18 de noviembre 2013    /   CIENCIA
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El dilema moral de las cucarachas teledirigidas

18 de noviembre 2013    /   CIENCIA     por          
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Roboroach es una fascinante ocurrencia de la start up americana Backyard Brains. Con el eslogan de “¡Neurociencia para todos!”, su web vende un kit por 99 dólares para adosar un chip a los insectos con el cual poder controlarlos mediante un iPhone o un iPad. Las cucarachas empleadas no son como las españolas, sino discoides, más grandes y resistentes.

(Opinión)

Es preciso efectuar una pequeña intervención quirúrgica para insertar los sensores en sus antenas. Y después puede teledirigirse al animal desde el móvil o la tableta. A los quince o veinte minutos, el insecto ya es capaz de burlar las órdenes por lo que hay que retirarle los sensores y esperar un período tras el cual se puede volver a intentar. El kit se suministra con suficiente documentación para que la experiencia arroje una luz hasta ahora impensable sobre la neurociencia.

Pues bien, los defensores de los animales han puesto el grito en el cielo y han iniciado una campaña contra Backyard Brains aduciendo que es una crueldad inaceptable. Como ya saben mis lectores, soy entomólogo y puedo afirmar que el concepto de sufrimiento aplicado a estos invertebrados es más filosófico que físico.

roboRoachGoRight

Podríamos repasar aquí los orígenes fisiológicos del dolor, así como los actores implicados, ninguno de ellos presente en el rudimentario organismo de un hexápodo.

Hace falta un receptor (piel, etc.), neuronas de primer, segundo y tercer orden… Sin neuronas no hay dolor. Y eso sin mencionar el núcleo ventropostlateral del tálamo o la corteza cerebelosa y sus circunvoluciones; todo ello ausente en el ganglio nervioso de una cucaracha.

Por eso los inhibidores del dolor como los opiaceos, la serotonina o la noradrenalina son absolutamente estériles en un saltamontes o en una gamba. Sentir dolor es una ventaja evolutiva en los cordados como usted o como yo, pero sería un grave obstáculo de colonización para las hormigas, por poner un ejemplo.

Y para sentir dolor son precisos los transmisores del mismo, como la sustancia P, la somatostatina o las neuroquininas A y B. Y vías ascendentes, como la espinotalámica o espinorreticular. Espino significa en este caso que solo los vertebrados (una anchoa, un colibrí, un orangután, etc.) pueden sentirlo.

¿Sufre una oveja? Sí, y mucho. ¿Un toro en una corrida? La duda ofende. ¿Un atún? También. ¿Un jilguero? Por supuesto. ¿Un guisante? No. ¿Un piojo? No. ¿Una bella mariposa? No más que el piojo, o sea, nada. ¿Una lombriz de tierra? No. ¿Una lechuga? Pues va a ser que tampoco.

Nadie como quien esto escribe defiende la dignidad de los animales y detesta los zoológicos, los circos, las corridas de toros, las peleas de perros o incluso las carreras de caballos. Pero un grillo no es una jirafa. Y una cucaracha no es un caniche. Y los brillantes creadores de Roboroach pueden estar dando un paso de gigante para la comprensión de nuestro propio cerebro.

No son cucarachas para celebrar fiestas de cumpleaños o para hacer apuestas, sino para explicar cómo se produce la transmisión de estímulos. Las aplicaciones médicas de diagnosis y tratamiento de desórdenes neurológicos que se pueden desarrollar son infinitas… Si los defensores de los animales no lo impiden. La propia empresa demuestra gran sensibilidad al incluir en la sección de la web Ethics todos los argumentos de quienes se oponen frontalmente al uso de invertebrados con fines educativos o de investigación.

Volviendo a las cucarachas teledirigidas, me gustaría invitar a los ofendidos activistas a que se leyeran algunos fundamentos de fisiología, en concreto del filo Arthropoda, grupo al que profeso gran admiración y al que he dedicado años de estudio. Así evitarían hacer el ridículo, o peor aún, detener avances que pueden ser cruciales en aras de una sensibilidad mal entendida.

