El Asesino Binario (Binary Killer) – CapĂtulo 2

¡Yorokobu gratis en formato digital!
Me acunaba el susurro del oleaje Mediterráneo, un rumor blanco y constante de espuma, medusas y hamacas a cinco euros… Soñaba que yo mismo era un celentĂ©reo, un jellyfish que se desplazaba majestuosamente de Poniente a Levante, enmarcado por las doradas arenas de Benidorm… Y entonces sonĂł por primera vez el timbre del telefonillo, una flecha elĂ©ctrica que dio en el blanco: Madrid.
No estaba en la playa; estaba en San Blas y el rumor de las olas no era otra cosa que el tráfico de la M-30. El cartero traĂa algo para mĂ.
Lo cierto es que todas las compras llegaron casi al unĂsono: la impresora 3D para poder generar mi propio armamento, el array de discos duros, los sistemas de biometrĂa que encarguĂ© a una empresa israelĂ… Al ver tantas cajas de remotos orĂgenes ocupar la salita de estar sentĂ un extraño orgullo local repartido entre Vicálvaro y mi barrio, mis patrias chicas, sin olvidar Valdebernardo y Moratalaz, otras dos pequeñas repĂşblicas exsoviĂ©ticas en mi imaginario municipal.
Pero me gusta cocinar, y no sĂ© de quĂ© modo me vi estrenando la flamante máquina de impresiĂłn 3D para hacer cupcakes en vez de una pistola… Las impresoras 3D no tienen tinta, sino una serie de sustancias con las que recargar los cartuchos, y esas sustancias pueden ser polĂmeros plásticos para fabricar armas… o chocolates y levaduras comestibles.
A las 24 horas de estar abducido por las posibilidades gastronómicas de mi nuevo gadget volvà a afeitarme, y una nueva gota roja cayó sobre el jabón del lavabo. Esa era la señal.
La amapola del crimen.
Me miré al espejo, medio mareado por la sangre y repetà tres veces:
¡No soy un cocinero! ¡Soy un asesino!
¡No soy un cocinero! ¡Soy un asesino!
¡No soy un cocinero! ¡Soy un asesino!
De acuerdo. Ahora lo que necesitaba era un buen empujĂłn de marketing.
ÂżY si ofrecĂa un 2 x 1, como en las campañas de Carrefour? No, primero deberĂa labrarme una reputaciĂłn con algĂşn cadáver que mereciera la pena, aunque tuviera que matar gratis. Al fin y al cabo era nuevo en el gremio y debĂa ganarme el respeto de mis futuros clientes… y el de mis competidores, que no eran pocos, como se verá más adelante. Pero ÂżcĂłmo empezar?
Si eres un asesino disponible en el mercado no cuelgas una anodina página web con plantilla WordPress, y las consabidas pestañas pop-up:
ÂżQuiĂ©n soy? – Mis trabajos – Contacto – Tarifas – Privacidad – FAQ – Aviso LegalÂ
No. Antes que hacer eso prefiero volver a vender fustas de fibra de carbono en El Corte Inglés.
Hice algunos experimentos en portales de anuncios y de compra-venta, escribiendo la sencilla cadena «Se ofrece asesino a sueldo» y dispersándola por los principales buscadores, sin recurrir por el momento a la Deep Web, que tan Ăştil me resultarĂa meses despuĂ©s… Por supuesto lo hice desde un cibercafĂ©, por si las moscas, pero fui tan imbĂ©cil que puse mi mĂłvil de toda la vida. Nadie se lo tomĂł en serio, pero tuve mucho Ă©xito como humorista y tipo ingenioso; y lo que no me esperaba es que fuera Amanda quien primero contestara a mi reclamo.
Fue por azar ya que, segĂşn ella, andaba buscando otras cosas («¿otras cosas… ? WTF!!!») pensĂ© yo. Reconozco que Amanda me pone, sobre todo por incidentes como este. Ella contestĂł a mi anuncio con este mensaje:
Cariño, ÂżquĂ© se te está pasando por la cabeza? Ja, ja, cuando he visto tu mĂłvil… ¡eres tan gracioso y tan imaginativo! Me encantas Âżsabes? Y estoy deseando saborear tu capullo salado y riquĂsimo… hmmmm… ÂżMe paso luego por tu casa?
