20 de marzo 2012    /   IDEAS
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Edupunk: libertad para aprender

20 de marzo 2012    /   IDEAS     por          
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¿Qué sentido tiene lo que hoy conocemos por Educación? ¿Debe limitarse a hacer de los alumnos buenos expertos en superar exámenes? ¿O la educación debería prepararnos para comprender el proceso total de la vida? Estas son algunas de las preguntas que se hizo Jiddu Krishnamurti en su libro “El propósito de la educación” hace ya más de 25 años. Es curioso que todavía hoy sigamos cuestionándonos el modelo educativo y sus objetivos.

Desde hace unos años, “la revolución del aprendizaje” cobra protagonismo como respuesta a un sistema que necesita reinventarse urgentemente. El colegio, la universidad, las escuelas de negocio, van a tener que transformarse. Ya no se trata de una opción. Es algo inevitable.

Porque, ¿qué pasa cuando se puede aprender más allá del aula, cuando tú mismo puedes ser alumno y profesor a la vez, cuando tienes la posibilidad de acceder a un mundo de conocimiento, y además está a tu alcance, y cuando —como ya decía Krishnamurti en su libro— los únicos límites te los pones tú?

La tecnología ha revolucionado prácticamente todos los ámbitos, y el de la educación está siendo testigo de cambios muy positivos. La personalización, el empoderamiento de los diferentes actores implicados, la accesibilidad, la colaboración, la cocreación… y un sinfín de beneficios para que cada uno de nosotros pueda acceder a un aprendizaje más global, más holístico.

Pero una vez más, la tecnología sin las personas no tiene sentido. Por eso el concepto Edupunk cobra un sentido mayor, porque el verdadero centro del proceso de aprendizaje, como apunta este concepto, corriente o incluso ya filosofía, son las personas y no la tecnología en sí misma.

Son las personas las que diseñan su propio plan atendiendo a sus necesidades, son ellas las que ejercen su libertad de aprender, ayudándose de unas herramientas digitales que hacen que surjan nuevos roles, tanto para el propio alumno que genera y comparte conocimiento, como para el profesor, que a veces actúa de facilitador, otras de consultor, moderador e incluso de diseñador.

Un aprendizaje capaz de irse modificando a medida que vamos avanzando. Que nos permite ir haciendo las conexiones de forma natural, que nos mantiene con el interés y la motivación permanente por querer saber y aprender más, a diferencia de lo que pasa hoy en la mayoría de los centros educativos.

Un aprendizaje que nos ayude a reflexionar, a ejercitar nuestro pensamiento crítico en vez de enseñarnos sólo a juzgar y a evaluar. Que considere, como numerosos expertos también llevan años diciéndonos, que la creatividad es igual de importante que las matemáticas.

Nuevos escenarios que requieren de compromiso, de exigencia y de voluntad por querer que las cosas cambien, se transformen y generen valor real para las personas.

Carmen Bustos. Socia fundadora de Soulsight.

Foto: MC Quinn bajo licencia CC

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¿Qué sentido tiene lo que hoy conocemos por Educación? ¿Debe limitarse a hacer de los alumnos buenos expertos en superar exámenes? ¿O la educación debería prepararnos para comprender el proceso total de la vida? Estas son algunas de las preguntas que se hizo Jiddu Krishnamurti en su libro “El propósito de la educación” hace ya más de 25 años. Es curioso que todavía hoy sigamos cuestionándonos el modelo educativo y sus objetivos.

Desde hace unos años, “la revolución del aprendizaje” cobra protagonismo como respuesta a un sistema que necesita reinventarse urgentemente. El colegio, la universidad, las escuelas de negocio, van a tener que transformarse. Ya no se trata de una opción. Es algo inevitable.

Porque, ¿qué pasa cuando se puede aprender más allá del aula, cuando tú mismo puedes ser alumno y profesor a la vez, cuando tienes la posibilidad de acceder a un mundo de conocimiento, y además está a tu alcance, y cuando —como ya decía Krishnamurti en su libro— los únicos límites te los pones tú?

La tecnología ha revolucionado prácticamente todos los ámbitos, y el de la educación está siendo testigo de cambios muy positivos. La personalización, el empoderamiento de los diferentes actores implicados, la accesibilidad, la colaboración, la cocreación… y un sinfín de beneficios para que cada uno de nosotros pueda acceder a un aprendizaje más global, más holístico.

Pero una vez más, la tecnología sin las personas no tiene sentido. Por eso el concepto Edupunk cobra un sentido mayor, porque el verdadero centro del proceso de aprendizaje, como apunta este concepto, corriente o incluso ya filosofía, son las personas y no la tecnología en sí misma.

Son las personas las que diseñan su propio plan atendiendo a sus necesidades, son ellas las que ejercen su libertad de aprender, ayudándose de unas herramientas digitales que hacen que surjan nuevos roles, tanto para el propio alumno que genera y comparte conocimiento, como para el profesor, que a veces actúa de facilitador, otras de consultor, moderador e incluso de diseñador.

Un aprendizaje capaz de irse modificando a medida que vamos avanzando. Que nos permite ir haciendo las conexiones de forma natural, que nos mantiene con el interés y la motivación permanente por querer saber y aprender más, a diferencia de lo que pasa hoy en la mayoría de los centros educativos.

Un aprendizaje que nos ayude a reflexionar, a ejercitar nuestro pensamiento crítico en vez de enseñarnos sólo a juzgar y a evaluar. Que considere, como numerosos expertos también llevan años diciéndonos, que la creatividad es igual de importante que las matemáticas.

Nuevos escenarios que requieren de compromiso, de exigencia y de voluntad por querer que las cosas cambien, se transformen y generen valor real para las personas.

Carmen Bustos. Socia fundadora de Soulsight.

Foto: MC Quinn bajo licencia CC

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