26 de marzo 2012    /   BUSINESS
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El cliente es el dueƱo en The People’s Supermarket

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Para mil londinenses ha sido suficiente pagar una cuota anual de 25 libras y comprometerse a cuatro horas de trabajo al mes para convertise en dueños de su propio supermercado sostenible. De momento no se puede decir que el proyecto es rentable pero sí posible. Mientras espera obtener los beneficios que garanticen su existencia, la cooperativa The People“s Supermarket demuestra que el poder de la gente supera todas las trabas que dinero y política han puesto en su camino.

Esta iniciativa ciudadana de Bloomsbury se alía con los proveedores locales para ofrecer en la medida de lo posible productos autóctonos y de alta calidad a precios mÔs cercanos a la marca blanca que a la sección gourmet. Cuando nos acercamos a ellos, su primera respuesta fue compartir un inminente riesgo de quiebra que solo una improvisada campaña en Twitter y una fundación solidaria pudieron solventar. Lo que hasta el momento era una exitosa idea llegó a esa inesperada situación por culpa de los diferentes criterios entre gobierno local y nacional y el apremio de unos organismos públicos que sufren sus propias penurias económicas.

Que este anti-supermercado estĆ© situado en el centro de una ciudad de alquileres desorbitados ha sido uno de sus principales yugos. The PeopleĀ“s Supermarket cuenta con la fidelidad de sus vecinos y genera ingresos, pero el coste inicial que le supone residir en el distrito de Camden es aĆŗn mayor. En febrero se exigĆ­a el pago de 5.000 libras como impuesto de negocio, sin derecho a ningĆŗn alivio impositivo como empresa local. “Llegar a Camden fue algo casual. BuscĆ”bamos un lugar en el sur de la ciudad, pero encontramos a un propietario que prefirió rechazar una oferta de una de las grandes cadenas de supermercados del paĆ­s para ayudar a poner en pie nuestro modelo de negocio. Nuestro problema ha sido el de unas autoridades que se empeƱan en tratarnos como una gran corporación, sin tener en cuenta los beneficios que aportamos a la comunidadā€œ, nos cuenta uno de sus responsables, Paul Aiken.


Aportes económicos organizados a través de Twitter con un valor total de 7.000 libras -hasta de Corea llegaron 50 libras-, aniquilaron la deuda de este proyecto en cinco días. AdemÔs la cooperativa, que ha protagonizado su propia serie documental de televisión para Channel 4,  logró el apoyo de Fredericks Foundation, una organización que utiliza microprestamos para ayudar a pequeñas empresas a sobrevivir a las pérdidas iniciales. La fidelidad que ha despertado esta iniciativa en una ha combatido el precepto que permite que solo los grandes capitales tengan derecho a comerciar en determinadas zonas de una ciudad.

Se podrĆ­a decir que esta iniciativa britĆ”nica impulsada por el concinero Arthur Potts DawsonĀ ha sido vĆ­ctima de unas expectativas demasiado ambiciosas si la comparamos con la mayorĆ­a de cooperativas locales, pero no si se mira a Park Slope, el proyecto neoyorquino en el que se inspira y que cuenta con 15.000 miembros. La diferencia a primera vista es que la sociedad estadounidense cuenta con menos tiempo y mĆ”s dinero que la europea. “Sus cuotas son mĆ”s altas que las nuestras. Ellos son mucho mĆ”s estrictos a la hora de cumplir con el trabajo voluntario y solo estĆ”n disponibles para sus miembros. Nosotros estamos abiertos a cualquier vecino que quiera entrar a nuestra tienda a comprar, aunque sin el 20 por ciento de descuento del que disfrutan nuestros miembrosā€œ, aseguran.