Pues sĂ, Amanda se pasĂł luego por mi casa, y saboreĂł mi capullo salado y riquĂsimo. Me preguntĂł por todas aquellas cajas llenas de artefactos, y le ofrecĂ un par de cupcakes de postre, que habĂa confeccionado con mi flamante impresora unas horas antes. Amanda está más gorda que yo, pero me vuelve loco, o quizá por eso me vuelve loco…
En vez de armas… estaba fabricando magdalenas de colores. ¡Glorioso comienzo como sicario!
DĂas despuĂ©s, y siguiendo los consejos de diversos blogueros con actividades poco claras, me agenciĂ© un mĂłvil chino con un par de ranuras que alojaban sendas tarjetas prepago asociadas a nĂşmeros diferentes, que ya venĂan activadas desde la remota patria de Mao Zedong. De este modo eludĂa la obligaciĂłn de identificarme como titular de la lĂnea, y podĂa asociar un nĂşmero a cada reclamo.
Mi mĂłvil Xiaomi ® era un prototipo con unas prestaciones brutales, que no referirĂ© aquĂ para que no piensen que en vez de un asesino a sueldo soy un comercial que trabaja para el simpático rĂ©gimen de Xi Jinping; pero les darĂ© una pista: no es coincidencia que la marca de mi mĂłvil y el nombre del presidente de China comiencen por… Xi, que en mandarĂn coloquial significa «de puta madre».
Como ya dije al principio de esta crĂłnica, habrĂa de ganarme mis emolumentos con un primer crimen cometido con las manos, que son el arma más antigua de la Humanidad. CaĂn matĂł a Abel con una piedra, pero la esgrimiĂł con su mano desnuda. De aquellos polvos estos lodos… Lo que nunca imaginĂ© es que la suerte me brindara la ocasiĂłn de oro para mostrar mis aptitudes ante mi mercado potencial.
Hay muchos fallecimientos que parecen accidentales, un choque en una carretera secundaria (Âżrecuerdan al carismático lĂder nazi Jörg Haider?), una rama de un árbol que se desprende precisamente cuando cierta persona está bajo ella, un escape de gas… todo eso engrosa las estadĂsticas de lo cotidiano, pero lamento decirles que muchas de esas muertes obedecen a motivos muy distintos del azar. Una herencia, celos irrefrenables, un ascenso laboral, alta polĂtica, grima extrema… o puro placer. CIA, Mossad, KGB, CNI, DIA, BBC, IS, TV3… las siglas o entidades responsables son tan numerosas como opacas. No es mi caso, como ya anunciĂ© al comienzo de estas crĂłnicas yo solo matarĂa por dinero. Cualquier otra motivaciĂłn me parece mezquina.
El dinero nos hace humanos.
Demasiado humanos, que dirĂa Nietzsche…
La matĂ© accidentalmente. Yo salĂa apresurado de una tienda de vinilos de segunda mano, en el centro de Madrid, mientras las campanas del Monasterio de las Descalzas Reales repicaban con una furia impropia de la reclusiĂłn de sus monjas de clausura, o acaso eran una llamada de socorro al exterior… Sea como fuere, llevaba un par de joyas, sendos LP’s de Kraftwerk y Raphael… El encontronazo fue muy violento, no habĂa mirado antes de emerger de las escaleras, y aquella mujer… aquella mujer literalmente se precipitĂł sobre mĂ cuando comenzaron a sonar las campanas de un modo tan desaforado. El resultado final fue una parada cardiorrespiratoria, segĂşn el parte de los atentos profesionales del SAMUR que acudieron de inmediato al lugar del impacto.
La mujer cayĂł al suelo y se golpeĂł la nuca con el bordillo, y un pequeño charco de sangre comenzĂł a dibujar una amapola tan roja como el pasado de LimĂłnov… Yo perdĂ el conocimiento, pues como ya he dicho no soporto la visiĂłn del espeso y bermejo fluido que nos sustenta.
