1 de octubre 2013    /   CREATIVIDAD
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El chichinabo tiene denominación de origen

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En la familia de Patricia LĆ”zaro todos identificaban y nombraban el cuatrisĆ­labo con aguda precisión y frecuencia. TambiĆ©n Miguel SĆ”nchez Lindo habĆ­a oĆ­do a su madre repetir el concepto ā€˜cienes y cienes’ de veces. ā€œY a mi padreā€, le aumenta gravedad a su caso personal.

En realidad todos lo hemos escuchado. ā€˜Eso es de chichinabo’, sentenciaba cualquier progenitora -digna de serlo- el dĆ­a que le mostrabas tu Ćŗltima adquisición textil de moda. Chichinabo: ese tĆ©rmino tan insumiso a las fronteras semĆ”nticas, capaz de categorizar, a la baja, cualquier elemento, evento, lugar o situación. Tan nacional. Tan llano. Tan exacto… Tan de todos, que Patricia y Miguel en cónclave decidieron canonizarle y elevarle a la categorĆ­a de firma de diseƱo. El chichinabo, ahora, tiene etiqueta.

Chichinabo Inc. nació hace dos años. Estos tórtolos emprendedores madrileños de 28 y 29 veranos (diseñador grÔfico  él, publicista y diseñadora ella), decidieron vivir su idilio engendrando una firma artística que le diese alegría a la casa. La concepción de la criatura pasaría por un romÔntico diseño e íntimas ilustraciones con tacto, eso lo tenían claro ambos. Las conjeturas se centraban tan solo en decidir qué tipo de dibujos y qué tipo de soportes serían los mejores para el neonato.

cuncas_de_vino - copia

ā€œTuvimos una idea y alguien confió en nosotrosā€, cuenta el orgulloso padre de la firma. ā€œQuerĆ­amos recuperar las temĆ”ticas y las estĆ©ticas tradicionales habitualmente menospreciadas por rancias o carentes de gusto. Las baratijas, los productos castizos, aquello que por cotidiano pasa desapercibido. Es decir, el chichinaboā€.

La idea era perfecta. Con ese ADN no solo estarĆ­an haciendo un favor a esta raza de productos y estampas nacionales en agónica extinción, es que ademĆ”s con los genes que posee ese nombre ni siquiera tendrĆ­an que regir su lĆ­nea ā€œpor ningĆŗn tipo de soporte concretoā€, presume la concebidora.

ArtesanĆ­a, trazos sencillos y lĆ­nea fina para representar esas cosas que por ā€œcostumbristasā€ o ā€œcutronasā€ causan una tierna nostalgia. ā€œUn crucero por el MediterrĆ”neo, un bar de barrio, refranes en dibujitos, la tuna compostelanaā€¦ā€, y hasta el grabado de la pesca tradicional gallega hecho por encargo. Las posibilidades de temĆ”tica se elevan al infinito y los artilugios de chichinabo donde estamparlos alcanzan proporciones semejantes. ā€œPlatos, cuencos, vasijas, cacharros de cerĆ”mica, mantelitos, tapetes, paƱuelos de sedaā€¦ā€, enumera Patricia. “En principio, cualquier cosa que pareciese destinada al olvidoā€.

chichinaboinc_nosotros_alta

Miguel aƱade a la descripción de la manufactura que sus ā€œproductos son de muy buena calidadā€.

–Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā  Pero entonces no son de chichinabo, cuestiono.

–Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā  Claro que sĆ­, es que chichinabo nunca quiso decir mala calidad, sino productos despreciados y mal vistos- posiciona el honor del nombre de su benjamĆ­n.

Por el momento aĆŗn estĆ” madurando, asĆ­ que estos artistas tienen que hacer horas extras para criar el proyecto despuĆ©s de fichar en sus trabajos: Miguel, ilustrando y maquetando para clientes y Patricia, madrugando todas las maƱanas para currar en el Instituto de DiseƱo. No obstante, a juzgar por Ā las marcas que van haciendo en la pared, va creciendo a buen ritmo. Venta online, comercialización directa en cuatro ciudades espaƱolas (Madrid, Barcelona, Santander, Santiago de Compostela) y -lo pronuncien como lo pronuncien- hasta se encuentran Chichinabos en la mismĆ­sima capital alemana. A escaparate ā€œo por encargoā€, abren la veda para pensar motivos pictóricos a sus clientes.

Felices ellos, que al final pusieron a su retoño aquel nombre que tanto insistieron sus padres en que se aprendiesen. Poco a poco la apuesta da el estirón y se va haciendo un hueco en el sector, en las ferias de diseño y en los armarios de cocina. Ya no es un viejo concepto, ahora ha renacido. Para sus engendradores, es puro orgullo de Chichinabo.

