La heterosexualidad es un problema
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Sí, has leído bien. No se trata de un titular con gancho para llamar tu atención. La heterosexualidad es, efectivamente, un problema. Un problema social grave que limita la vida de millones de seres humanos. La aseveración es dura, chocante, quizá suene un poco alarmista, sensacionalista incluso, pero adquiere un poso de seriedad al ser pronunciada por Óscar Guasch, sociólogo e historiador de la Universidad de Barcelona y autor de la Trilogía de la sexualidad (editorial Anagrama).
Las palabras de Guasch se entroncan en una corriente de pensamiento que pone en duda el modelo ‘heterocentrista’ creado en las sociedades occidentales. “No es solo discriminación”, asevera el sociólogo, “son detalles, cosas que no se cuestionan nunca. Imagínate que estamos en los estados federados (en el siglo XIX). Nadie se plantea si la esclavitud está bien o mal, y quien lo hace, lo hace desde un punto de vista condescendiente”. Este heterocentrismo se basa en lo que se espera de un hombre, (heterosexual, por supuesto) y de una mujer (muy hetero y poco sexual). Hombres machos, mujeres delicadas. “Una mujer sola, con minifalda, tomándose un gin-tonic en un bar a las tres de la mañana, ¿qué es?” pregunta Óscar Guasch sin esperar respuesta. “Un hombre que está con los amigotes y rechaza irse de putas cuando los demás lo hacen, ¿qué le llaman? Calzonazos”, se responde en esta ocasión “Eso, eso es el orden heterosexual”.
En su último videoclip, Hard out here, Lily Allen critica el papel de la mujer en la industria del pop con guiños (o puñetazos) a artistas como Azealia Banks o Robin Thicke. Pero Allen también ironiza sobre el papel de la mujer en la sociedad. “Si te hablo de mi vida sexual me llamarás puta. Los chicos solo hablan de sus zorras y nadie monta un escándalo”, espeta la reina del pop británico bajo toneladas de Autotunes. Sin saberlo, Allen está reivindicando el mismo discurso que Guasch. Pone en entredicho un mundo de mujeres sumisas y frígidas regido por hombres valientes y promiscuos. Es algo más que machismo, es la exageración de los roles sexuales, el absolutismo de la heterosexualidad.
“Creíamos que íbamos a cambiar algo, pero al final nos dimos cuenta de que no”. Iván Prado habla sin derrotismo, más bien con realismo pragmático. Sabe que queda mucho por hacer. Prado alcanzó cierta notoriedad el año pasado cuando fundó, junto a su compañero de pupitre, Rodrigo Rodríguez, el blog armarios en las aulas. Se trataba de un trabajo escolar que reflexionaba sobre la homofobia en los institutos basándose en encuestas y entrevistas a alumnos y profesores. Alejandro (nombre ficticio), un profesor de 33 años, afirma en el blog que hay dos tipos de homofobia: “la interiorizada, que llevamos en nuestro propio lenguaje, donde el insulto ‘maricón’ es el más usado en muchos casos como una simple broma (…), y la homofobia radical violenta, la que hace la vida imposible a aquel que se intuye, o se sabe, que es homosexual, una homofobia que comienza con dejar a esa persona aislada, transformarla en objeto de burla y muchas veces utilizarla como forma de afianzamiento del radical… En otras palabras: para uno afirmar su carácter y su hombría (porque en muchísimos casos el ofensor es un varón)”.
Ivan Prado está de acuerdo con esta última afirmación “normalmente los que más insultan son los más heteros, los más populares, los líderes”. En la misma línea recuerda que los insultos no se profieren cuando se produce una muestra de afecto hacia alguien del mismo sexo, (algo que rara vez se da en un ambiente tan hostil como el instituto) sino cuando no se siguen los estereotipos pensados para el hombre heterosexual “por no jugar al fútbol, ir con chicas…”. El rechazo entonces no viene tanto de las preferencias sexuales de una persona, sino por no repetir los códigos de conducta que se esperan de cada sexo. Volvemos a las mujeres sumisas y frígidas y a los hombres valientes y promiscuos.
