El arte de comunicar con claridad que no te enseƱaron en la escuela
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Ni en el colegio ni en nuestros estudios superiores nos enseƱan algo que serĆ” fundamental para nuestra vida profesional: a hablar y a escribir correctamente. Y no hablamos solo de ortografĆa y gramĆ”tica. Hablamos de comunicar ideas, de hacerlo con claridad y de una manera que, ademĆ”s de entendible, sea amena.
En la escritura, mal que mal, ya nos apaƱamos. Pero los sudores de la muerte nos entran cuando nos piden que expongamos ciertos informes en pĆŗblico. AhĆ yaā¦
Antonio MartĆn y VĆctor J. Sanz saben mucho de las taras que tienen ciertos profesionales a la hora de escribir y hablar en pĆŗblico. Ambos llevan aƱos trabajando para enseƱar a comunicar bien a profesionales de todo tipo y en todo tipo de empresas. Sanz lo hace desde CĆ”lamo y Cran; MartĆn, queĀ fue fundador de esa empresa, lo hace desde hace algĆŗn tiempoĀ desdeĀ Palabras Mayores. Y ahora acaban de publicar su libro Dilo bien y dilo claro. Manual de comunicación profesional (Larousse, 2017) desde el que invitan al lector a pertenecer al Ā«club de los que escriben bien y sin problemasĀ».
Esto, que a mĆ”s de uno le parece algo realmente difĆcil de alcanzar, es en realidad sencillo. Basta con practicar todos los dĆas, con tomarse su tiempo en el aprendizaje. Ā«Para aprenderĀ y disfrutar, dedĆcate tu tiempo. Sin prisa, sin pausaĀ», afirman desde el prólogo del libro. Porque ese es uno de los principales problemas que tenemos a la hora de tratar de comunicar bien: la prisa, la presión del tiempo que nunca es suficiente.
Ā«El principal problema de la comunicación en la actualidad es la falta de tiempoĀ», asegura VĆctor J. Sanz. Ā«La urgencia, la inmediatez de las comunicaciones y, en consecuencia, su rĆ”pida caducidad, impiden que el comunicador dedique todo el tiempo necesario a conseguir comunicaciones claras y de calidadĀ».
Ā«Esta urgencia viene de la masificación de las comunicaciones. Se sabe que un ciudadano medio de un paĆs desarrollado puede recibir diariamente mĆ”s de 3.000 comunicaciones de algĆŗn tipo. Si para crear un texto eficaz por su claridad, se necesita mĆ”s tiempo (tiempo del que, ademĆ”s, no solemos disponer), termina por darse mĆ”s importancia al hecho de hacerse entender (de la manera que sea) que al hecho de explicar de manera clara y eficaz lo que queremos decir. La inmediatez y la masificación de las comunicaciones nos lleva, en demasiadas ocasiones, a escribir de cualquier maneraĀ».
Pero la solución pasa por el trabajo y la prÔctica de todo lo que los dos comunicadores explican desde su manual. Eso y algún que otro requisito mÔs. «Para comunicar con claridad es imprescindible contar con tres capacidades», afirma Sanz. «La primera es un alto grado de conocimiento de la lengua. La segunda es un alto grado de conocimiento de aquello sobre lo que se va a comunicar. Y la tercera es cierta capacidad de organización de las ideas».
«AdemÔs de estas capacidades, la habilidad del comunicador para empatizar con el destinatario de la comunicación puede redondear el resultado. Pero ninguna de estas capacidades y habilidades podrÔ ser desarrollada en su plenitud si no se cuenta con el tiempo suficiente. La claridad es el final de un camino muy largo».
En opinión de Antonio MartĆn, no existe una fórmula mĆ”gica para convencer al pĆŗblico de la importancia de comunicar bien, ya sea por escrito o en pĆŗblico. Ā«Creo que tenemos tal riqueza en el vocabulario que eso tambiĆ©n nos impide ver lo sencillo que es. Los Ć”rboles no nos dejan ver el bosque. Hay tal cantidad de cosas que queremos decir, tal riqueza de vocabulario, aunque nos parezca que tenemos pocoā¦Ā», asegura. El problema, dice, estĆ” en saber seleccionar esas ideas y palabras. Y la clave de una buena comunicación estĆ” en saber elegirlas.
Escribir puede resultar mĆ”s sencillo para algunas personas. Sobre todo, si han organizado antes, como sugieren Sanz y MartĆn, aquello que quieren contar. MĆ”s complicado se hace expresarlo delante de un pĆŗblico.
