Deja que te odie con humor, que no te va a doler

¡Yorokobu gratis en formato digital!
Cuando tu madre o la enfermera decÃan «no te va a doler» conseguÃan justo lo contrario a lo que pretendÃan. Tus músculos se tensaban, cerrabas los ojos con fuerza y ya estabas alerta, a la espera del torrente doloroso en forma de jeringuilla o lo que fuera aquella cosa que normalmente acababa introduciéndose en tu cuerpo. O llevándose una parte de él.
Con MarÃa Mercromina y Ana Müshell ocurre lo mismo. Por eso, si no puedes reÃrte de ti misma, la mejor manera de que no te duela es evitar sus ilustraciones si tu ex tiene nueva novia, si eres una voraz lectora de Instagram que solo necesita los libros para fotografiarlos, si eres stalker sin remedio, si aceptas con agrado ser la segunda madre de tu novio… Si estás entre las últimas, vale más que no sigas leyendo porque sÃ, te puede doler. Sobre todo, si algún dÃa las hiciste enfadar.
El dÃa que Ana agregó a MarÃa en Facebook, la idea estalló inmediatamente. Aunque MarÃa es veterinaria, su creatividad no la deja quieta y siempre está escribiendo y tramando nuevos proyectos. Ana es ilustradora, justo lo que MarÃa necesitaba para compartir su lado más hater de una forma visual. HabÃan coincidido colaborando en el fanzine Fritanga, con el que ambas estaban ligadas a nivel personal, aunque todavÃa no se conocÃan. Comenzaron a barajar la idea de hacer algo juntas mucho antes de verse en persona y No te va a doler brotó en forma de Tumblr y página de Facebook.
Antes de No te va a doler, MarÃa tenÃa un proyecto parecido con su mejor amiga. Aunque asegura que se adoran, «no funcionamos juntas trabajando». Desde entonces, MarÃa ya tenÃa pensado el nombre de su próximo proyecto. «Ana se puso delante y fue un flechazo. Las dos buscábamos hacer algo juntas y asà surgió No te va a doler», recuerda MarÃa.
[pullquote author=”Koma”]Ven, que no te va a doler
¡Ven! Que guardo las tijeras de podar debajo del colchón
¡Ven! Que siempre quise ser afilador cuando fuera mayor[/pullquote]
Internet y la necesidad de aparentar son una constante en sus postales. No niegan que ellas mismas sientan ese odio, esos celos y esa necesidad de reverenciar el postureo propio de su época, al que ellas mismas aseguran sucumbir. «Claro, es que todos lo hacemos. Incluso con el feminismo ocurre», reconoce MarÃa. La influencia de internet en el postureo, explica Mercromina, «ha sido bestial». «Parece que si no subes un libro a internet no te lo has leÃdo. Es una exhibición constante. Es como: Eh, que yo leÃ/vi/descubrà esto antes».
En la distancia viven intercambiando ideas y, gracias a internet, logran una sintonÃa envidiable. MarÃa Mercromina destaca el buen feedback con Ana Müshel, que les permite materializar ideas en muy poco tiempo, a pesar de que una vive en Córdoba y la otra en Granada. «A mà me gustarÃa que MarÃa y yo viviésemos más cerca. Seguro que saldrÃan grandes ideas de charlas en los bares», asegura Ana Müshell. El proceso siempre empieza igual: MarÃa manda un mensaje de voz por Whatsapp y ambas empiezan a reÃr. «Ana tiene su móvil petado con mensajes de voz mÃos por Whatsapp», cuenta MarÃa Mercromina a Yorokobu.
No hay forma de catalogar lo que hacen: fanzine, postales, láminas, diario adolescente. «Es nuestra parte gamberra, de desfogueo. Es una manera de dar por saco y reÃrnos de las cosas que nos molestan y nos preocupan», explica MarÃa Mercromina. Además de convertir las ilustraciones en tarjetas postales, también crearon el fanzine I want to believe, en el que una chica encuentra a un chico tan perfecto que su amado no es humano.
Ana Müshell y MarÃa Mercromina resumen, con un humor muy gamberro, situaciones cotidianas por las que pasa la juventud y, sobre todo, las mujeres. El feminismo, internet, la menstruación, los celos, los problemas con la depilación, la adolescencia (aunque ya no son adolescentes), los cortes de pelo y la elección de la ropa son algunas de sus constantes en unas ilustraciones que beben directamente del fanzine.
Además del blanco y el negro, las ilustraciones de No te va a doler comparten el rosa chicle. Puede parecer un color benevolente, amable y dulce. Quizá sea eso lo que te haga caer en la trampa. «Creo que el color actúa asÃ. Es un toque de amabilidad a unos mensajes que a veces son crueles o directamente sangrientos. Nos gusta el contraste entre la lÃnea negra que tiembla y el color plano, además de las connotaciones del rosa en contraste con los temas que trabajamos», relata Ana.