Este rechazo, más por comportamiento que por sexualidad, es el que hace que los homosexuales reproduzcan los códigos de conducta heterosexuales. Tener “pluma”, ser promiscuo, ser “camionero” está mal visto, también, en los círculos homosexuales. El “buen gay” es el que no molesta, el que se adapta a los cánones de una sociedad heterocentrista. “Los psicólogos definen a los homosexuales por una atracción sexual, pero desde la sociología hacemos otras diferenciaciones”, aclara Guasch. “Puedes ser heterosexual aunque te atraiga tu mismo sexo, reproduciendo los mismos códigos, los mismos patrones”. Una pareja monógama, -“aunque sea pura fachada, con unos cuernos bien escondidos”- responsable sexualmente y que eduque a sus hijos en los valores de la heterosexualidad.
Muchos dicen que el 15M ha muerto, pero sus estertores han dejado organizaciones y movimientos que se encuentran muy vivos. El ejemplo más claro es la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Otro, menos visible, es la asociación Transmaricabollo, un colectivo LGTB contrario al “heteropatriarcado y neoliberalismo neocolonial”. Lleva actuando desde aquellos primeros días en los que otro mundo parecía posible. Y ellos siguen pensando que lo es. Con charlas, manifestaciones como el Orgullo Indignado, o reivindicaciones que entroncan con un movimiento que parecía aletragado. Uno de los colectivos de la asociación Eskalera Karakola tiene postulados similares al defender el feminismo desde una óptica homosexual. También hay publicaciones, como Una Buena Barba o Pikaramagazine que se dedican a desmontar y analizar la teoría de género. ¿Qué significa ser hombre? ¿Qué conlleva ser mujer? La teoría queer lleva años preguntándoselo, más bien cuestionándolo.
“Vivimos en una sociedad determinista que crea fronteras como si fueran cosas acabadas”, reflexiona Guasch, “pero no lo son, son procesos”. Esta manía de etiquetar todo en compartimentos estancos nos viene heredada de la sociedad industrial, pero en la era del conocimiento en la que estamos inmersos las costuras se le quedan pequeñas y se empiezan a rasgar.
“Antes sabíamos qué era una mujer, ahora hay mujeres biológicas, mujeres operadas y mujeres con pene, y el Estado las reconoce como tales a todas”, asevera Guasch. Los compartimentos ya no son estancos. “Todo es dinámico, no existen categorías estables, nada lo es. Antes el matrimonio era para siempre, el trabajo era para siempre”. Esta teoría podría entroncarse con la modernidad líquida defendida por Bauman pero Guasch va un paso más allá. “No es líquida, es gaseosa. No hay donde agarrarse; lo mismo pasa con los derechos humanos, la política, la organización…”
“Cuando era acosada de pequeña, insultada, perseguida hasta casa y a veces atacada físicamente, era por mi expresión de género. Tenía comportamientos mucho más femeninos de los que la mayoría de la gente consideraba aceptables en un chico”.
Laverne Cox, una de las protagonistas de la exitosa serie Orange is the new black, se confiesa así en una entrada de su blog en The Huffington Post. En él analiza cómo la sociedad heterocentrista utiliza los mismos prejuicios para marginar a las mujeres y a los transexuales.
“En la sociedad del patriarcado, no podemos realmente hablar sobre la erradicación del sexismo sin hablar de erradicar la homofobia”, asevera. Homofobia, transfobia y machismo forman, en realidad, parte de un todo. Un problema que nace de la obsesión con ser normal, con encajar en los estereotipos del absolutismo heterosexual. Por eso, por ello, la heterosexualidad es un problema. Y no afecta solo al colectivo homosexual. Nos afecta a todos.