Cuando fui reanimado y se me ofreciĂł asistencia psicolĂłgica me sentĂ desolado al ver cĂłmo cubrĂan el cadáver con una de esas sábanas de aspecto metálico, dorado por fuera y plateado por dentro, como una macabra y chispeante adivinanza del destino que todos correremos tarde o temprano.
La cámara de seguridad convenciĂł a los agentes policiales de que todo fue un accidente desgraciado y fortuito, y que no cabĂa atribuĂrseme responsabilidad penal alguna… Pero vamos al detalle.
Me interesĂ© por la identidad de mi vĂctima y espiĂ© la conversaciĂłn de uno de los polis… HabĂa matado a una tal Lady Vapor… BusquĂ© rápidamente en mi Xiaomi ® … No podĂa creerlo… La llamaban asĂ por su habilidad para esfumarse… Supe que me habĂa cargado nada más y nada menos que a una de las más buscadas prowlers del mundo del hampa virtual.
Entonces, y todavĂa tendido en el interior de la unidad mĂłvil aprovechĂ© un descuido de unos y otros para retirar la sábana metalizada y hacerme un selfie con el fiambre. ColguĂ© en mi cuenta de Instagram la foto con el cadáver semidescubierto de Lady Vapor, y difundĂ el siguiente texto, que, supuse, solo sabrĂan leer los connaiseurs:
Soy Binary Killer…. Y esto lo he hecho gratis. Si quieres que pinche en tu prĂłxima fiesta, serĂ© tu DJ.
PensĂ© equivocadamente que, a buen entendedor, pocas palabras bastan, y que mis posibles clientes captarĂan la metáfora y sabrĂan que un nuevo profesional estaba en el mercado. Pues no, y como ya dijo SĂ©neca:
Vulgus veritatis pessimus interpres
(«El vulgo es un pésimo intérprete de la verdad»)
Por eso me convertĂ en DJ Binario.
Aquel remoto verano, perdido ya en la niebla de mis recuerdos, lo pasĂ© pinchando en lugares de moda, y lo que es peor, mi fama crecĂa y mi cachĂ© se disparaba, cabalgaba en la espuma de las redes sociales, donde mi popularidad y nĂşmero de seguidores iban en aumento desde el dichoso selfie. ¡Pero yo querĂa ser asesino, no pinchadiscos! ÂżPor quĂ© todo el mundo es tan condenadamente esnob?
Una noche, mientras ofrecĂa una sesiĂłn en Ibiza, recibĂ mi primer encargo… Una nena rubia de pelo largo se acercĂł a la cabina, donde yo estaba haciendo un mix con el vinilo de Kraftwerk con el que comenzĂł todo el lĂo, y lo estaba mezclando con el Hypnotics de Suso Saiz… Los gorilas de la sala la dejaron acercarse a mĂ, probablemente el DJ más obeso que haya pinchado jamás en Amnesia (creo que con los cupcakes que salĂan de mi impresora 3D ya andarĂa por los 130 kg). Se aproximĂł a mĂ, y pensĂ© que me dirĂa algo al oĂdo, como los mafiosos en la saga de El Padrino, pero tomĂł mi barbilla con delicadeza y me besĂł.
Y no fue un beso cualquiera.
Me metiĂł la lengua hasta la campanilla, que tintineĂł alarmada… y no solo la lengua. Cuando se retirĂł y me sonriĂł notĂ© que habĂa depositado algo bajo mi paladar. DisimulĂ© ante los gorilas mientras manejaba los platos y hacĂa la siguiente mezcla, un viejo disco del sello Stax ® con las bases planeadoras de Tangerine Dream.
Cuando tuve ocasiĂłn extraje el objeto de mi boca, hallĂ© una cápsula de gran tamaño: Âżme habĂa intentado drogar la sirena rubia? AllĂ estaba bajo demasiadas miradas, deberĂa terminar la sesiĂłn antes de descubrir el contenido de la cápsula, que guardĂ© en un bolsillo del chaleco plateado con que DJ Binario se dejaba ver en cabina.
