SonreĂr nunca ha sido tan caro. En el podio de la belleza mediĂ¡tica se encumbran la piel bronceada, el corte de pelo y —trompetas— los dientes perfectos. Todos los artistas los lucen, incluso quienes no los necesitan. Pareciera que nos hemos acostumbrado a que las celebridades nos deslumbren con ese blanco dental, quĂmico y cegador. Hasta Morgan Freeman, ya entrado en añitos, puede lucir una dentadura panorĂ¡mica hecha de tablas de surf fosforecentemente blancas (Pantone Bright White). Porque si un adulto normal tiene 32 dientes, un actor de Hollywood tiene muchos mĂ¡s.
Pero para quienes se encuentran fuera del circuito del glamour, los dentistas tienen soluciones mĂ¡s realistas. Las bocas de estas personas normales y corrientes se mejoran con prĂ³tesis removibles o fijas, parciales o totales, duras y flexibles. Los materiales son diversos y la variedad es amplia. Siempre ha habido remiendos bucales, pero no siempre tan sofisticados. HabĂa que arreglĂ¡rselas con lo que se tenĂa a mano: madera, marfil, goma vulcanizada e incluso con dientes humanos.
En Europa del Este y Asia Menor, el gusto en lo que respecta a los dientes es mĂ¡s clĂ¡sico: prefieren el oro y la plata. QuizĂ¡ fue ese gusto lo que inspirĂ³ a raperos, mĂºsicos y boxeadores. Ya se sabe que el oro siempre ha sido un sĂmbolo de riqueza.
Otros rebeldes son los britĂ¡nicos. Pero mientras los medios norteamericanos son devastadores cuando se trata de la salud bucal, como ocurriĂ³ con Nicky Minaj, la prensa europea no parece ser tan quisquillosa. Los britĂ¡nicos, famosos en el mundo angloparlante por sus dientes podridos, no son tan tiquismiquis.
Desde la famosa dentadura del cantante de la banda The Pogues, Shane McGowan, hasta el piño perdido de Amy Winehouse, el mundo de la mĂºsica ve esta actitud como parte del oficio de provocar: sexo, dientes y rockn’roll. Los de Bowie no fueron una excepciĂ³n, sĂ³lo que en sus Ăºltimos años el cantante se reinventĂ³ una vez mĂ¡s con su sonrisa inmaculada. El Duke debiĂ³ de pasar demasiado tiempo en Estados Unidos.
Tal es la naturalidad de los ingleses a la hora de hablar de sus dientes que en la BBC, Sir Paul McCartney llegĂ³ a contarle esto a su anfitriĂ³n, Ronnie Wood:
— Mi padre me aconsejĂ³ que cuando llegara a los 21 años, me hiciera extraer todos los dientes y me comprara una dentadura postiza —dijo Sir Paul.
— ¡Eso es exactamente lo que hizo mi madre! —respondiĂ³ alegremente el guitarrista de los Stones.
Es triste imaginar a un Ronnie Wood sin dientes tocando con los Rolling Stones. Pero algunos traviesos del Photoshop hicieron el ejercicio. Dejaron volar su imaginaciĂ³n con otros artistas y plasmaron cĂ³mo se verĂan estos sin dentaduras.
Hoy Lydon, punk eterno y lĂder de Public Image Limited (un nombre genial para la banda de un mĂºsico desdentado) ya estĂ¡ dando batalla de nuevo. QuizĂ¡ hasta comience una nueva revoluciĂ³n antidentistas. Pero no la veremos por la tele, ya se sabe que sin dientes, la revoluciĂ³n nunca serĂ¡ televisada.
SonreĂr nunca ha sido tan caro. En el podio de la belleza mediĂ¡tica se encumbran la piel bronceada, el corte de pelo y —trompetas— los dientes perfectos. Todos los artistas los lucen, incluso quienes no los necesitan. Pareciera que nos hemos acostumbrado a que las celebridades nos deslumbren con ese blanco dental, quĂmico y cegador. Hasta Morgan Freeman, ya entrado en añitos, puede lucir una dentadura panorĂ¡mica hecha de tablas de surf fosforecentemente blancas (Pantone Bright White). Porque si un adulto normal tiene 32 dientes, un actor de Hollywood tiene muchos mĂ¡s.
Pero para quienes se encuentran fuera del circuito del glamour, los dentistas tienen soluciones mĂ¡s realistas. Las bocas de estas personas normales y corrientes se mejoran con prĂ³tesis removibles o fijas, parciales o totales, duras y flexibles. Los materiales son diversos y la variedad es amplia. Siempre ha habido remiendos bucales, pero no siempre tan sofisticados. HabĂa que arreglĂ¡rselas con lo que se tenĂa a mano: madera, marfil, goma vulcanizada e incluso con dientes humanos.
En Europa del Este y Asia Menor, el gusto en lo que respecta a los dientes es mĂ¡s clĂ¡sico: prefieren el oro y la plata. QuizĂ¡ fue ese gusto lo que inspirĂ³ a raperos, mĂºsicos y boxeadores. Ya se sabe que el oro siempre ha sido un sĂmbolo de riqueza.
Otros rebeldes son los britĂ¡nicos. Pero mientras los medios norteamericanos son devastadores cuando se trata de la salud bucal, como ocurriĂ³ con Nicky Minaj, la prensa europea no parece ser tan quisquillosa. Los britĂ¡nicos, famosos en el mundo angloparlante por sus dientes podridos, no son tan tiquismiquis.
Desde la famosa dentadura del cantante de la banda The Pogues, Shane McGowan, hasta el piño perdido de Amy Winehouse, el mundo de la mĂºsica ve esta actitud como parte del oficio de provocar: sexo, dientes y rockn’roll. Los de Bowie no fueron una excepciĂ³n, sĂ³lo que en sus Ăºltimos años el cantante se reinventĂ³ una vez mĂ¡s con su sonrisa inmaculada. El Duke debiĂ³ de pasar demasiado tiempo en Estados Unidos.
Tal es la naturalidad de los ingleses a la hora de hablar de sus dientes que en la BBC, Sir Paul McCartney llegĂ³ a contarle esto a su anfitriĂ³n, Ronnie Wood:
— Mi padre me aconsejĂ³ que cuando llegara a los 21 años, me hiciera extraer todos los dientes y me comprara una dentadura postiza —dijo Sir Paul.
— ¡Eso es exactamente lo que hizo mi madre! —respondiĂ³ alegremente el guitarrista de los Stones.
Es triste imaginar a un Ronnie Wood sin dientes tocando con los Rolling Stones. Pero algunos traviesos del Photoshop hicieron el ejercicio. Dejaron volar su imaginaciĂ³n con otros artistas y plasmaron cĂ³mo se verĂan estos sin dentaduras.
Hoy Lydon, punk eterno y lĂder de Public Image Limited (un nombre genial para la banda de un mĂºsico desdentado) ya estĂ¡ dando batalla de nuevo. QuizĂ¡ hasta comience una nueva revoluciĂ³n antidentistas. Pero no la veremos por la tele, ya se sabe que sin dientes, la revoluciĂ³n nunca serĂ¡ televisada.