Aunque The PeopleĀ“s Supermarket tambiĆ©n genera puestos de trabajo -en colaboración con organismos de reinserción de instituciones pĆŗblicas-, un modelo de negocio que hace que la cadena de distribución sea mĆ”s corta puede destruir mĆ”s empleos que los que genera,Ā como estĆ” ocurriendo conĀ la nueva distribucion deĀ productos culturales e Internet. “Visto asĆ­ puede correrse ese riesgo, pero nosotros trabajamos ambas situaciones. Por un lado apoyamos a fabricantes locales que no pueden permitirse los costes de distribución que les coloquen en los grandes establecimientos y por otro necesitamos de productores mĆ”s grandes que nos permitan suministrar productos suficientes para las necesidades de un gran entorno urbanoā€œ, explica Aiken.

ĀæUn proyecto asĆ­ podrĆ­a funcionar en EspaƱa?, le preguntamos a Paul Aiken. “Devuelvo la pregunta a los lectores -nos contesta-. ĀæCreĆ©is en la unión de vuestra gente por trabajar en armonĆ­a por su propia cuenta y para beneficio de su comunidad, de un modo que permita la interacción positiva? ĀæCreĆ©is posible cambiar el Ā“YoĀ“ por el Ā“NosotrosĀ“ y lograr asĆ­ una regeneración social?

———

Foto portada: CelestehĀ bajo licencia CC.

ImƔgenes: Liz & Max Haarala Hamilton.

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Para mil londinenses ha sido suficiente pagar una cuota anual de 25 libras y comprometerse a cuatro horas de trabajo al mes para convertise en dueños de su propio supermercado sostenible. De momento no se puede decir que el proyecto es rentable pero sí posible. Mientras espera obtener los beneficios que garanticen su existencia, la cooperativa The People“s Supermarket demuestra que el poder de la gente supera todas las trabas que dinero y política han puesto en su camino.

Esta iniciativa ciudadana de Bloomsbury se alía con los proveedores locales para ofrecer en la medida de lo posible productos autóctonos y de alta calidad a precios mÔs cercanos a la marca blanca que a la sección gourmet. Cuando nos acercamos a ellos, su primera respuesta fue compartir un inminente riesgo de quiebra que solo una improvisada campaña en Twitter y una fundación solidaria pudieron solventar. Lo que hasta el momento era una exitosa idea llegó a esa inesperada situación por culpa de los diferentes criterios entre gobierno local y nacional y el apremio de unos organismos públicos que sufren sus propias penurias económicas.

Que este anti-supermercado estĆ© situado en el centro de una ciudad de alquileres desorbitados ha sido uno de sus principales yugos. The PeopleĀ“s Supermarket cuenta con la fidelidad de sus vecinos y genera ingresos, pero el coste inicial que le supone residir en el distrito de Camden es aĆŗn mayor. En febrero se exigĆ­a el pago de 5.000 libras como impuesto de negocio, sin derecho a ningĆŗn alivio impositivo como empresa local. “Llegar a Camden fue algo casual. BuscĆ”bamos un lugar en el sur de la ciudad, pero encontramos a un propietario que prefirió rechazar una oferta de una de las grandes cadenas de supermercados del paĆ­s para ayudar a poner en pie nuestro modelo de negocio. Nuestro problema ha sido el de unas autoridades que se empeƱan en tratarnos como una gran corporación, sin tener en cuenta los beneficios que aportamos a la comunidadā€œ, nos cuenta uno de sus responsables, Paul Aiken.


Aportes económicos organizados a través de Twitter con un valor total de 7.000 libras -hasta de Corea llegaron 50 libras-, aniquilaron la deuda de este proyecto en cinco días. AdemÔs la cooperativa, que ha protagonizado su propia serie documental de televisión para Channel 4,  logró el apoyo de Fredericks Foundation, una organización que utiliza microprestamos para ayudar a pequeñas empresas a sobrevivir a las pérdidas iniciales. La fidelidad que ha despertado esta iniciativa en una ha combatido el precepto que permite que solo los grandes capitales tengan derecho a comerciar en determinadas zonas de una ciudad.

