Imaginemos la siguiente escena. En plena hora punta, en el metro, entra en el vagón una persona en silla de ruedas. Carece de brazos y sus manos despuntan de sus hombros. Sus diminutas piernas arqueadas denotan que su altura no supera el metro veinte. ¿Cuál es la reacción que provoca esta irrupción? Si alguien lo sabe es Raúl Gay, un periodista que acaba de publicar Retrón. Querer es poder (a veces) de la Editorial NetxDoor Publisher.
Esa ventana insufla una bocanada de aire fresco al llamado ‘modelo social’ de abordaje de la discapacidad, que fue auspiciado por el británico Paul Hunt en 1972 y que apela al papel integrador por parte de la sociedad. Es sin duda el más justo de todos los modelos históricos, porque si echamos la vista atrás, los bÃpedos tenemos bastantes manchas oscuras en el currÃculum de relación con los retrones.
Al culpar al propio discapacitado de su situación, la sociedad se eximÃa de su cuidado y podÃa condenarlo al ostracismo sin remordimientos. Durante siglos, se impuso el modelo de la prescidencia, que consistÃa en confinar a los discapacitados sin ningún otro objetivo que apartarlos de la sociedad.
La Gran Guerra deja una estela de lisiados que acaban por permutar el paradigma. La medicina empieza a trabajar en la rehabilitación de estos para que se reintegren en la sociedad, pues su coste empieza a ser insostenible. El poderoso caballero don Dinero siempre encuentra atajos para cambiar mentalidades. La II Guerra Mundial y los movimientos por los derechos civiles acabaron por conformar el actual escenario que se consolidó en 1972.
Esta historia no aparece en el libro porque Raúl Gay, nacido en 1981, es ajeno a esta herencia. Y es esa libertad la que le permite plantear el aquà y el ahora de la cuestión y darle una vuelta de tuerca. No se trata de un libro reivindicativo, pero al mostrar su situación particular expone sin acentuar la necesidad de una integración aún más profunda, más allá de los tópicos lacrimógenos y/o triunfalistas que parecen haber secuestrado el tratamiento de la discapacidad.
Imaginemos la siguiente escena. En plena hora punta, en el metro, entra en el vagón una persona en silla de ruedas. Carece de brazos y sus manos despuntan de sus hombros. Sus diminutas piernas arqueadas denotan que su altura no supera el metro veinte. ¿Cuál es la reacción que provoca esta irrupción? Si alguien lo sabe es Raúl Gay, un periodista que acaba de publicar Retrón. Querer es poder (a veces) de la Editorial NetxDoor Publisher.
Esa ventana insufla una bocanada de aire fresco al llamado ‘modelo social’ de abordaje de la discapacidad, que fue auspiciado por el británico Paul Hunt en 1972 y que apela al papel integrador por parte de la sociedad. Es sin duda el más justo de todos los modelos históricos, porque si echamos la vista atrás, los bÃpedos tenemos bastantes manchas oscuras en el currÃculum de relación con los retrones.
Al culpar al propio discapacitado de su situación, la sociedad se eximÃa de su cuidado y podÃa condenarlo al ostracismo sin remordimientos. Durante siglos, se impuso el modelo de la prescidencia, que consistÃa en confinar a los discapacitados sin ningún otro objetivo que apartarlos de la sociedad.
La Gran Guerra deja una estela de lisiados que acaban por permutar el paradigma. La medicina empieza a trabajar en la rehabilitación de estos para que se reintegren en la sociedad, pues su coste empieza a ser insostenible. El poderoso caballero don Dinero siempre encuentra atajos para cambiar mentalidades. La II Guerra Mundial y los movimientos por los derechos civiles acabaron por conformar el actual escenario que se consolidó en 1972.
Esta historia no aparece en el libro porque Raúl Gay, nacido en 1981, es ajeno a esta herencia. Y es esa libertad la que le permite plantear el aquà y el ahora de la cuestión y darle una vuelta de tuerca. No se trata de un libro reivindicativo, pero al mostrar su situación particular expone sin acentuar la necesidad de una integración aún más profunda, más allá de los tópicos lacrimógenos y/o triunfalistas que parecen haber secuestrado el tratamiento de la discapacidad.
Tenemos que normalizar la discapacidad y sobre todo trabajar para que los niños se eduquen con ello, ya que si enseñamos a los niños a ver la diversidad como algo normal, no tendremos que hablar de inclusión, sino. de convivencia. Además otro factor a tener en cuenta es las personas con sÃndrome de down
Tenemos que normalizar la discapacidad y sobre todo trabajar para que los niños se eduquen con ello, ya que si enseñamos a los niños a ver la diversidad como algo normal, no tendremos que hablar de inclusión, sino. de convivencia. Además otro factor a tener en cuenta es las personas con sÃndrome de down
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