La idea era perfecta. Con ese ADN no solo estarĆan haciendo un favor a esta raza de productos y estampas nacionales en agónica extinción, es que ademĆ”s con los genes que posee ese nombre ni siquiera tendrĆan que regir su lĆnea āpor ningĆŗn tipo de soporte concretoā, presume la concebidora.
ArtesanĆa, trazos sencillos y lĆnea fina para representar esas cosas que por ācostumbristasā o ācutronasā causan una tierna nostalgia. āUn crucero por el MediterrĆ”neo, un bar de barrio, refranes en dibujitos, la tuna compostelanaā¦ā, y hasta el grabado de la pesca tradicional gallega hecho por encargo. Las posibilidades de temĆ”tica se elevan al infinito y los artilugios de chichinabo donde estamparlos alcanzan proporciones semejantes. āPlatos, cuencos, vasijas, cacharros de cerĆ”mica, mantelitos, tapetes, paƱuelos de sedaā¦ā, enumera Patricia. “En principio, cualquier cosa que pareciese destinada al olvidoā.
Miguel aƱade a la descripción de la manufactura que sus āproductos son de muy buena calidadā.
–Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Pero entonces no son de chichinabo, cuestiono.
–Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Claro que sĆ, es que chichinabo nunca quiso decir mala calidad, sino productos despreciados y mal vistos- posiciona el honor del nombre de su benjamĆn.
Felices ellos, que al final pusieron a su retoño aquel nombre que tanto insistieron sus padres en que se aprendiesen. Poco a poco la apuesta da el estirón y se va haciendo un hueco en el sector, en las ferias de diseño y en los armarios de cocina. Ya no es un viejo concepto, ahora ha renacido. Para sus engendradores, es puro orgullo de Chichinabo.
La idea era perfecta. Con ese ADN no solo estarĆan haciendo un favor a esta raza de productos y estampas nacionales en agónica extinción, es que ademĆ”s con los genes que posee ese nombre ni siquiera tendrĆan que regir su lĆnea āpor ningĆŗn tipo de soporte concretoā, presume la concebidora.
ArtesanĆa, trazos sencillos y lĆnea fina para representar esas cosas que por ācostumbristasā o ācutronasā causan una tierna nostalgia. āUn crucero por el MediterrĆ”neo, un bar de barrio, refranes en dibujitos, la tuna compostelanaā¦ā, y hasta el grabado de la pesca tradicional gallega hecho por encargo. Las posibilidades de temĆ”tica se elevan al infinito y los artilugios de chichinabo donde estamparlos alcanzan proporciones semejantes. āPlatos, cuencos, vasijas, cacharros de cerĆ”mica, mantelitos, tapetes, paƱuelos de sedaā¦ā, enumera Patricia. “En principio, cualquier cosa que pareciese destinada al olvidoā.
Miguel aƱade a la descripción de la manufactura que sus āproductos son de muy buena calidadā.
–Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Pero entonces no son de chichinabo, cuestiono.
–Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Claro que sĆ, es que chichinabo nunca quiso decir mala calidad, sino productos despreciados y mal vistos- posiciona el honor del nombre de su benjamĆn.
Felices ellos, que al final pusieron a su retoño aquel nombre que tanto insistieron sus padres en que se aprendiesen. Poco a poco la apuesta da el estirón y se va haciendo un hueco en el sector, en las ferias de diseño y en los armarios de cocina. Ya no es un viejo concepto, ahora ha renacido. Para sus engendradores, es puro orgullo de Chichinabo.
Llevo leyendo tus artĆculos hace algĆŗn tiempo, y me asalta una duda existencial:
cómo consigues hacer unos artĆculos tan pijoteros, aburridos y banales?
Gracias por leernos, Otter. Que tengas un feliz dĆa.
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