Fotos e ilustraciones de Sickboyy y Homo Erectus bajo licencia Creative Commons
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Sí, has leído bien. No se trata de un titular con gancho para llamar tu atención. La heterosexualidad es, efectivamente, un problema. Un problema social grave que limita la vida de millones de seres humanos. La aseveración es dura, chocante, quizá suene un poco alarmista, sensacionalista incluso, pero adquiere un poso de seriedad al ser pronunciada por Óscar Guasch, sociólogo e historiador de la Universidad de Barcelona y autor de la Trilogía de la sexualidad (editorial Anagrama).
Las palabras de Guasch se entroncan en una corriente de pensamiento que pone en duda el modelo ‘heterocentrista’ creado en las sociedades occidentales. “No es solo discriminación”, asevera el sociólogo, “son detalles, cosas que no se cuestionan nunca. Imagínate que estamos en los estados federados (en el siglo XIX). Nadie se plantea si la esclavitud está bien o mal, y quien lo hace, lo hace desde un punto de vista condescendiente”. Este heterocentrismo se basa en lo que se espera de un hombre, (heterosexual, por supuesto) y de una mujer (muy hetero y poco sexual). Hombres machos, mujeres delicadas. “Una mujer sola, con minifalda, tomándose un gin-tonic en un bar a las tres de la mañana, ¿qué es?” pregunta Óscar Guasch sin esperar respuesta. “Un hombre que está con los amigotes y rechaza irse de putas cuando los demás lo hacen, ¿qué le llaman? Calzonazos”, se responde en esta ocasión “Eso, eso es el orden heterosexual”.
En su último videoclip, Hard out here, Lily Allen critica el papel de la mujer en la industria del pop con guiños (o puñetazos) a artistas como Azealia Banks o Robin Thicke. Pero Allen también ironiza sobre el papel de la mujer en la sociedad. “Si te hablo de mi vida sexual me llamarás puta. Los chicos solo hablan de sus zorras y nadie monta un escándalo”, espeta la reina del pop británico bajo toneladas de Autotunes. Sin saberlo, Allen está reivindicando el mismo discurso que Guasch. Pone en entredicho un mundo de mujeres sumisas y frígidas regido por hombres valientes y promiscuos. Es algo más que machismo, es la exageración de los roles sexuales, el absolutismo de la heterosexualidad.
“Creíamos que íbamos a cambiar algo, pero al final nos dimos cuenta de que no”. Iván Prado habla sin derrotismo, más bien con realismo pragmático. Sabe que queda mucho por hacer. Prado alcanzó cierta notoriedad el año pasado cuando fundó, junto a su compañero de pupitre, Rodrigo Rodríguez, el blog armarios en las aulas. Se trataba de un trabajo escolar que reflexionaba sobre la homofobia en los institutos basándose en encuestas y entrevistas a alumnos y profesores. Alejandro (nombre ficticio), un profesor de 33 años, afirma en el blog que hay dos tipos de homofobia: “la interiorizada, que llevamos en nuestro propio lenguaje, donde el insulto ‘maricón’ es el más usado en muchos casos como una simple broma (…), y la homofobia radical violenta, la que hace la vida imposible a aquel que se intuye, o se sabe, que es homosexual, una homofobia que comienza con dejar a esa persona aislada, transformarla en objeto de burla y muchas veces utilizarla como forma de afianzamiento del radical… En otras palabras: para uno afirmar su carácter y su hombría (porque en muchísimos casos el ofensor es un varón)”.
Ivan Prado está de acuerdo con esta última afirmación “normalmente los que más insultan son los más heteros, los más populares, los líderes”. En la misma línea recuerda que los insultos no se profieren cuando se produce una muestra de afecto hacia alguien del mismo sexo, (algo que rara vez se da en un ambiente tan hostil como el instituto) sino cuando no se siguen los estereotipos pensados para el hombre heterosexual “por no jugar al fútbol, ir con chicas…”. El rechazo entonces no viene tanto de las preferencias sexuales de una persona, sino por no repetir los códigos de conducta que se esperan de cada sexo. Volvemos a las mujeres sumisas y frígidas y a los hombres valientes y promiscuos.