DecidĂ por una vez volver sin compañĂa al hotelazo (se gana mucho como DJ) extraje la cápsula y la abrĂ cuidadosamente. ContenĂa un mini USB, que conectĂ© a mi tableta y se activĂł de inmediato. ApareciĂł un dibujo animado, una especie de conejo mezclado con mapache y perro, con patas de insecto, ubres de vaca y ojos saltones inyectados en sangre… En resumen: una de esas aberraciones salidas de las retorcidas cabezas japonesas que luego los niños occidentales adoran hasta el paroxismo. Su voz, aunque distorsionada electrĂłnicamente, se entendĂa a la perfecciĂłn.
Tenemos un encargo para ti…
Cuando vi y escuchĂ© todo el vĂdeo la reproducciĂłn se detuvo, la pantalla se llenĂł de regiones pixeladas, y al intentar verla de nuevo el fichero ya no estaba allĂ. TomĂ© nota apresuradamente de todos los datos en un cuaderno cortesĂa del hotel, que lucĂa orgulloso su logotipo y sus cinco estrellas en cada página.
ApaguĂ© la luz, y me hice una paja pensando en la boca de Amanda… y tambiĂ©n en la lengua de la chica rubia. Las mezclĂ© a las dos en mi fantasĂa, y creo que tambiĂ©n apareciĂł un tĂo en el Ăşltimo momento Âżpor quĂ© no?… Me corrĂ en silencio, como nos corremos los asesinos, y entonces alguien llamĂł a la puerta suavemente con los nudillos…
Desde la cama, con los dedos pegajosos y el corazĂłn todavĂa acelerado por la eyaculaciĂłn, preguntĂ©:
– ÂżSĂ?
Una voz femenina, amortiguada por la puerta, dijo con un fuerte acento ruso:
– ÂżSabes quiĂ©n era Lady Vapor?
—
Nota: ÂżY esto… de quĂ© va? Lee el prĂłlogo y el primer capĂtulo para ponerte al dĂa.Â
PrĂłlogo
CapĂtulo 1
Twitter:
#AsesinoBinario
¡Yorokobu gratis en formato digital!
Me acunaba el susurro del oleaje Mediterráneo, un rumor blanco y constante de espuma, medusas y hamacas a cinco euros… Soñaba que yo mismo era un celentĂ©reo, un jellyfish que se desplazaba majestuosamente de Poniente a Levante, enmarcado por las doradas arenas de Benidorm… Y entonces sonĂł por primera vez el timbre del telefonillo, una flecha elĂ©ctrica que dio en el blanco: Madrid.
No estaba en la playa; estaba en San Blas y el rumor de las olas no era otra cosa que el tráfico de la M-30. El cartero traĂa algo para mĂ.
Lo cierto es que todas las compras llegaron casi al unĂsono: la impresora 3D para poder generar mi propio armamento, el array de discos duros, los sistemas de biometrĂa que encarguĂ© a una empresa israelĂ… Al ver tantas cajas de remotos orĂgenes ocupar la salita de estar sentĂ un extraño orgullo local repartido entre Vicálvaro y mi barrio, mis patrias chicas, sin olvidar Valdebernardo y Moratalaz, otras dos pequeñas repĂşblicas exsoviĂ©ticas en mi imaginario municipal.
Pero me gusta cocinar, y no sĂ© de quĂ© modo me vi estrenando la flamante máquina de impresiĂłn 3D para hacer cupcakes en vez de una pistola… Las impresoras 3D no tienen tinta, sino una serie de sustancias con las que recargar los cartuchos, y esas sustancias pueden ser polĂmeros plásticos para fabricar armas… o chocolates y levaduras comestibles.
A las 24 horas de estar abducido por las posibilidades gastronómicas de mi nuevo gadget volvà a afeitarme, y una nueva gota roja cayó sobre el jabón del lavabo. Esa era la señal.
La amapola del crimen.
Me miré al espejo, medio mareado por la sangre y repetà tres veces:
¡No soy un cocinero! ¡Soy un asesino!