Se podrĆ­a decir que esta iniciativa britĆ”nica impulsada por el concinero Arthur Potts DawsonĀ ha sido vĆ­ctima de unas expectativas demasiado ambiciosas si la comparamos con la mayorĆ­a de cooperativas locales, pero no si se mira a Park Slope, el proyecto neoyorquino en el que se inspira y que cuenta con 15.000 miembros. La diferencia a primera vista es que la sociedad estadounidense cuenta con menos tiempo y mĆ”s dinero que la europea. “Sus cuotas son mĆ”s altas que las nuestras. Ellos son mucho mĆ”s estrictos a la hora de cumplir con el trabajo voluntario y solo estĆ”n disponibles para sus miembros. Nosotros estamos abiertos a cualquier vecino que quiera entrar a nuestra tienda a comprar, aunque sin el 20 por ciento de descuento del que disfrutan nuestros miembrosā€œ, aseguran.

Aunque The PeopleĀ“s Supermarket tambiĆ©n genera puestos de trabajo -en colaboración con organismos de reinserción de instituciones pĆŗblicas-, un modelo de negocio que hace que la cadena de distribución sea mĆ”s corta puede destruir mĆ”s empleos que los que genera,Ā como estĆ” ocurriendo conĀ la nueva distribucion deĀ productos culturales e Internet. “Visto asĆ­ puede correrse ese riesgo, pero nosotros trabajamos ambas situaciones. Por un lado apoyamos a fabricantes locales que no pueden permitirse los costes de distribución que les coloquen en los grandes establecimientos y por otro necesitamos de productores mĆ”s grandes que nos permitan suministrar productos suficientes para las necesidades de un gran entorno urbanoā€œ, explica Aiken.

ĀæUn proyecto asĆ­ podrĆ­a funcionar en EspaƱa?, le preguntamos a Paul Aiken. “Devuelvo la pregunta a los lectores -nos contesta-. ĀæCreĆ©is en la unión de vuestra gente por trabajar en armonĆ­a por su propia cuenta y para beneficio de su comunidad, de un modo que permita la interacción positiva? ĀæCreĆ©is posible cambiar el Ā“YoĀ“ por el Ā“NosotrosĀ“ y lograr asĆ­ una regeneración social?

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Foto portada: CelestehĀ bajo licencia CC.

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Opiniones 35
  • A menor escala, Āæpero esto no es similar a una cooperativa de consumo? Por no decir que lo mismo…

    En espaƱa existen (me aventuro) cientos por no decir miles de cooperativas de consumo, a pequeƱa escala, y en la mayoria de grandes ciudades o pueblos… Al menos en catalunya.

    • Tenemos mucha tendencia a dudar de nuestra capacidad de hacer cosas en EspaƱa pero creo que se podrĆ­a hacer perfectamente teniendo en cuenta ademĆ”s la cantidad de comida de todo tipo que se produce en este paĆ­s. Saludos!

  • Es lo que pasa siempre, que si buscamos rentabilidad de una actividad a menudo descuidamos (y perdemos) la sostenibilidad…
    Esperemos que el empresariado deje de una vez ya de pensar siempre en la rentabilidad y se de cuenta que esa es la base de la crisis, la especulación.

  • Sólo lo que supone simbólicamente es un gran triunfo. Por favor, pensemos en positivo si queremos construir algo. Ya sabemos que el capitalismo arrasa con todo, pero por favor dejemos de recordĆ”rnoslo y no nos resignemos a ello. HarĆ” falta mucho coraje, valentĆ­a y mentalidad de ganador. Estoy seguro de que mucha gente lo tiene.

  • En Sevilla ya existe y funciona desde hace tiempo una experiencia similar a esta llamada “La Ortiga”. Es una iniciativa positiva para la comunidad pero lo mejor es que es posible y ya existe en varios lugares. Su continuidad depende de la voluntad que le pongamos, si no apostamos en serio estĆ” claro que nunca funcionarĆ”. Siempre esperamos que alguien lo monte y le vaya bien, entonces ya nos unimos si nos convence, creo que muchas veces nos quedamos en buenos deseos y poca implicación.