Este rechazo, más por comportamiento que por sexualidad, es el que hace que los homosexuales reproduzcan los códigos de conducta heterosexuales. Tener “pluma”, ser promiscuo, ser “camionero” está mal visto, también, en los círculos homosexuales. El “buen gay” es el que no molesta, el que se adapta a los cánones de una sociedad heterocentrista. “Los psicólogos definen a los homosexuales por una atracción sexual, pero desde la sociología hacemos otras diferenciaciones”, aclara Guasch. “Puedes ser heterosexual aunque te atraiga tu mismo sexo, reproduciendo los mismos códigos, los mismos patrones”. Una pareja monógama, -“aunque sea pura fachada, con unos cuernos bien escondidos”- responsable sexualmente y que eduque a sus hijos en los valores de la heterosexualidad.
Muchos dicen que el 15M ha muerto, pero sus estertores han dejado organizaciones y movimientos que se encuentran muy vivos. El ejemplo más claro es la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Otro, menos visible, es la asociación Transmaricabollo, un colectivo LGTB contrario al “heteropatriarcado y neoliberalismo neocolonial”. Lleva actuando desde aquellos primeros días en los que otro mundo parecía posible. Y ellos siguen pensando que lo es. Con charlas, manifestaciones como el Orgullo Indignado, o reivindicaciones que entroncan con un movimiento que parecía aletragado. Uno de los colectivos de la asociación Eskalera Karakola tiene postulados similares al defender el feminismo desde una óptica homosexual. También hay publicaciones, como Una Buena Barba o Pikaramagazine que se dedican a desmontar y analizar la teoría de género. ¿Qué significa ser hombre? ¿Qué conlleva ser mujer? La teoría queer lleva años preguntándoselo, más bien cuestionándolo.
“Vivimos en una sociedad determinista que crea fronteras como si fueran cosas acabadas”, reflexiona Guasch, “pero no lo son, son procesos”. Esta manía de etiquetar todo en compartimentos estancos nos viene heredada de la sociedad industrial, pero en la era del conocimiento en la que estamos inmersos las costuras se le quedan pequeñas y se empiezan a rasgar.
“Antes sabíamos qué era una mujer, ahora hay mujeres biológicas, mujeres operadas y mujeres con pene, y el Estado las reconoce como tales a todas”, asevera Guasch. Los compartimentos ya no son estancos. “Todo es dinámico, no existen categorías estables, nada lo es. Antes el matrimonio era para siempre, el trabajo era para siempre”. Esta teoría podría entroncarse con la modernidad líquida defendida por Bauman pero Guasch va un paso más allá. “No es líquida, es gaseosa. No hay donde agarrarse; lo mismo pasa con los derechos humanos, la política, la organización…”
“Cuando era acosada de pequeña, insultada, perseguida hasta casa y a veces atacada físicamente, era por mi expresión de género. Tenía comportamientos mucho más femeninos de los que la mayoría de la gente consideraba aceptables en un chico”.
Laverne Cox, una de las protagonistas de la exitosa serie Orange is the new black, se confiesa así en una entrada de su blog en The Huffington Post. En él analiza cómo la sociedad heterocentrista utiliza los mismos prejuicios para marginar a las mujeres y a los transexuales.
“En la sociedad del patriarcado, no podemos realmente hablar sobre la erradicación del sexismo sin hablar de erradicar la homofobia”, asevera. Homofobia, transfobia y machismo forman, en realidad, parte de un todo. Un problema que nace de la obsesión con ser normal, con encajar en los estereotipos del absolutismo heterosexual. Por eso, por ello, la heterosexualidad es un problema. Y no afecta solo al colectivo homosexual. Nos afecta a todos.
Fotos e ilustraciones de Sickboyy y Homo Erectus bajo licencia Creative Commons
Gracias por dar visibilidad a todo esto, básicamente es una revisión de la teoría queer.
como hago para ser tan nazi fascista como el que escribió este articulo?
¿Se puede ser heterosexual y queer al mismo tiempo?