¡No soy un cocinero! ¡Soy un asesino!
¡No soy un cocinero! ¡Soy un asesino!
De acuerdo. Ahora lo que necesitaba era un buen empujĂłn de marketing.
ÂżY si ofrecĂa un 2 x 1, como en las campañas de Carrefour? No, primero deberĂa labrarme una reputaciĂłn con algĂşn cadáver que mereciera la pena, aunque tuviera que matar gratis. Al fin y al cabo era nuevo en el gremio y debĂa ganarme el respeto de mis futuros clientes… y el de mis competidores, que no eran pocos, como se verá más adelante. Pero ÂżcĂłmo empezar?
Si eres un asesino disponible en el mercado no cuelgas una anodina página web con plantilla WordPress, y las consabidas pestañas pop-up:
ÂżQuiĂ©n soy? – Mis trabajos – Contacto – Tarifas – Privacidad – FAQ – Aviso LegalÂ
No. Antes que hacer eso prefiero volver a vender fustas de fibra de carbono en El Corte Inglés.
Hice algunos experimentos en portales de anuncios y de compra-venta, escribiendo la sencilla cadena «Se ofrece asesino a sueldo» y dispersándola por los principales buscadores, sin recurrir por el momento a la Deep Web, que tan Ăştil me resultarĂa meses despuĂ©s… Por supuesto lo hice desde un cibercafĂ©, por si las moscas, pero fui tan imbĂ©cil que puse mi mĂłvil de toda la vida. Nadie se lo tomĂł en serio, pero tuve mucho Ă©xito como humorista y tipo ingenioso; y lo que no me esperaba es que fuera Amanda quien primero contestara a mi reclamo.
Fue por azar ya que, segĂşn ella, andaba buscando otras cosas («¿otras cosas… ? WTF!!!») pensĂ© yo. Reconozco que Amanda me pone, sobre todo por incidentes como este. Ella contestĂł a mi anuncio con este mensaje:
Cariño, ÂżquĂ© se te está pasando por la cabeza? Ja, ja, cuando he visto tu mĂłvil… ¡eres tan gracioso y tan imaginativo! Me encantas Âżsabes? Y estoy deseando saborear tu capullo salado y riquĂsimo… hmmmm… ÂżMe paso luego por tu casa?
Pues sĂ, Amanda se pasĂł luego por mi casa, y saboreĂł mi capullo salado y riquĂsimo. Me preguntĂł por todas aquellas cajas llenas de artefactos, y le ofrecĂ un par de cupcakes de postre, que habĂa confeccionado con mi flamante impresora unas horas antes. Amanda está más gorda que yo, pero me vuelve loco, o quizá por eso me vuelve loco…
En vez de armas… estaba fabricando magdalenas de colores. ¡Glorioso comienzo como sicario!
DĂas despuĂ©s, y siguiendo los consejos de diversos blogueros con actividades poco claras, me agenciĂ© un mĂłvil chino con un par de ranuras que alojaban sendas tarjetas prepago asociadas a nĂşmeros diferentes, que ya venĂan activadas desde la remota patria de Mao Zedong. De este modo eludĂa la obligaciĂłn de identificarme como titular de la lĂnea, y podĂa asociar un nĂşmero a cada reclamo.
Mi mĂłvil Xiaomi ® era un prototipo con unas prestaciones brutales, que no referirĂ© aquĂ para que no piensen que en vez de un asesino a sueldo soy un comercial que trabaja para el simpático rĂ©gimen de Xi Jinping; pero les darĂ© una pista: no es coincidencia que la marca de mi mĂłvil y el nombre del presidente de China comiencen por… Xi, que en mandarĂn coloquial significa «de puta madre».
Como ya dije al principio de esta crĂłnica, habrĂa de ganarme mis emolumentos con un primer crimen cometido con las manos, que son el arma más antigua de la Humanidad. CaĂn matĂł a Abel con una piedra, pero la esgrimiĂł con su mano desnuda. De aquellos polvos estos lodos… Lo que nunca imaginĂ© es que la suerte me brindara la ocasiĂłn de oro para mostrar mis aptitudes ante mi mercado potencial.
