22 de enero 2015    /   CREATIVIDAD
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Diminutos sobrantes de madera convertidos en objetos Ășnicos

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Cuando se corta una gran pieza de madera en una carpintería nunca se aprovecha del todo el tablón de donde sale. «Como poco, queda un pequeño sobrante, que por lo general acaba directamente en la basura», explica el germen de su proyecto un joven diseñador mexicano llamado Héctor Fabiån Gómez. «Lo mismo pasa con los muebles que dejamos de utilizar, que los tiramos. Yo pensé que en vez de desperdicios, podrían ser la materia prima con la que crease mi propia firma».
Aquel sueño ahora es real, emplea a cinco compañeros, estĂĄ en pleno auge y se llama D`MA D`RA. Lo que GĂłmez ve en esos desperdicios de carpinterĂ­a, mĂĄs que sobrantes, son seres Ășnicos de perfil diseñado que a veces se convierten en dioses mexicanos, a veces en jaguares, a veces en animales selvĂĄticos, calaveras
, y a veces en cualquier otro ser de la tierra, del mar, del aire, del cielo o del espacio.
«EmpecĂ© a seguir esta lĂ­nea desde el principio, en 2010», explica el ideĂłlogo. «Solo tenemos dos normas que nunca nos saltamos desde entonces en D`MA D`RA: que cada una de nuestras piezas sea Ășnica e irrepetible, y que todos los personajes, las ideas grĂĄficas, sean lo que sean, estĂ©n diseñados sobre una superficie cuadrada».
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En específico, cada uno de los cubitos que pintan a mano tras diseñarlos sobre el papel tienen unas medidas de 4 centímetros de altura, tres de ancho y casi dos de profundidad. «La mayoría de la gente los utiliza de llaveros, pero les han sacado otros muchos provechos como elementos decorativos». En total, multiplicando en centímetros las 30 o 50 piezas que logran acabar diariamente, salvan al menos dos metros de madera al día de las fauces del vertedero.
Dice GĂłmez que aunque han hecho de todo, estĂĄn muy interesados en que sus colecciones hagan recordar la artesanĂ­a mexicana. Siempre respetando que en cada colecciĂłn todos sus elementos se diferencien. «Si hacemos una serie de Guerreros Jaguar o de Guerreros Águilas, todas las piezas son ese tipo de guerreros, pero todas son diferentes. Si uno de los soldados tiene un bigote otro tiene un arete, y cada uno las plumas de diferentes colores
 A los jaguares, por ejemplo, les ponemos amarillos distintos».
Actualmente han desplazado la empresa del Distrito Federal a QuerĂ©taro, donde estĂĄn abriendo negocio con facilidad porque el pĂșblico estĂĄ respondiendo a sus diminutas propuestas. «Colocamos nuestras piezas a la venta en galerĂ­as, tiendas de diseño
 Pero tambiĂ©n tenemos vendedores que las venden a domicilio, y tambiĂ©n por internet. Hay gente que quiere comprar algunos de los diseños que tenemos hechos y otros que quieren solicitarnos alguno por encargo», explica.
«La idea es que la firma sea absolutamente comprometida con el reciclaje, pero nuestro verdadero punto es el diseño exclusivo. Queremos que si alguien adquiere algo de D`MA D`RA , sepa que se estĂĄ llevando algo irrepetible, que tenga la garantĂ­a de que es una pieza singular. Nosotros nos encargamos de convertir el desperdicio de madera en una creaciĂłn Ășnica».
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Cuando se corta una gran pieza de madera en una carpintería nunca se aprovecha del todo el tablón de donde sale. «Como poco, queda un pequeño sobrante, que por lo general acaba directamente en la basura», explica el germen de su proyecto un joven diseñador mexicano llamado Héctor Fabiån Gómez. «Lo mismo pasa con los muebles que dejamos de utilizar, que los tiramos. Yo pensé que en vez de desperdicios, podrían ser la materia prima con la que crease mi propia firma».
Aquel sueño ahora es real, emplea a cinco compañeros, estĂĄ en pleno auge y se llama D`MA D`RA. Lo que GĂłmez ve en esos desperdicios de carpinterĂ­a, mĂĄs que sobrantes, son seres Ășnicos de perfil diseñado que a veces se convierten en dioses mexicanos, a veces en jaguares, a veces en animales selvĂĄticos, calaveras
, y a veces en cualquier otro ser de la tierra, del mar, del aire, del cielo o del espacio.
«EmpecĂ© a seguir esta lĂ­nea desde el principio, en 2010», explica el ideĂłlogo. «Solo tenemos dos normas que nunca nos saltamos desde entonces en D`MA D`RA: que cada una de nuestras piezas sea Ășnica e irrepetible, y que todos los personajes, las ideas grĂĄficas, sean lo que sean, estĂ©n diseñados sobre una superficie cuadrada».
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En específico, cada uno de los cubitos que pintan a mano tras diseñarlos sobre el papel tienen unas medidas de 4 centímetros de altura, tres de ancho y casi dos de profundidad. «La mayoría de la gente los utiliza de llaveros, pero les han sacado otros muchos provechos como elementos decorativos». En total, multiplicando en centímetros las 30 o 50 piezas que logran acabar diariamente, salvan al menos dos metros de madera al día de las fauces del vertedero.
Dice GĂłmez que aunque han hecho de todo, estĂĄn muy interesados en que sus colecciones hagan recordar la artesanĂ­a mexicana. Siempre respetando que en cada colecciĂłn todos sus elementos se diferencien. «Si hacemos una serie de Guerreros Jaguar o de Guerreros Águilas, todas las piezas son ese tipo de guerreros, pero todas son diferentes. Si uno de los soldados tiene un bigote otro tiene un arete, y cada uno las plumas de diferentes colores
 A los jaguares, por ejemplo, les ponemos amarillos distintos».
Actualmente han desplazado la empresa del Distrito Federal a QuerĂ©taro, donde estĂĄn abriendo negocio con facilidad porque el pĂșblico estĂĄ respondiendo a sus diminutas propuestas. «Colocamos nuestras piezas a la venta en galerĂ­as, tiendas de diseño
 Pero tambiĂ©n tenemos vendedores que las venden a domicilio, y tambiĂ©n por internet. Hay gente que quiere comprar algunos de los diseños que tenemos hechos y otros que quieren solicitarnos alguno por encargo», explica.
«La idea es que la firma sea absolutamente comprometida con el reciclaje, pero nuestro verdadero punto es el diseño exclusivo. Queremos que si alguien adquiere algo de D`MA D`RA , sepa que se estĂĄ llevando algo irrepetible, que tenga la garantĂ­a de que es una pieza singular. Nosotros nos encargamos de convertir el desperdicio de madera en una creaciĂłn Ășnica».
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