La escena es de sobra conocida. Durante su viaje inaugural, el RMS Titanic chocó con un iceberg en mitad del AtlÔntico y en la madrugada del 14 al 15 de abril de 1912 se hundió poniendo fin a la vida de 1.514 personas. La breve pero intensa peripecia del barco, construido en un astillero de Belfast, dio pie a un buen número de historias y leyendas que, con la ayuda de Hollywood, aún hoy siguen dejando boquiabierto al mundo.
Basta recordar la supuesta actitud del capitÔn Smith durante los que fueron los últimos instantes de su vida: mantuvo la calma y no intentó salvarse. Se hundió junto con el Titanic tras 35 años de servicio sin apenas una mancha en su curriculum.

Otra de las grandes leyendas del trĆ”gico relato del hundimiento del navĆo es la que protagonizó su orquesta. Ocho hombres que no habĆan tocado juntos a lo largo de la travesĆa – formaban un quintento y un trĆo musical que actuaban en distintos puntos del barco -, liderados por el violinista Wallace Hartley, cogieron sus instrumentos para convertirse en los primeros miembros de la tripulación en reaccionar ante la catĆ”strofe: tocaron para calmar a los pasajeros poco despuĆ©s de que el transatlĆ”ntico chocara con el iceberg.
El desenlace tambiĆ©n es conocido. Tocaron hasta que la inclinación del barco se lo permitió y murieron ahogados, sin haber tratado de salvar sus vidas. El drama que acabó con Hartley y los suyos solo fue el comienzo de la tragedia que tendrĆan que enfrentar sus familiares.
Deudas sin compensación
Legalmente, la orquesta de Hartley no formaba parte de la tripulación. Realmente, White Star Line, la empresa propietaria del barco, habĆa contratado los servicios de los ocho mĆŗsicos a travĆ©s de la compaƱĆa de Liverpool Black Talent Agency. De esta forma, los ocho componentes de la orquesta figuraban como pasajeros de segunda clase del Titanic, aunque se cree que pudieron viajar realmente en los camarotes reservados a los tripulantes.

En cualquier caso, es innegable que los integrantes de la orquesta trabajaban en el transatlĆ”ntico, pero las empresas que los contrataron no parecĆan tenerlo tan claro. Tanto es asĆ que los familiares de los ocho mĆŗsicos no recibieron compensación alguna tras el accidente.
Mientras los parientes de la tripulación del Titanic recibĆan su dinero en cumplimiento de la Ley de Compensación de los Trabajadores BritĆ”nicos, los de los mĆŗsicos no vieron una sola libra. Para White Star Line eran ocho pasajeros mĆ”s de segunda clase, no empleados. En cualquier caso, eran trabajadores de Black Talent Agency, pero aquella firma tambiĆ©n miró para otro lado a la hora de compensar a sus allegados.
Como los mĆŗsicos aparecĆan en la lista de pasajeros, los tribunales britĆ”nicos dieron la razón a ambas empresas. Denigrante, sĆ, pero ahĆ no acaba la humillación que sufrió la memoria de los hĆ©roes de la orquesta.
Por si fuera poco, Black Talent Agency envió a los familiares, pocos dĆas despuĆ©s de la catĆ”strofe, la factura con los gastos del uniforme. Resulta que la agencia descontaba mensualmente una parte del sueldo de los mĆŗsicos para costear el traje con el que actuaban. Al haber fallecido en el hundimiento del Titanic, la agencia cobró a sus familiares lo que debĆa cada uno de ellos. De luto y, por si fuera poco, endeudados.
Caridad y un monumento especial
Wallace Hartley, Roger Bricoux, John Wesley Woodward, Fred Clarke, Percy Taylor, George Krins, Theodore Brailey y John Hume, murieron cumpliendo con su obligación y siendo fieles a su mĆŗsica. Sin embargo, su memoria fue mancillada por los avaros empresarios que habĆan contratado sus servicios.
Para paliar tamaña injusticia, varias orquestas britÔnicas organizaron, mes y medio después de la tragedia, un concierto benéfico en el Royal Albert Hall londinense. Su objetivo era crear una bolsa de caridad con la que dar a los familiares de los fallecidos una ayuda semejante a la que estaban recibiendo los parientes de los que sà eran considerados parte de la tripulación.
Aunque en un principio las familias no recibieron dinero, y tuvieron que esperar a la caridad, al menos sà tuvieron el respeto, el cariño y la admiración de sus conciudadanos. Bien en forma de apoyo en momentos clave como el funeral de Hartley en Inglaterra, al que acudieron miles de personas; o bien en forma de curiosos monumentos, como este memorial construido en 1913 en recuerdo de la orquesta del Titanic en Broken Hill, Australia.

AsĆ eran las cosas en la vieja Inglaterra. Empresas y tribunales jugaron una mala pasada a los familiares de unas personas que demostraron un valor incontestable en una de las tragedias mĆ”s cinematogrĆ”ficas de nuestra historia reciente. El tiempo parece haber puesto las cosas en su sitio. Sirvan estas lĆneas de homenaje a la mĆtica orquesta del Titanic.
es de chiste. porque no intentaron salvarse?
Pues una de dos: o tenĆan claro que no habĆa sitio para todos… y que “las mujeres y los niƱos primero. O todo lo contrario: esperaban su turno en el bote que les correspondiera… para poderse poner a salvo. Seguramente pensaran en esta Ćŗltima posibilidad… hasta que fueron siendo conscientes de que la real era la primera, y lo asumieron.
es de chiste. porque no intentaron salvarse?
BĆ”sicamente, trabajaban como subcontratados y la empresa asĆ pasaba la responsabilidad a otra. Muy en boga hoy dĆa.
Hola escuche la historia del titanic mire miles de veces la peli en fin me gustaria en un barco asi con mi pareja mas que me gusta el agua podria vencer mis temores
Comentarios cerrados.