Hay muchos fallecimientos que parecen accidentales, un choque en una carretera secundaria (Âżrecuerdan al carismático lĂder nazi Jörg Haider?), una rama de un árbol que se desprende precisamente cuando cierta persona está bajo ella, un escape de gas… todo eso engrosa las estadĂsticas de lo cotidiano, pero lamento decirles que muchas de esas muertes obedecen a motivos muy distintos del azar. Una herencia, celos irrefrenables, un ascenso laboral, alta polĂtica, grima extrema… o puro placer. CIA, Mossad, KGB, CNI, DIA, BBC, IS, TV3… las siglas o entidades responsables son tan numerosas como opacas. No es mi caso, como ya anunciĂ© al comienzo de estas crĂłnicas yo solo matarĂa por dinero. Cualquier otra motivaciĂłn me parece mezquina.
El dinero nos hace humanos.
Demasiado humanos, que dirĂa Nietzsche…
La matĂ© accidentalmente. Yo salĂa apresurado de una tienda de vinilos de segunda mano, en el centro de Madrid, mientras las campanas del Monasterio de las Descalzas Reales repicaban con una furia impropia de la reclusiĂłn de sus monjas de clausura, o acaso eran una llamada de socorro al exterior… Sea como fuere, llevaba un par de joyas, sendos LP’s de Kraftwerk y Raphael… El encontronazo fue muy violento, no habĂa mirado antes de emerger de las escaleras, y aquella mujer… aquella mujer literalmente se precipitĂł sobre mĂ cuando comenzaron a sonar las campanas de un modo tan desaforado. El resultado final fue una parada cardiorrespiratoria, segĂşn el parte de los atentos profesionales del SAMUR que acudieron de inmediato al lugar del impacto.
La mujer cayĂł al suelo y se golpeĂł la nuca con el bordillo, y un pequeño charco de sangre comenzĂł a dibujar una amapola tan roja como el pasado de LimĂłnov… Yo perdĂ el conocimiento, pues como ya he dicho no soporto la visiĂłn del espeso y bermejo fluido que nos sustenta.
Cuando fui reanimado y se me ofreciĂł asistencia psicolĂłgica me sentĂ desolado al ver cĂłmo cubrĂan el cadáver con una de esas sábanas de aspecto metálico, dorado por fuera y plateado por dentro, como una macabra y chispeante adivinanza del destino que todos correremos tarde o temprano.
La cámara de seguridad convenciĂł a los agentes policiales de que todo fue un accidente desgraciado y fortuito, y que no cabĂa atribuĂrseme responsabilidad penal alguna… Pero vamos al detalle.
Me interesĂ© por la identidad de mi vĂctima y espiĂ© la conversaciĂłn de uno de los polis… HabĂa matado a una tal Lady Vapor… BusquĂ© rápidamente en mi Xiaomi ® … No podĂa creerlo… La llamaban asĂ por su habilidad para esfumarse… Supe que me habĂa cargado nada más y nada menos que a una de las más buscadas prowlers del mundo del hampa virtual.
Entonces, y todavĂa tendido en el interior de la unidad mĂłvil aprovechĂ© un descuido de unos y otros para retirar la sábana metalizada y hacerme un selfie con el fiambre. ColguĂ© en mi cuenta de Instagram la foto con el cadáver semidescubierto de Lady Vapor, y difundĂ el siguiente texto, que, supuse, solo sabrĂan leer los connaiseurs:
Soy Binary Killer…. Y esto lo he hecho gratis. Si quieres que pinche en tu prĂłxima fiesta, serĂ© tu DJ.
PensĂ© equivocadamente que, a buen entendedor, pocas palabras bastan, y que mis posibles clientes captarĂan la metáfora y sabrĂan que un nuevo profesional estaba en el mercado. Pues no, y como ya dijo SĂ©neca:
Vulgus veritatis pessimus interpres
(«El vulgo es un pésimo intérprete de la verdad»)
Por eso me convertĂ en DJ Binario.