La heterosexualidad hace referencia a la atracción sexual y lo queer es un pensamiento crítico hacia toda toda ficción identitaria, tanto dentro de sociedades heterosexuales como en la cultura gay, así que supongo que ambas son compatibles
Justo lo que suponía. Gracias por la aclaración Enrique.
Me parece amarillista el titular. Y lo siento, viniendo de una revista que admiro como es Yorokubu. Yo creo que con inconcrecciones de este tipo se fomenta la radicalización irreconciliable de posturas.
Una vez leído el artículo creo que lo que se critica no es la heterosexualidad sino el heterocentrismo. Si no lo saben expresar en un titular tienen un problema. Es como criminalizar a las cuerdas porque hay gente que las utiliza para atar o ahorcar a otros, ¡las cuerdas son un problema! ¿Es mucho pedir un poco de rigor en la expresión de las ideas?
Totalmente de acuerdo.
Tienes razón Joaquin, opino lo mismo.
Totalmente cierto. Lo mismo pensé.
No estoy de acuerdo. Si te lo planteas desde lo que acabas de leer… El heterocentrismo, heterosexualidad, homosexualidad, feminismo, escavitud, bullying, y entre tantos conceptos que usamos a diario para clasificar el universo humano, todo es parte del mismo problema, la Heterosexualidad forzada en el mundo. Si prefieres acuñar “heterocentrismo” a la RAE, caerías en el mismo paradigma de la concepción social que aquí se plantea. Los derechos humanos vs. la equidad de género. ¿No somos todos humanos? y ¿no merecemos igualdad? o por lo menos, ¿no la pedíamos?
La heterosexualidad es el problema, porque a partir de tal palabra derivamos toda nuestra sociedad y clasificamos el mundo humano.
Leyendo el artículo y los comentarios, creo que el problema no es ni esto ni aquello, sino la necesidad que tiene la inmensa mayoría de etiquetar esto, aquello y lo de más allá.
Con todos mis respetos, no es amarillista el título, es amarilla la conversación
Buenas Joaquín. Entiendo tu postura pero el titular no adolece de falta de rigor, es la frase, literal, de Oscar Guasch, el sociólogo al que he entrevistado para hacer el artículo. Quizá no sea radicalmente cierta y sea igual que asegurar que la raza blanca es un problema, o que los hombres suponen una amenaza, pero es la postura de uno de los teóricos queer más importantes del país, y por ello he considerado más importante su opinión que la mía en esta materia y es la que aparece en el titular. Gracias de todas formas por tu crítica. Un saludo
Me agrada tu actitud ante la crítica 🙂 habla de madurez para dialogar y aclarar tu postura.
Gran artículo, me ha encantado! tuve a Óscar Guash en una de las asignaturas que se imparten (-ían) en Sociología. No podría estar más de acuerdo relacionar códigos de conducta y estereotipos y rechazo / diferenciación. No podrías haber estado más acertado al vincularlo con Bauman. Brutal.
Fan!
Bueno Enrique, me parece positivo la divulgación de algunas visiones propias de la teoría queer y de algunos feminismos, pero me parece profundamente desafortunada la inclusión del ejemplo de Lily Allen, porque esos mismos nuevos activismos, esas nuevas (o ya no tan nuevas) teorías son transversales, incluyendo temáticas de sometimiento de otras suertes( o a veces al mismo tiempo), como la blancocentridad (vaya palabro que me acabo de inventar) y el vídeo de Allen es en ese sentido de no te menees pulguita…
http://www.theguardian.com/commentisfree/2013/nov/13/lily-allen-hard-out-here-racism
http://www.blackgirldangerous.org/2013/11/13/easy-white-bitch-words-lily-allens-new-video/
Igual que mi artículo es subjetivo, la opinión de la columnista de The Guardian lo es. El vídeo está lleno de referencias a otros artistas y videoclips y a mi parecer, el cuerpo de baile mayoritariamente negro hace referencia a la mayoría de vídeos de canciones de rap (un género eminentemente negro). La propia Allen ha aclarado que no es ni pretende ser racista, De todas maneras entiendo que nos movemos en un tema sensible, y acepto de buen grado tu critica . Gracias, un saludo!
