en el techo dos lÔmparas colgando: la de siempre y, al lado, otra exactamente igual. Le extrañó porque sabía que solo había una. Pero a veces los sueños se salen de su sitio. Debía estar soñando. 
Y volvió a dormir.

Y volvió a despertar.
Esta vez no solo había dos lÔmparas. Había dos muebles, dos sillas, dos puertas. «Me di cuenta de que estaba viendo doble», recuerda seis años después.

Fue a levantarse y su cuerpo siguió tumbado en la cama. Su pierna derecha, su brazo derecho, todo su lado derecho parecía no estar ahí. No respondía, no sentía. 

—””MamĆ”, ven!! —gritó, asustada, Diana de Arias. Estaba pasando las vacaciones de navidad en casa de sus padres y en pocos dĆ­as volverĆ­a a Italia, donde estudiaba DiseƱo, con una beca Erasmus.

Todo fue raro, nebuloso, desesperado, hasta que llegó la nitidez de una imagen que aún guarda hoy.

Decedario

—Unos neurocirujanos entraron en la UCI y me informaron de que estaba sufriendo las secuelas del daƱo cerebral adquirido. Me dijeron que podĆ­a morir tanto si me operaba como si no. Y que, en cualquier caso, me quedarĆ­an secuelas que me impedirĆ­an llevar una vida normal.

Los dos meses siguientes pasaron tumbados en la cama de un hospital. Diana esperaba una operación a vida o muerte. 

—Fue un tiempo de mucha reflexión. AprendĆ­ que el miedo, la ansiedad, la esperanza, solo estĆ”n a un pensamiento de distancia —contó, en la primavera de 2019, en TEDxCiutatVellaDeValencia.

Llegó el día. Llegó la operación. Y todo fue bien. Volvió a casa y, en cierto modo, fue como volver a nacer. No podía andar, no podía hablar, no podía comer. Lo único posible era leer y a eso se dedicó. Tenía una curiosidad insaciable por saber qué le estaba ocurriendo. Leyó neurociencia, psicología, rehabilitación y relatos de otras personas que habían sufrido un derrame cerebral.

Estaba empeñada en recuperar las habilidades que había perdido y descubrió que la mejor maestra era la naturaleza humana. 

Decedario

—Me fijĆ© en cómo aprenden a andar los niƱos. EmpecĆ© a gatear como ellos y volvĆ­ a andar. VolvĆ­ a escribir dibujando y volvĆ­ a comer con un chupete en la boca. VolvĆ­ a empezar de cero.

Durante esos meses se instaló una pregunta en su cabeza: «¿Por qué me ha pasado esto a mí?». Era un tormento hasta que se dio cuenta de que aquel interrogante estaba mal planteado. Lo correcto, lo útil, era cuestionarse: «¿Para qué me ha sucedido esto a mí?». 

—«Para qué» nos sitĆŗa en un espacio creativo de posibilidades infinitas. Ā«Para quiĆ©nĀ» llena nuestros corazones de propósitos y sentido a lo que hacemos.

Esa determinación hizo que una recuperación que puede llevar años, en Diana durara seis meses. Había empezado Diseño grÔfico, porque le gustaba dibujar, pero no tenía una ambición concreta. Ahora, después de vivir y superar un daño cerebral adquirido, lo terminaría con un fin: 

—QuerĆ­a devolver todo lo que habĆ­a aprendido en esta historia para mejorar la calidad de vida de personas que pasan por lo mismo —dice una maƱana de invierno, en su estudio, ubicado en la incubadora de proyectos Lanzadera, de Valencia.

Decedario

El accidente cerebrovascular que se dejó ver en las dos lÔmparas del techo había ocurrido en enero de 2014. En septiembre de ese año estaba de nuevo en la universidad. A partir de entonces todo lo que aprendió en la carrera tuvo un propósito: mejorar la rehabilitación cognitiva.

—En terapia me di cuenta de que no habĆ­a material para este tipo de rehabilitación.

Diana empezó a trabajar con la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de Valencia para crear Decedario: un juego de mesa, una guía didÔctica y unos vídeos que ayudan a los pacientes a recuperar sus habilidades del lenguaje, atención y memoria. 

La diseñadora ha colaborado con neuropsicólogos, pedagogos, logopedas y terapeutas ocupacionales. Ha hecho pruebas en colegios, hospitales y clínicas de rehabilitación. Ha puesto tanto empeño en este juego de fichas de letras, sílabas, palabras e imÔgenes que hoy no solo se usa en terapias; también lo utilizan profesores y logopedas para enseñar a leer y comunicar mejor.

Decedario

Los primeros 500 Decedarios ya han volado. Ahora estƔn fabricando mil mƔs porque cada dƭa llegan nuevos pedidos al mail de Diana. Y porque se ha dado cuenta de que este material puede llevar la terapia a lugares donde jamƔs llegarƭa.

—Es muy Ćŗtil en paĆ­ses donde no pueden pagar la rehabilitación. Es una forma de que este conocimiento cientĆ­fico para ayudar a recuperar la memoria y la atención llegue a las casas.

En la corta historia de Decedario ya ha recibido ocho premios que se quitan el sombrero ante su diseƱo y lo innovador que resulta en el tratamiento de la estimulación cognitiva. Pero… Āæde dónde saca Diana toda esta inventiva, este conocimiento, todos sus hallazgos?Ā 

—Escucho muchĆ­simo a las personas para saber quĆ© necesitan. Yo lo que hago es traducir. Quien lo va a usar tiene la respuesta a la pregunta de cómo debe ser Decedario.Ā 

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