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En la familia de Patricia LĆ”zaro todos identificaban y nombraban el cuatrisĆ­labo con aguda precisión y frecuencia. TambiĆ©n Miguel SĆ”nchez Lindo habĆ­a oĆ­do a su madre repetir el concepto ā€˜cienes y cienes’ de veces. ā€œY a mi padreā€, le aumenta gravedad a su caso personal.

En realidad todos lo hemos escuchado. ā€˜Eso es de chichinabo’, sentenciaba cualquier progenitora -digna de serlo- el dĆ­a que le mostrabas tu Ćŗltima adquisición textil de moda. Chichinabo: ese tĆ©rmino tan insumiso a las fronteras semĆ”nticas, capaz de categorizar, a la baja, cualquier elemento, evento, lugar o situación. Tan nacional. Tan llano. Tan exacto… Tan de todos, que Patricia y Miguel en cónclave decidieron canonizarle y elevarle a la categorĆ­a de firma de diseƱo. El chichinabo, ahora, tiene etiqueta.

Chichinabo Inc. nació hace dos años. Estos tórtolos emprendedores madrileños de 28 y 29 veranos (diseñador grÔfico  él, publicista y diseñadora ella), decidieron vivir su idilio engendrando una firma artística que le diese alegría a la casa. La concepción de la criatura pasaría por un romÔntico diseño e íntimas ilustraciones con tacto, eso lo tenían claro ambos. Las conjeturas se centraban tan solo en decidir qué tipo de dibujos y qué tipo de soportes serían los mejores para el neonato.

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ā€œTuvimos una idea y alguien confió en nosotrosā€, cuenta el orgulloso padre de la firma. ā€œQuerĆ­amos recuperar las temĆ”ticas y las estĆ©ticas tradicionales habitualmente menospreciadas por rancias o carentes de gusto. Las baratijas, los productos castizos, aquello que por cotidiano pasa desapercibido. Es decir, el chichinaboā€.

La idea era perfecta. Con ese ADN no solo estarĆ­an haciendo un favor a esta raza de productos y estampas nacionales en agónica extinción, es que ademĆ”s con los genes que posee ese nombre ni siquiera tendrĆ­an que regir su lĆ­nea ā€œpor ningĆŗn tipo de soporte concretoā€, presume la concebidora.

ArtesanĆ­a, trazos sencillos y lĆ­nea fina para representar esas cosas que por ā€œcostumbristasā€ o ā€œcutronasā€ causan una tierna nostalgia. ā€œUn crucero por el MediterrĆ”neo, un bar de barrio, refranes en dibujitos, la tuna compostelanaā€¦ā€, y hasta el grabado de la pesca tradicional gallega hecho por encargo. Las posibilidades de temĆ”tica se elevan al infinito y los artilugios de chichinabo donde estamparlos alcanzan proporciones semejantes. ā€œPlatos, cuencos, vasijas, cacharros de cerĆ”mica, mantelitos, tapetes, paƱuelos de sedaā€¦ā€, enumera Patricia. “En principio, cualquier cosa que pareciese destinada al olvidoā€.

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Miguel aƱade a la descripción de la manufactura que sus ā€œproductos son de muy buena calidadā€.

–Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā  Pero entonces no son de chichinabo, cuestiono.

–Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā  Claro que sĆ­, es que chichinabo nunca quiso decir mala calidad, sino productos despreciados y mal vistos- posiciona el honor del nombre de su benjamĆ­n.

Por el momento aĆŗn estĆ” madurando, asĆ­ que estos artistas tienen que hacer horas extras para criar el proyecto despuĆ©s de fichar en sus trabajos: Miguel, ilustrando y maquetando para clientes y Patricia, madrugando todas las maƱanas para currar en el Instituto de DiseƱo. No obstante, a juzgar por Ā las marcas que van haciendo en la pared, va creciendo a buen ritmo. Venta online, comercialización directa en cuatro ciudades espaƱolas (Madrid, Barcelona, Santander, Santiago de Compostela) y -lo pronuncien como lo pronuncien- hasta se encuentran Chichinabos en la mismĆ­sima capital alemana. A escaparate ā€œo por encargoā€, abren la veda para pensar motivos pictóricos a sus clientes.

Felices ellos, que al final pusieron a su retoño aquel nombre que tanto insistieron sus padres en que se aprendiesen. Poco a poco la apuesta da el estirón y se va haciendo un hueco en el sector, en las ferias de diseño y en los armarios de cocina. Ya no es un viejo concepto, ahora ha renacido. Para sus engendradores, es puro orgullo de Chichinabo.

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Opiniones 2
  • Llevo leyendo tus artĆ­culos hace algĆŗn tiempo, y me asalta una duda existencial:

    cómo consigues hacer unos artículos tan pijoteros, aburridos y banales?

  • Comentarios cerrados.