En 2015, nada más nacer en internet como un todo, MarÃa y Ana crearon su propio horóscopo, una clasificación muy hater que ensalza el lado oscuro de cada signo, según las descripciones convencionales. Chicas de todos los signos del zodiaco, al igual que Penélope, el mayor cáctus de Ana Müshell, aparecen plantadas en una maceta.
Como los cuchillos y las jeringuillas, los cactus son una constante en las ilustraciones de Ana. La artista los describe casi como si de gatos se tratase: «Los cactus son preciosos. Creo que otra vez hablamos de sÃmbolos. El cactus, una planta que pincha, que apenas te deja tocarlo pero lo tienes ahà cerca y forma parte de tu vida diaria».
Los textos son viscerales porque viscerales son, literalmente, las imágenes. Las ilustraciones de No te va a doler están repletas de bisturÃs, tripas y órganos. Ana y MarÃa han crecido con la enfermedad, la sangre y las vÃsceras porque sus abuelos eran veterinarios y dejaron una huella imborrable en ellas: «Haber crecido entre libros con dibujos de anatomÃa me ayudó a encontrar ese punto en común con Mercro. No te va a doler nació de esa mezcla de intereses entre la figura de la mujer y el animal, por dentro y por fuera. Muchos objetos como las jeringuillas o los cuchillos son sÃmbolos de esos interiores. Sacar las tripas es sacar todo de los cuerpos y eso también venÃa ilustrado en los libros de mi abuelo, algo que me acompañará siempre», recuerda Ana Müshell.
Lo que empezó como una especie de poesÃa breve ilustrada ha ido derivando en hachazos con mensajes cargados de humor. No ha sido un cambio intencionado, sino fruto del proceso por el que una amistad nace y crece. La confianza aumentaba y poeta e ilustradora iban reorientando su proyecto de manera que las postales más recientes acabaron reflejando experiencias personales. Ana y MarÃa se hicieron amigas como nacen las buenas amistades: descubriendo enemigos comunes. «A medida que Ãbamos hablando nos Ãbamos dando cuenta de que odiábamos a la misma gente. Empezó a derivar cuando empezamos a contarnos nuestros cotilleos sobre tÃos y peleas con tÃas. La cosa empezó a desvariar para bien», bromea MarÃa.
Están hartas, dicen en el manifiesto que comparten en Tumblr. Hartas de la presión social traducida en ocultar varices y estrÃas, sonreÃr a las ex de sus novios y aparentar alegrÃa cuando les apetece acuchillar. En resumen, odian la hipocresÃa. «El 60-90-60 son coordenadas para llegar a la máxima estupidez», escriben.
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Cuando tu madre o la enfermera decÃan «no te va a doler» conseguÃan justo lo contrario a lo que pretendÃan. Tus músculos se tensaban, cerrabas los ojos con fuerza y ya estabas alerta, a la espera del torrente doloroso en forma de jeringuilla o lo que fuera aquella cosa que normalmente acababa introduciéndose en tu cuerpo. O llevándose una parte de él.
Con MarÃa Mercromina y Ana Müshell ocurre lo mismo. Por eso, si no puedes reÃrte de ti misma, la mejor manera de que no te duela es evitar sus ilustraciones si tu ex tiene nueva novia, si eres una voraz lectora de Instagram que solo necesita los libros para fotografiarlos, si eres stalker sin remedio, si aceptas con agrado ser la segunda madre de tu novio… Si estás entre las últimas, vale más que no sigas leyendo porque sÃ, te puede doler. Sobre todo, si algún dÃa las hiciste enfadar.
El dÃa que Ana agregó a MarÃa en Facebook, la idea estalló inmediatamente. Aunque MarÃa es veterinaria, su creatividad no la deja quieta y siempre está escribiendo y tramando nuevos proyectos. Ana es ilustradora, justo lo que MarÃa necesitaba para compartir su lado más hater de una forma visual. HabÃan coincidido colaborando en el fanzine Fritanga, con el que ambas estaban ligadas a nivel personal, aunque todavÃa no se conocÃan. Comenzaron a barajar la idea de hacer algo juntas mucho antes de verse en persona y No te va a doler brotó en forma de Tumblr y página de Facebook.
Antes de No te va a doler, MarÃa tenÃa un proyecto parecido con su mejor amiga. Aunque asegura que se adoran, «no funcionamos juntas trabajando». Desde entonces, MarÃa ya tenÃa pensado el nombre de su próximo proyecto. «Ana se puso delante y fue un flechazo. Las dos buscábamos hacer algo juntas y asà surgió No te va a doler», recuerda MarÃa.
[pullquote author=”Koma”]Ven, que no te va a doler
¡Ven! Que guardo las tijeras de podar debajo del colchón
¡Ven! Que siempre quise ser afilador cuando fuera mayor[/pullquote]
Internet y la necesidad de aparentar son una constante en sus postales. No niegan que ellas mismas sientan ese odio, esos celos y esa necesidad de reverenciar el postureo propio de su época, al que ellas mismas aseguran sucumbir. «Claro, es que todos lo hacemos. Incluso con el feminismo ocurre», reconoce MarÃa. La influencia de internet en el postureo, explica Mercromina, «ha sido bestial». «Parece que si no subes un libro a internet no te lo has leÃdo. Es una exhibición constante. Es como: Eh, que yo leÃ/vi/descubrà esto antes».