Y recuerde; si usted tiene seis patas, es inmune al dolor.

Roboroach es una fascinante ocurrencia de la start up americana Backyard Brains. Con el eslogan de “¡Neurociencia para todos!”, su web vende un kit por 99 dólares para adosar un chip a los insectos con el cual poder controlarlos mediante un iPhone o un iPad. Las cucarachas empleadas no son como las españolas, sino discoides, más grandes y resistentes.

(Opinión)

Es preciso efectuar una pequeña intervención quirúrgica para insertar los sensores en sus antenas. Y después puede teledirigirse al animal desde el móvil o la tableta. A los quince o veinte minutos, el insecto ya es capaz de burlar las órdenes por lo que hay que retirarle los sensores y esperar un período tras el cual se puede volver a intentar. El kit se suministra con suficiente documentación para que la experiencia arroje una luz hasta ahora impensable sobre la neurociencia.

Pues bien, los defensores de los animales han puesto el grito en el cielo y han iniciado una campaña contra Backyard Brains aduciendo que es una crueldad inaceptable. Como ya saben mis lectores, soy entomólogo y puedo afirmar que el concepto de sufrimiento aplicado a estos invertebrados es más filosófico que físico.

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Podríamos repasar aquí los orígenes fisiológicos del dolor, así como los actores implicados, ninguno de ellos presente en el rudimentario organismo de un hexápodo.

Hace falta un receptor (piel, etc.), neuronas de primer, segundo y tercer orden… Sin neuronas no hay dolor. Y eso sin mencionar el núcleo ventropostlateral del tálamo o la corteza cerebelosa y sus circunvoluciones; todo ello ausente en el ganglio nervioso de una cucaracha.

Por eso los inhibidores del dolor como los opiaceos, la serotonina o la noradrenalina son absolutamente estériles en un saltamontes o en una gamba. Sentir dolor es una ventaja evolutiva en los cordados como usted o como yo, pero sería un grave obstáculo de colonización para las hormigas, por poner un ejemplo.

Y para sentir dolor son precisos los transmisores del mismo, como la sustancia P, la somatostatina o las neuroquininas A y B. Y vías ascendentes, como la espinotalámica o espinorreticular. Espino significa en este caso que solo los vertebrados (una anchoa, un colibrí, un orangután, etc.) pueden sentirlo.

¿Sufre una oveja? Sí, y mucho. ¿Un toro en una corrida? La duda ofende. ¿Un atún? También. ¿Un jilguero? Por supuesto. ¿Un guisante? No. ¿Un piojo? No. ¿Una bella mariposa? No más que el piojo, o sea, nada. ¿Una lombriz de tierra? No. ¿Una lechuga? Pues va a ser que tampoco.

Nadie como quien esto escribe defiende la dignidad de los animales y detesta los zoológicos, los circos, las corridas de toros, las peleas de perros o incluso las carreras de caballos. Pero un grillo no es una jirafa. Y una cucaracha no es un caniche. Y los brillantes creadores de Roboroach pueden estar dando un paso de gigante para la comprensión de nuestro propio cerebro.

No son cucarachas para celebrar fiestas de cumpleaños o para hacer apuestas, sino para explicar cómo se produce la transmisión de estímulos. Las aplicaciones médicas de diagnosis y tratamiento de desórdenes neurológicos que se pueden desarrollar son infinitas… Si los defensores de los animales no lo impiden. La propia empresa demuestra gran sensibilidad al incluir en la sección de la web Ethics todos los argumentos de quienes se oponen frontalmente al uso de invertebrados con fines educativos o de investigación.

Volviendo a las cucarachas teledirigidas, me gustaría invitar a los ofendidos activistas a que se leyeran algunos fundamentos de fisiología, en concreto del filo Arthropoda, grupo al que profeso gran admiración y al que he dedicado años de estudio. Así evitarían hacer el ridículo, o peor aún, detener avances que pueden ser cruciales en aras de una sensibilidad mal entendida.

Y recuerde; si usted tiene seis patas, es inmune al dolor.