  • ĀæQue si podrĆ­a funcionar en EspaƱa? Pero si Ā”YA FUNCIONA! Hay muchĆ­simas cooperativas de consumo que funcionan de forma parecida y con criterios parecidos, pero que gracias al paraguas legal de ser cooperativa o asociación no se ven en esos embolados con la admción. En Madrid la de mĆ”s renombre es el BAH! (Bajo el Asfalto estĆ” la Huerta), y en Catalunya estĆ”n recogidas en esta web: http://repera.wordpress.com/enllacos/. Yo misma soy socia de una de ellas, y son un espacio genial para descubrir cosas, concienciarse mutuamente, compartir información y risas, conseguir los productos que necesitas en el dĆ­a a dĆ­a siguiendo tus criterios, y construir el funcionamiento de algo en comĆŗn, de forma participativa y asamblearia.

    • Exacto: aquĆ­ hay muchas cooperativas, pero como inconveniente la mayorĆ­a estĆ”n en entornos rurales. Los cooperativistas, sin embargo, estĆ”n bastante asimilados a la figura de autónomo, aunque con menores requisitos.

  • Āæ HabĆ©is oĆ­do hablar de la Marea Roja???

    Informaos, en muchas ciudades de EspaƱa se estĆ”n uniendo bajo este nombre, se reunen en alguna oficina del INEM para hablar con la gente, estĆ”n creando huertos, economatos, donde piensan vender sus artĆ­culos, no sólo se trata de cultivar y consumir, tambiĆ©n tienen animales, enseƱan a la gente a economizar, medidas de trueque, de bancos de tiempo y una de las cosas que a mi me han enseƱado es a hacer el detergente para la lavadora, para el suelo, gel, etc….

  • AsĆ­ empezó Eroski, para los que no lo sepĆ”is. Eroski era una cooperativa de consumidores. DespuĆ©s empezó a profesionalizarse.

    • Se estĆ”n recooperativizando (si es que existe el verbo). Pertenecen a la Cooperativa Mondragón.

  • Hay que intentarlo ,creo que hay gente dispuesta y puede funcionar la union hace la fuerza y cada vez hay mas gente que lucha por volver atras y ayudarnos unos a otros, colaboracion ,union y proximidad para un futuro mejor

  • Pienso que aquĆ­ si funcionarĆ­a. afortunadamente ya no arrastramos tantos de los antiguos tópicos y prejuicios que tenemos sobre “lo espaƱol” o “lo ibĆ©rico”. TambiĆ©n es cierto que siempre serĆ­a mĆ”s sencillo que lo pusiera en marcha gente ya asociada de alguna forma, tipo grupos de consumo de alimentos biológicos (aunque en la tienda no lo fueran) asociaciones de vecinos, bancos de tiempo, asambleas locales del 15-M…

  • Existen iniciativas parecidas en EspaƱa, al menos en Valencia. Son pequeƱas asociaciones de consumidores de producto ecológico que, de un modo agrupado, acuden directamente al proveedor y con un margen aƱadido de 0%, distribuyen el producto entre ellos.
    Todo se costea en base al trabajo voluntario y al pago de unas cuotas fijas. Son asociaciones de pequeƱo tamaƱo, que se autogobiernan fƔcilmente y que, de este modo, no incurren en gastos de estructura desorbitados.
    La diferencia principal con el modelo expuesto en el artĆ­culo: No tienen un espacio abierto al pĆŗblico.

  • Esto que estĆ” funcionando en Inglaterra, podrĆ­a encuadrarse en el concepto EconomĆ­a del Bien ComĆŗn, (buscar Christian Felber en youtube que lo explica muy bien) bĆ”sicamente es trabajar con conceptos diferentes, en lugar del beneficio económico se busca el beneficio a la sociedad en la que vives, el entorno que no destruyes, las bases Ć©ticas que transmites a las nuevas generaciones. Esto no solo ha de funcionar si no que si queremos salir del mundo al que estamos siendo arrastrados, mĆ”s vale que lo vayamos incorporando a nuestras vidas. Les deseo lo mejor y solo espero que aquĆ­ aparquemos nuestros individualismos y seamos capaces de soƱar un mundo menos injusto, mĆ”s ecológico, menos agresivo, mĆ”s amable…

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