Antonio MartĆn asegura que cualquiera puede lograrlo. Ā«Tienes que tener muy claro quĆ© quieres decir. Y que cuando estĆ”s hablando delante de un pĆŗblico, se acabó solamente el lenguaje escrito. Ya vas a poder recurrir al lenguaje no verbal, que puede acompaƱar y aportar matices. Pero cualquiera puede si tiene las ideas organizadas. Si sabe dirigirse al pĆŗblico y lo entiende y se pone en su lugar tambiĆ©n para no aburrirleĀ».
Aunque es cierto que a la hora de hablar delante de un auditorio entran en juego tambiĆ©n otras cuestiones como el miedo escĆ©nico. MartĆn ofrece un truco: centrarse en una persona, hablarle como a un amigo a quien le estĆ”s contando lo que has ido a decir. Olvidarse de que te estĆ”n viendo muchĆsimas personas y que estĆ”n todas escuchando a la vez.
El libro va dedicado a un pĆŗblico profesional, al campo de la empresa. Tanto Sanz como MartĆn son conscientes de que la comunicación es una de las grandes carencias de la mayorĆa de los trabajadores. Ā«Es una habilidad, una herramienta que se deberĆa haber adquirido en nuestra etapa de formaciónĀ», opina MartĆn. Ā«De la misma manera que sabemos analizar una frase, y estĆ” bien hacerlo, creo que serĆa muchĆsimo mĆ”s importante alcanzar una competencia en expresión escrita mucho mĆ”s alta de la que hay. Esa carencia es la que estamos supliendo con los cursos y este manual viene a responder tambiĆ©n a eso, a suplir la carencia en la expresión escritaĀ».
Lo cierto es que todo serĆa bastante mĆ”s fĆ”cil si, ademĆ”s de lengua, matemĆ”ticas o biologĆa, ya desde el colegio se nos enseƱara a escribir bien. Ā«Yo creo que se ha intentado hacer una formación mĆ”s cartesiana, mĆ”s de “vamos a intentar evaluar mediante parĆ”metros cuĆ”les son tus competencias y habilidades escritas, y la manera de conseguir esos parĆ”metros y modos de evaluar mĆ”s fĆ”ciles son con pregunta-respuesta, mucho mĆ”s sencilloĀ», opina Sanz.
«Evaluar redacciones es mÔs cansado, parece que es mÔs subjetivo⦠Y creo que de esa obsesión por controlarlo o por usar fórmulas mÔs sencillas de hacer esa evaluación se ha tendido a suprimir la redacción».
Pero no todo es culpa del sistema educativo. MartĆn cree que los medios de comunicación tienen muchĆsima mĆ”s responsabilidad en la pobreza de expresión que parece tener cierto nĆŗmero de espaƱoles. Nos hemos olvidado, por ejemplo, del debate. A juzgar por lo que se ve en televisión, lo que nos presentan como tal no son mĆ”s que programas en los que Ā«se tiende al escĆ”ndalo, a gritar, a parecer que aquel que mĆ”s grita es el que tiene mĆ”s razónĀ». Lejos quedan, en opinión de Antonio MartĆn, aquellos ejemplos de discusión y confrontación de puntos de vista como fue La Clave, el programa de debate que dirigĆa JosĆ© Luis BalbĆn y que para mĆ”s de una generación ha sido todo un referente.
Ā«Creo que esa es la dificultad principal; no solamente el colegio o la universidad, sino tambiĆ©n esos medios donde no procuran debatir. O los medios que tienden a ser tendenciosos: aquĆ vamos a partir de una idea y no la vamos a contrastarĀ», afirma. Y, por supuesto, los polĆticos, de quienes se espera, como mĆnimo, que sepan discutir con coherencia, transmitir claramente su mensaje y su programa. Ā«No discuten ideasĀ», asegura MartĆn. A cambio, solo contemplamos un debate agrio, violento, que no supone un buen modelo.
Sin embargo, a pesar de lo que pudiera parecer, los espaƱoles no tenemos un mal nivel de expresión oral y escrita. Ā«Hay de todoĀ», asegura VĆctor J. Sanz. Ā«Hay muchos que parece que no van a avanzar nunca porque con lo que son capaces de hacer ya les llega; y otros que parece que nunca dejarĆ”n de avanzar porque pueden y porque es una meta muy sana. Pero, en general, creo que los que comunicamos en espaƱol avanzamos, aunque el avance es lento. Tal vez, esa lentitud se deba a que hay mucho postureo y, por alarmante que parezca, una estrecha vigilancia que busca el error ajeno para darle visibilidad, antes que para aprender de Ć©lĀ».