Aquel remoto verano, perdido ya en la niebla de mis recuerdos, lo pasĂ© pinchando en lugares de moda, y lo que es peor, mi fama crecĂa y mi cachĂ© se disparaba, cabalgaba en la espuma de las redes sociales, donde mi popularidad y nĂşmero de seguidores iban en aumento desde el dichoso selfie. ¡Pero yo querĂa ser asesino, no pinchadiscos! ÂżPor quĂ© todo el mundo es tan condenadamente esnob?
Una noche, mientras ofrecĂa una sesiĂłn en Ibiza, recibĂ mi primer encargo… Una nena rubia de pelo largo se acercĂł a la cabina, donde yo estaba haciendo un mix con el vinilo de Kraftwerk con el que comenzĂł todo el lĂo, y lo estaba mezclando con el Hypnotics de Suso Saiz… Los gorilas de la sala la dejaron acercarse a mĂ, probablemente el DJ más obeso que haya pinchado jamás en Amnesia (creo que con los cupcakes que salĂan de mi impresora 3D ya andarĂa por los 130 kg). Se aproximĂł a mĂ, y pensĂ© que me dirĂa algo al oĂdo, como los mafiosos en la saga de El Padrino, pero tomĂł mi barbilla con delicadeza y me besĂł.
Y no fue un beso cualquiera.
Me metiĂł la lengua hasta la campanilla, que tintineĂł alarmada… y no solo la lengua. Cuando se retirĂł y me sonriĂł notĂ© que habĂa depositado algo bajo mi paladar. DisimulĂ© ante los gorilas mientras manejaba los platos y hacĂa la siguiente mezcla, un viejo disco del sello Stax ® con las bases planeadoras de Tangerine Dream.
Cuando tuve ocasiĂłn extraje el objeto de mi boca, hallĂ© una cápsula de gran tamaño: Âżme habĂa intentado drogar la sirena rubia? AllĂ estaba bajo demasiadas miradas, deberĂa terminar la sesiĂłn antes de descubrir el contenido de la cápsula, que guardĂ© en un bolsillo del chaleco plateado con que DJ Binario se dejaba ver en cabina.
DecidĂ por una vez volver sin compañĂa al hotelazo (se gana mucho como DJ) extraje la cápsula y la abrĂ cuidadosamente. ContenĂa un mini USB, que conectĂ© a mi tableta y se activĂł de inmediato. ApareciĂł un dibujo animado, una especie de conejo mezclado con mapache y perro, con patas de insecto, ubres de vaca y ojos saltones inyectados en sangre… En resumen: una de esas aberraciones salidas de las retorcidas cabezas japonesas que luego los niños occidentales adoran hasta el paroxismo. Su voz, aunque distorsionada electrĂłnicamente, se entendĂa a la perfecciĂłn.
Tenemos un encargo para ti…
Cuando vi y escuchĂ© todo el vĂdeo la reproducciĂłn se detuvo, la pantalla se llenĂł de regiones pixeladas, y al intentar verla de nuevo el fichero ya no estaba allĂ. TomĂ© nota apresuradamente de todos los datos en un cuaderno cortesĂa del hotel, que lucĂa orgulloso su logotipo y sus cinco estrellas en cada página.
ApaguĂ© la luz, y me hice una paja pensando en la boca de Amanda… y tambiĂ©n en la lengua de la chica rubia. Las mezclĂ© a las dos en mi fantasĂa, y creo que tambiĂ©n apareciĂł un tĂo en el Ăşltimo momento Âżpor quĂ© no?… Me corrĂ en silencio, como nos corremos los asesinos, y entonces alguien llamĂł a la puerta suavemente con los nudillos…
Desde la cama, con los dedos pegajosos y el corazĂłn todavĂa acelerado por la eyaculaciĂłn, preguntĂ©:
– ÂżSĂ?
Una voz femenina, amortiguada por la puerta, dijo con un fuerte acento ruso:
– ÂżSabes quiĂ©n era Lady Vapor?
—
Nota: ÂżY esto… de quĂ© va? Lee el prĂłlogo y el primer capĂtulo para ponerte al dĂa.Â
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