Monique Wittig ya decía esto en 1992 y los movimientos en este sentido son bastante anteriores al 15M
yo soy militante del orgullo glñttb desde 1995. pionero en Argentina
jamas pense que en mi pais iba a ver tanta gente ciega y estupidizasa
sigue habiendo una homofobia espantopsa y las mujeres son mas sumisas k nunca.
pero ahoira un gobierno mentiroso y facista vino a dar las leyes del matrimonio gay. (las cuales jamas apoyaron durante decadas)
pero los gays y las mujeres estan felices. a los argentinos les faascina la comodidad del dolor.NOS ENCANTA que nos mientan , con tal de no comproternos.
y los gays son los peores. les fascina adorarel FALO. que pareciera que ellos no tienen.
los habran castrado a todos?????
todo es adoracion y sostener el androcentrismo.
asi estamos mujeres quemadas por sus perajeas y homosexuales que siguenb viviendo en guettos
Erick
argentina
En un mundo donde ser gay está de moda, donde he oido decir “los gays me caen bien” y donde se crea una especie de burbuja contra cualquier tipo de ofensa SUBJETIVA(subjetiva bajo el criterio de la persona homosexual) que consiste en tachar de homófobo a quien no acepta que un homosexual vaya con tacones, andando estrambóticamente, hablando con un acento FORZADO(No-natural), etc… Tal vez la famosa igualdad no existe cuando alguien se comporta sobreactuadamente..
Y, que se llegue a comparar la estandarización de la esclavitud con la “estandarización” de la heterosexualidad, cuando la heterosexualidad es el pilar fundamental de la reproducción humana… No sé, tal vez si que es un poco sensacionalista el artículo…
shut up bitch
En realidad todas las personas sobreactuamos, la feminidad y la masculinidad son formas de comportarse, de sobreactuar. Todas las personas figen, desde que nacemos nos van y vamos marcando unas pautas de comportamiento que nos hacen sobreactuar. El problema lo tienes tú en tu cabeza, no el homosexual que lleva tacones, anda estrambóticamente o habla con un acento FORZADO. Puedes analizarte tú misma y verás cada cuanto tiempo sobreactuas. Sólo con tu foto tocando la guitarra demuestras que también sobreactuas y finges, pretendes dar una imagen y, al fin y al cabo eso también es sobreactuar. .
Yo no digo que seas homófobo, pero simplista eres un rato. Si no te replanteas el porqué de tus actitudes, formas de andar, hablar, posturas varias a lo largo de tu día, no vayas por ahí criticando lo que es o no natural.
Interesante artículo.
Solo comentar que Lily Allen es totalmente consciente de sus actos reivindicativos a judgar por el tono del videoclip. No solo teoricos como Guach son conscientes del devenir social. Comentarios así arruinan toda posibilidad de cambio, señor Enrique.
Yo me hubiera ahorrado citar a Lily Allen, que se dedica a repetir hasta la saciedad la frase que irónicamente se ha convertido en UN TÓPICO: “si los tíos se tiran a muchos son machos pero si lo hacemos nosotras somos putas”, que sí, que ya lo sabemos todos, y ya casi nadie piensa así, lo extendéis vosotras al seguir usándolo como arma cuando realmente sois unas putas y engañáis a los novios, igual que un tío para nosotros si se va de putas teniendo mujer es un hijo de perra por engañarla y un cerdo, superad ese drama ya.