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En la escritura, mal que mal, ya nos apaƱamos. Pero los sudores de la muerte nos entran cuando nos piden que expongamos ciertos informes en pĆŗblico. AhĆ yaā¦
Antonio MartĆn y VĆctor J. Sanz saben mucho de las taras que tienen ciertos profesionales a la hora de escribir y hablar en pĆŗblico. Ambos llevan aƱos trabajando para enseƱar a comunicar bien a profesionales de todo tipo y en todo tipo de empresas. Sanz lo hace desde CĆ”lamo y Cran; MartĆn, queĀ fue fundador de esa empresa, lo hace desde hace algĆŗn tiempoĀ desdeĀ Palabras Mayores. Y ahora acaban de publicar su libro Dilo bien y dilo claro. Manual de comunicación profesional (Larousse, 2017) desde el que invitan al lector a pertenecer al Ā«club de los que escriben bien y sin problemasĀ».
Esto, que a mĆ”s de uno le parece algo realmente difĆcil de alcanzar, es en realidad sencillo. Basta con practicar todos los dĆas, con tomarse su tiempo en el aprendizaje. Ā«Para aprenderĀ y disfrutar, dedĆcate tu tiempo. Sin prisa, sin pausaĀ», afirman desde el prólogo del libro. Porque ese es uno de los principales problemas que tenemos a la hora de tratar de comunicar bien: la prisa, la presión del tiempo que nunca es suficiente.
Ā«El principal problema de la comunicación en la actualidad es la falta de tiempoĀ», asegura VĆctor J. Sanz. Ā«La urgencia, la inmediatez de las comunicaciones y, en consecuencia, su rĆ”pida caducidad, impiden que el comunicador dedique todo el tiempo necesario a conseguir comunicaciones claras y de calidadĀ».
Ā«Esta urgencia viene de la masificación de las comunicaciones. Se sabe que un ciudadano medio de un paĆs desarrollado puede recibir diariamente mĆ”s de 3.000 comunicaciones de algĆŗn tipo. Si para crear un texto eficaz por su claridad, se necesita mĆ”s tiempo (tiempo del que, ademĆ”s, no solemos disponer), termina por darse mĆ”s importancia al hecho de hacerse entender (de la manera que sea) que al hecho de explicar de manera clara y eficaz lo que queremos decir. La inmediatez y la masificación de las comunicaciones nos lleva, en demasiadas ocasiones, a escribir de cualquier maneraĀ».
Pero la solución pasa por el trabajo y la prÔctica de todo lo que los dos comunicadores explican desde su manual. Eso y algún que otro requisito mÔs. «Para comunicar con claridad es imprescindible contar con tres capacidades», afirma Sanz. «La primera es un alto grado de conocimiento de la lengua. La segunda es un alto grado de conocimiento de aquello sobre lo que se va a comunicar. Y la tercera es cierta capacidad de organización de las ideas».
«AdemÔs de estas capacidades, la habilidad del comunicador para empatizar con el destinatario de la comunicación puede redondear el resultado. Pero ninguna de estas capacidades y habilidades podrÔ ser desarrollada en su plenitud si no se cuenta con el tiempo suficiente. La claridad es el final de un camino muy largo».
En opinión de Antonio MartĆn, no existe una fórmula mĆ”gica para convencer al pĆŗblico de la importancia de comunicar bien, ya sea por escrito o en pĆŗblico. Ā«Creo que tenemos tal riqueza en el vocabulario que eso tambiĆ©n nos impide ver lo sencillo que es. Los Ć”rboles no nos dejan ver el bosque. Hay tal cantidad de cosas que queremos decir, tal riqueza de vocabulario, aunque nos parezca que tenemos pocoā¦Ā», asegura. El problema, dice, estĆ” en saber seleccionar esas ideas y palabras. Y la clave de una buena comunicación estĆ” en saber elegirlas.
Escribir puede resultar mĆ”s sencillo para algunas personas. Sobre todo, si han organizado antes, como sugieren Sanz y MartĆn, aquello que quieren contar. MĆ”s complicado se hace expresarlo delante de un pĆŗblico.
Antonio MartĆn asegura que cualquiera puede lograrlo. Ā«Tienes que tener muy claro quĆ© quieres decir. Y que cuando estĆ”s hablando delante de un pĆŗblico, se acabó solamente el lenguaje escrito. Ya vas a poder recurrir al lenguaje no verbal, que puede acompaƱar y aportar matices. Pero cualquiera puede si tiene las ideas organizadas. Si sabe dirigirse al pĆŗblico y lo entiende y se pone en su lugar tambiĆ©n para no aburrirleĀ».