En la distancia viven intercambiando ideas y, gracias a internet, logran una sintonÃa envidiable. MarÃa Mercromina destaca el buen feedback con Ana Müshel, que les permite materializar ideas en muy poco tiempo, a pesar de que una vive en Córdoba y la otra en Granada. «A mà me gustarÃa que MarÃa y yo viviésemos más cerca. Seguro que saldrÃan grandes ideas de charlas en los bares», asegura Ana Müshell. El proceso siempre empieza igual: MarÃa manda un mensaje de voz por Whatsapp y ambas empiezan a reÃr. «Ana tiene su móvil petado con mensajes de voz mÃos por Whatsapp», cuenta MarÃa Mercromina a Yorokobu.
No hay forma de catalogar lo que hacen: fanzine, postales, láminas, diario adolescente. «Es nuestra parte gamberra, de desfogueo. Es una manera de dar por saco y reÃrnos de las cosas que nos molestan y nos preocupan», explica MarÃa Mercromina. Además de convertir las ilustraciones en tarjetas postales, también crearon el fanzine I want to believe, en el que una chica encuentra a un chico tan perfecto que su amado no es humano.
Ana Müshell y MarÃa Mercromina resumen, con un humor muy gamberro, situaciones cotidianas por las que pasa la juventud y, sobre todo, las mujeres. El feminismo, internet, la menstruación, los celos, los problemas con la depilación, la adolescencia (aunque ya no son adolescentes), los cortes de pelo y la elección de la ropa son algunas de sus constantes en unas ilustraciones que beben directamente del fanzine.
Además del blanco y el negro, las ilustraciones de No te va a doler comparten el rosa chicle. Puede parecer un color benevolente, amable y dulce. Quizá sea eso lo que te haga caer en la trampa. «Creo que el color actúa asÃ. Es un toque de amabilidad a unos mensajes que a veces son crueles o directamente sangrientos. Nos gusta el contraste entre la lÃnea negra que tiembla y el color plano, además de las connotaciones del rosa en contraste con los temas que trabajamos», relata Ana.
En 2015, nada más nacer en internet como un todo, MarÃa y Ana crearon su propio horóscopo, una clasificación muy hater que ensalza el lado oscuro de cada signo, según las descripciones convencionales. Chicas de todos los signos del zodiaco, al igual que Penélope, el mayor cáctus de Ana Müshell, aparecen plantadas en una maceta.
Como los cuchillos y las jeringuillas, los cactus son una constante en las ilustraciones de Ana. La artista los describe casi como si de gatos se tratase: «Los cactus son preciosos. Creo que otra vez hablamos de sÃmbolos. El cactus, una planta que pincha, que apenas te deja tocarlo pero lo tienes ahà cerca y forma parte de tu vida diaria».
Los textos son viscerales porque viscerales son, literalmente, las imágenes. Las ilustraciones de No te va a doler están repletas de bisturÃs, tripas y órganos. Ana y MarÃa han crecido con la enfermedad, la sangre y las vÃsceras porque sus abuelos eran veterinarios y dejaron una huella imborrable en ellas: «Haber crecido entre libros con dibujos de anatomÃa me ayudó a encontrar ese punto en común con Mercro. No te va a doler nació de esa mezcla de intereses entre la figura de la mujer y el animal, por dentro y por fuera. Muchos objetos como las jeringuillas o los cuchillos son sÃmbolos de esos interiores. Sacar las tripas es sacar todo de los cuerpos y eso también venÃa ilustrado en los libros de mi abuelo, algo que me acompañará siempre», recuerda Ana Müshell.
Lo que empezó como una especie de poesÃa breve ilustrada ha ido derivando en hachazos con mensajes cargados de humor. No ha sido un cambio intencionado, sino fruto del proceso por el que una amistad nace y crece. La confianza aumentaba y poeta e ilustradora iban reorientando su proyecto de manera que las postales más recientes acabaron reflejando experiencias personales. Ana y MarÃa se hicieron amigas como nacen las buenas amistades: descubriendo enemigos comunes. «A medida que Ãbamos hablando nos Ãbamos dando cuenta de que odiábamos a la misma gente. Empezó a derivar cuando empezamos a contarnos nuestros cotilleos sobre tÃos y peleas con tÃas. La cosa empezó a desvariar para bien», bromea MarÃa.
Están hartas, dicen en el manifiesto que comparten en Tumblr. Hartas de la presión social traducida en ocultar varices y estrÃas, sonreÃr a las ex de sus novios y aparentar alegrÃa cuando les apetece acuchillar. En resumen, odian la hipocresÃa. «El 60-90-60 son coordenadas para llegar a la máxima estupidez», escriben.