Ā«Al final, las cosas se vuelven tan trĆ”gicas que terminan siendo cómicasĀ», decĆa Mandy Patinkin enĀ OjalĆ” estuvieras aquĆ. Algo asĆ ocurre con las dos comedias que se han presentado este jueves en el festival de San SebastiĆ”n,Ā The disaster artistĀ yĀ Fe de etarras, donde una situación dramĆ”tica acaba siendo la mejor excusa para reĆrse de lo absurdo del ser humano.
AdemĆ”s deĀ Fe de etarras, se esperaba con expectaciónĀ La peste, la serie histórica de Alberto RodrĆguez que compite en la Sección Oficial. Pero la irrupción de Movistar+ y Netflix en el festival se mereceĀ otro tipo deĀ anĆ”lisis, asĆ que nos centraremos en dos tĆtulos estadounidenses que huelen a victoria. No en vano,Ā The disaster artistĀ yĀ The Florida ProjectĀ han sido calificadas por muchos como lo mejor que se ha visto hasta ahora en la capital donostiarra.
Fuegos artificiales desde los suburbios
Moonee y Scooty le hacen un tour guiado del motel donde viven a su nueva vecina Jancey. Ā«Nadie coge el ascensor porque huele a pis. AquĆ vive una que se cree que estĆ” casada con JesĆŗs. A este hombre le viene a buscar la policĆa todo el ratoĀ», le va explicando la pequeƱa de seis aƱos a su amiga, que observa inocente como si le estuviesen contando la mĆ”s divertida de las historietas.
Los crĆos crecen en un entorno de prostitución, drogas y pandillas,Ā donde aprenden a robar para comer casi antes que a leer. En la superficie no hay drama. Ellos rĆen, se entretienen con lo poco que tienen yĀ dicen tacos mĆ”s grandes que sus diminutos cuerpos. Son maleducados, cochinos, deslenguados y adorables granujas que pasan por encima de la miseria del motel con su vitalidad.
Sean Baker se habĆa consolidado como el retratistaĀ indieĀ de los bajos fondos y un maestro de la paleta de colores, peroĀ Ā The Florida ProjectĀ es todo eso mĆ”s una preciosa loa a la amistad. El mejor trabajo que se ha visto en San SebastiĆ”n hasta la fecha.
La virtud de The disaster artist es su ritmo, su hilarante guión y su humildad, pues en ningún momento pretende hacer mofa y befa de Wiseau. El espectador empatiza con los sueños del personaje y sufre cuando el público humilla a carcajadas su cinta en la premiere; pero lo mejor llega al final, cuando Tommy por fin se da cuenta de que, sea como sea, ha provocado algo en el patio de butacas.
Esas primeras proyecciones de 2003 no dejaron a nadie indiferente y tampoco lo harĆ” la pelĆcula de James Franco: el homenaje mĆ”s dulce que alguien le ha hecho jamĆ”s a algo tan ridĆculo.
Ā«Al final, las cosas se vuelven tan trĆ”gicas que terminan siendo cómicasĀ», decĆa Mandy Patinkin enĀ OjalĆ” estuvieras aquĆ. Algo asĆ ocurre con las dos comedias que se han presentado este jueves en el festival de San SebastiĆ”n,Ā The disaster artistĀ yĀ Fe de etarras, donde una situación dramĆ”tica acaba siendo la mejor excusa para reĆrse de lo absurdo del ser humano.
AdemĆ”s deĀ Fe de etarras, se esperaba con expectaciónĀ La peste, la serie histórica de Alberto RodrĆguez que compite en la Sección Oficial. Pero la irrupción de Movistar+ y Netflix en el festival se mereceĀ otro tipo deĀ anĆ”lisis, asĆ que nos centraremos en dos tĆtulos estadounidenses que huelen a victoria. No en vano,Ā The disaster artistĀ yĀ The Florida ProjectĀ han sido calificadas por muchos como lo mejor que se ha visto hasta ahora en la capital donostiarra.
Fuegos artificiales desde los suburbios
Moonee y Scooty le hacen un tour guiado del motel donde viven a su nueva vecina Jancey. Ā«Nadie coge el ascensor porque huele a pis. AquĆ vive una que se cree que estĆ” casada con JesĆŗs. A este hombre le viene a buscar la policĆa todo el ratoĀ», le va explicando la pequeƱa de seis aƱos a su amiga, que observa inocente como si le estuviesen contando la mĆ”s divertida de las historietas.
Los crĆos crecen en un entorno de prostitución, drogas y pandillas,Ā donde aprenden a robar para comer casi antes que a leer. En la superficie no hay drama. Ellos rĆen, se entretienen con lo poco que tienen yĀ dicen tacos mĆ”s grandes que sus diminutos cuerpos. Son maleducados, cochinos, deslenguados y adorables granujas que pasan por encima de la miseria del motel con su vitalidad.
Sean Baker se habĆa consolidado como el retratistaĀ indieĀ de los bajos fondos y un maestro de la paleta de colores, peroĀ Ā The Florida ProjectĀ es todo eso mĆ”s una preciosa loa a la amistad. El mejor trabajo que se ha visto en San SebastiĆ”n hasta la fecha.
La virtud de The disaster artist es su ritmo, su hilarante guión y su humildad, pues en ningún momento pretende hacer mofa y befa de Wiseau. El espectador empatiza con los sueños del personaje y sufre cuando el público humilla a carcajadas su cinta en la premiere; pero lo mejor llega al final, cuando Tommy por fin se da cuenta de que, sea como sea, ha provocado algo en el patio de butacas.
Esas primeras proyecciones de 2003 no dejaron a nadie indiferente y tampoco lo harĆ” la pelĆcula de James Franco: el homenaje mĆ”s dulce que alguien le ha hecho jamĆ”s a algo tan ridĆculo.