Ā ĀæEs posible unir el papel higiĆ©nico con la EconomĆa Digital? No hablo de la m⦠de cobertura que tenemos en EspaƱa de redes ultrarrĆ”pidas ni del alto precio del ADSL. Me explico.
Las obras del artista madrileƱo le frĆ©re se han hecho muy populares a partir de sus retratos sobre papel higiĆ©nico de polĆticos, banqueros, sindicalistas y otros lĆderes espaƱoles (In Spain, el papel de un Estado y Shit Happens, el retrato de una crisis). Su reflexión crĆtica e irónica tiene una fuerte carga social con el trasfondo de la burbuja inmobiliaria, la crisis cultural, la inmigración, el desarraigo social o la discriminación sexual.

AdemĆ”s de tĆ©cnicas y soportes cotidianos, como dibujos con bolĆgrafo, ladrillos, papel higiĆ©nico o facturas telefónicas, le frĆØre, tambiĆ©n ha trabajado la fotografĆa en series como āLa otra mirada de Vermeerā o āGuadalajara en 200 bochosā (se formó entre EspaƱa y MĆ©xico). En su obra se reflejan influencias desde Marcel Duchamp o el DadaĆsmo hasta Egon Schiele.

Pero la mirada de este enfant terrible no se limita a los mensajes Ôcidos y acaba de realizar una intervención en la sede del Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI), la primera Escuela de Negocios del Ômbito digital. El artista ha pintado siete superficies en la fachada del Centro de Aceleración Digital (CAD) (en el número 20 de la calle Viriato, en Madrid) que asà se llama el lugar.
Le frĆØre desarrolla una evolución por los grandes protagonistas tecnológicos: Estados Unidos y Japón. Un surfista cibernĆ©tico recorre āLa gran olaā de Hokusai y de su espuma surgen referencias a las principales empresas de Internet y de las redes sociales.


Esto es lo que le frĆØre dejó escrito en su blogĀ el dĆa que terminó la obra:
āCincuenta y cinco Ā m2 de superficie metĆ”lica, tres meses de trabajo, ocho kg de pintura, siete cierres de acero, doce botes de barniz, quince rotuladores acrĆlicos, cuatro rollos de cinta de carrocero, cuatro pinceles medianos, dos grandes, dos pequeƱos, dos cajas de guantes de lĆ”tex, un par de guantes de trabajo, un par de zapatillas que amaba, un chĆ”ndal que se va a la mierda, una muƱequera dilatada, un constipado, una gripe leve, una amenaza de muerte, un amigo portero, una trabajadora de correos del AtlĆ©tico, una calle llena de gente, Ā una barrendera meticulosa, un pintor muy profesional, un restaurador del Prado, unos vecinos amables, unos cerrajeros bacilones, unos chatarreros habladores, un encantador de perros, algĆŗn perro desencantado,Ā Ā mucho curioso, algĆŗn tacón furtivo, pasos disimulados, conductores sin espacio, espacios con historia, telĆ©fonos a los que les crecen personas, personas a las que les crecen corbatas, corbatas que habitan en oficinas, oficinas que limitan un barrio, un barrio en una lĆnea naranja, un transbordo, nueve paradas de metro, tres abonos mensuales, Ā ocho libros para la historia, un montón de piropos, muchas palabras de apoyo, bastantes explicaciones, algunos nervios, un poco de estrĆ©s, mucho frĆo, viento, lluvia, un poco de nieve y mucho, mucho, calor humano son algunos detalles con los que definirĆa esta experiencia vital. Trabajo terminado.Ā Fin de la citaā.
Cuenta Le frĆØre que el principal desafĆo estaba en la propia fuente de inspiración. Ā«Suelo inspirarme en otros temas distintos a los relacionados con el entorno digital. Pero ahĆ estĆ” la gracia; de repente surge una oportunidad, conoces nuevas fuentes y eso te ayuda a ampliar horizontes, te abre a nuevas posibilidades. Eso es cojonudo porque sirve para Ā retroalimentarte. Salir de la āzona de confortā siempre espabila y te ayuda a crecer como profesional y como personaĀ».
Aunque trabajar sobre un cierre metÔlico tampoco le ha resultado fÔcil. «Al ser una superficie ondulada rompe la perspectiva y también condiciona la forma de las pinceladas.Y otra cosa que también lo ha complicado ha sido la inclinación descendente de la calle. En las primeras ventanas llegaba con tan solo una escalera, pero para las tres últimas tuvimos que contratar un andamio. Y aún asà en la séptima me costaba alcanzar la parte superior».
Lo de menos fue lo de trabajar en la calle porque Le frĆØre estĆ” acostumbrado. Por eso guarda un montón de anĆ©cdotas. Ā«Tienes que lidiar con todo tipo de situaciones y acabas viendo de todo: desde el tĆpico perrito que planta un truƱo justo donde estĆ”s trabajando a algĆŗn desequilibrado que se te encara y amenaza. He vivido un montón de situaciones de todo tipo y color, pero aĆŗn asĆ y a pesar de todo, trabajar a pie de calle es una de las experiencias mĆ”s gratificantes que he podido tener, sin lugar a dudaĀ».
Pese al escepticismo, incluso, rechazo, que Le frĆØre percibĆa en un principio entre los vecinos (Ā«la media de edad estĆ” entre los 50 y los 60 por lo que no son muy aficionados al graffittiā¦Ā»), el artista se convirtió pronto, segĆŗn mismo asegura, en parte del paisaje de la calle. La mediación del portero del inmuble, que Ā«ayudó a tranquilizar al vecindarioĀ», fue esencial. El caso es que la intervención de Le FrĆØre, āel artista del papel higiĆ©nicoā ha convertido al la sede del CAD en una referencia artĆstica del barrio tal y como se pretendĆa al comienzo del proyecto.
Vamos, que hemos ido de internet al cuarto de baño en un momento⦠digital.
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