El resto del articulo muy bien, aplausos y esas cosas
Cierto que repite algo bastante superado. Por otro creo que la base del movimiento abolicionista no sólo está la trata de blancas( cosa que se eliminaría probablemente de regular esa actividad)sino en la concepción romana y cristiana de la prostitución (mal), una errónea asociación del concepto con la medra a través del sexo y no por méritos propios (bien en cuanto que lo ven mal), y la objetización de la mujer (entendible en cuanto a que luchan por la no degradación y pero extraño en cuanto a que ven con buenos ojos la misma objetización que se obtiene igual por tinder por lo que parece que ahí hay otros motivos como igual querer controlar a partir del deseo masculino y la competencia intraespecífica)y el que sea un hecho fruto de la no libertad sólo impulsado por razones económicas, razón bastante cuestionable. Particularmente estoy de acuerdo en la legalización y regulación para dejar atrás todos estos problemas, y en dejar atrás por no ver sensato la visión romano cristiana de este trabajo, así que no me parece malo dedicarse a la prostitución, puta para mí es bueno. Si te refieres a ser promiscua o poner los cuernos, pues lo primero es fruto del sentido de propiedad judeohelénica, que se extendía a las mujeres, y lo veo fatal, y lo segundo pues me parece mal por supuesto, siempre que no sea en una relación abierta,liberal o poliamorosa. Con respecto al hombre obviamente también opino igual, aunque las parejas liberales que he conocido iban más el acuerdo porque la promiscuidad de él y la procreación de hijos de otro por parte de ella, pero bueno. Repito que estoy de acuerdo que es un slogan manido aunque parcialmente perpetuado por la socialización a través de los títulos de los vídeos porno traducidos al español, no tanto por el contenido de esos vídeos, aunque fomenten en parte un sexo deshinibido y cosificado para hombres, y que por supuesto entre los hombres esté mal visto el engañar a la mujer.
Si el autor piensa así, ¿por qué colabora con una revista para hombres, que sí acepta las categorías hombre/mujer?
Varias cosas.
– El Orgullo alternativo y lleva diez años celebrándose. No es una consecuencia del 15M y, sobre todo, es una reivindicación contra la mercantilización de las minorías sexuales -crear mercados para lgtb, ideales estéticos de musculocas, desfiles de barbitas perfectamente recortadas y demás-.
– Bauman aparece aquí traidísimo por los pelos y se han quedado fuera autoras que sí defienden que las identidades son ficciones, como Wittig o la misma Beauvoir. También se ha quedado fuera Butler y su defensa de la parodia, aunque ella sí crea en las identidades de género.
– Presentar la poligamia como una alternativa a la cultura de la heterosexualidad es refugiarse en otra cultura tan ficticia como la primera. Este debate tiene muchísimos años, pero si te interesa seguir escribiendo sobre ello, te paso bibliografía.
Un saludo!
Gracias Tomate por lo de la bibliografía, seguro que es interesante profundizar más en el tema. Soy consciente de que este no es un debate reciente, y de que el orgullo alternativo lleva años celebrándose. No he citado a otros autores porque esto no pretende ser una tesis ni una revisión en profundidad de las teorías queer, y menciono a Bauman porque fue el propiuo Guasch quién lo trajo a colación.
Aprovecho también para contestar a Julieto: no estoy dando mi opinión en ningún momento, solo hablo sobre una teoría y comento postulados que ya existen, este texto no es personal y en cualquier caso Yorokobu acepta y respeta todos los puntos de vista sobre este tema, tanto los de sus colaboradores como los de sus lectores. Y reivindico la mención a Lily Allen, su mensaje no es nuevo pero poca gente ha sabido trasladarlo con tanta fuerza y tanto eco mediático. Y no me parece ni naif ni racista. En cualquier caso gracias a todos por vuestros comentarios
Así que ahora se esta desarrollando la heterofobia, pensaba que los LGTBXYWZ eran “tolerantes”, no se dan cuanta que se convierten en lo mismo que tanto odian: personas que critican y tildan a otras por su orientación sexual
Los sociólogos cagándole la mente a la gente y complicándoles la vida desde tiempos inmemorables. Critican las etiquetas “impuestas por la sociedad” pero se dedican a crear más y más categorías, y para colmo, sobre sus propios discursos y no sobre realidades, solo para tener chamba, creerse cultos y acomodar la realidad a su ideología o a sus perversidades.
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