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Opiniones 6
  • Pues es curioso, porque este artículo entra en contradicción con lo que argumentan desde Backyard Brains. Ellos presuponen que los insectos SÍ sienten dolor, y precisamente por eso los anestesian antes de arrancarles una pata o insertarles los electrodos (“We actually don’t know if insects feel pain, but we do make the assumption that they do, which is why we anesthetize them in the first place”). Si tuvieran la certeza 100% de que NO sienten dolor, NO tendría sentido anestesiarles. A ver si os aclaráis los presuntos “científicos”, ya que parece que lo sabéis todo… o igual resulta que no.
    Y no basta con decir “no sienten dolor” para dar carta blanca a un experimento. Siguiendo esa linea “filosófica” (palabra que por cierto parece ser utilizada con cierto desprecio o paternalismo por parte del autor, en contraposición a la que cabe suponer como superior e irrefutable “ciencia”), ¿podríamos experimentar libremente con personas totalmente anestesiadas, ya que no están sufriendo dolor? La ciencia también debe tener y tiene un componente ético.
    El problema de la ciencia es que la miopía antropocentrista derivada de ver el mundo solo a través de un microscopio durante años hace que los científicos piensen que todo vale, y que el resto de seres vivos están a nuestra entera disposición para hacer lo que nos plazca con ellos, como por ejemplo teledirigirlos con un iPhone. Y no es así.

    • Bueno, es obvio que no es fácil saber lo que siente un insecto sin ser uno de ellos, y ahí entra la filosofía, sin paternalismos. Los chicos de Backyard Brains juegan a ser políticamente correctos y se cubren ante cualquier reclamación, al fin y al cabo viven y trabajan en EEUU, el país de los litigios. Por cierto, en su staff no figura ningún entomólogo. Y la diferencia entre experimentar con una persona, como tú sugieres, y una cucaracha, no creo que deba explicarla demasiado. Estos debates son sanos, y está bien que haya gente trabajando en las fronteras de lo aceptable, aunque solo sea para encontrar las nuestras.

      Gracias por tu comentario y un saludo

      El autor

      • hola, soy vegano pero no me considero radical y a diferencia de muchos yo estoy a favor de tener mascotas, leí toda la publicación y me pareció muy interesante y por eso quería hacer varias preguntas:
        Si los insectos no sienten porque hay paginas defensoras de los animales que opinan lo contrario y que hay estudios como los realizados por una persona llamada Vincent Dethier de que los insectos sienten?, pregunto porque tengo la duda de si realmente sienten los insectos y me gustaría saber que pruebas hay o estudios de que los invertebrados no sienten?, estaré esperando la respuesta
        Yo estoy a favor de tener mascotas porque se que los animales domésticos no se adaptan a a un ambiente salvaje y no sobrevivirían, porque quería saber si cuidar a un animal como un gecko leopardo o triton vientre de fuego que se alimentan de insectos implicaría un problema para mi ética y donde puedo encontrar mas estudios serios y científicos de que los invertebrados no sienten y si esos estudios de que supuestamente los insectos sienten son auténticos o si por el contrario son un fraude o falsa información

  • En el articulo afirmas totalmente convencido de que los insectos no sienten dolor. Pero luego, lineas mas abajo en un comentario, dices que habría que ser un insecto para saber lo que ellos sienten.
    Tampoco entiendo esto:
    “Hace falta un receptor (piel, etc.), neuronas de primer, segundo y tercer orden… Sin neuronas no hay dolor. ”
    Creo que en el video se afirma que los insectos tienen neuronas (digo yo que si tienen cerebro, tienen que tener neuronas), y de hecho que su cerebro no es muy diferente al nuestro y que por eso el experimento sirve para entender también el cerebro humano.
    No soy un experto en esto, pero he visto a insectos mutilados y no parece gustarles mucho estarlo.
    La cuestión es, si se puede hacer esto con animales (que ya tiene sus dilemas morales), quién nos garantiza que algún día no se haga esto con humanos?

  • Comentarios cerrados.