Aunque es cierto que a la hora de hablar delante de un auditorio entran en juego tambiĆ©n otras cuestiones como el miedo escĆ©nico. MartĆn ofrece un truco: centrarse en una persona, hablarle como a un amigo a quien le estĆ”s contando lo que has ido a decir. Olvidarse de que te estĆ”n viendo muchĆsimas personas y que estĆ”n todas escuchando a la vez.
El libro va dedicado a un pĆŗblico profesional, al campo de la empresa. Tanto Sanz como MartĆn son conscientes de que la comunicación es una de las grandes carencias de la mayorĆa de los trabajadores. Ā«Es una habilidad, una herramienta que se deberĆa haber adquirido en nuestra etapa de formaciónĀ», opina MartĆn. Ā«De la misma manera que sabemos analizar una frase, y estĆ” bien hacerlo, creo que serĆa muchĆsimo mĆ”s importante alcanzar una competencia en expresión escrita mucho mĆ”s alta de la que hay. Esa carencia es la que estamos supliendo con los cursos y este manual viene a responder tambiĆ©n a eso, a suplir la carencia en la expresión escritaĀ».
Lo cierto es que todo serĆa bastante mĆ”s fĆ”cil si, ademĆ”s de lengua, matemĆ”ticas o biologĆa, ya desde el colegio se nos enseƱara a escribir bien. Ā«Yo creo que se ha intentado hacer una formación mĆ”s cartesiana, mĆ”s de “vamos a intentar evaluar mediante parĆ”metros cuĆ”les son tus competencias y habilidades escritas, y la manera de conseguir esos parĆ”metros y modos de evaluar mĆ”s fĆ”ciles son con pregunta-respuesta, mucho mĆ”s sencilloĀ», opina Sanz.
«Evaluar redacciones es mÔs cansado, parece que es mÔs subjetivo⦠Y creo que de esa obsesión por controlarlo o por usar fórmulas mÔs sencillas de hacer esa evaluación se ha tendido a suprimir la redacción».
Pero no todo es culpa del sistema educativo. MartĆn cree que los medios de comunicación tienen muchĆsima mĆ”s responsabilidad en la pobreza de expresión que parece tener cierto nĆŗmero de espaƱoles. Nos hemos olvidado, por ejemplo, del debate. A juzgar por lo que se ve en televisión, lo que nos presentan como tal no son mĆ”s que programas en los que Ā«se tiende al escĆ”ndalo, a gritar, a parecer que aquel que mĆ”s grita es el que tiene mĆ”s razónĀ». Lejos quedan, en opinión de Antonio MartĆn, aquellos ejemplos de discusión y confrontación de puntos de vista como fue La Clave, el programa de debate que dirigĆa JosĆ© Luis BalbĆn y que para mĆ”s de una generación ha sido todo un referente.
Ā«Creo que esa es la dificultad principal; no solamente el colegio o la universidad, sino tambiĆ©n esos medios donde no procuran debatir. O los medios que tienden a ser tendenciosos: aquĆ vamos a partir de una idea y no la vamos a contrastarĀ», afirma. Y, por supuesto, los polĆticos, de quienes se espera, como mĆnimo, que sepan discutir con coherencia, transmitir claramente su mensaje y su programa. Ā«No discuten ideasĀ», asegura MartĆn. A cambio, solo contemplamos un debate agrio, violento, que no supone un buen modelo.
Sin embargo, a pesar de lo que pudiera parecer, los espaƱoles no tenemos un mal nivel de expresión oral y escrita. Ā«Hay de todoĀ», asegura VĆctor J. Sanz. Ā«Hay muchos que parece que no van a avanzar nunca porque con lo que son capaces de hacer ya les llega; y otros que parece que nunca dejarĆ”n de avanzar porque pueden y porque es una meta muy sana. Pero, en general, creo que los que comunicamos en espaƱol avanzamos, aunque el avance es lento. Tal vez, esa lentitud se deba a que hay mucho postureo y, por alarmante que parezca, una estrecha vigilancia que busca el error ajeno para darle visibilidad, antes que para aprender de Ć©lĀ».
Muy interesante. En mi opinión el problema es que en la escuela se continúa entratando la lengua como objeto de estudio, y no como instrumento de comunicación (tengo dos hijas adolescentes y sé de lo que hablo). Y en lugar de enseñar a reflexionar y debatir, se prefiere examinar conocimientos que se han memorizado y se vomitan para luego olvidarlos sin mÔs. La educación no avanza al ritmo de la sociedad ni del mundo en que vivimos.
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