Las muestras, que se llaman 101, son una retrospectiva con decenas de los artistas que han trabajo con Anna Dimitrova en este tiempo. Están en stand by, pero sirven de excusa para hablar de la transformación del negocio del arte contemporáneo en la era de Instagram y de si los artistas urbanos se han domesticado para generar ingresos.
El cambio ha sido radical porque ahora el comprador o el fan tienen acceso directo al artista y antes eso no era posible, siempre habÃa un intermediario que mostraba su trabajo. Ahora hay un peligro: que la gente siga a artistas que tienen muchos seguidores, pero que realmente no son buenos. O que se siga a artistas que tienen muchos seguidores y se dejen de lado otros excepcionales que pasan de Instagram, con lo cual tienen pocos seguidores. Mi papel es el de aportar un poco de criterio y decir: vale, este creador tiene un millón de seguidores, pero no es real.
¿Cuál es la relación de los artistas con esas redes?
Necesitan un tiempo de adaptación, de ver cómo funciona esto que, al principio era como: «¡Genial! Vendo directo».
Se acaban dando cuenta de que esto no funciona tan fácil y que es superimportante un criterio y un intermediario que gestione bien las cosas.
Yo creo que esa efervescencia inicial ahora se va a ir apaciguando y que entraremos en otro sistema. Estos artistas cada vez tendrán equipos o personas que les ayudan a gestionarlo todo. Un equipo que ponga un filtro, porque, si no, esta relación directa es muy peligrosa para ambos. Su trabajo es pintar, crear y transmitir su arte, no estar posteando o escribiendo.
3TTMAN
¿Cambian los artistas sus discurso para adaptarlo a este tiempo de exposición en redes?
Los artistas urbanos han sido siempre libres y salvajes. ¿Cómo se produce esa colisión con las marcas con las que tú trabajas?
Las marcas se dan cuenta del potencial que tiene el arte urbano, que es como un grito. Y esto les gusta. Tocan un público más moderno, más de tendencias y empiezan a interesarse en el arte urbano. Hoy en dÃa tenemos a Hermes, Gucci, Louis Vuitton, que hacen colaboraciones con artistas urbanos. Por un lado está muy bien porque les da a conocer y construyen otra imagen de marca. Por otro lado, mata un poco lo que es la esencia y el underground, el puro aspecto artÃstico, porque son marcas y tienen unos criterios muy fijos.
Se podÃa pintar en toda la ciudad. Se pintaban murales en todos lados y, aunque yo no tenÃa nada que ver en aquel momento con el arte urbano, te impregnabas de ello. Tu ojo se acostumbrada y veÃas que habÃa algo muy potente y muy interesante.
Ahora ha cambiado mucho. Tuvo un auge muy interesante todo lo que es artÃstico, creativo, diseño. Luego llegaron unas leyes cÃvicas que prohibieron todo lo que era interesante, llegó a la crisis y llegó un turismo masivo que destruyó mucho la ciudad.
Pero ahora veo brotes de nuevo porque hay muchos artistas que se vuelven a instalar en Barcelona por la calidad de vida que ofrece. Si estos artistas se vuelven a instalar aquà y vuelvan a generar estos cÃrculos creativos y artÃsticos, entonces hay esperanza. No se puede pintar como antes, pero la represión estimula la creatividad. La gente se busca la vida y está floreciendo, de alguna manera, otra vez. Espero que siga asÃ.
Las muestras, que se llaman 101, son una retrospectiva con decenas de los artistas que han trabajo con Anna Dimitrova en este tiempo. Están en stand by, pero sirven de excusa para hablar de la transformación del negocio del arte contemporáneo en la era de Instagram y de si los artistas urbanos se han domesticado para generar ingresos.
El cambio ha sido radical porque ahora el comprador o el fan tienen acceso directo al artista y antes eso no era posible, siempre habÃa un intermediario que mostraba su trabajo. Ahora hay un peligro: que la gente siga a artistas que tienen muchos seguidores, pero que realmente no son buenos. O que se siga a artistas que tienen muchos seguidores y se dejen de lado otros excepcionales que pasan de Instagram, con lo cual tienen pocos seguidores. Mi papel es el de aportar un poco de criterio y decir: vale, este creador tiene un millón de seguidores, pero no es real.
¿Cuál es la relación de los artistas con esas redes?
Necesitan un tiempo de adaptación, de ver cómo funciona esto que, al principio era como: «¡Genial! Vendo directo».
Se acaban dando cuenta de que esto no funciona tan fácil y que es superimportante un criterio y un intermediario que gestione bien las cosas.
Yo creo que esa efervescencia inicial ahora se va a ir apaciguando y que entraremos en otro sistema. Estos artistas cada vez tendrán equipos o personas que les ayudan a gestionarlo todo. Un equipo que ponga un filtro, porque, si no, esta relación directa es muy peligrosa para ambos. Su trabajo es pintar, crear y transmitir su arte, no estar posteando o escribiendo.
3TTMAN
¿Cambian los artistas sus discurso para adaptarlo a este tiempo de exposición en redes?
Los artistas urbanos han sido siempre libres y salvajes. ¿Cómo se produce esa colisión con las marcas con las que tú trabajas?
Las marcas se dan cuenta del potencial que tiene el arte urbano, que es como un grito. Y esto les gusta. Tocan un público más moderno, más de tendencias y empiezan a interesarse en el arte urbano. Hoy en dÃa tenemos a Hermes, Gucci, Louis Vuitton, que hacen colaboraciones con artistas urbanos. Por un lado está muy bien porque les da a conocer y construyen otra imagen de marca. Por otro lado, mata un poco lo que es la esencia y el underground, el puro aspecto artÃstico, porque son marcas y tienen unos criterios muy fijos.
Se podÃa pintar en toda la ciudad. Se pintaban murales en todos lados y, aunque yo no tenÃa nada que ver en aquel momento con el arte urbano, te impregnabas de ello. Tu ojo se acostumbrada y veÃas que habÃa algo muy potente y muy interesante.
Ahora ha cambiado mucho. Tuvo un auge muy interesante todo lo que es artÃstico, creativo, diseño. Luego llegaron unas leyes cÃvicas que prohibieron todo lo que era interesante, llegó a la crisis y llegó un turismo masivo que destruyó mucho la ciudad.
Pero ahora veo brotes de nuevo porque hay muchos artistas que se vuelven a instalar en Barcelona por la calidad de vida que ofrece. Si estos artistas se vuelven a instalar aquà y vuelvan a generar estos cÃrculos creativos y artÃsticos, entonces hay esperanza. No se puede pintar como antes, pero la represión estimula la creatividad. La gente se busca la vida y está floreciendo, de alguna manera, otra vez. Espero que siga asÃ.